Creo que no será novedad para muchos el escuchar que el terror puede venir de muchas formas, llegar en cualquiera de nuestros sentidos, que incluso lo que conocemos como fantasmas no es lo único dentro de lo que no entendemos aún que puede aterrarnos. Esta noche tenemos una recopilación de historias variadas para pasar un rato imaginando cómo sería experimentar esto que nos cuentan en esta ocasión. Bienvenidas damas, bienvenidos caballeros.
Vamos a aprovechar que ya estamos por aquí y permítame acompañarlos durante cualquier actividad que estén realizando o pónganse cómodos. Vamos a desconectarnos un ratito del estrés y de la prisa del mundo exterior y mejor preparen y acompáñenos con la bebida de su preferencia. Y nos vamos con Nayeli Vanegas, quien desde Tampico, México, nos cuenta esto.
Por muchos años estuve afuera de mi ciudad natal, Colima, en un inicio porque tuve la oportunidad de estudiar por el norte mi maestría, donde conocí a mi ahora esposo, quien fue la razón principal para que ya no regresara. Solamente volví cuando fui a anunciar mi compromiso con mi familia. Si no mal recuerdo, habían pasado 5 años sin que yo regresara a pisar mis tierras, lo cual sí me jugó algo en contra a la hora de intentar moverme por allá, principalmente porque, como iba de sorpresa, no le pude pedir a alguien que fuera a recogerme al aeropuerto, ya que también era el aniversario de mis papás y quería aprovechar para llegar de sorpresa en esas fechas.
No voy a detallarles todo lo que me pasó. saliendo justo del aeropuerto porque fue mucho enredo. El punto es que fue por el año 2004 y como pude me informé de cómo salir del aeropuerto que no fuera usando un taxi de ahí y tomé un autobús, uno en el que no tenía claro nada y terminé bajando en una parada que estaba las afueras de Manzanillo.
Me di cuenta de esto tarde y cuando quería volver, el autobús ya se había ido. Y ahí me quedé a las orillas de una gasolinera. No sé si no tenían personales anoche, pero no había nadie atendiendo.
Yo creí que esa parada era llegando a Manzanillo. Allá podría pedir un taxi, pero no. Aún estábamos a las afueras.
no veía nada más que no fuera esa gasolinera y me quedé pensando en qué iba a hacer porque estaba completamente sola a la orilla de la carretera con dos maletas y en ese tiempo no era tan fácil tener un celular que siempre tuviera saldo, lo cual era mi caso. Y yo creo que pasaron unos 20 minutos de quedarme esperando a la orilla por si pasaba algún taxi y de repente llegó un auto, se orilló y se estacionó. En ese auto venía conduciendo alguien a quien rápido reconocí.
Era un gran amigo de mi hermano, Toño, le decimos, quien creció toda la vida con nosotros en la colonia. Y a pesar de que lo veía feliz de verme, al igual que yo, él no se bajó del auto. Me dijo que subiera rápido y que las maletas las pusiera en los asientos de atrás, si noté que venía algo apresurado.
Y después de subirme, de saludarnos, de contarle por qué había terminado ahí, él me dijo que venía de dejar a un compañero suyo. Él vivía en un pueblito más atrás y avanzando ya lo veía un poco más tranquilo. Sinceramente, para mí fue un milagro habérmelo encontrado ahí.
Él me dijo cuando ya estábamos entrando a la ciudad, que serían ya las 12 de la noche, que cuando venía manejando, acercándose a la gasolinera donde me recogió, solo se dio cuenta de que yo estaba ahí porque vio a muchas señoras caminando hacia la gasolinera. Yo le pregunté que qué tenía de malo. De hecho, hasta le dije que no las había visto.
En ningún momento vi a nadie más. Y él me preguntó que si de verdad no vi a nadie, que si no había visto las luces. Yo le dije que no, que no vi nada.
No había nadie ni siquiera despachando la gasolinera y él me contó que cuando iba acercándose a donde nos encontramos, vio a lo lejos como iban unas lucecitas como flotando al costado de la autopista por entre el monte, que le llamó mucho la atención y cuando ya iba más cerca de ellas, vio que eran puras señoras, todas sin una sola prenda y que a todas les brillaba la cabeza. Por eso se paró rápido, no me quiso asustar. dijo que aún venían a unos metros de nosotros y eso explicaría el por qué.
Cuando yo estaba subiendo las maletas, que lo vi muy apresurado, vi de reojo unas luces que yo creía eran de algún auto, pero en ningún momento nadie nos rebasó. No tuvimos ni un solo auto detrás de nosotros y por eso él cuando me subí condujo muy rápido. Yo pensé que él manejaba así, pero no.
Luego bajó la velocidad. No supimos que eran entonces esas personas que dijo que eran como unas 10. No sé si de casualidad esas mujeres iban hacia donde estaba yo.
Me alegra no haberlo descubierto, pero esa fue mi experiencia. Yo estaba temiendo que me tocara alguna mala experiencia con gente viva y me olvidé que también hay cosas que nos pueden hacer mal y no necesariamente son vivos. Seres con estas características, ¿a usted qué se le ocurre que sean?
¿Qué creen que hubiera pasado si Nayeli, quien nos contó esto, hubiera esperado unos minutos más? Da miedo tan solo de pensarlo, no sé a ustedes. Tenemos ahora un relato de esos extraños que nos ponen a pensar de qué ocasiona este tipo de eventos.
Valeria Ospina desde Itawií, Colombia nos cuenta esto. En el año 2018, mi mamá, una tía y yo nos matriculamos a un curso de hidroaeróbicos. Las clases eran los sábados en la tarde.
Como mi tía vivía cerca de nosotras, siempre teníamos como punto de encuentro una panadería cerca de la casa y ya desde ahí nos íbamos juntas a tomar el bus. Un día a mi hermana se le había hecho tarde. Estaba muy demorada para la hora.
Esa tarde mi mamá no iba a ir a la clase, no recuerdo por qué, así que mi hermana me dijo que me adelantara a encontrarme con mi tía mientras ella se alistaba y ya nos alcanzaría más adelante. Cuando yo salí, ella ni siquiera se había vestido. Llegué a la panadería y me senté con mi tía mientras esperábamos.
Unos minutos después vimos có mi hermana venía a media cuadra cruzando la calle. En ese momento pasaron varios carros que nos taparon la vista y cuando volvimos a mirar ella no estaba por ningún lado. Nos quedamos pensando en que si se había regresado porque se le había quedado algo o a lo mejor había entrado a alguna tienda a comprar alguna cosa.
Pues las dos vimos que ya venía muy cerca y vimos qué ropa traía puesta, unos leggings y una blusa rosa. Un minuto después volvemos a verla con la misma ropa, pero mucho más lejos, como a una cuadra completa de distancia. Esta vez sí llegó a encontrarse con nosotras y cuando le preguntamos si se había devuelto por algo, ella no sabía de qué le estábamos hablando.
Nos dijo que no, que no se había devuelto, que no había estado antes más adelante. Y hasta hoy no entendemos cómo fue que mi tía y yo la vimos cerca. Y luego, apenas pasaron los autos, desapareció y después la vimos más lejos.
Este segundo relato le ocurrió a mi hermana. Un día, cuando salió de trabajar, fue con un compañero a retirar efectivo. Cerca de la empresa donde trabajaban habían dos cajeros automáticos.
Ambos estaban ocupados. Estos eran de los cajeros que son completamente cerrados con puerta, como una cabina personal. Y debajo de la parte opaca del vidrio se veían los pies de las personas que estaban adentro para que viera si estaban ocupados o no.
En ambos había dos mujeres, en cada uno, "Vaya", me cuenta mi hermana. También había otra mujer esperando su turno. Ellos hicieron fila.
Un momento después salió una de las mujeres diciendo que ese cajero estaba fuera de servicio y se formó en la fila donde estaba la otra mujer, mi hermana y su compañero. Mi hermana y su compañero siguieron conversando un momento y cuando volvieron a mirar, ya no había nadie en los cajeros ni haciendo fila con ellos, como si se hubieran desaparecido de un momento a otro. Y lo más extraño es que cuando intentaron entrar al cajero, que se supone sí estaba en funcionamiento, ese cajero estaba cerrado, a pesar de que no se veía nadie al interior.
Y estas puertas, dice mi hermana, solo se podían cerrar desde adentro. Ellos nunca perdieron de vista su entorno y aún así, de un segundo para otro, se quedaron completamente solos y nunca vieron o escucharon que la puerta del cajero, donde se supone sí había servicio se abriera. Fallos en la realidad, fantasmas que por el tipo de interacción con nosotros nos hacen creer que están ahí, pero en realidad no lo están.
¿Será eso? Hablamos de situaciones donde más de una persona vieron esto. ¿Qué piensa que fue?
Mientras nos comenta, vámonos hacia Tecomán, Colima. Alejandra Ponce nos cuenta lo siguiente. Todo comenzó cuando mis papás decidieron que nos mudaríamos a una casa nueva, la cual desde que la estaban construyendo a mi mamá le encantó.
Y al saber ella que la pondrían en renta al terminar de construirla y que a nosotros aún nos tomaría algo de tiempo tenerla nuestra, decidieron mientras rentaríamos ahí. Aquel día que les mostraron la casa a mis papás, yo fui con ellos y a mí también me encantó. Era muy amplia, con un patio enorme y también cada espacio de esa casa, la sala, la cocina, recámaras, baño, etcétera.
En aquel entonces era hija única, así que claro que quería una recámara mucho más grande y para mí sola. Los primeros días que habitamos esa nueva casa, los tres la estábamos disfrutando mucho y resulta que mi recámara conectaba con el patio y este se podía ver desde una ventana a la cual le faltaban los cristales y por mera deia y postragación no se llegaba el momento de colocarlos, pero teníamos tapado ahí con cortinas. Recuerdo bien que en una madrugada me desperté así de la nada.
Volteé hacia esa ventana y vi como algo tan pequeño que parecía ser un insecto. No veía del todo bien porque estaba oscuro. Eso se metió por ese pequeño orificio que no cubrían las cortinas en la ventana.
Y estando eso adentro del cuarto, de repente empezó a crecer. Me di cuenta que no era un insecto, sino algo que por la oscuridad no veía bien que era, pero tenía forma de humano de casi 3 m aproximadamente, porque incluso se jorobaba en la habitación por topar con el techo. Sí podía ver que eso tenía unas manos enormes y en vez de uñas tenía como si fueran garras.
Eso me estaba observando. Tenía tanto miedo que no pude ni siquiera gritar. Y fueron segundos que se me hicieron una eternidad en lo que reaccioné porque no me podía mover.
Y recuerdo que solo quería dejar de ver a ese ser tan horrible que olía de una forma fétida a algo descompuesto. Me tapé hasta la cara con la sábana y hasta ese momento que dejé de verlo pude gritarle a mis papás. Cuando grité escuché que eso, si no quién más era, hizo un sonido como el de un toro cuando va a atacar.
De repente me rasgó las sábanas y por eso alcancé a ver cómo se fue haciendo diminuto en cuestión de segundos para irse de inmediato por donde había entrado. Mis papás llegaron rápido, pero para ese momento esa cosa ya no estaba. Cuando mis papás iban cruzando la puerta, me solté a llorar, pudiendo ellos percatarse del horror que estaba sintiendo.
Mi mamá me abrazó diciéndome angustiada que le dijera que qué era lo que me estaba pasando. Y mi papá buscando por la habitación para ver si había algún animal o tratando de descubrir que me tenía tan aterrada. Y fue cuando les conté lo que me acababa de pasar.
Sin embargo, mamá me dijo que seguramente había sido una pesadilla y aunque yo le insistí que no y que quería irme a dormir con ellos a su cuarto, ellos accedieron. Los veía con mucho sueño y querían volverse a dormir lo más rápido posible. Al yo estar en medio de mis papás en su cama acostada con ellos, me sentí tan protegida y me quedé dormida.
A la mañana siguiente, al entrar a mi recámara, atender mi cama, me di cuenta que la sábana sí estaba rasgada y ahí me convencí de que no había sido una pesadilla, porque luego lo llegué a considerar. Salí de inmediato de la habitación para mostrarle a mamá la sábana y ella reaccionó de una manera inesperada para mí, pues me dijo a manera de regaño que cómo me había atrevido a cortar la sábana que mi tío, hermano de ella, me había regalado, que por qué había hecho eso solo para llamar la atención. Para mí no era lógico lo que estaba diciendo, pues era mi sábana favorita y yo apreciaba cada regalo que ese tío me hacía.
Yo era la favorita de mis tíos. ¿Por qué haría eso? Mi mamá, manera de castigo, me ordenó que cosiera a mano las rasgaduras de la sábana y lo hice.
A la noche siguiente me volví a cubrir con ella y no sé en qué momento eso estaba de vuelta en mi recámara. No es que me hablara con voz, sino que era como si yo estuviera escuchándolo, pero no por los oídos, sino va a sonar raro, pero era como si lo estuviera escuchando en mis pensamientos. Él me decía que venía por mí y yo me tenía que ir con él.
Y lo único que yo podía responder de igual forma de pensamiento, creo yo, es que le decía que mi papá, pues para mí, mi papá era un hombre quien no le tenía miedo a nada ni a nadie, pues se enfrentaba a muchas situaciones basándome en las cosas que nos contaba a mamá y a mí. Él era policía municipal. Decía eso y aquella cosa simplemente desaparecía.
era demasiado extraño. Insistí en decirles a mis papás que seguía viendo a esa cosa en mi habitación de madrugada y mi mamá se mantuvo en decirme que estaba teniendo pesadillas. Mi papá, a manera de broma, me decía que yo me lo estaba imaginando, que era mi amigo imaginario.
Creo que ninguno de los dos le estaba dando la seriedad que yo quería, pues la estaba pasando muy mal en esa situación y a ellos como que no les importaba. Empecé a bajar de calificaciones, a ir muy desvelada a la escuela y hasta incluso me llegaba a quedar dormida entre clases. Ya no estaba comiendo bien, pues me había disminuido el apetito, ya no quería socializar con nadie.
Realmente esa experiencia me estaba afectando y consumiendo mucho a mis 9 años de edad. Un día estando de visita en la casa de mi abuela paterna, salió ese tema, expresando mis papás cada uno su postura de lo que pensaban se podría tratar, simplificando y minimizando mi experiencia de que se trataba de pesadillas o imaginaciones mías, a lo que mi abuela seria les dice que me dieran el beneficio de la duda, porque si era verdad, tal vez me podía pasar algo muy malo. Ahí fue cuando sí se asustaron y lo tomaron entonces con seriedad.
Y ella al ser muy religiosa les dijo que así como existe Dios y cosas buenas, así existe el y cosas no tan buenas. que ella había escuchado de casos así y que sabía que había sacerdotes entrenados y capacitados para entender este tipo de situaciones. Ese mismo día se movilizaron para buscar soluciones yendo a la parroquia en donde mi abuela iba a misa y conocía al sacerdote, pero él le dijo que no estaba capacitado, que tenía que contactarse con otro que sí y que les avisaría en cuanto tuviera una respuesta.
Al salir de la iglesia le dijo una señora amiga de mi abuela, que también era de ese grupo religioso, que le había sido inevitable escuchar lo que estaban hablando con el padre, que ella también consideraba esa situación de urgencia, que era grave, que teníamos que ver más opciones alternativas. Y fue cuando la señora le propuso a mi abuela y a mis papás que fuéramos con un brujo blanco. Así le llaman a las personas que desarrollan capacidades, considerándolas supuestamente especiales para ayudar a las personas a liberarse de brujerías, trabajos o cosas por el estilo.
Así fue como paramos ese mismo día en el pueblito de cofradía de Sujitlan, perteneciente a Colima. Me acuerdo que desde el primer momento que ingresamos con ese brujo, él sabía lo que íbamos y nos habló de que esto era un tipo de demonio antiguo que había despertado en ese lugar por la avaricia y cosas oscuras que alguien más había hecho y que incluso el dueño actual de esa casa no sabía, pero que a pesar de que esa persona que lo había invocado ya no estaba en este plano, es decir, ya había fallecido. A pesar de eso, teníamos que cerrar el portal o lo que fuera que hubiera en esa casa.
Porque de no ser así me podían pasar cosas muy malas. Nos dio instrucciones precisas sobre qué hacer llegando a la casa y les dio varias cosas a mis papás para llevar, para poner, decir, etcétera. Cuando lo hicimos a resumidas cuentas, porque fueron un montón de cosas, la situación en casa se puso muy tensa, el ambiente muy denso e incluso hasta el aroma de la casa olía como a coladera.
Eso que hicieron mis papás conmigo presente duró unas horas y en un momento pudimos ver ya no solo yo, sino todos en la casa. Ah, eso que vi en mi habitación estaba parado en la casa, algo lejos de nosotros, pero allí estaba. Y fue en ese momento cuando vi a mi papá muy asustado y a mamá lo que le sigue de horrorizada.
Con decirte, Alan, que mi papá regresó al estómago de la impresión de lo impactante que fue ver esa cosa que podría decirte. Ahora que lo vimos un poco mejor, era algo que tenía como forma de humano y una parte como de reptil. Aunque suene muy descabellado, es lo que vimos los tres.
Eso estaba hablando como en un idioma que no supimos cuál era. Y no sé en qué momento todo eso se terminó. No lo recuerdo bien.
Supongo que lo bloqueé. Fue muy impactante. Y un día después fue el brujo a la casa para completar ese proceso, cerrar lo que él decía era un portal.
Ese señor nos pidió cuando se terminó ese ritual que nos saliéramos de esa casa lo más pronto posible. Y eso hicimos. Ya mis papás convencidos de que esto era real.
Además del trabajo que hizo el brujo se llevó a un sacerdote para que bendijera la casa. Hicimos oraciones, prendimos sirios y hicimos una especie de limpieza espiritual de la casa. Solo que nunca funcionó del todo.
Yo seguía viendo eso en mi habitación. Y poco después de habernos salido de esa casa, nos enteramos que el dueño anterior de ese lugar había fallecido por causas desconocidas. Y esa casa ya nadie más la volvió a habitar hasta la fecha.
La han querido vender familiares del dueño y simplemente no pueden. A día de hoy está muy deteriorada porque tiene 21 años abandonada, donde jamás la pudieron liberar de lo que estuviera habitando ahí. Cuando en un sitio, según dicen, alguna entidad de este tipo, de las que se llegan hasta considerar como demonios, se invocan por alguna cosa, emergen porque alguien hizo algo malo, difícilmente llegan a liberarse estos sitios y no es con ayuda de alguien capacitado, muy bien capacitado según cuentan, sino de plano se abandonan estos espacios porque ocurren cosas que desafían a lo que hemos visto y conocemos.
Deswron desde Saltillo, Coahuila, México, nos cuenta esto. Esto me ocurrió cuando yo tenía aproximadamente 11 12 años. Actualmente tengo 26.
Estaba en Ballet Clásico, en la Escuela Profesional de danza Clásica del estado de Coahuila, ubicada en el centro histórico de la ciudad. Mi escuela era una casa de las viejitas, ya medio adaptada para hacer escuela, de las que el baño estaba en el patio. Todos los salones de ballet tenían piso de duela y las paredes tenían espejos, por lo cual podías ver por ellos todo el salón y los pisos de ese material deltaban a cualquiera que anduviera por ahí por el sonido que hacía por los pasos.
Entonces, en esa ocasión, yo estaba jugando con otra amiga a las tres, un juego donde nada más estábamos persiguiéndonos la una a la otra. Si yo la traía, debía alcanzarla y si la alcanzaba a tocar ahora ella a mí. Estábamos jugando desde los casilleros a un salón enorme hasta el final de la escuela en el que había un piano de madera.
Total, íbamos corriendo como en círculos, saliendo de los salones hasta que nos metimos a ese último. Y de pronto se escuchó que alguien dejó caer su peso sobre alguna de las teclas del piano. Se escuchaba en todo el salón, ya que el techo llegaba a la altura de un segundo piso.
Volteé al espejo, luego al piano y, en efecto, no había nadie. Volteé a ver a mi amiga y por su expresión y reacción de salir corriendo asustada me di cuenta de que no había sido mi imaginación. Esa vez sí nos asustamos mucho.
Ahí mismo, a veces de castigo, nos mandaban apagar las luces cuando ya iba cerrando la escuela, que ya era de noche. Íbamos de 3:30 a 8:30 pm. Entonces todo estaba oscuro.
Me pasó al menos una vez que apagué el foco justo en el último salón donde tocaron el piano esa vez que cuando iba de regreso por el pasillo del apagador escuché a alguien caminando desde el otro extremo hasta donde iba yo. Pero yo había revisado que no hubiera nadie y tampoco nadie se quedaba ahí. Salí corriendo y pues ya desde ahí me porté mejor.
Pero hasta las maestras decían que si las asustaban también cuando se quedaban hasta tarde en esa escuela. Sería interesante que si alguien de por allá conoce esta escuela y ha escuchado cosas similares que nos cuente, por supuesto, por si este sitio es de esos lugares donde se cuentan tantas cosas y lo que ocurra por ahí se muestre a cada rato. O solo en temporadas, puede ser.
Pero, ¿de qué dependerá eso? Pensemos en ello, en lo que lucía desde Guanajuato, México nos cuenta esto. Recientemente tuve que pasar por una de las experiencias más dolorosas de mi vida hasta este punto.
Hace dos semanas me casé de manera oficial con mi esposo. Por desgracia, lo perdería dos días después de nuestra boda. Después de que recibí sus cenizas, decidí regresar por unos días a casa de mamá, pues donde mi esposo y yo vivíamos no teníamos familia.
A mi mamá también le encantan las historias de terror, de suspenso y las leyendas. Así que un día, estando las dos solas en casa, decidimos escuchar leyendas y realmente así fue como descubrimos tu canal, como una particular actividad de madre e hija, cosa que, debo decir, me ha ayudado bastante a sentirme acompañada en este proceso de duelo. Además, mi esposo era amante también de escuchar este tipo de contenido.
Creo que le hubiera gustado mucho escuchar tus narraciones y después asustarme con eso. Y justo hablando de cómo conocí tu canal y de mi esposo, uno de los relatos que quisiera contarte. Es justo sobre él, sobre el día que me dieron sus cenizas.
Debo mencionar dos cosas antes. Uno, él era músico y melómano, al grado de que si una canción no le gustaba en alguna parte, cambiaba la música sin pensarlo o le adelantaba al minuto exacto donde él quisiera escuchar. Y lo segundo es que la radio de mi auto a veces tiene problemas.
Esto es que a veces se escucha mucha interferencia cuando estás escuchando una estación y vas manejando por alguna calle o zona, pero después de un momento se restablece algo normal en cualquier radio, creo yo. Cuando mi esposo falleció, tomé la decisión de cremarlo, pero tardarían varias horas en entregarme sus cenizas. Me dijeron que tendría que esperar hasta las 8 de la noche.
Así que a esa hora y con una sensación muy rara, fui a recoger la urna a la funeraria. Una vez que me las entregaron, las puse en el asiento del copiloto y me dispuse a ir a la casa de una amiga, ya que en ese momento lo que menos quería era dormir sola. Durante mi trayecto decidí poner el radio, ya que no tenía fuerzas para poner las canciones que escuchaba con mi esposo.
Puse la primera estación que escuchaba clara y empecé a manejar. Como mencioné antes, era normal que la radio tuviera a veces interferencia y se dejara de escuchar a veces por algunos instantes. Pero en ese momento pasó algo muy curioso, pues empezó a sonar una canción que mi esposo odiaba, a lo cual solo pasó por mi cabeza una frase que él solía decir cuando escuchaba que algo no le gustaba.
Música de y una grosería. Pero eso no fue lo curioso, sino que pasó algo que nunca antes me había pasado en ese auto, que las estaciones de radio se empezaron a mezclar. Eso, como les digo, jamás había sucedido.
Y debo mencionar que llevo ya 4 años manejando ese auto. Era imposible entender con claridad lo que estaba escuchando. Al rato sabía frases o palabras, pero las estaciones se mezclaban tanto que no dejaban escuchar nada.
Era como si alguien estuviera cambiando constantemente entre estaciones. En ese momento supe que era él, a lo cual solo pude decirle en voz alta, "Yo sé que no te gusta esa música, amor, pero no tengo fuerza para poner tus canciones favoritas. Solo aguántame un poquito, por favor.
" Pero la radio siguió mezclándose hasta que llegué a casa de mi amiga. Al día siguiente salí rumbo a Veracruz, a casa de mi madre, pero en esa ocasión decidí mejor poner una lista aleatoria para que mi esposo no se pusiera a jugar con la radio otra vez. Muchas veces las costumbres que tenían nuestros seres queridos en vida de alguna forma se quedan aquí, se siguen replicando y según aseguran es porque ellos no se dan cuenta que ya no están aquí o algunos se tardan en aceptarlo, en darse cuenta.
De esto ya hemos escuchado varias historias, pero no le quita lo único a cada una de ellas. Gracias por compartirlo por acá y cuénteme, ¿le ha pasado algo similar? Luis Sánchez desde el Estado de México esta noche nos cuenta lo siguiente.
Esto que les quiero contar ocurrió en el Estado de México, en un pueblo muy cerca de Querétaro y todo comenzó a principios de noviembre de 1998, justo al día siguiente del nacimiento de mi primer hijo. En aquel entonces vivíamos en casa de mis suegros, una casa muy grande y muy antigua. Parecía el estilo como una hacienda, de esas donde ningún cuarto se conecta con otro, de paredes de adobe, techos de teja.
Y esa noche, cerca de las 11, ya nos preparábamos para dormir, mi esposa, mi hijo y yo, cuando escuchamos un golpe seco en el tejado. Mi esposa y yo nos volteamos a ver y nos preguntamos el uno al otro que qué había sido eso, que si escuchamos, pero pues no pasó nada más. Dejamos la luz encendida y nos dormimos.
Al día siguiente le comentamos a mi suegro si luego de revisar vimos que no había nada raro. Continuamos con la rutina diaria hasta que volvió a caer la noche. Todo iba normal, hasta la medianoche más o menos, cuando el mismo ruido nos despertó, pero esta vez fue más cerca del cuarto en donde estábamos nosotros.
Era muy raro que mi hijo comenzara a llorar justo cuando eso sonaba en el techo. Escuchábamos ahora como algo se iba desplazando sobre el tejado y podíamos ir calculando hacia qué dirección de la casa se dirigía, ya que el ruido de las cejas rompiéndose nos lo indicaba. Al principio eso solo lo hacía sobre el tejado y se podía escuchar como si fuera un puerco olfateando.
Sonaba justo sobre la habitación donde nos quedábamos mi esposa, mi hijo y yo. Esa noche, de pronto, oímos cómo se movía en dirección al patio hasta que escuchamos como algo caía sobre el suelo, justo afuera de nuestra puerta. Esa noche estuvimos en vela, ya que escuchábamos esa cosa caminar de un lado a otro por los largos pasillos de esa casa.
haciendo ruidos muy extraños, a veces como si fuera un cerdo y algunos otros ruidos como si también fuera un guajolote. Parecía como si caminara dando saltos muy pequeños y se escuchaba claramente como si tuviera garras que raspaban contra el piso. Esa noche tampoco pudimos dormir.
A la mañana siguiente, eso fue el tema de la familia y parecía que todos, menos mis suegros, que estaban en un cuarto al fondo de la casa, lo habíamos escuchado. Revisamos el tejado y varias tejas estaban rotas. Las reparamos inmediatamente, ya que podría llover y causar goteras.
Ese mismo día fui con mamá y le platiqué lo que estábamos viviendo en esos días. Ella me dijo que pusiéramos tijeras en forma de una cruz debajo de nuestra cama, alfileres en forma de cruz en las cortinas, ya que según me dijo, podría ser una bruja que anduviera detrás de nuestro hijo. Y lo hicimos en ese mismo día.
Ya eran casi las 12 de la noche. Nos había anochecido haciendo eso y tampoco podíamos dormir bien. Entre que dormíamos y despertábamos cuando sonó el teléfono, alguien de la casa contestó y era la vecina.
Llamó a esa hora para decirle a mi suegra que había algo en el tejado. Esta vez no escuchamos nada caer por encima de la casa. Mi suegra nos llamó utilizando el teléfono como intercomunicador para decirnos esto y que estuviéramos atentos a nuestro hijo.
De pronto escuchamos como algo se movía en el tapanco, este espacio que queda entre el tejado y el techo. Y en ese momento comenzó a oler tan horrible a animal sin vida. Le llamamos a mi suegra y nos dijo que por nada del mundo abriéramos la habitación.
De pronto, esa cosa cayó al patio y escuchamos cómo se dirigía a nuestra puerta y vi aterrado como habíamos olvidado poner el palo que atrancaba las puertas dobles, ya que todo era muy antiguo en esa casa y los seguros apenas sostenían las puertas cuando hacía mucho aire. Aún así, aterrado y todo, me levanté rápido a poner la tranca y justo cuando la puse y caminé hacia atrás, esa cosa se empezó a azotar contra la puerta. Mi hijo no paraba de llorar.
Miré a los perros de mi esposa y vi como uno se orinaba de miedo a un lado mío y el otro no dejaba de temblar. Y la verdad es que no los culpo, yo estaba igual. Estaba sosteniendo con el pie tranca y no sé cuánto tiempo pasó hasta que esa cosa se cansó, supongo, y se fue.
Esa noche fue una de las más largas de mi vida. Ya cuando comenzaron a cantar los gallos y salía el sol, salimos y aquel olor asqueroso seguía. Vimos los bordes de madera de la puerta rotos, el marco, las cejas removidas sin romperse y eso que olía tan mal, sea lo que sea que había estado afuera de la habitación, había defectado en el tapango y en el patio.
Eran restos del tamaño de las que hace una vaca o un caballo, solo que no parecía en apariencia a la de estos animales. no sabría decir a qué parecían y tuvimos que limpiarlo. Ya habían pasado varios días en los que esa cosa venía a la casa a buscar a mi hijo casi a diario desde que nació.
Era casi a mediados 2 de noviembre cuando esa cosa volvió a llegar. La vecina volvió a llamar, ya que desde su casa de tres pisos podía ver perfectamente el tejado de toda la casa y nos dijo que algo andaba encima de la nuestra. Escuchamos como esta cosa ahora sin rodear tanto, se lanzó al piso del patio.
Se estrelló una sola vez en nuestra puerta, pero en esta ocasión se fue al otro extremo de la casa. La escuchamos luego del golpe, cómo se alejó por el pasillo y llegó a donde vivía una inquilina con su hija de 3 años y comenzó a atacar su puerta. A la mañana siguiente hablé con mis suegros otra vez y les pedí que me dejaran llevar a mis perros.
Eran tres de raza pastor alemán, que vivían en casa de mis papás y que no podían irse conmigo porque mis cuñados les tenían miedo. Pero les dije que estaríamos más tranquilos con ellos vigilando la casa, ya que teníamos varios días sin dormir bien. Yo no podía dormir sin dejar de pensar que esa cosa solo quería que nos descuidáramos y llevarse a nuestro hijo.
En mi trabajo había un compañero que era el mayor de todos los que trabajábamos ahí. Joel era su nombre. Joel un día me hizo un comentario acerca de mi hijo, porque le conté lo que nos estaba ocurriendo y me dijo que tuviéramos cuidado con él, ya que por ahí, por el pueblo en los alrededores, había bruj y siempre que percibían a un recién nacido se obsesionaban con él.
Le pregunté que cómo es que estaba tan seguro de eso y empezó a llorar. me dijo que a él y a su esposa una bruja les había robado a su hijo, al más pequeño. Que esa cosa los durmió tan profundamente que no pudieron ni escuchar cuando se metió por una ventana a sacar a su hijo.
Que el sueño era tan pesado que ni el ruido de los escopetazos que el padre de Joel dio esa noche justo afuera de su cuarto, ni eso los despertó su padre. Él intentó detener a esa bruja antes de que se llevara a su hijo, pero se fue dando brincos entre las milpas y no la pudo alcanzar hasta que le perdió la pista. Unas horas más tarde, casi al amanecer, encontraron a su hijo en medio de unas paredes de adobe en una casa abandonada a mitad del cerro.
Su hijo ya no tenía vida. Eso no me dejaba de retumbar en mi cabeza. Y es que yo no quería un final así para mi hijo y para mi familia.
Los siguientes días ya con los perros en la casa estuvieron tranquilos. Pero a finales de noviembre escuchamos otra vez cómo esa cosa llegó. Andaba corriendo en el tejado de un lado para otro.
Al tapu ya no podía entrar por protecciones que mi suegra había colocado. Como esa situación no se detenía y estábamos seguros de que todo iría empeorando, mi suegra fue a la iglesia, platicó con el párroco del pueblo y él sugirió bautizar a mi hijo lo antes posible, ya que según creencias las brujas siempre van detrás de niños sin bautizar. Y esa noche no dejamos de escuchar a los perros ladrando y a esa cosa corriendo en el tejado.
Llegó diciembre. Teníamos varias noches con mis perros en la casa y entonces pasó lo peor de todas las noches. Me estaba empezando a dormir cuando esa cosa otra vez cayó en el tejado.
Haciendo muchos ruidos extraños. Los perros comenzaron a ladrar más de lo normal, más alterados. De pronto, lo que estuviera en el techo comenzó a correr otra vez de un lado para otro, como buscando desesperada una parte por donde entrar, cuando de pronto saltó al patio.
Y yo no me dejaba de preguntar de qué tipo de cosas se atrevió a meterse en un patio con tres perros grandes y enojados. Pues eso lo hizo. Yo pensaba que estando ellos no se atrevería a entrar al patio, pero no fue así.
Si se metió. Yo toda mi vida había tenido perros y sé exactamente cómo era cuando peleaban entre ellos y varias veces tuve que salir al patio de noche o de madrugada para separarlos. Pero esa noche era distinto.
Eran los tres peleándose con algo más, no entre ellos. Mi hijo lloraba como siempre lo hacía cuando llegaba a esa cosa. Nosotros escuchando la pelea y yo dudaba en salir, ya que con un bat de béisbol vigilaba la puerta.
No podía perder de vista a mi esposa y a mi hijo, pero también me tenía aterrado lo que pudiera ver afuera, lo que le pudiera pasar a mis perros. Escuchaba como de repente alguno de mis perros chillaba, pero entre sus gruñidos y chillidos también se escuchaba en los berridos de esa cosa. Hasta que escuchamos cómo intentaba correr y volver al tejado.
Lo oíamos raspando las paredes. La vecina volvió a llamar a mi suegra para preguntar si estábamos bien porque escuchaba mucho alboroto. y desde el tercer piso de su casa dijo que vio como algo o alguien subió al tejado y se fue de la casa de un solo brinco.
Entonces salí con mis perros para ver si les había pasado algo, si necesitaban atención. Ellos, afortunadamente estaban bien, casi ilesos, a no ser que uno que otro rasguño sobre sus hocicos. Eso fue la madrugada de un martes.
A la mañana siguiente fuimos con el sacerdote y bautizó a mi hijo, ya que esa cosa, lo que sea que fuera, en verdad se lo quería llevar. Después de bautizarlo, jamás volvimos a escuchar eso en la casa. Aunque por desgracia sí supimos de un caso en donde es cerca, en ese mismo pueblo, por esos días sí se llevaron a otro niño.
Seguro mínimo una historia de estas sí se lleva esta noche antes de dormir. ¿Se imagina vivir algo así? Y que esta situación le orille a ver las cosas distintas de otra perspectiva.
Sin duda alguna, a esto le cambiaría la percepción a cualquiera. O si ya le ha pasado, cuéntenos. Sería un placer conocer su historia.
Damas y caballeros, en el canal de misterios de la fogata tenemos una nueva entrega donde pude hospedarme en un hotel de más de 400 años en el que aseguran es uno de los más embrujados de Guadalajara. Acompáñenos a conocerlo y recorrerlo de noche. Se lo dejaré como siempre en el primer comentario.
Muchas gracias de antemano. O si usted tiene algún relato para contarnos, por favor escríbanos a través de cualquier medio que le facilitamos en la descripción o en el comentario fijado. Siempre es un gusto.
Y sin más por agregar, les mando un muy fuerte abrazo. Nos vemos en el próximo video. Y el último en salir, por favor, apague las luces y cierre las puertas del mausoleo.