En Mérida, la capital del Estado de Yucatán, al lado del Gran Museo del Mundo Maya. El escultor mexicano Reynaldo Bolio Suarez, en 2018 termino de esculpir una estatua de bronce. La efigie representa el cuerpo de un hombre, con semblante serio, aguantando entre sus manos a una gata, que hoy sabemos tenía por nombre “Asia”.
¿Quién es esta persona de gélida mirada? Muchos mexicanos y centroamericanos, desconocen que gracias un tal Yuri Knórozov, a día de hoy, puede ser interpretado el lenguaje maya. Que sucedió para que un soviético, en lo más duro de la guerra fría, se interesará por la cultura maya ¿cómo consiguió descifrar el enigma de esta escritura?
Cuando mentes privilegiadas de todo el mundo, llevaban 400 años intentándolo sin conseguirlo Teniendo además la dificultad, de haberlo logrado, a más de 10. 000 kilómetros de distancia de Yucatán y sin haber pisado una sola vez territorio maya. Seguro, que estarás de acuerdo con nosotros, que es más que merecida esta estatua ¿no te parece?
Si te interesa conocer algo más, de este genio, y peculiar soviético. El cual afirmó, tener corazón mexicano, antes incluso de haber llegado a conocer el país. Continua con nosotros.
En la ciudad de Járkov, uno de los polos industriales más importantes de la actual Ucrania. En un frio noviembre de 1922. Había nacido el dia 19, Yuri Valentinovich Knórozov.
Su padre, un ingeniero de ferrocarriles ruso, siempre se preocupo del desarrollo intelectual de sus cinco hijos. Al igual que su madre, que era, la que más tiempo pasaba con ellos. El joven Yurí, desde muy niño tocaba el violín, dibujaba con soltura e incluso escribía poesía.
El carácter del joven, era introvertido, solitario, enamorado de los libros y algo excéntrico. Pero, sobre todo, era muy brillante. Su padre, hombre exigente, se había encargado de que el joven Knórozov, se desarrollara intelectualmente.
Llegó a enseñarle a escribir con ambas manos, para de esa manera, pudiera desplegar las habilidades cerebrales de los dos hemisferios. Así Yuri, pronto pudo apreciar su pericia para los idiomas. De forma autodidacta dominaba el: griego, chino y árabe.
En los duros tiempos de Stalin, Yuri, comenzó sus estudios universitarios. Lo hizo en Járkov, en 1939. Concretamente en la Facultad de Historia.
Pero en aquellos difíciles años para Europa, su ciudad se vio invadida por las tropas nazis, en octubre de 1941, con lo que el joven, tuvo que abandonar los estudios. De alguna manera, Yuri se las ingenió para llegar hasta Moscú en 1943. Intentando proseguir sus estudios, en la prestigiosa Universidad Estatal Lomonósov de Moscú, en la cual tenía plaza desde el año 1940.
Pero, el deseado mundo académico, tuvo que esperar. El ejercito soviético, lo reclamo como soldado, asignándolo al cuerpo de artillería. La vida de un soldado ruso en batalla, apenas llegaba a unos días, de promedio, en la II Guerra Mundial.
Para bien de la humanidad, esta estadística se rompió en nuestra crónica. En abril de 1945, el veinteañero Knórozov, estaba con su 508 Batallón de Artillería del Ejército Rojo, en dura contienda, casa por casa y calle por calle contra los nazis, por hacerse con el control de la capital del III Reich. En los últimos días de la batalla de Berlín.
Yuri se topó por casualidad, con un acontecimiento que, a él, y al mundo maya, con el tiempo, les cambiaria para siempre. Por palabras del propio Knórozov. Los alemanes estaban embalando en cajas todos los libros de la Biblioteca de Prusia, para trasladarlos, posiblemente, a la seguridad que ofrecían los Alpes austriacos.
Yuri, por casualidad, se encontró con varias de esas cajas en la calle. La curiosidad, le hizo investigar a ver cuales eran los libros que contenían esos embalajes. De entre todos los que vio, selecciono dos.
Raudo, los escondió de inoportunos ojos y continuó con su labor militar. Los dos libros que el soldado había elegido de entre todos los posibles, eran: “La relación de las cosas de Yucatán” del fraile Diego de Landa; una edición publicada y anotada en París en 1864 por el abad Brasseur de Bourbourg (Brasurggg de burbug. La otra obra.
Era una edición facsímil de 1933, de Los Códices mayas de los hermanos Antonio y Carlos Villacorta, publicada en Ciudad de Guatemala. Precisamente, esta era la edición que contenía las reproducciones de los tres códices mayas más importantes conocidos hasta entonces. Estos tres códices, eran:El Códice de Drsde.
- En el cual había participado, de alguna manera, Alexander von Humboldt. Este códice, tenía detalles del calendario maya y su sistema numérico. Probablemente escrito antes de la conquista.
El códice de Madrid. - con horóscopos y tablas astrológicas. El original, al parecer, fue enviado por Hernán Cortés a Carlos V.
Y por último el códice de París, considerado como un manual de sacerdote maya, pues describe: ritos, ceremonias, profecías y un zodiaco. Considerándose clave en la interpretación y descodificación del lenguaje maya Una vez, que Berlín había caído, Yuri y sus dos preciados libros no regresarían a Rusia, hasta la segunda mitad de 1945. En la Universidad Estatal Lomonósov de Moscú.
Inició sus estudios de etnografía y lingüística árabe, además de los sistemas de escritura de la antigua India y China. Participando en exploraciones arqueológicas en Asia Central. Estudiando las prácticas chamánicas y los ritos de la sociedad sufita, una especie de "misticismo islámico", que algunos musulmanes asiáticos de la Unión Soviética practicaban, a espaldas del régimen.
Al concluir sus estudios, ingresó en el Instituto de Etnografía de Leningrado, hoy San Petersburgo. La casualidad, fue otra vez, la que volvió a unir de nuevo la cultura maya con Yuri Knórozov. En 1947, su maestro y arqueólogo Serguéi Aleksándrovich Tókarev.
Le proporcionó un artículo del investigador alemán de la cultura maya, Paul Shcellhas, este artículo, llevaba por título “El desciframiento de las escrituras mayas, ¿un problema insoluble? ”. En el que el germano, venía a preguntar, si sería posible algún día poder descifrar las escrituras mayas.
Los estudiosos del mundo maya, sobre todo aquellos investigadores que pertenecían al bloque capitalista, como el inglés Eric Thompson, sostenían que la escritura maya se basaba en logogramas: cada símbolo correspondería a una palabra completa, pero al carecer del contexto en el que fueron escritos, según esta tesis era prácticamente imposible su desciframiento. Tókarev, conocedor como nadie del carácter de Knórozov. Utilizó las palabras justas para incitar al joven al reto, de descifrar la escritura maya.
Salvo Tókarev, muy pocos creyeron que el joven e inexperto, aficionado a la literatura de Sherlock Holmes, fuera capaza de conseguirlo. Muchas mentes brillantes y expertas de todo el mundo, llevaban 400 años intentando descifrar los glifos mayas, sin grandes resultados positivos. Como para que lo consiguiera este escasamente barbilampiño joven.
Por si fuera poco, en estos momentos, la guerra fría estaba en uno de sus puntos más álgidos. Knórozov tenía imposible visitar México o Centroamérica, con lo cual, no tendría acceso personalmente a las inscripciones, esculturas, estelas, ni a las grandes ciudades mayas. Todo el trabajo, lo tendría que realizar desde un despacho en Leningrado, utilizando como material para sus investigaciones.
Únicamente, los libros y documentos a los que pudiera acceder. Además, Yuri, no hablaba ni una sola palabra de español. Si quería llegar a buen puerto, lo primero que tendría que aprender era castellano.
De esta manera podría, procesar adecuadamente los textos existentes, en su mayoría escritos en esta lengua. Salvado ese obstáculo, comenzó estudiando los documentos del franciscano español Diego de Landa. Única persona, que, en el siglo XVI, había intentado descifrar los códices.
Además de haber convivido con la cultura posclásica maya. Estudio las transcripciones y las imprecisas narraciones del fraile español. Pudo hacerse con el llamado “Alfabeto maya, de De Landa”, un texto que había quedado en el olvido en la Real Academia de historia de Madrid.
El cual, a Knórozov, le sirvió de base, para poder descifrar los signos mayas. Yuri, pese a las limitaciones. Juagaban a su favor, una serie de condiciones.
La primera, era su innegable inteligencia, y la segunda, ser lingüista. Pero, no un filólogo cualquiera, estaba especializado en escrituras no alfabéticas: china, egipcia, hindúes, sumeria, hitita e incluso japones. Lo que le hacía estar familiarizado, con la organización de las reglas de las escrituras simbólicas.
El ruso, pronto se dio cuenta del error que había cometido, en el siglo XVI Diego de Landa. Ssí como el resto de estudiosos posteriores. Todos trataban de hacer secuencias de letras, tipo el alfabeto latino.
O utlizando lecturas semánticas basadas en patrones de fechas. Uno u otro camino, los llevaba siempre a un callejón sin salida. Knórozov, llegó a la conclusión que los mayas usaban un conjunto de silabas de 355 signos, que correspondían con la escritura fonética.
Estos contenían logogramas, es decir signos que representan una palabra completa. Junto con símbolos fonéticos (sonidos aislados y sílabas). Apoyado por las indicaciones escritas por, De Landa.
Knórozov fue capaz de descifrar un gran número de símbolos mayas hasta entonces incomprensibles. Al mismo tiempo, el ruso rompió el mito de que las inscripciones solamente representaban signos calendáricos. Se pudo afirmar que también disponían de contenido lingüístico e incluso histórico.
En 1950, el británico John Eric Sídney Thompson, el especialista en cultura maya más respetado de la época, en su obra "Escritura jeroglífica maya: una introducción" expuso sus conclusiones sobre la escritura maya, en los cuales negaba el fonetismo en este sistema. El británico que, gracias al Instituto Carnegie de Washington, se había dedicado de manera exhaustiva, con unos recursos ilimitados a la investigación de la cultura maya. Sus contribuciones, durante años, se habían limitado a sus interpretaciones a cuestiones calendáricas.
En 1952 el joven Knórozov, tan sólo siete años después de regresar de la guerra, en la revista soviética "Etnografía Soviética", con el título de “La escritura antigua de América Central” refutó por completo la teoría de Thompson. El arqueólogo británico, ferviente anticomunista. No acepto con agrado las tesis del novato ruso.
Incluso llegó a cuestionar la integridad personal y científica de Knórozov. La comunidad científica internacional, influenciada por la guerra fría, no acepto esta proposición. Knórozov era un don nadie, un representante de la ciencia soviética basada en el marxismo-leninismo.
No había visitado nunca, México o Centroamérica. Era imposible que, en estas condiciones, lo hubiera conseguido. Solamente, los arqueólogos estadounidenses: David Humiston Kelley y Michael D.
Coe aceptaron que el método de Knórozov podría ser correcto. En la Unión Soviética reconoció, de inmediato el mérito del joven lingüista. Gracias a ello, se generó una oleada de jóvenes soviéticos interesados en los estudios hispanoamericanos.
Apoyados, con la creación de instituciones para este tipo de estudios. Los soviéticos aprendieron a escuchar a los viejos mayas mucho antes que el resto del mundo. Durante décadas los etnógrafos centroamericanos tuvieron que acudir a Moscú para conocer a sus antepasados.
Más que la guerra fría, que sin duda alguna tuvo mucho que ver. Fue Thompson, con un cierto grado de soberbia. El que privó a occidente de este hallazgo, durante décadas.
Permitiendo que este descubrimiento quedara solo en manos soviéticas. La comunidad científica mayista occidental, principalmente, los arqueólogos. Cedieron, casi por completo las interpretaciones de la cultura maya, al británico.
Un hombre que desdeñaba la antropología (pese a ser licenciado en esa rama) y que nunca adquirió conocimiento alguno en lengua maya. Había obstaculizado, el descubrimiento para la cultura maya, de lo que fue la “Piedra Rosetta” para descifrar los jeroglifos egipcios. Cuenta, Michael D Coe, (maquiel di cou ) que Thompson, poco antes de morir en 1975, le expreso: “Yo ya no veré los resultados de las investigaciones que se están haciendo sobre la escritura de los mayas; pero usted vivirá aún y se dará cuenta de quién tuvo la razón: ese maldito ruso o yo".
Al final, en la Conferencia sobre el fonetismo en la escritura jeroglífica maya de Albany de 1975, fue rechazada mayoritariamente la teoría de Thompson, por la comunidad científica mayista. Más tarde Knorozov mejoró su técnica de desciframiento, en su monografía de 1963 titulada "La escritura de los indígenas mayas", publicando traducciones de manuscritos mayas en su obra "Manuscritos jeroglíficos mayas", publicada en 1975. Esto, sirvió para que los epigrafistas de todo el mundo, decidieran aplicar el método propuesto por Knórozov, lográndose descifrar muchos de los hasta entonces secretos mayas.
Knórozov era un erudito con destellos de genialidad y logró interpretar lo que siglos antes había escrito fray Diego de Landa estudiándolo no desde el punto de vista arqueológico, sino lingüístico. Siempre reconoció, que algunos de sus interpretaciones habían sido ya realizados por, el etnólogo y naturalista estadounidense, Cyrus Thomas en el siglo XIX. Cuando le preguntaron a Knorozov por qué fue él, quien había conseguido descifrar la escritura maya, respondió que la mayoría de quienes lo habían intentado antes eran arqueólogos, y él, en cambio, era lingüista.
“En realidad, no hice nada, decía Knorozov en las entrevistas, sólo seguí a Landa y así llegué al éxito”. Galina Yershova, su más destacada colaboradora, ha sido sin duda la persona que, más ha contribuido a universalizar a Knórozov. Los dos científicos rusos, no solo descifraron la escritura maya, sino que llegaron a reconstruir a fray de Diego de Landa.
La doctora Yershova, asegura, que encontraron pruebas, que demuestran que el famoso auto de fe de Maní, el 12 de julio de 1562. Donde fueron quemados numerosos objetos de culto y códices mayas. Fue realizada por Landa, debido a la presión de los conquistadores, cuyos intereses económicos, ponían en peligro la presencia del fraile en el Yucatán.
Ante el temor de que lo acusaran de herejía, si no actuaba contra las prácticas paganas, fue cuando hizo el acto. En un artículo conjunto de Knórozov y Yershova, titulado “Diego de Landa como fundador del estudio de la cultura maya”. Reivindicaron a fray Diego de Landa.
En opinión de los estudiosos rusos, el franciscano tenía una “aguda inteligencia natural, carácter fuerte y firmes principios”. Había llegado a Yucatán a los 24 años de edad, continuando la labor evangelizadora del jefe de la misión; luis de Villalpando. Landa, comenzó a escribir “la Relación de las cosas de Yucatán” en 1566, cuatro años después del famoso auto de fe.
En el cual el propio fraile había arrojado a las llamas varios códices —se dice que fueron cuarenta— que contenían parte de la memoria histórica maya. La leyenda, establece que fray Diego de Landa, escribió su obra como un acto de arrepentimiento por haber destruido la memoria de los mayas. Pero su verdadera intención —según Knórozov— era dejar constancia del método con el que los misioneros recién llegados “podían dominar la lengua maya en tres meses”.
Luego de estudiar minuciosamente la obra de fray Diego de Landa, Knórozov y Yershova llegaron a la conclusión de que durante los últimos cuatro siglos no había surgido ni una sola descripción científica que pudiera compararse con la obra de Landa “tanto por su riqueza y exactitud como por su carácter universal”, pero fueron más lejos al señalar que “no tenemos ninguna razón para dudar del alfabeto anotado por él”. En 1991, derrumbándose el régimen soviético. Yuri Knórozov, con 38 años de edad, en compañía de Galina Yershova.
Fueron invitados a Guatemala, en la visita Yuri fue condecorado, por el Gobierno Guatemalteco, con la Orden del Quetzal. Máxima distinción honorifica más importante que el gobierno concede a ciudadanos extranjeros. No perdió la oportunidad, como no podía ser de otra manera, de visitar por primera vez algunas zonas arqueológicas mayas de Guatemala, concretamente la zona arqueológica de Tikal y Uaxactún En 1994, el gobierno mexicano le otorgó la Orden Mexicana del Águila Azteca en la Embajada de México en Moscú, la más alta condecoración que entrega el gobierno mexicano a un extranjero.
Un año después, participó en el Tercer Congreso Internacional de Mayistas en México. En 1997 el científico emprendió su último viaje a México para conocer las zonas arqueológicas de Palenque, Chiapas y Quintana Roo. El 30 de marzo 1999, en San Petersburgo, como consecuencia de un derrame cerebral, complicado con una neumonía.
Fallecía Yurí Knórozov. Un gélido ruso, de corazón mexicano como había expresado en 1994 al recibir la Orden del Águila Azteca. Finalmente, el 4 de abril, dia en que se dio sepultura a Yuri.
El circulo de la historia quedo cerrado. Ese nexo con México y toda la cultura maya, que había nacido en abril de 1945, cuando un jovencísimo soldado soviético, se apropió de dos modestos libros, en la Alemania nací. Corporalmente había quedad cerrado en un camposanto de San Petersburgo.
Se sucedieron los homenajes al celebre científico. En los que Galina Yeroshva tomo un papel importante. Pero su legado, no quedo en aquel frio cementerio a orillas del Báltico.
Al contrario, sigue tan vivo como antes. En México, se le recuerda con varios centros culturales que llevan su nombre. No podía ser de otra manera, para un hombre que tenía corazón mexicano, antes de llegar conocer el país.
Eso sí que es amor.