[Música] Hola a todos y bienvenidos al canal. Hoy vamos a abordar un tema que podría ser relevante para todos nosotros: la demencia. Esta enfermedad no solo afecta a quienes la padecen, sino también a sus familiares y amigos.
Es fundamental detectar los primeros signos a tiempo, ya que esto puede marcar una gran diferencia. La demencia es una enfermedad progresiva que afecta a millones de personas en todo el mundo. Con el aumento de la esperanza de vida, se espera que estas cifras continúen creciendo.
Los primeros síntomas a menudo se confunden con olvidos o despistes, pero es crucial estar alerta. En el video de hoy, te hablaré de 10 signos tempranos de demencia que no deberías ignorar. No quiero alarmarte, sino informarte para que puedas reconocer estas señales y actuar a tiempo.
Además, existen formas de enfrentar esta enfermedad, ralentizar su avance y mejorar la calidad de vida de quienes la padecen. Así que quédate con nosotros hasta el final del video, ya que esta información podría ser muy valiosa para ti. Pero antes de comenzar, déjame saber en los comentarios tu edad y desde qué ciudad nos estás viendo.
No olvides darle a "me gusta" y suscribirte al canal para estar al tanto de más información sobre salud que podría cambiar tu vida y la de tus seres queridos. [Música] Empezamos. Hablemos de los cambios posturales.
Puede parecer algo sin importancia, pero la forma en que alguien se mueve puede darnos muchas pistas. Observa si alguien empieza a dar pasos más cortos, si arrastra los pies o si tiene problemas de equilibrio. Estos cambios a veces son de las primeras señales de que algo no está bien a nivel neurológico.
También fíjate en la coordinación; dificultades para usar utensilios, para abrocharse un botón o para escribir pueden ser signos tempranos. No se trata de un simple fallo puntual, es una tendencia, algo que empieza a ser habitual. Todos estos signos nos dicen que el cerebro, ese director de orquesta de nuestro cuerpo, está empezando a tener problemas para coordinar los movimientos.
Así que si notas estos cambios en ti mismo o en alguien cercano, es momento de prestar atención. No lo dejes pasar como una simple torpeza de la edad. [Música] Los problemas sensoriales también son importantes.
Los sentidos pueden empezar a fallar de maneras sutiles, casi imperceptibles al principio. Tal vez notes que te cuesta más percibir las distancias o que la visión espacial no es la misma. Incluso el sentido del olfato puede verse afectado, y esto es algo que mucha gente pasa por alto.
Por otro lado, la audición también puede darnos pistas: una mayor sensibilidad a los ruidos o incluso la pérdida de audición se han relacionado con un mayor riesgo de deterioro cognitivo. Estos cambios sensoriales nos dicen que el cerebro está teniendo problemas para procesar la información que le llega del exterior. Es como si los cables que conectan los sentidos con el cerebro empezaran a fallar.
Por eso es vital estar atentos a estos cambios; no los ignores pensando que son simples achaques de la edad. Un estudio reciente realizado en España reveló que la prevalencia de la demencia en personas mayores de 65 años en hogares de ancianos oscila entre el 9 y el 70. 5%.
Este hallazgo subraya la importancia de estar atentos a los primeros signos y de buscar ayuda profesional cuando sea [Música] necesario. Hablemos de la debilidad muscular, un aspecto que a menudo se pasa por alto. La fuerza de agarre, por ejemplo, es un buen indicador.
Estudios recientes han mostrado que una menor fuerza al apretar la mano puede estar relacionada con un mayor riesgo de desarrollar demencia en el futuro. No se trata solo de abrir un frasco o llevar las bolsas de la compra, sino de cómo nuestros músculos responden a las órdenes del cerebro. Un ejemplo claro en cuanto a los trastornos del sueño: dormir mal puede ser tanto una causa como un síntoma de demencia.
Si te despiertas a menudo por la noche, si tienes pesadillas frecuentes o si te sientes somnoliento durante todo el día, puede que tu cerebro esté mandando señales. Por ejemplo, si solías dormir toda la noche sin interrupciones y ahora te despiertas varias veces sin motivo aparente, es un cambio significativo. Estos trastornos no son solo molestos, pueden ser un indicativo de que algo más profundo está sucediendo.
El insomnio, los movimientos involuntarios durante el sueño, el despertarse muy temprano sin poder volver a dormir son signos que no deberías ignorar. Además, estos problemas del sueño pueden afectar tu capacidad cognitiva; un cerebro que no descansa bien es un cerebro que no funciona a pleno rendimiento. Investigaciones de la Universidad de California han demostrado que los trastornos del sueño están estrechamente relacionados con la acumulación de proteínas beta-amiloide, las cuales están implicadas en la aparición de la enfermedad de Alzheimer.
Por eso, si notas cambios significativos en tu patrón de sueño, es importante consultar a un profesional. No lo dejes pasar como algo normal de la [Música] edad. La apatía y el retraimiento social son indicadores que no debemos pasar por alto.
Muchas veces se confunden con la tristeza, pero la apatía es mucho más que eso: es una falta de interés, de energía y de motivación. La persona apática ya no disfruta de las cosas que antes le gustaban. Por ejemplo, si alguien que solía salir con amigos regularmente o disfrutar de sus pasatiempos favoritos de repente deja de hacerlo, esto puede ser una señal.
Es como si una nube gris cubriera su mundo, quitándole el color. Además, esta falta de interés no es selectiva; la persona apática puede mostrarse indiferente tanto a las buenas como a las malas noticias. No es que esté triste; es que le da igual.
Esto es muy diferente de la depresión, que suele estar ligada a factores externos. En la apatía, el problema viene de dentro del propio cerebro. Si notas que alguien cercano a.
. . Te está perdiendo el interés por la vida; no lo ignores.
Podría ser una señal de que algo más está pasando. Un estudio publicado en la revista *Neuropsychiatric Disease and Treatment* encontró que la apatía en personas mayores puede ser un signo temprano de demencia. Cuando te cuesta encontrar las palabras, esto también puede ser una señal importante.
A todos se nos olvida alguna palabra de vez en cuando, pero cuando esto se convierte en algo habitual, hay que prestar atención. La dificultad para encontrar la palabra correcta o usar una palabra incorrecta en su lugar puede ser una señal temprana de demencia. Por ejemplo, si te encuentras diciendo "cosa" en lugar de "teléfono" o "aquello" en lugar de "coche" con frecuencia, esto puede ser preocupante y no solo afecta al habla, también a la comprensión.
Puede que te cueste seguir el hilo de una conversación o que te pierdas en la mitad de una frase. Esto se debe a que el cerebro, que es el encargado del lenguaje, empieza a tener problemas para procesar la información. Además, este problema con las palabras suele ir a peor con el tiempo.
Al principio, puede ser algo puntual, pero poco a poco se va haciendo más frecuente y más evidente. Esto afecta a la comunicación y a la capacidad de expresar lo que uno piensa y siente. Investigaciones de la Universidad de Cambridge han demostrado que las personas con dificultad para encontrar palabras y seguir conversaciones tienen un mayor riesgo de desarrollar demencia.
Si notas que a ti o a alguien cercano le cuesta cada vez más comunicarse, no lo pases por alto; puede ser un signo de algo más serio. Hablemos de esos momentos en los que la memoria falla de manera más notable, como cuando se coloca el teléfono móvil en la nevera. Todos tenemos despistes, pero los fallos de memoria asociados a la demencia van más allá de olvidar dónde pusiste las llaves; se trata de ubicar objetos en lugares completamente ilógicos y, lo que es más preocupante, no recordar cómo llegaron allí.
Este tipo de despistes afecta la vida diaria de una forma muy tangible. No es solo la inconveniencia de buscar algo perdido, es la desorientación y confusión que genera. Por ejemplo, imagina encontrar el control remoto en el cajón de los cubiertos o la leche en el armario de la ropa.
Estos episodios pueden venir acompañados de un cambio en el comportamiento, como acusar a otros de haber movido o robado sus cosas. Lo que realmente ocurre es que la persona no puede rastrear sus propios pasos. Este tipo de despistes son una señal clara de que la memoria a corto plazo está fallando.
Según un estudio de la Asociación de Alzheimer, la colocación de objetos en lugares inusuales es uno de los síntomas más comunes en las primeras etapas de la enfermedad. El tema de la incontinencia, tanto fecal como urinaria, también es muy delicado. Es un síntoma que suele aparecer en etapas más avanzadas de la demencia pero que causa un gran impacto en la calidad de vida.
La persona puede no darse cuenta de que necesita ir al baño o puede no recordar dónde está. Y esto no es solo un problema físico; es una cuestión de dignidad. Imagina cómo te sentirías si de repente perdieras el control sobre algo tan básico.
A esto hay que sumarle la vergüenza y la frustración que siente la persona, lo que puede llevarla a aislarse y a no querer salir de casa. Por ejemplo, alguien que antes disfrutaba de paseos diarios puede empezar a evitarlos por miedo a un accidente. Es importante abordar este síntoma con sensibilidad y comprensión, y buscar soluciones prácticas que ayuden a la persona a mantener su autonomía el mayor tiempo posible.
Un estudio publicado en la revista *BMC Geriatrics* encontró que la incontinencia está significativamente asociada con el aislamiento social y la disminución de la calidad de vida en personas con demencia. Hablemos ahora de la repetición constante de preguntas. En las fases iniciales de la demencia, una persona puede hacer la misma pregunta una y otra vez, sin recordar que ya ha preguntado o que ha recibido una respuesta.
Puede parecer algo sin importancia, pero es una señal de que el cerebro está teniendo dificultades para retener información nueva. Esto puede ser muy frustrante tanto para la persona que lo vive como para sus seres queridos. Imagina tener que responder una y otra vez a lo mismo, sabiendo que probablemente la pregunta se repetirá en unos minutos.
Por ejemplo, si alguien pregunta repetidamente "¿Dónde están mis llaves? " a pesar de haber recibido la respuesta varias veces, esto puede ser una señal preocupante. Peor aún, imagina ser tú quien pregunta sin cesar, sin ser consciente de ello.
Es importante recordar que la persona no lo hace a propósito; su cerebro simplemente no está funcionando como debería. Por eso, la paciencia y la comprensión son fundamentales en estos casos, y buscar ayuda profesional para entender mejor lo que está pasando y cómo manejarlo. Un estudio publicado en *The Journal of Alzheimer’s Disease* ha demostrado que la repetición constante de preguntas es uno de los primeros signos de deterioro cognitivo.
Un síntoma que puede ser especialmente angustiante, tanto para quien lo padece como para sus seres queridos, son las alucinaciones. No es algo que ocurra en todos los casos de demencia, pero cuando sucede, es importante prestarle atención. Una persona con alucinaciones puede ver, oír o incluso sentir cosas que no están ahí.
Esto puede ser muy real para ellos, tan real como cualquier otra experiencia. Por ejemplo, una persona puede hablar de ver a personas que no existen, de escuchar voces, o de que alguien les toca cuando están solos. Imagina el miedo y la confusión que esto puede generar.
Esto puede llevar a una gran paranoia y angustia. No es fácil lidiar con esta situación, ni para la persona que lo vive ni para quienes le rodean. Necesita mucha paciencia, comprensión y, sobre todo, apoyo profesional.
Las alucinaciones no son un capricho; son un síntoma de que el cerebro está interpretando la realidad de una manera distorsionada. Según un estudio de la Mayo Clinic, las alucinaciones en personas con demencia son más comunes de lo que se piensa y pueden ser un indicador de que la enfermedad está avanzando. Hablemos de la desorientación, tanto en tiempo como en espacio, que es un indicador crucial de que algo no marcha bien.
Una persona con demencia puede perder la noción del tiempo, no saber si es de día o de noche, o incluso en qué año está. Es como si su reloj interno se hubiera desajustado. Por ejemplo, alguien podría despertarse y prepararse para ir a trabajar en plena madrugada, confundiendo la noche con el día.
Pero también puede desorientarse en el espacio. Incluso en lugares que conoce bien, puede que salga a dar un paseo por su barrio y de repente no sepa cómo volver a casa, o que se encuentre en una habitación de su propia casa y no sepa cómo ha llegado allí. Imagina el miedo y la frustración que esto puede generar tanto en la persona como en sus seres queridos.
Es importante entender que no lo hacen a propósito; su cerebro simplemente no está procesando la información como debería. Y es nuestro deber, como familiares o cuidadores, ofrecerles un entorno seguro y comprensivo donde se sientan lo menos perdidos posible. Un estudio publicado en Delet mostró que la desorientación espacial es uno de los síntomas más comunes y angustiantes para las personas con demencia y sus familias.
Los cambios de humor y de personalidad a veces son lo más difícil de aceptar. Cuando un ser querido tiene demencia, puedes encontrarte con que una persona que siempre fue tranquila y amable se vuelve irritable o incluso agresiva, o que alguien que siempre fue reservado de repente se vuelve desinhibido, diciendo o haciendo cosas que normalmente no haría. Por ejemplo, una persona tranquila podría empezar a gritar o mostrar agresividad sin razón aparente, o alguien conservador podría empezar a comportarse de manera impulsiva y desinhibida.
Estos cambios pueden ser muy desconcertantes tanto para la persona como para su entorno. Y es que la demencia no solo afecta a la memoria; también puede alterar la forma en que el cerebro procesa las emociones y controla el comportamiento. Es como si se perdieran esos filtros que nos ayudan a actuar de una manera socialmente aceptable.
Lo importante aquí es recordar que estos cambios no son intencionales; la persona no está eligiendo comportarse de esta manera. Es su cerebro el que está cambiando y, con él, su forma de interactuar con el mundo. Fíjate en cómo algunas personas con demencia toman decisiones que no parecen tener sentido.
Pueden regalar grandes sumas de dinero, vestirse de forma inadecuada para el clima o incluso olvidarse de pagar las facturas. Por ejemplo, alguien podría salir en pijama en pleno invierno o regalar todo su dinero a desconocidos. No es que sean irresponsables; es que su capacidad para juzgar las situaciones y tomar decisiones acertadas se ve mermada.
Es como si el cerebro, que antes era un buen consejero, ahora les diera información errónea o incompleta. Esto puede llevar a situaciones peligrosas, no solo a nivel económico, sino también para su seguridad personal. Un estudio de la Alzheimer Society reveló que las personas con demencia son más vulnerables a ser víctimas de estafas y accidentes debido a sus decisiones impulsivas e incorrectas.
Pueden salir a la calle sin abrigo en pleno invierno o cruzar la carretera sin mirar. Por eso es tan importante estar atentos a estos comportamientos y buscar ayuda profesional. Un diagnóstico temprano y un buen apoyo pueden hacer una gran diferencia.
Es importante hablar de la dificultad para seguir una conversación, algo que suele notarse desde el principio. La persona puede perder el hilo de lo que se está diciendo o repetir lo mismo una y otra vez. También es común que les cueste encontrar la palabra adecuada o que usen palabras que no tienen nada que ver con el contexto.
No es que no quieran participar; es que su cerebro tiene dificultades para procesar el lenguaje, tanto para entender lo que se dice como para expresarse. Imagina estar en una conversación y repetir varias veces la misma pregunta, como "¿Qué día es hoy? ", o usar una palabra incorrecta, diciendo "mesa" cuando quieren decir "silla".
Esto puede llevar a situaciones frustrantes, tanto para ellos como para quienes les rodean. La comunicación, que es algo que damos por sentado, se convierte en un desafío constante. Por eso es fundamental tener paciencia, hablar despacio, usar frases cortas y, sobre todo, no hacerles sentir mal por sus dificultades.
Un estudio publicado en The American Journal of Alzheimer’s Disease & Dementias encontró que las dificultades en la comunicación son uno de los primeros signos de demencia y pueden causar mucha frustración. Si tú o alguien cercano está experimentando estos síntomas, es fundamental buscar ayuda médica lo antes posible. No estoy hablando de autodiagnosticarse ni de sacar conclusiones precipitadas; hablo de acudir a un profesional, a alguien que realmente entienda de estas cosas y que pueda hacer una evaluación adecuada.
Un diagnóstico temprano de demencia no es el fin del mundo; al contrario, puede ser el comienzo de un camino más manejable. Con la orientación y el apoyo adecuados, se puede ralentizar el avance de la enfermedad y mejorar la calidad de vida, tanto de la persona afectada como de su entorno. Y no olvides algo muy importante: tú no estás solo en esto.
Hay muchas personas pasando por lo mismo y hay profesionales y recursos disponibles para ayudaros. Aunque no existe una cura para la demencia, sí que hay muchas cosas que se pueden hacer para mejorar la calidad de vida de las personas que la padecen. Aquí te quiero hablar de las medidas preventivas, porque sí se puede hacer.
Mucho para proteger la salud del cerebro, incluso antes de que aparezcan los primeros síntomas. Piensa en tu cerebro como en un músculo. Cuanto más lo usas, más fuerte se vuelve.
Por ejemplo, actividades como leer, aprender cosas nuevas, resolver crucigramas o jugar al ajedrez ayudan a mantener la mente activa. También es importante cuidar el cuerpo; una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, pescado y grasas saludables, es clave. No te olvides del ejercicio físico; no hace falta que te apuntes a un maratón, con caminar a paso ligero cada día ya estás haciendo mucho por tu cerebro.
Un estudio realizado por la Universidad de Harvard demostró que el ejercicio regular puede reducir el riesgo de desarrollar demencia en un 30%. La planificación puede marcar una gran diferencia en la vida de alguien con demencia. Cuando hay un diagnóstico temprano, hay tiempo para tomar decisiones importantes sobre el futuro.
Esto no es solo para la persona afectada, también para su familia. Es el momento de hablar de cosas como el cuidado a largo plazo, las finanzas, los deseos de la persona en cuanto a tratamientos médicos. Por ejemplo, tener una conversación sobre quién se encargará de las finanzas o cómo se manejarán las decisiones médicas puede ser duro, sí, pero es mucho mejor tener estas conversaciones con tiempo, cuando la persona aún puede expresar sus preferencias y tomar decisiones.
Además, planificar con antelación permite poner en marcha estrategias para manejar los síntomas de la demencia. Por ejemplo, se pueden hacer adaptaciones en el hogar para hacerlo más seguro y fácil de navegar, o se puede empezar a trabajar con terapeutas ocupacionales, logopedas y otros profesionales que pueden ayudar a mantener las habilidades cognitivas y físicas el mayor tiempo posible. Un estudio publicado en *Aging and Mental Health* reveló que la planificación anticipada mejora significativamente la calidad de vida de las personas con demencia y reduce la carga sobre los cuidadores.
Y aquí va un consejo que a veces se olvida: mantén una actitud positiva pero realista. La demencia es una enfermedad seria; no hay que minimizarla, pero tampoco hay que caer en el catastrofismo. Hay muchas cosas que se pueden hacer para mejorar la calidad de vida, tanto de la persona con demencia como de sus seres queridos.
Rodéate de un buen equipo médico, busca apoyo en grupos de familiares y amigos, y no te olvides de cuidarte a ti mismo, porque si tú no estás bien, no podrás cuidar bien de los demás. Y recuerda, cada pequeña victoria cuenta. Cada día que se mantiene una conversación, cada vez que se logra hacer una tarea cotidiana, cada sonrisa compartida es un triunfo.
Ahora, hablemos de las pruebas. Si has notado en ti o en alguien cercano varios de los síntomas de los que he hablado hoy, es momento de acudir al médico. Y no, no vale cualquier médico; lo ideal es buscar a un especialista, un neurólogo o un geriatra, que son los que realmente entienden de estas cosas.
Ellos harán una evaluación completa que va más allá de una simple charla; te harán pruebas de memoria, de lenguaje, de habilidades cognitivas y también pruebas físicas, análisis de sangre y, en algunos casos, escáneres cerebrales. Todo esto para llegar a un diagnóstico preciso. Y antes de que te agobies, déjame decirte algo: estas pruebas no son para asustarte, son para ayudarte.
Cuanta más información se tenga sobre lo que está pasando, mejor se podrá planificar el tratamiento y los cuidados. Y recuerda, un diagnóstico de demencia no es una sentencia de muerte; es el comienzo de un camino diferente, sí, pero un camino en el que se pueden hacer muchas cosas para mantener una buena calidad de vida. Es fundamental, ante la sospecha de demencia, descartar otras posibles causas de los síntomas.
A veces, lo que parece demencia puede ser otra cosa; por ejemplo, una deficiencia de vitaminas, un problema de tiroides o incluso una depresión severa pueden manifestarse con síntomas parecidos. Y estas condiciones, a diferencia de la demencia, sí tienen tratamientos específicos que pueden revertir los síntomas. Incluso el estrés crónico, algo tan común en nuestros días, puede afectar a la memoria y a la concentración.
Y no solo eso, algunos medicamentos pueden tener efectos secundarios que se asemejan a los síntomas de la demencia, por eso es tan importante una evaluación médica completa. No se trata solo de descartar la demencia, sino de identificar qué está causando realmente los síntomas. Y una vez que se tiene un diagnóstico claro, se puede empezar a actuar.
Antes de terminar, quiero que sepas que hay mucha investigación en marcha sobre la demencia. Se están estudiando nuevos tratamientos, tanto farmacológicos como no farmacológicos. Y aunque todavía no hay una cura, cada vez sabemos más sobre cómo funciona esta enfermedad y cómo manejarla mejor.
Por ejemplo, se está viendo que la estimulación, es decir, mantener la mente activa con juegos, lecturas y otras actividades, puede ayudar a ralentizar el avance de la demencia. También se está investigando el papel de la dieta, del ejercicio físico e incluso de la música y el arte, todo esto para mejorar la calidad de vida de las personas con demencia y de sus familias. Finalmente, quiero decirte que el apoyo emocional es clave, tanto para la persona con demencia como para sus seres queridos.
No es un camino fácil, pero no hay que recorrerlo solo. Busca grupos de apoyo, habla con amigos y familiares, y no dudes en pedir ayuda profesional si la necesitas. Recuerda que cada día es una oportunidad para disfrutar de las pequeñas cosas, para mantener el contacto humano, para seguir creando recuerdos.
La demencia puede cambiar muchas cosas, pero no tiene por qué borrar el amor, la alegría o la dignidad. Y sobre todo, recuerda que cada persona es única y que la demencia no define a nadie. Detrás de la enfermedad, sigue estando la persona con su historia, sus gustos, sus recuerdos.
No la olvides. No te olvides de ti mismo, porque cuidar a alguien con demencia es un acto de amor, pero también lo es cuidarse a uno mismo para poder seguir dando lo mejor.