[Música] Un nuevo día ha comenzado y con él la oportunidad perfecta para elevar nuestro corazón al cielo. En esta mañana te invito a unirte en una poderosa oración inspirada en el salmo 118. Hoy proclamaremos gratitud, confianza y victoria en el nombre del Señor, porque su amor es eterno y su fidelidad no tiene fin.
Escuchemos ahora la palabra del Señor que nos habla de su amor eterno, de su fidelidad inquebrantable y de la victoria que hay en confiar en él. Que cada versículo de este salmo penetre en lo más profundo de nuestro corazón y fortalezca nuestra fe en este nuevo día. Del libro de los Salmos.
Salmo 118. Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su amor. Que lo diga el pueblo de Israel.
Es eterno su amor. Que lo diga la familia de Aarón. Es eterno su amor.
Que lo digan los que temen al Señor. Es eterno su amor. En el peligro invoqué al Señor y él me escuchó dándome un alivio.
El Señor está conmigo. No temeré. ¿Qué podrán hacerme los hombres?
El Señor está conmigo y me ayuda. Yo veré derrotados a mis adversarios. Es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres.
Es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los poderosos. Todos los paganos me rodearon, pero yo los derroté en el nombre del Señor. Me rodearon por todas partes, pero yo los derroté en el nombre del Señor.
Me rodearon como avispas. Ardían como fuego en las espinas, pero yo los derroté en el nombre del Señor. Me empujaron con violencia para derribarme, pero el Señor vino en mi ayuda.
El Señor es mi fuerza y mi protección. Él fue mi salvación. Un grito de alegría y de victoria resuena en las carpas de los justos.
La mano del Señor hace proezas. La mano del Señor es sublime. La mano del Señor hace proezas.
No, no moriré. Viviré para publicar lo que hizo el Señor. El Señor me castigó duramente, pero no me entregó a la muerte.
Abran las puertas de la justicia y entraré para dar gracias al Señor. Esta es la puerta del Señor. Solo los justos entran por ella.
Yo te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable.
a nuestros ojos. Este es el día que hizo el Señor. Alegrémonos y regocijémonos en él.
Sálvanos, Señor. Asegúranos la prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor.
Nosotros los bendecimos desde la casa del Señor. El Señor es Dios y él nos ilumina. Ordenen una procesión con ramas frondosas hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios y yo te doy gracias, Dios mío. Yo te glorifico. Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su amor.
Padre celestial, en este amanecer me presento ante ti con un corazón rendido y lleno de gratitud. Gracias por regalarme un nuevo día, una nueva oportunidad para alabarte, para caminar contigo y para ver tu fidelidad manifestarse una vez más en mi vida. Hoy elevo mi oración con el corazón firme en tu palabra, inspirado por el salmo 118 que proclama con poder.
Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su amor. Señor, estas palabras son como un canto de vida que me despierta, que me recuerda que tú eres mi refugio, mi fuerza y mi salvación. No importa lo que enfrente, no importa lo que el día traiga, hoy me levanto confiando en que tú estás conmigo.
Gracias, Señor, porque aún antes de abrir mis ojos, ya estabas ahí. Ya habías preparado este día para mí, ya habías puesto tu amor alrededor de mi vida como un escudo protector. Qué bueno eres, Señor, qué fiel eres, aunque yo muchas veces sea inconstante, pero tú tú no cambias.
Tu amor es eterno, inagotable, más profundo que el mar, más alto que los cielos. Padre amado, comienzo este día reconociendo que tú eres Dios y no hay otro como tú. Tú eres el que me sostiene cuando mis fuerzas se acaban.
Tú eres quien me da aliento cuando mi alma se siente débil. Tú eres quien me levanta cuando me han derribado. Y por eso hoy, Señor, levanto mi voz para agradecerte con todo mi ser.
En este momento quiero declarar que este será un día de victoria. No porque todo será perfecto, sino porque tú estarás conmigo. Porque aún si vienen desafíos, tú serás mi fuerza.
Aún si hay batallas, tú pelearás por mí. Aún si hay puertas cerradas, tú abrirás camino donde no lo hay, porque tú eres el Dios de lo imposible, el Dios que transforma cada dificultad en testimonio. Señor, me uno a la voz del salmista que dijo, "El Señor está conmigo.
No temeré. ¿Qué podrán hacerme los hombres? Hoy declaro que no hay temor que me domine porque tú estás a mi lado.
No hay angustia que me aplaste porque tu mano me sostiene. No hay palabra negativa que me destruya porque tu palabra me levanta. Gracias, Padre, porque no estoy solo.
Gracias porque así como dice tu palabra, este es el día que hizo el Señor. Alegrémonos y regocijémonos en él. Sí, Señor, me gozo en ti, me regocijo en tu fidelidad, me lleno de esperanza porque mi vida está en tus manos.
Señor mío, hoy reconozco con todo mi corazón que tu presencia es mi mayor tesoro. No hay riqueza, posición ni logro que se compare con saber que tú estás conmigo. Desde el momento en que amanece hasta el último suspiro del día, eres tú quien sostiene mi alma y renueva mi ser.
Tú eres el Dios que no duerme, el que vela mis noches y bendice mis mañanas. Y aquí estoy, Señor, en esta mañana que tú has creado, levantando mis manos para decir, gracias porque tu amor es más fiel que el sol que ilumina la tierra y porque incluso cuando el mundo cambia, tú permaneces igual, inmutable, fuerte, presente, eterno. Tu palabra dice, "En el peligro invoqué al Señor y él me escuchó dándome un alivio.
" Qué hermosa, ¿verdad? , Porque muchas veces me he visto rodeado de dificultades, de miedos, de silencios largos, pero en medio de todo tú has respondido. No siempre como yo esperaba, pero siempre a tiempo.
No siempre como yo pedía, pero siempre con sabiduría. Has estado cuando nadie más estuvo. Has hablado cuando el mundo callaba.
Has sostenido mis pasos cuando yo mismo pensaba caer y por eso mi confianza no está en hombres ni en fuerzas terrenales. Como dice tu palabra, es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los poderosos. En ti me refugio, Señor.
En ti descanso mi alma. Padre amado, cuando me siento pequeño frente a las situaciones que la vida presenta, me basta recordar tu grandeza. Tú creaste el cielo con solo hablar.
Tú extendiste los mares con el poder de tu voz. Tú das órdenes al viento y haces florecer los desiertos. ¿Cómo no confiar en ti?
El salmista dijo, "Todos los paganos me rodearon, pero yo los derroté en el nombre del Señor. Y aunque yo hoy no luche contra ejércitos humanos, sí me enfrento a pensamientos, dudas, preocupaciones y voces que quieren robarme la paz. Pero en el nombre del Señor también los derrotaré, porque tu nombre es torre fuerte, es escudo y es refugio.
En tu nombre hay poder, hay victoria y hay descanso. Señor, en esta mañana renueva mi entendimiento. Abre mis ojos para ver no solo los problemas, sino tus promesas.
Que cuando vea escasez, recuerde que tú eres mi proveedor. Que cuando sienta soledad, recuerde que tu presencia me rodea. Que cuando el temor quiera dominarme, recuerde que tu amor perfecto echa fuera el miedo.
Gracias, Dios mío, por ser tan bueno. Gracias por tu amor eterno. Gracias porque nunca me has soltado.
Aunque muchas veces yo me haya distraído, alejado o incluso dudado. Tú permaneces fiel. Tú no te cansas.
Tú no te rajas ni retrocedes. Y por eso te alabo, Señor. Por eso mi alma canta, porque tú eres el mismo ayer, hoy y siempre.
Y en esa verdad yo descanso. Padre amado, en esta mañana me detengo para reflexionar sobre el regalo que me has dado. Un nuevo día.
No es cualquier día, Señor, es el día que hizo el Señor. Y por eso me alegro, me lleno de esperanza, me sacudo del peso de ayer y recibo con gozo todo lo que tú tienes preparado. Hoy es como una hoja en blanco, Señor, y quiero que sea escrita con tus palabras, marcada por tu propósito y dirigida por tu espíritu.
No quiero avanzar por costumbre ni por inercia, sino caminar contigo con los ojos puestos en ti y el corazón lleno de gratitud. Gracias por el aire que respiro, por el techo que me cobija, por la fuerza para levantarme y por cada pequeño detalle que muchas veces paso por alto. Gracias por las personas que has puesto en mi vida, por las oportunidades que me esperas abrir hoy, por cada semilla que ya has sembrado y que pronto veré florecer.
Señor, gracias por amarme como soy, por no rechazarme cuando he fallado, por no darme la espalda cuando mi fe ha sido débil. Tú, en lugar de juzgarme, me rodeas con misericordia, me corriges con amor, me animas con tu palabra y me levantas con compasión. Hoy quiero que mi corazón se alinee con el salmista que dijo, "Yo te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación, Señor".
Cuántas veces he clamado en medio del desierto y tú has respondido. Cuántas veces he llorado en silencio y has traído consuelo a mi alma. Cuántas veces pensé que era el final y tú escribiste un nuevo comienzo.
Gracias porque me has mostrado que la gratitud no es solo un sentimiento, sino una actitud de fe. Porque cuando agradezco, reconozco que no estoy solo. Cuando agradezco, afirmo que hay propósito en lo que vivo.
Y cuando agradezco, declaro que aunque no entienda todo, confío en que tú estás obrando en cada detalle. Señor, enséñame a vivir este día con los ojos abiertos a tu bondad. Que no me pierda en la rutina, ni en las prisas, ni en las distracciones.
Que pueda ver tus huellas en el camino, oír tu voz en medio del ruido y sentir tu mano en los momentos más sencillos, porque tú estás en todo, Señor, y todo lo haces bien. Gracias por darme una razón para seguir, por llenar de sentido cada paso, por recordarme que aunque la noche haya sido larga, el amanecer siempre llega. Y cuando llega, trae consigo nuevas oportunidades, nuevas misericordias y nuevas promesas.
Este día, Señor, no lo viviré como un simple día más. Lo viviré como una victoria que ya me has dado. Lo viviré como una oportunidad para amar más, servir más, creer más y confiar más.
Lo viviré con gratitud, con esperanza y con la certeza de que tú caminas conmigo. Padre celestial, en esta hora quiero recordar las huellas de aquellos que caminaron antes que yo. Hombres y mujeres que vivieron momentos difíciles, que enfrentaron adversidades reales, pero que se mantuvieron firmes porque confiaron en ti.
Ellos nos dejaron un legado, un camino trazado por la fe y la obediencia. Hoy yo también quiero seguir ese camino, confiando como ellos confiaron, agradeciendo como ellos agradecieron y venciendo como ellos vencieron en tu nombre, Señor. Recuerdo a Moisés, llamado en medio del desierto, inseguro de sus capacidades, temeroso de su debilidad.
Él dijo, "¿Quién soy yo para ir a faraón? " Y tú respondiste, "Yo estaré contigo. " No fue su fuerza, ni su voz, ni su vara.
Fue tu presencia la que abrió el mar, la que sostuvo sus brazos en la batalla, la que lo guió con nube y fuego. Así también, Señor, cuando me sienta incapaz, recuérdame que tú estás conmigo y eso es suficiente. Recuerdo también a Ana, aquella mujer que lloró amargamente en el templo, cargando con años de espera, dolor y silencio.
Pero en medio de su quebranto, oró, clamó y derramó su alma ante ti. Y tú, Dios fiel, la escuchaste. Convertiste sus lágrimas en gozo, su petición en promesa cumplida.
Le diste a Samuel y su historia sigue inspirando generaciones. Señor, enséñame a confiar como Ana, a orar con el corazón desnudo, sabiendo que tú ves lo más profundo y respondes a su tiempo. Miro al rey David, autor de tantos salmos, incluyendo este que hoy meditamos, el salmo 118.
Un hombre que fue pastor, guerrero, perseguido, rey, pero sobre todo adorador. David vivió montañas y valles, victorias y derrotas, pero nunca dejó de agradecer. Aún cuando su alma estaba angustiada, decía: "Te alabaré, Señor, con todo mi corazón.
" Y en este salmo exclama, "Me empujaron con violencia para derribarme, pero el Señor vino en mi ayuda. Señor, dame ese corazón conforme al tuyo que no te alaba solo cuando todo va bien, sino que también canta en la cueva, en la persecución, en la prueba, porque sabe que la victoria viene de ti, Señor. " También recuerdo a Daniel, quien no se doblegó ante las presiones del imperio, aunado por enemigos y amenazas, oraba tres veces al día con gratitud.
Cuando fue lanzado al foso de los leones, no hubo temor, sino confianza. Y tú, oh Dios poderoso, cerraste la boca de los leones. Qué testimonio tan fuerte, Señor, porque muchas veces yo también me siento rodeado, juzgado, presionado.
Pero si tú estás conmigo, no hay león que me toque, no hay fosa que me trague, no hay decreto que me venza. En ti, Señor, está mi refugio. Y cómo no recordar a José, traicionado por sus propios hermanos, vendido como esclavo, acusado injustamente, encarcelado, pero nunca olvidado por ti, en cada etapa tu favor acompañaba.
En la oscuridad del calabozo tú estabas. En el silencio de la espera tú estabas. Y cuando llegó el tiempo, lo levantaste, lo promoviste, lo restauraste.
Lo que el enemigo pensó para mal, tú lo transformaste en bien. Así también, Señor, cuando me sienta rechazado, cuando parezca que todo ha sido injusto, ayúdame a recordar que mi historia no ha terminado, porque tú, Dios de restitución, sigues escribiendo los capítulos que faltan. Y en la plenitud del tiempo vino Jesús, la piedra que los constructores desecharon, pero que fue convertida en piedra angular.
Él, el Hijo amado, fue despreciado, azotado, crucificado, pero resucitó con poder y hoy vive, reina, y nos ha dado victoria. Qué palabra tan viva y poderosa hay en el salmo 118 cuando dice, "La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. " Señor, gracias por recordarme que aún cuando me hayan rechazado, aún cuando otros no vean valor en mí, tú puedes tomarme, limpiarme, levantarme y usarme para tu gloria.
Jesús, en ti veo la victoria completa. En ti se cumple todo lo que el salmo declara. Amor eterno, ayuda divina, gozo en medio de la lucha, justicia restaurada, salvación verdadera.
Y hoy, como seguidor tuyo, me uno al clamor de los justos, diciendo, este es el día que hizo el Señor. Alegrémonos y regocijémonos en él. Padre, así como Moisés levantó su vara, como Ana dobló sus rodillas, como David tocó su arpa, como Daniel abrió su ventana, como José mantuvo su fe y como Jesús cargó la cruz, hoy yo también quiero responder con fe.
Quiero caminar en gratitud, en confianza, en victoria, porque no estoy solo, porque no lucho en mis fuerzas y porque el mismo Dios que estuvo con ellos está conmigo. Padre de amor, en esta parte de mi oración vengo a poner delante de ti cada área de mi vida que necesita tu dirección, tu protección y tu transformación. Porque no quiero caminar por mis propios impulsos ni confiar en mi sabiduría limitada.
Quiero que seas tú, Señor, quien me guíe en cada decisión, en cada paso, en cada momento de este día. Tú conoces mis caminos, conoces mis pensamientos, conoces incluso aquellas áreas que yo mismo no entiendo. Por eso hoy te pido, guíame por la senda de la justicia.
Líbrame de las trampas del enemigo, de los errores de juicio, de las decisiones apresuradas. Que pueda detenerme cuando sea necesario y avanzar cuando me llames. Que todo lo que haga esté alineado con tu perfecta voluntad.
Tu palabra dice, "El Señor está conmigo y me ayuda. Yo veré derrotados a mis adversarios y eso me da paz, Señor, porque no estoy luchando solo, no estoy enfrentando los desafíos con mis fuerzas. Tú estás conmigo y si tú estás, yo tengo todo lo que necesito.
Pero necesito también sabiduría. Necesito discernimiento para saber cuándo hablar y cuándo callar, cuándo avanzar y cuándo esperar, cuándo insistir y cuándo soltar. Te pido, Señor, que pongas un cerco de protección alrededor de mi vida y de los que amo.
Guárdanos de accidentes, de enfermedades, de peligros ocultos, pero también, Señor, protégeme de las heridas del alma, de las palabras que lastiman, de los pensamientos que drenan mi fe. Que nada ni nadie robe la paz que tú me has dado. Cúbreme con tu favor.
Abre puertas donde no las hay. Y si hay puertas que no debo cruzar, ciérralas con amor. No permitas que me pierda por querer controlar lo que solo tú puedes manejar.
Enséñame a confiar incluso cuando no entiendo, a rendirme incluso cuando me cueste, a descansar incluso cuando todo a mi alrededor grite urgencia. Padre, también vengo a pedir transformación personal porque reconozco que hay áreas en mi interior que aún necesitan ser moldeadas por ti. Hay actitudes, pensamientos, emociones que no siempre reflejan tu carácter.
A veces el orgullo me gana, la impaciencia me domina, la queja se asoma. Pero hoy, Señor, te entrego todo eso. Tómame como el alfarero.
Toma el barro. Rompe lo que necesites romper y vuelve a formar lo que debe ser restaurado. Hazme nuevo, Señor.
Renueva mis pensamientos con tu palabra. Renueva mis emociones con tu paz. Renueva mi espíritu con tu fuego.
Que no viva por costumbre. Que no ore por rutina. que no crea por obligación, sino que todo en mí arda por conocerte más y reflejarte más.
Bendice también, Señor, mi familia. Tú conoces cada necesidad, cada herida, cada anhelo. Protégelos, fortalécelos, llénalos de tu presencia.
Que haya unidad, perdón, amor sincero y tu paz reinando en nuestro hogar. Que nuestras conversaciones estén llenas de gracia. y nuestros actos marquen con amor a quienes nos rodean.
Hoy, Padre, levanto mi oración como lo hizo el salmista, con fe valiente y corazón agradecido. Sé que me escuchas, sé que respondes, sé que estás obrando incluso ahora. Por eso puedo decir, "El Señor es mi fuerza y mi protección.
Él fue mi salvación. Señor todopoderoso, ahora levanto mi voz no solo por mí, sino por todos aquellos que me rodean. Porque tu amor eterno proclamado en el salmo 118 no es solo para mí, sino para todo tu pueblo.
Hoy me convierto en intercesor, en puente entre el cielo y las necesidades de quienes están cerca y de quienes no conozco, pero que también necesitan de ti. Padre, te presento a los que están sufriendo en este momento. Aquellos que se sienten rodeados por problemas, como dice el salmo, me rodearon por todas partes, pero yo los derroté en el nombre del Señor.
Hoy intercedo por los que están rodeados por el dolor, por la soledad, por la pobreza, por la enfermedad, por la ansiedad, Señor. En medio de ese cerco, tu presencia irrompible entre como luz poderosa, rompiendo cadenas, trayendo consuelo y restauración. Clamo por los enfermos.
Tú eres el Dios que sana, el Dios que toca con compasión y transforma la angustia en testimonio. Visita hospitales, hogares, clínicas, habitaciones en silencio donde hay alguien clamando por un milagro. Declaro en el nombre de Jesús que tu mano poderosa sigue obrando hoy, que el grito de victoria que el salmo menciona, un grito de alegría y de victoria resuena en las carpas de los justos, también se escuche en los hogares que hoy oran con esperanza.
Te presento a quienes están atravesando crisis financieras. Tú eres nuestro proveedor. Para ti no hay crisis, no hay escasez, no hay imposibles.
Abre puertas de empleo, da ideas creativas, envía provisión inesperada. bendice a los emprendedores, a los padres y madres que cargan el peso del sustento, a los jóvenes que buscan su lugar en el mundo laboral. Sé refugio para ellos.
Sé esperanza viva en medio de las cuentas y las preocupaciones. Te pido también por los corazones rotos, aquellos que cargan con pérdidas, con duelos, con traiciones o con heridas familiares. Señor, donde hay división trae reconciliación.
Donde hay silencio, trae diálogo. Donde hay rencor siembra perdón. Restaura hogares, matrimonios, amistades y relaciones entre padres e hijos.
Que haya paz donde solo ha habido conflicto. Que haya amor donde se sembró. Padre, extiende tu gracia sobre mi comunidad.
Mira a quienes caminan sin rumbo, quienes han perdido la fe, quienes viven con miedo o rabia. Usa a tu Iglesia para hacer luz en la oscuridad, para llevar alimento al hambriento, abrigo al que no tiene hogar, palabras de vida al que vive en desesperanza. Que cada creyente se levante como testimonio de tu poder, no con juicio, sino con compasión.
Que nuestras manos actúen, que nuestros pies se muevan, que nuestro corazón se conmueva. Y Señor, no puedo dejar de orar por mi país. Tú sabes lo que vivimos como nación.
Tú ves la injusticia, la corrupción, la violencia, la división, pero también ves a tu pueblo orando, clamando, creyendo. Levanta líderes con integridad, hombres y mujeres que gobiernen con sabiduría, que escuchen tu voz. Derrama tu justicia como un río que limpie toda maldad.
Sana nuestra tierra, Señor. Sana nuestra historia. Sana nuestras calles y nuestras leyes, que volvamos nuestros ojos a ti.
Hoy intercedo con confianza, sabiendo que tú escuchas cada palabra, porque tú no eres indiferente al dolor. Tú estás presente. Tú te mueves cuando oramos y en ti hay respuesta, esperanza y victoria.
Señor amado, en este momento me presento delante de ti, no solo como alguien que necesita ayuda, sino como un hijo que desea crecer, madurar y ser transformado. No quiero quedarme estancado. No quiero que mi fe dependa de las circunstancias.
Quiero ser moldeado por tu espíritu, guiado por tu verdad y fortalecido por tu presencia cada día, Padre. Así como el salmista proclamó, no moriré. Viviré para publicar lo que hizo el Señor.
Hoy yo también declaro vida. No solo vida física, sino una vida espiritual vibrante, llena de propósito, pasión y obediencia. Quiero vivir para contar tus maravillas, para ser testigo de tu amor, para llevar esperanza a los que me rodean.
No quiero sobrevivir espiritualmente, quiero florecer. Renueva mi mente, Señor. Tu palabra dice en Romanos 12:2, "Transforma por la renovación de vuestra mente, para que sepáis cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
Y eso es lo que anhelo, conocer tu voluntad, abrazarla y caminar en ella con determinación. Líbérame de pensamientos que me limitan, de creencias que me paralizan, de mentiras que me alejan de tu verdad. Llena mi mente de tu luz, de tu sabiduría, de tu paz.
Moldea mi carácter. Que cuando otros vean mi vida puedan ver reflejos de Jesús. No por mérito propio, sino por la obra que estás haciendo dentro de mí.
Enséñame a amar sin condiciones, a servir sin esperar aplausos, a perdonar aunque me duela. a hablar con verdad y actuar con justicia. Que mis palabras edifiquen, que mis acciones reflejen tu gracia, que mi vida sea un testimonio vivo de transformación.
Dame un corazón sensible a tu voz, que no me acostumbre a tu presencia, que no me enfríe con el tiempo. Quiero un espíritu encendido, una fe activa, una comunión diaria contigo. Que no pase un solo día sin que me rinda a tus pies.
sin que alimente mi alma con tu palabra, sin que me detenga a escuchar lo que quieres decirme. Padre, aviva en mí el deseo de crecer. Que cada temporada de mi vida, aún las más difíciles, sean oportunidades para aprender algo nuevo de ti.
Que las pruebas me enseñen perseverancia, que las caídas me enseñen humildad, que los momentos de espera me enseñen dependencia y que en todo pueda decir como Pablo, todo lo considero pérdida. Comparado con el supremo valor de conocer a Cristo. Filipenses 3:8.
Señor, hazme valiente para vivir con propósito. No quiero una vida vacía de sentido, guiada por la rutina. Quiero vivir alineado a tu llamado.
Quiero descubrir y desarrollar los dones que has puesto en mí. Quiero servir, impactar, sembrar y multiplicar lo que me has confiado. Que cuando me llames a actuar no retroceda.
Que cuando me pidas renunciar lo haga con alegría. Que cuando me digas espera lo haga con fe. Y si en el proceso me canso, recuérdame que tú me fortaleces.
Si me pierdo, guíame de vuelta. Si me enfrío, enciéndeme otra vez. Porque no quiero quedarme como estoy.
Quiero seguir cambiando, creciendo, avanzando. Quiero ser un árbol plantado junto a corrientes de agua, que da fruto a su tiempo y cuyas hojas no caen. Gracias, Padre, porque sé que no has terminado tu obra en mí y aunque falte mucho por hacer, confío en que lo que tú comenzaste lo perfeccionarás hasta el día de Cristo.
Señor todopoderoso, al llegar al final de esta oración, mi corazón se llena de gratitud. Gracias por tu fidelidad constante, por tu amor que no tiene fin, por tu presencia que me acompaña en cada paso. Gracias porque cada palabra del salmo 118 ha sido un eco de esperanza, una declaración de fe, una promesa viva para mi alma.
Hoy, Señor, quiero proclamar con gozo lo que el salmista declaró con poder. Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su amor. Y sí, Señor, tú eres bueno.
Tu bondad me ha sostenido. Tu gracia me ha levantado. Tu misericordia me ha rodeado.
No tengo temor del mañana porque tú estás conmigo. No tengo miedo de los desafíos porque tú peleas por mí. No estoy solo, porque tú eres mi fuerza y mi canción.
Gracias porque aún cuando me empujaron con violencia para derribarme, viniste en mi ayuda. Gracias porque cuando todo parecía cerrado, abriste la puerta de la justicia. Gracias porque lo que otros rechazaron tú lo convertiste en fundamento.
Gracias porque este es el día que hiciste tú y yo me alegro, me regocijo y me levanto con fe. Señor, bendigo este día que apenas comienza, lo consagro a ti. Declaro que será un día lleno de tu favor, de tu guía, de tu protección.
Que mis palabras bendigan, que mis actos honren tu nombre, que mi fe sea visible en todo lo que haga. que aún si llegan las pruebas, recuerde que en ti hay victoria segura. Y te pido también por cada persona que ha hecho esta oración junto a mí, que tu paz los envuelva, que tu luz los guíe, que tu amor los transforme, que ningún corazón termine esta oración igual a como empezó.
Que cada alma que escucha tu palabra hoy sepa que no está sola, que tú estás con ellos y que hay esperanza. Hoy declaro en voz alta convicción y con gozo, el Señor es mi fuerza y mi protección. Él fue mi salvación.
En el nombre poderoso de Jesús. Amén. Si esta oración ha tocado tu corazón, te invito a compartirla con alguien que también necesite levantar su fe en este día.
Deja tu amén en los comentarios como señal de confianza en Dios y cuéntanos si tienes alguna petición especial. Queremos orar contigo. Suscríbete al canal y activa la campanita de notificaciones para recibir más oraciones como esta, llenas de esperanza y poder.
Que la paz del Señor llene tu vida hoy y siempre. Gracias por haber compartido este tiempo de oración. Camina con confianza porque el amor de Dios te rodea y su victoria te acompaña.
Nos vemos en la próxima oración. Si esta oración ha sido de bendición para ti, te invito a continuar fortaleciendo tu fe con nosotros. Haz clic en el video recomendado que aparece en tu pantalla y sigue creciendo en el conocimiento de la palabra de Dios.
Permanece en oración, en gratitud y en victoria, porque el Señor está contigo. Que Dios te bendiga abundantemente.