Mi nombre es Isabel Navarro tengo 40 años y hoy estoy aquí para contar la historia que marcó mi vida para siempre durante más de dos décadas viví entre los muros de un convento en México convencida de que mi sacrificio era la voluntad de Dios pero lo que vi experimenté dentro de esas paredes me llevó a cuestionar todo lo que alguna vez creí crecí en una familia tradicional en un pequeño pueblo donde la fe lo era todo mi padre un hombre rígido veía en la religión una forma de tener el orden en casa desde pequeña fui
instruida en los valores del catolicismo con una devoción inquebrantable Pero a medida que crecía mi espíritu inquieto me empujaba a hacer preguntas preguntas que no siempre tenían respuesta cuando cumplí 19 años mi padre tomó una decisión por mí para él mi Independencia era un peligro una señal de Rebeldía no quería que siguiera un camino que él consideraba mundano y pecaminoso así que me envió al convento de San María de La redención según él allí encontraría mi propósito y me convertiría en una mujer digna ante los ojos de Dios El día que crucé las puertas del
convento sentí que mi vida quedaba atrás era un lugar imponente con muros de piedra fría y ventanas altas por donde apenas entraba la luz al llegar nos hicieron dejar nuestras pertenencias mundanas como si despojarnos de ellas fuera el primer paso hacia la santidad las reglas eran estrictas no se permitía hablar sin permiso el silencio era una forma de disciplina todo en el convento estaba Regido por horarios Oraciones al amanecer trabajo manual durante el día lecturas espirituales por la tarde y penitencia por la noche era un mundo cerrado donde la obediencia era el pilar más importante
la madre superiora Josefina era una mujer severa de mirada penetrante y manos firmes desde el primer día dejó Claro que allí dentro no había lugar para la desobediencia sus palabras eran ley y no toleraba cuestionamientos al principio intenté adaptarme creí que esa vida de renuncia me acercaría más a Dios pero algo dentro de mí empezó a inquietarse Había algo en el ambiente del convento que me hacía sentir incompleta como si en lugar de estar creciendo en mi fe estuviera perdiéndome a mí misma los días pasaban y cada vez me resultaba más difícil aceptar las reglas
sin cuestionarlas veía el miedo en los ojos de algunas hermanas la sumisión en sus gestos el dolor en sus silencios algo no estaba bien una noche mientras estaba en la capilla vi a una de las hermanas arrodillada en un rincón oscuro su respiración era entrecortada y sus manos temblaban me acerqué en silencio Pero antes de que pudiera hablar ella se puso de pie apresuradamente y salió de la capilla con la cabeza gacha Esa fue la primera señal algo estaba ocurriendo dentro de esos muros algo de lo que nadie hablaba desde entonces empecé a notar pequeños
detalles que antes habían pasado desapercibidos susurros en los pasillos durante la noche miradas de miedo entre las hermanas ausencias repentinas sin explicaciones un día me encontré con una joven novicia llamada Clara era distinta a las demás siempre tenía un aire de nerviosismo y sus ojos parecían Buscar una salida invisible nos asignaron juntas para limpiar la biblioteca y fue ahí donde en un susurro me dijo algo que me heló la sangre Isabel este lugar no es lo que crees quise preguntarle a qué se refería pero en ese momento la madre superiora entró a la sala y
Clara se quedó en silencio de inmediato con la vista clavada en el suelo esa frase quedó grabada en mi mente qué significaba A qué se refería con que el convento no era lo que yo creía mi fe seguía firme pero las dudas comenzaban a sembrarse en mi corazón si Dios Estaba en este lugar por qué había tanto miedo en los rostros de las hermanas una noche mientras intentaba dormir escuché un soso apagado En la celda de al lado me levanté con cautela y acerqué el oído a la pared era Clara Señor ayúdame a salir de
aquí mi corazón latió con fuerza quise tocar la pared y hablarle pero algo me detuvo los días siguientes fueron una batalla interna por un lado quería creer que todo estaba bien que el convento Era realmente Un refugio de fe y que mi propósito estaba allí pero algo me decía que no debía ignorar lo que estaba viendo entonces ocurrió lo inesperado una mañana al llegar a la capilla para las oraciones Noté que Clara no estaba en su lugar habitual busqué con la mirada pero no la vi por ninguna parte cuando terminó la me acerqué a una
de las hermanas y pregunté dónde está Clara ella me miró con pánico y luego bajó la cabeza sin responder me acerqué a otra hermana pero antes de que pudiera hablar la madre superiora apareció en la puerta Clara ha sido trasladada dijo con su tono firme no hay más preguntas pero yo tenía muchas preguntas y estaba decidida a encontrar las respuestas la ausencia declara dejó un vacío en el convento pero lo más inquietante fue el silencio que la rodeó nadie hablaba de ella era como si nunca hubiera existido intenté preguntar discretamente a algunas hermanas pero cada
vez que mencionaba su nombre recibía la misma mirada de terror antes de que bajaran la cabeza y siguieran con sus tareas algo dentro de mí me decía que no debía ignorar lo que estaba pasando la madre superiora al notar mis intentos de indagar me llamó a su despacho su oficina está estaba decorada con imágenes de santos un crucifijo colgaba en la pared y en su escritorio había una Biblia abierta su voz fue firme pero no levantó la mirada de los documentos que tenía frente a ella hermana Isabel he notado su inquietud estos días espero que
recuerde que la obediencia es un Pilar fundamental en nuestra vida de servicio no supe qué responder algo en su tono me dejó Claro que no debía seguir haciendo preguntas aquí nos entregamos a la voluntad de Dios no debemos distraernos con asuntos que no nos competen Clara fue trasladada por razones que no necesitan explicación debe centrarse en su fe salí de su oficina con un nudo en la garganta algo estaba mal pero cómo podía saber qué era sin levantar sospechas los días transcurrieron con normalidad al menos en apariencia me concentré en mis tareas diarias pero mi
mente no dejaba de pensar en Clara durante las oraciones observaba a las otras hermanas en busca de respuestas algunas tenían los ojos rojos como si hubieran llorado en silencio otras parecían más nerviosas de lo habitual una noche mientras ayudaba a organizar la despensa del convento Me encontré con otra novicia Rosa era reservada pero en su rostro noté algo familiar miedo tú sabes qué pasó con clara le pregunté en voz baja Rosa me miró de reojo y negó con la cabeza no preguntes Isabel no hagas lo mismo que ella su respuesta me dejó paralizada lo mismo
que ella Rosa respiró hondo y se acercó hablándome apenas en un susurro Clara quería irse y las que quieren irse desaparecen sentí un escalofrío recorrer mi espalda y a dónde las llevan No lo sé pero nadie vuelve la conversación se detuvo cuando otra hermana entró en la desp Rosa se alejó de inmediato y continuó con su trabajo como si nada hubiera pasado esa noche no pude dormir Si lo que Rosa decía era cierto qué significaba Para mí podría ser castigada solo por hacer preguntas con el tiempo Noté que la disciplina en el convento no solo
se basaba en la fe sino también en el miedo algunas hermanas recibían penitencias extremas por errores insignificantes arrodillarse sobre granos de arroz horas de ayuno forzado o incluso encierros en celdas oscuras la devoción parecía haber sido reemplazada por un sistema de control yo misma fui castigada una tarde por no haber terminado mis tareas de limpieza a tiempo me ordenaron permanecer en oración por 6 horas sin moverme mis rodillas dolían mi espalda ardía y mi estómago rugía de hambre pero nadie se atrevió a intervenir mientras estaba ahí inmóvil en la capilla mi mente no dejaba de
repetir una pregunta Dios quiere esto para nosotras si Dios es amor Por qué nos enseñan a temerle más que a confiar en él esa duda creció en mí como una semilla en la oscuridad la última prueba de que algo estaba muy mal llegó una madrugada me desperté por un sonido en los pasillos pasos apresurados susurros y un golpe seco me levanté lentamente de la cama y me acerqué a la puerta de mi celda por la rendija vi a dos hermanas arrastrando algo envuelto en una manta el corazón Me martilla el pecho no pude distinguir qué
era pero sentí el impulso de intervenir sin embargo mi cuerpo se paralizó minutos después los pasos se alejaron y el convento volvió a sumirse en su inquietante silencio regresé a la cama sin poder cerrar los ojos lo que había visto esa noche me confirmó que la fe que yo conocía no era la que se practicaba en este lugar no podía seguir ignorándolo tenía que descubrir la verdad la inquietud me consumía después de lo que había visto aquella noche supe que no podía seguir ignorando lo que ocurría en el convento pero Cómo descubrir la verdad sin
que sospecharán de mí los días siguientes Me obligué a actuar con normalidad bajaba la mirada en presencia de la madre superiora cumplía mis tareas con obediencia y mantenía la boca cerrada sin embargo mis ojos estaban más abiertos que nunca decidí que la única forma de entender que sucedía era Investigar por mi cuenta me enfoqué en los lugares del convento donde las hermanas no solían ir en rincones oscuros habitaciones cerradas y en los almacenes polvorientos que rara vez se usaban fue así como terminé en el desván el desván del convento era un espacio abandonado en el
ala más antigua del edificio nadie entraba ahí salvo para depositar objetos en desuso el aire era espeso con el aroma de libros viejos y madera húmeda revisé baúles estanterías y cajas llenas de papeles amarillentos hasta que mis manos encontraron algo que me dejó sin aliento un pequeño cuaderno de cuero con las iniciales en sí grabadas en la portada lo abrí con cautela sintiendo un escalofrío recorrerme la espalda las primeras páginas estaban escritas con una caligrafía elegante pero la tinta había comenzado a desteñirse con el tiempo a medida que leía me di cuenta de que aquel
diario pertenecía a una exh hermana del convento su nombre era María castillo y sus palabras contaban una historia aterradora al principio creí que este lugar era Un refugio para las almas devotas pero pronto entendí que no era un convento sino una prisión disfrazada de santidad las hermanas que intentan marcharse son castigadas algunas son encerradas por días sin comida ni agua otras desaparecen y nadie vuelve a mencionarlas nadie se atreve a hablar nadie se atreve a preguntar madre Josefina dice que la obediencia nos acerca a Dios Pero por qué su versión de Dios Parece tan cruel
intenté huir pero me descubrieron ahora sé que no tengo escapatoria la última frase estaba escrita con trazos temblorosos si alguien encuentra este diario por favor no se quede callada no permita que esto continúe mi corazón la tía con fuerza las palabras de María Castillo confirmaban mis peores temores lo que estaba sucediendo en el convento no era reciente llevaba años ocurriendo en silencio en la oscuridad el miedo se apoderó de mí Miré a mi alrededor asegurándome de que nadie me hubiera seguido luego escondí el diario bajo mis ropas y salí del desván con pasos ligeros regresé
a mi celda y esperé hasta la noche para volver a leerlo con más calma cada palabra me desgarraba por dentro no podía entender como algo tan perverso se escondía bajo el manto de la fe por qué nadie hacía nada me asaltaron recuerdos de mi infancia de mi madre enseñando sobre el amor de Dios de mi padre diciéndome que en el convento encontraría mi propósito pero lo que estaba viviendo aquí no era amor era control castigo miedo me quedé despierta hasta el amanecer con el diario apretado contra mi pecho la mañana siguiente fue diferente Miré a
las otras hermanas con nuevos ojos preguntándome Cuántas de ellas sabían la verdad Y cuántas habían sido Víctimas de ella el desayuno transcurrió en silencio como siempre pero pude notar la tensión en el aire algo Estaba cambiando en mí y tenía miedo de que se notara decidí que debía seguir investigando si María había escrito sobre las desapariciones tal vez también había dejado pista sobre queé pasaba con las hermanas que desaparecían Y eso significaba que debía Volver al desván esperé a la noche y con el corazón latiendo como un tambor me deslicen la respiración cada sonido de
mis propios pasos parecía una explosión en el silencio cuando llegué al desván encendí una vela y busqué en el mismo baúl Donde había encontrado el diario entre viejas telas y papeles desgastados mis dedos tocaron algo más era un pedazo de tela negra y dentro de ella un rosario roto lo levanté con manos temblorosas no había duda era el rosario de Clara el aire se volvió más pesado sentí que alguien me me giré bruscamente pero no vi a nadie el miedo me paralizó Por un instante pero luego supe que ya no había vuelta atrás lo que
había descubierto era solo el comienzo y no podía permitir que mi miedo me impidiera seguir no pude dormir esa noche mi mente repetía una y otra vez lo que había leído en el Diario de María Castillo las palabras estaban grabadas en mi corazón cada línea era una advertencia de que el convento escondía algo oscuro algo que no podía seguir ignorando Pero lo que más me perturbaba era el rosario roto de Clara lo había sostenido entre mis manos como una prueba tangible de que ella no se había ido voluntariamente la historia de su traslado era una
mentira me senté en mi cama con el diario apretado contra el pecho no podía permitir que el miedo me paralizara si Dios me había permitido descubrir Esto entonces debía hacer algo a la mañana siguiente el convento seguía su rutina de siempre las hermanas oraban trabajaban en silencio obedecían sin cuestionar todo parecía normal pero yo sabía que bajo esa fachada de Piedad había miedo cuando entré a la capilla sentí un escalofrío miré las filas de hermanas con sus cabezas inclinadas rezando con devoción y me pregunté Cuántas de ellas sabían la verdad busqué a Rosa con la
mirada y la encontré sentada en una de las bancas traseras me acerqué lentamente y sin mirarla directamente su susurré anoche encontré algo Rosa se tensó no hables aquí nos observan tragué saliva y volví a inclinar la cabeza fingiendo estar concentrada en la oración al salir de la capilla la busqué de nuevo la encontré en el huerto cortando hierbas con manos temblorosas me acerqué y con cuidado Saqué el rosario de Clara de mi bolsillo los ojos de Rosa Se abrieron de par en par dónde lo encontraste en el desván Ella dejó caer Las tijeras al suelo
y su rostro perdió el color ella no se fue verdad susurró con un hilo de voz negué con la cabeza tenemos que averiguar Qué pasó Rosa me miró con terror no Isabel no puedes seguir con esto no sabes lo que te harán si te descubren pero ya no había vuelta atrás esa noche esperé a que todas las luces se apagaran en el convento sabía que si quería descubrir la verdad debía moverme con cautela me deslicen vuelto en una manta seguí los pasillos oscuros avanzando lentamente con cada sombra pareciendo alargarse a mi alrededor el aire olía
acera derretida y piedra húmeda llegué a hasta una puerta de madera al final de un pasillo nunca la había visto abierta antes pero esa noche la encontré entreabierta contuve la respiración y entré Bajé las escaleras de piedra con cuidado sintiendo que cada peldaño me llevaba más profundo en un lugar al que no pertenecía el aire era más frío ahí abajo un olor a humedad y encierro lo impregnaba todo cuando llegué al final de las escaleras mi sangre se heló había pequeñas celdas de piedra con oxidadas en el suelo había restos de pan seco y cubos
de agua sucia no podía ser verdad el convento tenía una prisión oculta me acerqué a una de las celdas y vi algo que hizo que mi estómago se encogieron de paja había un hábito Doblado con un rosario encima el corazón Me martilla el pecho habían encerrado aquí a Clara miré las demás celdas pero estaban vacías sin embar los signos de que alguien había estado allí eran evidentes me sentí mareada entonces un ruido detrás de mí me hizo girar de golpe quién anda ahí era la voz de la madre superiora el terror me paralizó antes de
que pudiera moverme sentí una mano aferrarse a mi brazo con fuerza hermana Isabel susurró la madre superiora con su voz fría Qué hace aquí tragué saliva tratando de encontrar una excusa Pero sabía que no había forma de justificarme la madre superiora Me sostuvo con más fuerza y me empujó contra la pared la curiosidad es peligrosa hermana Espero que lo entienda su mirada era de advertencia pero también de algo más de amenaza esa noche fui enviada a mi celda y la puerta fue cerrada con llave desde afuera me quedé sentada en la oscuridad sintiendo el frío
de la habitación rodearme no sabía qué harían conmigo pero sí sabía una cosa Clara nunca se fue del convento y yo podría ser la siguiente el sonido de la llave girando en la cerradura resonó en la celda con un ecoh hueco había pasado toda la noche sentada contra la pared abrazando mis propias rodillas con el frío de la piedra filtrándose en mis huesos la madre superiora había dicho poco cuando me encerró solo me advirtió con esa voz afilada como una navaja mañana hablaremos ahora la puerta se abría lentamente dos hermanas se presentaron ante mí con
rostros inertes como si su única función fuera obedecer órdenes levántese hermana Isabel dijo una de ellas mi cuerpo estaba rígido entumecido me puse de pie con esfuerzo obligándome a aparentar calma las mujeres me escoltaron en silencio por los pasillos del convento hasta la oficina de la madre superiora el aire estaba Pesado Mi corazón la tía con fuerza mientras me preguntaba qué haría conmigo la madre superiora estaba sentada detrás de su escritorio de madera oscura con las manos entrelazadas sobre la mesa no levantó la vista Cuando entré las hermanas que me escoltaban se quedaron en la
puerta inmóviles la madre superiora suspiró cerró un libro grueso que tenía enfrente y me dirigió una mirada gélida hermana Isabel usted ha demostrado ser un problema El silencio se instaló entre nosotras no sabía si debía responder así que opté por no decir nada ella inclinó la cabeza evaluándose moraban los míos o acaso cree que sabe más que aquellos a quienes se ha puesto para guiar su camino sentí la sangre hervir en mis venas no podía seguir callando con todo respeto madre dije eligiendo mis palabras con cuidado lo que vi en la cripta no es la
voluntad de Dios un Destello de advertencia cruzó sus ojos pero su expresión permaneció Serena usted no comprende hermana se levantó de su silla con calma y caminó hacia la ventana mir al convento con una especie de melancolía el mundo allá afuera es cruel susurró en este lugar protegemos a las mujeres del pecado de la tentación aquí ellas encuentran la salvación cerré los puños las encierran dije con firmeza las castigan la madre superiora giró lentamente hacia mí la disciplina es amor sentí un nudo en la garganta y Clara pregunté con un hilo de voz por primera
vez vi un Destello de ira en sus ojos hermana Isabel su Tono era una advertencia di un paso adelante Dónde está Clara el silencio que siguió fue aterrador hasta que la madre superiora sonrió hermana Isabel dijo en un tono casi compasivo creo que es hora de que entienda lo que significa la verdadera penitencia me llevaron a una celda diferente una más fría más oscura el suelo de piedra estaba húmedo y el aire olía a encierro y desesperación las dos hermanas que me escoltaron cerraron la puerta tras de sí sin pronunciar una palabra me quedé sola
el pánico comenzó a apoderarse de mí respiré hondo intentando calmarme pero mi cuerpo temblaba Cómo había llegado a esto había entrado en este convento buscando a Dios creyendo que estaba haciendo su voluntad pero ahora en Ada en la oscuridad solo podía preguntarme Dios me había abandonado perdí la noción del tiempo no sabía si habían pasado horas o días no me daban comida ni agua mi cuerpo estaba débil mi garganta seca mis labios agrietados mis rodillas dolían de tanto estar encogida contra la pared la desesperación comenzó a consumirme por primera vez en mi vida dudé dudé
de mi fe dudé de la existencia de Dios dudé de todo me acurruqué en un rincón sintiendo el peso del Silencio absoluto solo podía oír mi propia respiración entrecortada entre el hambre y el miedo entonces mis pensamientos me llevaron de vuelta a mi infancia recordé a mi madre sentada junto a mi cama cantándome una oración cuando tenía miedo recordé la voz de mi padre hablándome sobre la fe y la confianza en Dios recordé los sermones en la iglesia de mi pueblo donde decían que Dios nunca nos abandona pero aquí estaba yo sola Oh no y
cuando creí que no podía más cuando mis fuerzas se desvanecían y la oscuridad parecía tragarse mi alma Lo hice grité Señor ayúdame mi voz resonó en la celda vacía pero no hubo respuesta las lágrimas brotaron de mis ojos dónde estás susurré Con el poco aliento que me quedaba por qué me dejaste aquí me derrumbo creí que ese era el final Pero entonces Sentí algo no fue una voz No fue una visión fue un calor en mi pecho una paz que no provenía del lugar en el que estaba fue como si alguien me envolviera en un
abrazo invisible como si el aire se volviera más liviano por un instante y entendí Dios no me había abandonado él siempre había estado ahí Solo que yo había estado buscándolo en el lugar equivocado respiré hondo sintiendo como el miedo empezaba a disiparse en ese momento supe que debía escapar debía salir de ahí no solo por mí sino por todas las que habían sido silenciadas y esta vez no permitiría que el miedo me detuviera la celda estaba en completo silencio excepto por mi propia respiración entrecortada el frío de la piedra Bajo Mi Piel era casi sostenible
pero ya no sentía solo el dolor físico lo que más me consumía era el peso de la incertidumbre sabía que si no escapaba aquella noche quizás nunca más tendría otra oportunidad no podía quedarme ahí esperando mi destino me acerqué lentamente a la puerta de la celda y pegué el oído a la madera no Se oía nada en el pasillo aún así mi corazón la tía con tanta fuerza que temí que su sonido atrajera a alguien respiré hondo Caminé hasta la pequeña ventana en la pared y miré el cielo apenas un tenue reflejo de la luna
iluminaba el convento sabía que debía actuar antes del amanecer si me quedaba desaparecería si intentaba escapar y fallaba me encerraría para siempre pero si lograba salir si lograba salir entonces habría esperanza mi oportunidad llegó cuando la puerta de la celda se abrió No fue un guardia no fue la madre fue Rosa su rostro estaba pálido y sus manos temblaban pero en sus ojos había determinación Isabel Tenemos que irnos susurró el aire se quedó Atrapado en mi garganta Cómo no hay tiempo me interrumpió sé cómo salir pero debemos ser rápidas asentí sin dudarlo mi cuerpo entero
se llenó de Adrenalina cuando salimos al pasillo en puntillas los corredores estaban oscur apenas iluminados por la luz de algunas velas encendidas en los altares cada paso se sentía como una eternidad mi piel se erizaba con cada sombra en las paredes con cada sonido que parecía amplificarse en el silencio del convento sabíamos que si nos atrapaban No tendríamos una segunda oportunidad Rosa me guió hasta una puerta pequeña al final de un pasillo lateral la madre superiora tiene la llave susurré sintiendo el terror apoderarse de mí Rosa sacó algo de su hábito era un manojo de
llaves las tomé cuando recogía la ropa de la lavandería mi corazón latía como un tambor cada sonido parecía ser un estruendo cada minuto se sentía como una eternidad Rosa intentó una llave no funcionó probó otra nada mi pecho subía y bajaba con rapidez sintiendo que en cualquier momento la madre superiora aparecería detrás de nosotras entonces en el tercer intento El sonido del metal girando en la cerradura nos hizo contener la respiración la puerta se abrió con un chirrido nos miramos y corrimos el aire frío de la madrugada golpeó mi rostro cuando salimos por la puerta
trasera del convento corrimos a través del patio trasero sintiendo la tierra húmeda bajo nuestros pies descalzos los muros del convento eran altos pero Rosa me llevó hasta un rincón donde un viejo árbol cre junto a la pared podemos subir por aquí susurró colocando sus manos en la corteza rugosa el miedo me oprimía el pecho no teníamos tiempo me sujet con fuerza a una de las ramas más bajas y empecé a trepar mis músculos protestaban debilitados por el encierro pero la adrenalina me impulsaba cuando llegué a la cima ayudé a Rosa a subir nos detuvimos un
segundo en el borde del muro desde ahí podíamos ver el mundo exterior era la primera vez en años que veía algo más allá de esas paredes no era un paisaje especial solo la calle de un pequeño pueblo aún dormido pero para mí era la promesa de libertad saltamos el impacto me sacudió hasta los huesos pero no me detuve tomé ar rosa de la mano y comenzamos a correr corrimos sin mirar atrás corrimos como si nuestras vidas dependieran de ello porque de dependían no sé cuánto tiempo corrimos minutos horas una eternidad cuando Finalmente nos detuvimos estábamos
fuera del pueblo El cielo empezaba a aclarar Rosa cayó de rodillas jadeando Yo también me desplomar seca sintiendo las piernas arder habíamos escapado habíamos escapado pero Y ahora qué me abracé a mí misma sintiendo el de mi propio cuerpo por primera vez en años no estaba en el convento no estaba encerrada pero tampoco tenía un hogar las lágrimas quemaron mis ojos qué hacemos ahora susurró Rosa miré el Horizonte viendo como el sol empezaba a asomarse en el cielo Entonces recordé algo en mi infancia antes de entrar al convento había visitado un pequeño pueblo con mi
madre allí una familia cristiana había abierto sus puertas para ayudarnos en un momento difícil no estaba segura de que aún vivieran allí pero era nuestra única opción me limpié las lágrimas y tomé la mano de rosa con firmeza conozco un lugar ella me miró con esperanza Estás segura No admití pero Dios nos guiará nos pusimos de pie con esfuerzo el mundo afuera era desconocido pero no estaba sola y por primera vez en mucho tiempo sentí Paz Rosa y yo seguimos caminando Sin rumbo fijo con los pies descalzos lastimados por el camino de tierra no sabíamos
cuánto tiempo habíamos estado en movimiento pero el sol ya iluminaba el cielo con tonos dorados Cuando llegamos a las afueras de un pequeño pueblo El hambre mordía mi estómago y mi cuerpo clamaba por descanso pero no podíamos detenernos No todavía me volví hacia Rosa que caminaba a mi lado con la misma fatiga reflejada en su rostro estamos cerca le dije Aunque en realidad no estaba segura ella asintió sin fuerzas el silencio entre nosotras era diferente Ahora no era el miedo de antes sino una especie de alivio contenido una paz frágil después de la tormenta El
pueblo era tranquilo con calles empedradas y pequeñas casas con fachadas blancas y techos de teja Roja se escuchaba el canto de los gallos y el murmullo de los primeros Aldeanos saliendo a sus labores diarias cada rostro que veía era un recordatorio de que ya no pertenecía a ese mundo éramos dos mujeres solas con hábitos sucios y desgarrados y ninguna certeza de lo que vendría después pero seguí caminando recordaba vagamente la casa que buscaba había estado allí cuando era niña acompañando a mi madre en una visita a una familia cristiana que ofrecía ayuda a quienes lo
necesitaban mi corazón l tía con esperanza si aún estaban allí tal vez encontraríamos refugio cuando finalmente la vi Supe que era la misma casa las paredes encaladas estaban un poco más desgastadas y el jardín que recordaba florecido ahora Tenía arbustos secos pero la esencia seguía intacta Rosa me miró con duda cuando me detuve frente a la puerta de madera tragué saliva y toqué esperamos en silencio escuchamos pasos al otro lado entonces la puerta se abrió una mujer de mediana edad nos miró con sorpresa tenía el rostro amable y el cabello recogido en un moño desordenado
sí preguntó con voz suave mis labios estaban secos me llamo Isabel dije con dificultad hace años mi madre y yo vinimos aquí ustedes ayudaban a la gente la mujer frunció el seño tratando de recordar Isabel repitió la hija de Teresa Mi corazón se detuvo sí susurré su expresión se transformó Dios mío antes de que pudiera reaccionar me envolvió en un abrazo tu madre hablaba de ti todo el tiempo cuando dejó de venir pensamos que algo había pasado las lágrimas ardieron en mis ojos no podía creerlo necesitamos ayuda dije con voz entrecortada la mujer nos miró
con compasión y asintió pasen están a salvo aquí nos dieron agua y pan nunca en mi vida había sentido tanto alivio con un bocado de comida Rosa no dejaba de llorar mientras bebía como si la realidad de nuestra libertad finalmente la alcanzara Yo también me sentía abrumada pero aún Había algo que necesitaba saber mi madre dónde está la mujer bajó la mirada hace unos años se enfermó mi pecho se apretó no tuve que escuchar más para entender mi madre ya no estaba las lágrimas cayeron por mis mejillas todo este tiempo había creído que algún día
la vería de nuevo que podría explicarle por qué me había ido ahora era demasiado tarde Rosa tomó mi mano dándome Consuelo sin palabras Lo siento tanto susurró la mujer respiré hondo tratando de calmarme mi padre sigue aquí ella asintió sí pero no es el mismo de antes mi corazón l tía con fuerza después de tantos años cómo me recibiría me llevaron a la casa de mi infancia era más pequeña de lo que recordaba el tiempo la había cambiado igual que a mí me paré frente a la puerta con el estómago revuelto finalmente reuní el valor
y llamé unos segundos después la puerta se abrió Mi padre estaba ahí su cabello tenía más canas su rostro más arrugas pero sus ojos seguían siendo los mismos se quedó en silencio mirándome con incredulidad papá mi voz se quebró el respiró hondo y por un momento pensé que me rechazaría Pero entonces vi lágrimas acumularse en sus ojos hija su voz tembló y sin más me envolvió En sus brazos el tiempo desapareció todo el dolor la separación los años perdidos nada de eso importaba Ahora solo que finalmente estaba en casa nos sentamos en la sala donde
el olor a café recién hecho llenaba el aire papá me miraba con los ojos llenos de emociones encontradas te busqué dijo con voz quebrada pero nunca encontré respuestas las lágrimas llenaron mis ojos no tenía forma de volver se frotó el rostro tratando de recomponerse estás aquí ahora eso es lo único que importa me tomó de la mano y la apretó con fuerza siempre hay un nuevo comienzo hija sus palabras se quedaron grabadas en mi alma Después de tanto dolor de tanto miedo finalmente lo entendí Dios nunca nos abandona nosotros somos los que a veces nos
alejamos de él pero siempre podemos regresar el sol de la tarde entraba por la ventana de la casa de mi padre bañando la pequeña sala con una luz cálida Aunque mi cuerpo estaba exhausto mi alma comenzaba a encontrar descanso después de tantos años después de todo lo que había vivido estaba en casa pero algo dentro de mí seguía inquieto no podía simplemente olvidar lo que había dejado atrás los primeros días fueron difíciles me despertaba en mitad de la noche sobresaltada con el corazón latiendo desbocado el silencio del convento aún parecía susurrar en mi mente a
veces creía escuchar los pasos de la madre superiora en el pasillo o los susurros de las monjas en la oscuridad pero cuando abría los ojos solo encontraba la luz tenue de la lámpara en la casa de mi padre el miedo no desaparecía de un día para otro Rosa también luchaba con su propio pasado pasábamos horas en la cocina en el patio o simplemente sentadas sin necesidad de hablar sabíamos que ambas estábamos Aprendiendo a respir mir de nuevo mi padre me observaba con paciencia sin presionarme nunca me preguntó detalles de lo que había pasado en el
convento pero una tarde mientras bebíamos café en la mesa de madera desgastada de la cocina rompió el silencio hija alguna vez volviste a sentir la presencia de Dios en ese lugar su pregunta me tomó por sorpresa lo pensé un momento antes de responder sí dije en voz baja pero no de la manera que me hicieron creer papá me miró con atención Cómo fue respiré hondo cuando estaba en la celda sentí que todo Estaba perdido creí que Dios me había abandonado pero justo cuando me rendí sentí algo mi voz tembló no fue una voz No fue
un milagro visible fue Paz una certeza en mi corazón de que no estaba sola papá asintió con los ojos brillando Dios nunca se fue Isabel suavemente tomó mi mano sobre la mesa a veces las personas distorsionan la fe para controlar a otros pero la verdadera relación con Dios no es miedo es amor esas palabras se quedaron grabadas en mi corazón poco a poco Rosa y yo nos fuimos integrando en la vida del pueblo nos ayudaban con ropa nueva comida y poco a poco empezamos a sentirnos parte de algo otra vez yo ayudaba a mi padre
en el pequeño taller de carpintería que aún tenía me gustaba lijar la madera sentir su textura bajo mis dedos era un trabajo simple pero con cada mueble que terminaba sentía que algo en mí se reconstruí también Rosa comenzó a trabajar con la mujer que nos había acogido ayudándola en la cocina a veces la sorprendía sonriendo algo que antes parecía imposible pero lo más importante fue el día que mi padre nos llevó a la iglesia no no era como las capillas sombrías del convento Era una pequeña iglesia de madera con ventanas amplias por donde entraba la
luz del sol al cruzar las puertas sentí un peso en mi pecho No de miedo sino de emoción había pasado tantos años creyendo que la fe era castigo y control pero ahí entre esas paredes entendí lo que era la verdadera adoración las personas cantaban con gozo oraban con sinceridad no había obligación solo gratitud el pastor nos recibió con una sonrisa amable no nos hizo preguntas nos invitó a sentarnos y escuchar durante el servicio el pastor habló sobre la gracia de Dios sobre como siempre hay un camino de regreso sin importar lo lejos que hayamos estado
Dios no se aleja de nosotros dijo somos nosotros quienes nos alejamos de él pero su amor es eterno y siempre nos espera con los brazos abiertos sentí que sus palabras erá para mí las lágrimas rodaron por mi rostro pero no de tristeza sino de sanación papá me tomó la mano y la apretó con cariño Rosa también lloraba en silencio por primera vez en años comprendí que la fe no era una cárcel era libertad era amor y yo quería conocer ese amor en su plenitud después del servicio nos quedamos a hablar con el pastor y con
otras personas de la congregación nos recibieron con los brazos abiertos sin preguntas sin juicios nos ofrecieron apoyo un lugar donde pertenecer una mujer mayor se acercó a nosotras y nos tomó de las manos No sé por lo que han pasado hijas pero Dios Las trajo aquí por una razón sentí un nudo en la garganta nunca había pensado en mi dolor como parte de un propósito mayor pero Quizás quizás Dios nos había llevado a través de la tormenta para que ahora pudiéramos ayudar a otros que estuvieran perdidos Rosa y yo nos miramos sabíamos que habíamos encontrado
nuestro hogar y esa noche antes de dormir hice algo que no había hecho en mucho tiempo oré no con miedo no con culpa sino con gratitud Porque después de tanta oscuridad finalmente había encontrado la luz el amanecer trajo consigo una brisa fresca que se filtraba por la ventana de mi habitación por primera vez en años desperté sin sentir miedo no tenía que levantarme a la fuerza antes del Alba para obedecer órdenes no tenía que temer a la madre superiora ni a las sombras del convento estaba en casa Pero había algo más algo dentro de mí
que susurraba que mi viaje aún no había terminado los días en el pueblo se convirtieron en una rutina diferente a la que conocía ya no había oraciones impuestas ni castigos en su lugar había trabajo comunidad y aprendizaje me acostumbré a ayudar a mi padre en el taller a caminar por las calles sin sentirme observada a reír con rosas sin miedo a ser castigadas pero lo más importante fue que comencé a profundizar mi relación con Dios no como lo había aprendido en el convento sino como un encuentro personal sincero y lleno de amor el pastor de
la iglesia nos visitaba con frecuencia a veces se sentaba con nosotras y escuchaba nuestras historias sin juzgarnos Dios sana las heridas más profundas nos decía y cuando nos restaura también nos da una nueva misión esas palabras quedaron grabadas en mi corazón una noche mientras Rosa y yo conversábamos junto al fuego le confesé lo que sentía no puedo quedarme aquí para siempre susurré ella frunció el seño por qué Aquí estamos seguras Sí pero y las demás Rosa se quedó en silencio yo continué nosotras logramos escapar pero otras siguen ahí dentro otras siguen viviendo en miedo creyendo
Que Dios las ha abandonado las lágrimas llenaron los ojos de Rosa y qué podemos hacer preguntó con voz temblorosa tomé su mano con fuerza Debemos hablar contar lo que vivimos crees que alguien nos escuchará si Dios nos rescató es porque hay un propósito Rosa cerró los ojos dejando que una lágrima rodara por su mejilla cuando los abrió de nuevo vi determinación en su mirada tienes razón comenzamos a contar nuestra historia en la iglesia al principio temíamos que nos juzgaran pero ocurrió lo contrario las personas nos abrazaban oraban por nosotras y nos animaban a seguir adelante
nos ofrecieron ayuda para denunciar lo que había sucedido en el convento para evitar que otras mujeres pasaran por lo mismo el pastor nos conectó con otras Iglesias en pueblos cercanos nos pedían que habláramos que compartiéramos nuestro testimonio y con cada historia que contábamos sentíamos que Dios Estaba obrando a través de nosotras un día una joven se acercó después de uno de nuestros testimonios sus ojos estaban llenos de Lágrimas y sus manos temblaban yo también susurró también estuve En un convento como ese el mundo pareció detenerse por un momento Rosa y yo nos miramos con el
corazón latiendo con fuerza la joven continuó con la voz entrecortada logré salir hace años pero nunca supe cómo hablar de eso hasta ahora lágrimas llenaron mis ojos no éramos las únicas y entendí que nuestra misión apenas comenzaba pasaron los meses y nuestra historia llegó a más lugares cada vez más mujeres se acercaban algunas para contar sus propias historias otras para sanar las heridas del pasado no importaba cuánto dolor hubiéramos vivido ahora sabíamos que Dios nos había salvado con un propósito y ese propósito era ayudar a otras a encontrar la luz Un día después de compartir
nuestro testimonio en otra iglesia Rosa y yo nos sentamos a la orilla de un río observando el agua fluir a veces aún me duele recordar susurró Rosa asentí el pasado no desaparece pero ya no nos controla ella me miró con una sonrisa débil crees que algún día podremos olvidar tomé aire y miré el cielo No creo que se trate de olvidar se trata de recordar con gratitud Rosa suspiró y apoyó la cabeza en mi hombro nos quedamos en silencio sintiendo la paz de ese momento sabíamos que aún había mucho por hacer pero ahora no teníamos
miedo Dios nos había dado una nueva vida y con cada palabra que compartíamos con cada persona que sanaba sentíamos que habíamos encontrado nuestro verdadero propósito el viento fresco soplaba suavemente mientras caminábamos hacia la iglesia del pueblo El sol se filtraba a través de los árboles iluminando el sendero con una luz cálida y acogedora cada paso que daba me hacía recordar cuánto había cambiado mi vida en el último año antes mi fe estaba envuelta en cadenas distorsionada por el miedo y el control ahora la sentía libre Llena de amor y propósito Dios había restaurado todo lo
que pensé que estaba perdido y Hoy daría un paso más hacia mi nueva vida la iglesia estaba llena no era un gran templo pero su sencillez transmitía Paz desde el altar el pastor no sonrió al vernos entrar Rosa caminaba a mi lado con las manos entrelazadas y una expresión Serena en el rostro nos sentamos en la primera fila cerca del púlpito era un día especial un día de entrega un día de redención durante meses habíamos compartido nuestro testimonio en diferentes lugares cada vez que hablábamos más personas nos buscaban para contar sus propias historias algunas lloraban
en nuestros brazos otras nos agradecían por haber dado voz a lo que ellas no podían decir conocimos mujeres que habían escapado de situaciones similares y que como nosotras estaban buscando sanación Dios nos había usado para abrir puertas para llevar Consuelo Para sanar y con cada testimonio nuestra fe se hacía más fuerte Hoy es un día de celebración dijo el pastor con una sonrisa hoy Isabel y rosa dan un paso más en su camino con Dios un murmullo de alegría recorrió la congregación mi corazón latía con fuerza pero no de miedo esta vez era de emoción
nos pusimos de pie y caminamos hacia el frente era el momento que habíamos estado el pastor nos miró con ternura hoy delante de esta comunidad y delante de Dios Ustedes han decidido confirmar su fe y su nueva vida en Cristo sentí lágrimas acumularse en mis ojos antes vivieron en la oscuridad continuó pero el Señor las ha llamado a la luz Miré a Rosa y ella me devolvió la mirada con los ojos llenos de emoción sabíamos que esto no se trataba solo de nosotras se trataba de lo que Dios había hecho en nuestras vidas de cómo
nos había rescatado de cómo nos había sanado y de cómo nos había dado un nuevo propósito el agua estaba fría pero no importaba cuando me sumergí sentí que todo lo viejo se quedaba atrás el miedo el dolor la culpa todo lo que el convento había intentado Apagar en mí ahora era restaurado en Dios cuando salí del agua el sonido de los aplausos llenó el aire pero más que eso Sentí algo en mi interior libertad paz un nuevo comienzo Rosa fue bautizada después de mí cuando salió del agua me abrazó con fuerza ambas lloramos Pero no
eran Lágrimas de tristeza eran Lágrimas de gozo Porque después de tanto dolor después de tanto sufrimiento habíamos sido redimidas esa noche después de la celebración nos sentamos a fuera fuera de la casa de mi padre mirando las estrellas crees que todo esto pasó por una razón preguntó rosa en voz baja miré el cielo respirando hondo Sí ella sonrió yo también nos quedamos en silencio por un momento luego Rosa tomó mi mano Gracias por no rendirte sonreí Gracias por quedarte a mi lado cerramos los ojos y oramos juntas no por el pasado no por lo que
habíamos perdido sino por todo lo que Dios aún tenía para nosotras nuestro viaje apenas comenzaba Dios nos había redimido nos había sanado y ahora nos llamaba a vivir en su amor no había más miedo no había más cadenas solo había gracia solo había libertad y en eso encontramos nuestra verdadera redención