Imagínate que vas a tener un examen muy importante, un recital musical o una presentación en tu trabajo. ¿Cuál sería nuestro primer instinto? Estudiar, estudiar, practicar y practicar lo más posible sin parar para meterle toda la información posible a tu cerebro, ¿no?
Pero una serie de estudios científicos muestran que practicar o estudiar sin parar no es la forma más eficiente de aprender algo nuevo. De hecho, los nuevos descubrimientos muestran que hacer pausas o darle casi un “recreo” a tu cerebro lo ayudan a aprender mejor. Porque durante estos períodos de descanso tu cerebro puede consolidar o grabar de manera más duradera gran parte de la información o las habilidades que quieres aprender.
El investigador Leonardo Claudino es coautor de un estudio publicado de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, publicado en el 2021, sobre cómo aprende el cerebro durante breves períodos de descanso. Y descubrió que el cerebro aprovecha estas pausas para hacer una “repetición” mental súper rápida de lo que acaba de aprender, ya sea un concepto que estás aprendiendo para la escuela, una nueva coreografía de baile o una canción nueva en el piano. ¿Pero cómo es que Leonardo y sus colegas descubrieron esto de nuestros cerebros?
Su investigación tenía como objetivo original ayudar a pacientes que han tenido accidentes cerebrovasculares a recuperar movimientos y habilidades. Para esto, analizaron la actividad cerebral de 33 voluntarios diestros mientras aprendían a teclear una secuencia de números con la mano izquierda. Primero, los voluntarios tenían que teclear tantas secuencias como fuera posible durante diez segundos con su mano izquierda.
Luego, les pedían tomar un descanso de diez segundos. Repitieron este ciclo 30 veces. Usando una prueba llamada magneto-encefalografía, los científicos se dieron cuenta que, durante las pausas, los cerebros de los voluntarios repetían rápidamente lo que acababan de aprender.
Los investigadores creen que este replay del cerebro ayuda a que un recuerdo pase del hipocampo, la parte del cerebro donde están nuestros recuerdos más transitorios, a zonas del neocórtex o neocorteza. Ahí es donde se quedan los recuerdos más duraderos a largo plazo. Ya conocíamos un poco sobre este proceso de consolidación de conocimiento.
Los investigadores del sueño saben desde hace tiempo que dormir bien ayuda al cerebro a procesar lo que ha aprendido y consolidar ese aprendizaje. La razón es simple: cuando estamos dormidos, el cerebro no recibe tantos estímulos externos y puede concentrarse en esta consolidación. Lo nuevo ahora es el poder que tienen los pequeños descansos sobre la marcha para nuestra memoria y aprendizaje.
Y aunque falta mucho por investigar, algunos científicos creen que a lo mejor ambos procesos de consolidación se complementan: cuando dormimos, tal vez el cerebro codifique una experiencia más completa, el contexto. Pero estas pausas pequeñas quizás registren más detalles o movimientos más específicos. Y ahora quizás te estás preguntando, ¿estos descansos nos ayudan para aprender cualquier cosa?
Como dije antes, todavía falta mucho por investigar, pero lo que les consta a los científicos es que si empiezas a aprender algo nuevo, sea lo que sea que estés estudiando, lo recomendable es no practicar hasta el agotamiento. Hay que dar oportunidad a nuestros cerebros de procesar y almacenar lo que queremos aprender. Si eres profesor o maestro o das clases de algún deporte, esto mismo aplica para tus alumnos.
Si vas a enseñarles algo nuevo, planea esas pausas durante la clase o la práctica. Porque, aunque parezca que tus estudiantes están descansando, sus cerebros no paran y siguen activos. Y no solo las personas sanas pueden beneficiarse de estos campos de estudio.
Para las personas con secuelas de accidentes cerebrovasculares usar pausas estratégicas puede ayudarles a aprovechar al máximo las sesiones de rehabilitación. ¿Y cuál es la duración ideal de estos descansos? Todavía no tenemos una "receta mágica" para el tipo de descanso más eficiente para ayudar al cerebro a aprender cada cosa.
Como los estudios científicos se realizan en entornos de laboratorio muy controlados, lo que allí se observa no siempre es exactamente igual en la vida real. Sin embargo, en el estudio que mencionamos antes, de aprender a teclear algo con la mano izquierda, los investigadores observaron que los voluntarios aprendían más cuando la práctica y los descansos tenían una duración similar. Por ejemplo, diez minutos de práctica y diez minutos de descanso.
¿Y qué cuenta como un descanso? Aquí entra el trabajo de la investigadora de psicología cognitiva Barbara Oakley, autora del libro “Aprender a aprender”. Ella explica que el cerebro funciona de dos formas distintas, que se complementan en el aprendizaje: el modo enfocado (cuando estamos poniendo atención a algo) y el modo difuso (cuando tu cerebro está más relajado).
El cerebro necesita cambiar entre el modo enfocado y el difuso para aprender de manera efectiva. Entonces, si estás practicando una canción en el piano, lo ideal es hacer pausa de vez en cuando y, simplemente, dejar de tocar o hacer otra cosa completamente diferente que no interrumpa con las repeticiones del cerebro. O sea, que no uses tu descanso para aprender otra canción o practicar un idioma.
Dale chance a tu cerebro de consolidar ese conocimiento. Así que ya sabes, si quieres aprender algo nuevo, la ciencia nos dice que cuando te tomas un descanso, tu cerebro no se queda quieto.