DIOS TE DICE: VIENE EL TIEMPO DONDE VAS A RECUPERAR MUCHAS COSAS PERDIDAS

131.8k views9518 WordsCopy TextShare
Reflexiones Bíblicas Diarias
🔥 ¡SUSCRÍBETE Para Más Contenido Inspirador! ➡️ http://www.youtube.com/channel/UC2-jTjH3aPlPySN9C4q...
Video Transcript:
¿Alguna vez has sentido que la vida te quitó más de lo que te dio? Has mirado atrás con lágrimas en los ojos, preguntándote por qué perdiste lo que más amabas, lo que más necesitabas, lo que más anhelabas y lo más duro. ¿Has llegado a pensar que ya no hay vuelta atrás, que lo perdido jamás volverá? Y si te dijera que no todo está perdido, que el cielo está escribiendo un nuevo capítulo en tu historia y que lo que el enemigo te robó, lo que la vida te quitó y lo que tú mismo dejaste caer por
debilidad, por cansancio o por falta de fe, Dios te lo quiere devolver. Sí. Hoy el Espíritu Santo te dice, "Viene el tiempo donde vas a recuperar muchas cosas perdidas." Y no estoy hablando solo de objetos o personas, sino de propósitos, oportunidades, paz, gozo, fuerza interior y llamados dormidos. Hay secretos ocultos en la palabra que revelan el poder de la restauración. Y esos secretos no están a simple vista. Solo quienes tienen oídos espirituales y un corazón dispuesto podrán percibir lo que hoy Dios quiere hablarles. La Biblia no está llena de historias felices, sino de historias rotas
que Dios restauró. Moisés después del fracaso, Job después de la pérdida, Pedro después de la negación, Israel después del exilio. Y tú, sí, tú también puedes ser parte de esa cadena divina de recuperación. Dios no ha terminado contigo y lo que perdiste no fue el final, fue solo una pausa. ¿Qué pasa si te digo que el dolor que llevas desde hace años no fue en vano? ¿Qué tal si esa pérdida que aún no entiendes fue en realidad el inicio de tu restauración? En los próximos minutos vamos a caminar por un sendero espiritual donde descubrirás por
qué Dios permite pérdidas en la vida de sus hijos. ¿Cuál es la verdadera razón por la que aún no has recuperado lo que perdiste? ¿Qué es lo que activa la restitución divina? Y lo más importante, cómo prepararte espiritualmente para recibir lo que viene. Este video no es casualidad. Si estás aquí, es porque el Espíritu Santo te trajo. Y si te quedas hasta el final vas a entender algo que puede romper cadenas invisibles y abrirte puertas que hoy están cerradas. Antes de comenzar, te invito a escribir en los comentarios esta frase como una declaración de fe.
Paz en Cristo. Hazlo ahora mismo. No lo pospongas. Ese pequeño acto es símbolo de tu compromiso con tu proceso de restauración y también dale me gusta a este video. Cuando lo haces, obligas a YouTube a mostrar este mensaje a más personas que hoy están gritando en silencio por una señal divina. Tú puedes ser el instrumento que lleve esta palabra a un corazón quebrado. Si ya lo hiciste, gracias. está siendo parte de algo eterno. Suscribirte y apoyar este canal no es solo seguir un contenido, es construir un altar digital donde miles se refugian espiritualmente cada semana.
Muchas personas no tienen una iglesia física cerca y este canal se ha convertido en su comunidad, su sostén, su espacio de comunión. Por eso necesitamos que todos participen desde el principio. Comenta paz en Cristo y únete a esta familia de fe. Y no olvides esto. La penúltima enseñanza de hoy puede contener la clave para desbloquear una bendición que llevas años esperando. Sí, así de profundo será este mensaje. Ahora sí, deja todo lo que estés haciendo. Abre tu corazón, apaga el ruido exterior porque vamos a comenzar con este estudio y hoy vas a recuperar más de
lo que perdiste. Número uno, el Dios que permite perder para enseñar a recuperar. ¿Por qué Dios permite que perdamos cosas valiosas? ¿Qué sentido tiene ver cómo se nos escapan de las manos personas, oportunidades o sueños aún cuando oramos y creemos? Estas preguntas no son solo tuyas, son el eco de miles de corazones quebrantados que alguna vez miraron al cielo y no entendieron el silencio. Pero antes de hablar de recuperación, necesitamos entender la pedagogía divina detrás de la pérdida. Dios no es un espectador frío que observa tu sufrimiento desde lejos. Él es un padre que muchas
veces permite que ciertas cosas se alejen de nuestras manos para que se acerquen a nuestro corazón. Cuando perdemos, algo en nosotros se rompe, pero también algo en nosotros se abre. Se abren los ojos del alma, se afina el oído del espíritu y se revela con claridad lo que antes estaba nublado por el ruido de la rutina. Mira, en la naturaleza los árboles más fuertes no son los que siempre reciben sol, son los que enfrentan tormentas. ¿Sabías que en los invernaderos los árboles que crecen sin viento desarrollan troncos débiles y raíces superficiales? Sin resistencia no hay
profundidad. Así también ocurre con tu fe. Algunas pérdidas que hoy lamentas fueron en realidad entrenamientos silenciosos para prepararte para una recuperación sólida y duradera. No se trata de resignarse, se trata de reconocer que si Dios lo permitió, fue porque había algo más profundo que él quería mostrarte. ¿Y qué puede haber más importante que lo que perdí? ¿Podrías pensar? La respuesta es sencilla pero profunda. Tu transformación. Dios no está tan enfocado en devolverte lo que perdiste como en formarte para que puedas sostener lo que viene. Porque muchas veces lo que se pierde no está diseñado para
quedarse y otras veces lo que se fue no estaba preparado para tu propósito. Hay personas que clamaron a Dios por restitución, pero no entendían que primero debían ser desintoxicadas de lo que les quitaba fuerza en lo secreto. Y así Dios en su sabiduría permitió la pérdida como parte del proceso de limpieza, de purificación, de santificación. ¿Te das cuenta? Ahora, no todo lo que se perdió fue una derrota. Algunas pérdidas fueron en realidad una victoria disfrazada de dolor. Hay cosas que no volverán y no deben volver, pero hay otras o sí hay otras que están en
las manos del cielo esperando el momento exacto en que tu corazón esté listo para recibirlas. Y cuando eso ocurra, vas a recuperar no solo lo que se fue, sino lo que jamás pensaste tener. La Biblia no oculta el dolor de sus protagonistas. David lloró por su hijo perdido. Ruth caminó tras el duelo de su esposo. Ana fue humillada por años por no poder concebir. Pero en cada historia hay un hilo dorado de propósito. Dios jamás permitió una pérdida sin planear una recuperación gloriosa. La clave está en entender lo que él te quiso enseñar en medio
del proceso. Porque si sales del valle sin aprendizaje, repites la temporada. Pero si lo cruzas con los ojos bien abiertos, entonces lo que viene será mayor que lo que se fue. ¿Cómo puedo saber si estoy listo para recuperar lo perdido? Esa es una pregunta valiente y la respuesta no siempre es lo que esperamos. Estás listo cuando dejas de idolatrar lo que perdiste y empiezas a adorar al que nunca se fue. Porque mientras vivas mirando hacia atrás, no tendrás manos para recibir lo nuevo. Es tiempo de dejar de lamer heridas abiertas y empezar a caminar con
expectativa. Dios no solo puede restaurarte, sino superarte. Sí, porque cuando él devuelve lo hace con intereses celestiales. Recuerda esta verdad. Dios nunca te pedirá algo sin tener algo mejor en su otra mano. Él no toma para dañar, toma para redirigir, para transformar, para madurar y, sobre todo, para enseñarte a confiar. Como una madre que suelta por un momento el juguete del niño para enseñarle a usar las manos. Así hace el Padre contigo. Te quita lo inmediato para que veas lo eterno. Hoy quizás todavía no entiendes, pero estás aquí escuchando esta palabra porque la temporada de
pérdida está por cerrarse y en su lugar se va a abrir una temporada de recuperación con propósito. Lo primero, necesitas entender lo que acabas de escuchar, porque es imposible recuperar con sabiduría si no sabes por qué lo perdiste. Así que respira hondo, levanta tu mirada y prepárate porque Dios ya está en camino con lo que es tuyo. Número dos, el principio espiritual de la restitución divina. ¿Cómo actúa Dios cuando decide devolver lo perdido? Existe una ley espiritual que garantice que lo que se fue puede volver. Muchos creen que la restitución es solo una promesa poética,
pero hoy vas a descubrir que no solo es real, es un principio del reino de los cielos. Dios no improvisa. Él establece ciclos, leyes espirituales que gobiernan lo visible y lo invisible. Así como en la tierra existe la ley de la gravedad. En el reino existe la ley de la restitución y esta ley no responde al tiempo humano, sino a la obediencia, la fe y la rendición. Cuando el pueblo de Israel fue sacado de Egipto, no solo fue liberado. Dios ordenó que salieran con oro, plata y riquezas. ¿Lo ves? No solo fueron liberados, fueron restaurados.
Dios se aseguró de que salieran cargados con lo que por generaciones les había sido negado. Eso no fue un milagro aislado. Fue una manifestación clara de este principio espiritual. Cuando Dios libera, también restituye. Y esa es la promesa que se activa en tu vida cuando pasas de la queja a la adoración, del resentimiento a la obediencia, de la desesperación a la expectativa. Pero la restitución no ocurre solo porque sí. Dios es justo y no entrega bendiciones sin propósito. Por eso, antes de devolver, él prepara, te forma, te pule, te limpia, porque Dios no quiere devolverte
algo para que lo vuelvas a perder. ¿Y por qué tarda tanto en hacerlo? Porque el tiempo de espera es también parte de la restitución. Es el horno donde se forma el carácter, donde se prueba la fe, donde se quema el orgullo y nace la humildad. Es allí en lo oculto donde Dios trabaja lo que no se ve para luego entregarte lo que sí se ve. Ahora bien, la restitución divina no siempre ocurre como esperamos. A veces no se trata de que Dios te devuelva lo mismo, sino que te devuelve en otra forma, en otro tiempo,
en otra dimensión. Hay quienes perdieron una relación y Dios les dio una familia espiritual. Otros perdieron su empleo y Dios los empujó a emprender. Algunos perdieron su voz y Dios les dio un mensaje. Eso es restitución, no volver al punto de partida, sino ser impulsado al punto de destino. Una vez conocí a una mujer que perdió todo en un divorcio. Casa, dinero, seguridad. Durante años creyó que su vida había terminado, pero en medio del vacío, Dios comenzó a usarla para acompañar a otras mujeres en procesos de sanidad emocional. Hoy dirige una red internacional de apoyo.
Dios le devolvió el matrimonio. No le dio algo mucho más poderoso, propósito. Y tú también estás en ese proceso. No todo volverá como era, pero todo volverá como debe ser. Es hora de romper el pensamiento de escasez que nos hace creer que lo perdido fue lo mejor que podíamos tener. Porque cuando Dios restituye, no lo hace con lo que se fue, lo hace con lo que te estaba esperando desde antes que supieras que lo necesitabas. ¿Qué tengo que hacer para activar esa restitución en mi vida? La respuesta no es complicada, pero sí profunda. Debes alinearte
al corazón de Dios y eso implica rendirte, perdonar, obedecer, dejar de mirar atrás y empezar a sembrar aunque aún no veas frutos. Porque el reino funciona al revés, se da para recibir, se pierde para ganar, se muere para vivir. Y así es como se activa la restitución divina. Cuando dejas de perseguir lo que perdiste y empiezas a caminar hacia lo que te espera, imagina que estás en un río y perdiste algo que la corriente se llevó. Puedes quedarte llorando en la orilla o puedes comenzar a caminar río abajo y ahí, quizás a kilómetros de distancia
encontrarás algo mejor de lo que perdiste. Así actúa Dios. Te invita a moverte, no a estancarte. te llama hacia adelante, no hacia atrás. Y en ese trayecto la bendición llega, no porque la pediste desesperadamente, sino porque fuiste transformado profundamente. Y esa es la clave. Dios no te devolverá algo que no puedas sostener. Por eso, cuando llega será el tiempo perfecto, ni antes ni después. Así que si hoy estás en el valle, no temas. Estás en camino hacia la mesa preparada y todo lo que viviste no fue en vano. Número tres, lo que se pierde revela
quién eres en Dios. ¿Qué dice de mí lo que he perdido? ¿Puede una pérdida redefinir mi identidad espiritual? Estas no son simples preguntas emocionales, son preguntas espirituales profundas que se hacen solo aquellos que han atravesado la oscuridad y han decidido buscar luz en lugar de quedarse abrazando la sombra. A veces lo que se pierde no revela una maldición, sino una misión. Dios en su infinita sabiduría permite que algunas cosas se desmoronen para que tu verdadera esencia quede al descubierto. Como el fuego que purifica el oro, así también la pérdida tiene el poder de mostrarte quién
eres cuando todo lo demás desaparece. Porque cuando ya no tienes el aplauso, la estabilidad, la compañía o el reconocimiento, lo único que queda es tu identidad en Dios. Muchos de los grandes hombres y mujeres de la Biblia descubrieron su verdadero llamado en medio de una pérdida, pero no porque Dios los castigara, sino porque Dios los estaba posicionando. Perder te posiciona, te obliga a volver a las bases, te hace mirar hacia adentro y entonces ves lo que nunca te habías detenido a observar. Tu necesidad de Dios, tu dependencia de su voz, tu hambre de algo eterno.
Cuando se va el ruido, queda el susurro de Dios. Cuando se apaga el brillo externo, aparece la luz interna. Cuando se cae la fachada, nace la autenticidad. Y eso, querido oyente, es una oportunidad disfrazada de prueba. Hay gente que al perder se pierde, pero hay otros que al perder se encuentran porque descubren que su valor no está en lo que tienen, sino en quién lo sostiene. Tal vez te han hecho creer que tus pérdidas te disminuyen, que si se fue algo importante, tú vales menos. Pero eso es una mentira del enemigo. Dios no te mide
por lo que conservas. Dios te ve por lo que has resistido. ¿Quién soy yo ahora después de lo que perdí? Esa es una de las preguntas más valientes que puedes hacerte. Y la respuesta muchas veces no se escucha de inmediato, pero se manifiesta en tus actos, en tu adoración cuando todo duele, en tu fe cuando todo tiembla, en tu servicio cuando todo escasea. Eres hijo, eres hija, eres heredero de promesas eternas, no por lo que posees, sino por a quién perteneces. Y sabes qué, hay pérdidas que el enemigo pensó que destruirían tu fe, pero solo
la profundizaron. Como la semilla que necesita ser enterrada para dar fruto, así también tu fe tuvo que ser soterrada en lágrimas para luego brotar con raíz más fuerte. Perder no te hace débil. Negarte a rendirte aún perdiendo te hace imparable. Y si hoy te preguntas, ¿cómo puede Dios usar esta temporada tan oscura para algo bueno? La respuesta está en su naturaleza. Dios no puede dejar nada sin propósito. Él no desperdicia sufrimientos. Cada lágrima tuya es materia prima para un testimonio poderoso. Cada silencio que enfrentaste, cada abandono, cada traición, cada pérdida será usada como parte del
escenario donde Dios va a mostrar su fidelidad. Pero para eso necesitas cambiar tu perspectiva. No te preguntes más, ¿por qué a mí? Empieza a declarar, ¿para qué, Señor? ¿Qué estás formando en mí? Porque lo que se fue te está dando forma. Y aunque hoy no veas el cuadro completo, el pintor ya tiene el diseño final. Piensa en una escultura. El mármol no entiende por qué el sincel lo golpea, pero cada golpe, cada pedazo que cae revela más del diseño escondido. Así está obrando Dios contigo a través de la pérdida. Está revelando lo que puso dentro
de ti desde antes de que nacieras. Y cuando todo esto pase, porque pasará, vas a mirar atrás y vas a decir, "Ahora entiendo. Todo lo que perdí fue parte del camino para descubrir quién soy realmente en Cristo." Y en ese momento, la pérdida no te definirá como víctima, te definirá como testigo del poder restaurador de Dios. Número cuatro, la restauración empieza cuando sueltas. ¿Cómo puedo recibir algo nuevo si aún estoy aferrado a lo que se fue? ¿Por qué me cuesta tanto soltar algo que ya no está? Estas preguntas no son signo de debilidad, son muestra
de que tu corazón todavía siente, todavía cree, todavía espera, pero hay una verdad que necesitas escuchar con amor. No puedes recuperar lo que Dios tiene para ti si sigues abrazando lo que él ya cerró. Uno de los mayores obstáculos para la restauración no es el enemigo, no es el tiempo, no es la vida, es nuestra incapacidad de soltar lo que ya no tiene propósito en nuestro presente. Y no porque lo que perdiste no haya sido valioso, quizás lo fue. Quizás te marcó, te dio felicidad, te acompañó en temporadas importantes, pero ahora es parte del ayer.
Y el Dios que adoramos es el Dios del yo soy, no del yo fui. Hay personas que viven con el alma anclada a recuerdos, como quien guarda flores secas, aunque ya no tienen fragancia ni color. Guardan palabras, guardan fechas, guardan conversaciones, fotos, promesas que no se cumplieron. Y todo eso, en lugar de ser memoria, se convierte en peso. ¿Y cómo puede Dios darte alas si llevas cadenas emocionales en el corazón? Soltar no es olvidar. Soltar es liberar. Es mirar al cielo y decir, "Señor, lo agradezco, lo honro, pero no lo necesito para caminar hacia delante.
Tú eres suficiente. Dios no quiere que borres tu historia. quiere que la redimas. Y eso empieza cuando reconoces que aunque algo fue bueno, ya cumplió su ciclo. Recuerda que Abraham no vio la promesa hasta que dejó la casa de su padre. Ruth no conoció su redención hasta que soltó su pasado en Moab. El ciego no fue sanado hasta que soltó su manto de limosnero. Y tú no vas a ver lo nuevo de Dios hasta que sueltes lo que llevas aferrado entre lágrimas. Pero, ¿cómo suelto algo que me marcó tanto? Sueltas cuando decides confiar más en
el futuro que Dios construye que en el pasado que tú viviste. Sueltas cuando crees que tu Padre celestial no te quiere dañar, sino direccionar. Y sueltas cuando entiendes que algunas cosas se fueron, porque si se quedaban te estancaban. Hay bendiciones que solo llegan cuando las manos están vacías y tú no puedes recibir lo nuevo de Dios. con las manos llenas de lo viejo. Porque Dios no es Dios de remiendos. Él noce sobre trapos rotos. Él hace todo nuevo desde cero, desde adentro, desde lo invisible. Es como el agricultor que debe arar la tierra, removerla, romperla.
Solo así el suelo puede recibir la nueva semilla. Del mismo modo, tu corazón necesita ser removido. Doloroso, sí, pero necesario. Y aquí viene algo poderoso. Cuando sueltas lo que ya no es, haces espacio para lo que aún no ha llegado. Lo que hoy parece vacío, mañana será plenitud. Pero necesitas hacer un acto de fe. Soltar no porque ya no duela, sino porque confías en lo que Dios prometió. Y al hacerlo, vas a sentirlo. Vas a respirar diferente, vas a dormir más profundo y vas a comenzar a ver señales pequeñas al principio, pero cada una de
ellas será un susurro del cielo diciéndote, "Estoy contigo. Estás en el camino correcto, así que hazlo. No mañana, ahora. Cierra los ojos, respira hondo y entrega eso que llevas guardado como un tesoro, pero que ya no es vida, sino sombra. Ponlo en las manos del Padre y dile con toda tu alma, "Te entrego esto porque creo que tú tienes algo mejor, porque solo cuando sueltas empieza la verdadera restauración." Número cinco, el enemigo no te robó, Dios te entrenó. Y si lo que creíste que fue un robo del enemigo en realidad fue un plan divino para
tu crecimiento y si el dolor que viste como castigo fue más bien un entrenamiento celestial para prepararte para lo que viene, muchos caminan por la vida señalando a Satanás por cada pérdida. Y sí, hay ataques, hay guerras espirituales, hay robos reales del enemigo, pero hay momentos en los que el cielo permite ciertas pérdidas, no para destruirte, sino para formarte, porque hay una verdad que la carne no quiere aceptar, pero el espíritu necesita abrazar. Dios usa incluso los planes del enemigo para cumplir sus propios propósitos. ¿Te ha pasado que después de una gran pérdida te diste
cuenta de que algo en ti cambió? Ya no eras tan dependiente, ya no te quebrabas con lo mismo, ya no reaccionabas igual. Eso no fue coincidencia, fue entrenamiento. Dios no desperdicia ni las tormentas. Cuando el enemigo cree que está desestabilizando tu fe, lo que realmente está haciendo sin saberlo, es fortaleciéndola. Mira este principio espiritual. En un gimnasio, los músculos solo crecen cuando se rompen fibras. Y para que eso ocurra necesitas peso, resistencia, carga, dolor. ¿Y qué hace el entrenador? Observa desde lejos, corrige la postura, asegura que no colapses, pero no levanta el peso por ti.
¿Por qué? Porque si lo hiciera, tú no crecerías. Así hace Dios. No es indiferente, es intencional. Permite que el enemigo traiga resistencia, pero está observando de cerca, no para rescatarte antes de tiempo, sino para garantizar que tu fega más fuerte que el ataque. Y lo más impactante, hay batallas que nunca fueron para ganarlas, sino para formarte durante ellas. Porque cuando todo va bien es fácil cantar, orar, alabar, pero es en el valle donde se revela quién realmente eres. Y Dios lo sabe. Por eso permite que ciertas cosas se vayan, que ciertos vínculos se corten, que
ciertas puertas no se abran, no para frustrarte, sino para forjarte. ¿Has notado que los guerreros más letales no se entrenan en tiempos de paz, sino en tiempos de conflicto? Y tú, querido oyente, estás siendo formado en el fragor de la batalla. Cada lágrima que has derramado es parte de un entrenamiento invisible. Cada vez que no entendiste, pero aún así creíste, fue un nivel más que superaste. El enemigo pensó que al quitarte ibas a renunciar, pero lo que no sabe es que lo que perdiste por fuera, Dios lo estaba convirtiendo en autoridad por dentro. Eso que
atravesaste, aunque no lo veas ahora, te dio una voz diferente, te dio una compasión más profunda, te dio discernimiento, te hizo más sensible a la voz de Dios, te hizo más dependiente del Espíritu Santo. Y eso, mi hermano, no tiene precio. Por eso, no digas más, me lo quitaron todo. Di, me formaron en todo. No llores más como víctima de una pérdida. Levántate como guerrero que está en proceso de ser promovido, porque cuando Dios entrena, lo hace con intención de enviar. Y tú no estás siendo preparado para volver a lo mismo. Estás siendo entrenado para
recibir algo mucho más grande. La próxima vez que sientas que estás perdiendo algo, haz esta oración. Señor, si esto es parte de tu entrenamiento, ayúdame a aprender. No quiero pasar por esta prueba sin extraer la sabiduría que contiene. Y escucha bien esto. Lo que soportas en privado, Dios lo recompensará en público. Tal vez hoy nadie ve tu batalla, pero el cielo está tomando nota y en el momento oportuno vendrá la restitución, no solo de lo que perdiste, sino del nivel espiritual que adquiriste en medio de todo. Porque el enemigo no se salió con la suya.
Dios solo lo usó como parte de tu entrenamiento. Número seis, Dios va a devolverte, pero no como esperas. Y si lo que Dios te va a devolver no se parece en nada a lo que perdiste, ¿estás dispuesto a recibir algo nuevo aunque no se parezca a lo que estás esperando? Muchos de nosotros cuando pedimos restauración, inconscientemente le damos a Dios una lista exacta de lo que queremos. El mismo trabajo, la misma relación, la misma casa, la misma oportunidad. Pero Dios en su perfección no trabaja para repetir capítulos, sino para escribir nuevas temporadas. Y aquí está
la clave. Lo que viene de parte de Dios no será igual a lo que perdiste, será mejor. Pero solo lo verás así si abres tu mente, tu espíritu y tu corazón. ¿Recuerdas a Marta y María cuando Jesús llegó tarde, según ellas, para sanar a Lázaro? Ellas pedían una sanidad. Jesús llegó con una resurrección y es que Dios no siempre responde conforme a nuestras expectativas, él responde conforme a su voluntad y su voluntad siempre incluye algo más grande, más profundo, más eterno. Muchos han orado por restitución y sienten que Dios no respondió, pero lo que ocurre
es que no reconocieron la respuesta porque no llegó en el empaque que esperaban. Quizás no recuperaste el empleo, pero desarrollaste un don que estaba dormido y ahora puedes emprender. Tal vez no volvió esa persona, pero tu corazón está más sano que nunca y ahora puedes amar sin depender. Tal vez no se restauró aquella puerta, pero otras tres se abrieron y en silencio Dios te cambió de camino sin que te des cuenta. ¿Sabes qué es más importante que recuperar lo que perdiste? Descubrir lo que Dios preparó después de esa pérdida. Hay una dimensión espiritual que solo
se abre cuando dejas de orar. Señor, dame lo mismo que tenía. Y empiezas a orar. Señor, dame lo que tú sabes que necesito. Dios es experto en devoluciones creativas. No repite milagros, no hace copias. Él crea nuevas manifestaciones para cada etapa de tu vida, porque lo que perdiste fue para una versión pasada de ti y lo que viene es para quien eres hoy. Transformado, procesado, madurado. Piénsalo así. A veces pides una puerta y Dios responde con un camino. A veces anhelas un reencuentro y Dios responde con una revelación. A veces buscas volver al pasado y
Dios quiere entregarte el futuro. Por eso, no te frustres si aún no ves la respuesta como tú la esperas. Pregúntate esto. Estoy abierto a lo que Dios quiera hacer, aunque no se parezca a lo que imagino. Porque la madurez espiritual se nota cuando ya no exiges lo que tú quieres, sino que te rindes a lo que Dios sabe. El orgullo pide lo mismo. La fe espera algo mejor. Cuando el pueblo de Israel salió de Egipto, pensaron que la promesa era solo una tierra. Pero Dios no les daba solo territorio, les daba una identidad nueva, un
pacto, una nación santa, un legado eterno. Así también contigo. Lo que Dios te quiere devolver no es un simple objeto de valor perdido. Es una dimensión espiritual, emocional y profética que solo podías recibir después del quebranto. Y aquí te dejo esta imagen para tu corazón. Una semilla nunca vuelve a ser semilla. Se rompe, desaparece, se transforma y de su interior brota algo nuevo, mayor, abundante. Eso está por pasar contigo. No te aferres a la forma antigua. Abre los brazos al milagro nuevo y cuando lo veas, quizás no lo reconozcas al principio, pero tu espíritu sabrá
que eso también fue respuesta de Dios. Número siete, cómo prepararte espiritualmente para lo que viene? ¿Estoy realmente listo para recibir lo que Dios quiere devolverme. ¿Qué tengo que hacer hoy para no arruinar mañana lo que tanto he esperado? Estas preguntas son la antesala de los milagros, porque antes de Dios enviar algo a tu vida, él se asegura de que seas capaz de sostenerlo sin destruirlo. Mira, en el reino de Dios no basta con desear la bendición, hay que prepararse para ella. La preparación espiritual no es opcional, es esencial, porque el Dios que te ama no
te va a dar algo que en lugar de acercarte a él te aparte. Por eso, antes de enviarte lo que perdiste, él trabaja en ti. Así como un agricultor no siembra en terreno duro, Dios no planta restitución en corazones cerrados, orgullosos o impacientes. Él espera a que la tierra esté suave, a que tus raíces estén listas, a que tu corazón esté en sintonía con su voluntad. Y esa preparación empieza en lo secreto, no es con grandes actos públicos. Es en lo íntimo, en la oración sincera, en el ayuno que nadie ve, en la obediencia diaria,
incluso cuando duele, en el perdón que otorgas, aunque la herida aún esté fresca, en el acto silencioso de elegir fe en lugar de queja. La restitución es algo sagrado y lo sagrado requiere consagración. ¿Estás dispuesto a consagrarte para lo que viene? Eso significa revisar tu interior con honestidad. Preguntarte, ¿estoy listo para administrar lo que Dios me va a devolver? Porque si no cuidas lo que él confía, se puede perder otra vez. Y Dios no quiere que vivas en ciclos de pérdida, sino en procesos de multiplicación. Hay personas que oran por una relación restaurada, pero no
están trabajando en su carácter. Otros anhelan un nuevo comienzo financiero, pero siguen tomando decisiones impulsivas. Algunos piden ministerio, pero no están sirviendo con humildad en lo poco. ¿Te das cuenta? La preparación espiritual es una prueba de tu seriedad delante de Dios. Pero aquí viene lo hermoso. Dios no espera perfección, solo espera disposición. Él sabe que aún tienes luchas, que tu fe a veces tiembla, que tu corazón carga cicatrices. Pero si estás dispuesto, él empieza a prepararte desde donde estás. Un paso a la vez, una oración a la vez, una rendición a la vez. Y en
medio de esa preparación, Dios te transforma. Te limpia los ojos para que veas diferente. Te fortalece los pies para que no tropieces con las mismas piedras. Te aligera la carga para que no lleves lo viejo al nuevo tiempo. Y aquí te doy una imagen que el Espíritu puso en mi corazón. Es como cuando vas a mudar de casa, antes de entrar al nuevo lugar, haces limpieza, revisas cajas, tiras lo que ya no sirve. Así también es tu vida. Ahora, antes de entrar a la temporada de restitución, necesitas hacer limpieza espiritual. Hay pensamientos que ya no
pueden ir contigo. Hay hábitos que no caben en tu futuro. Hay palabras que necesitas dejar de repetir y hay heridas que ya no deben guiar tus decisiones. ¿Cómo me preparo entonces? Con oración constante, no solo cuando hay urgencia. con intimidad diaria con la palabra, no solo cuando hay prédica, con gratitud por lo que tienes, no ansiedad por lo que falta, con adoración en el dolor, no solo en la celebración, y sobre todo con obediencia, incluso cuando no entiendes el plan. Porque la obediencia es la llave que abre los depósitos celestiales y Dios busca a quienes
estén listos para administrar su respuesta con madurez espiritual. No prepares tu vida solo para el día que llegue la bendición. Prepara tu vida para caminar en ella sin perderte. Dios no busca personas que solo quieran recibir, busca hijos e hijas que estén listos para dar fruto con lo que reciban. Y tú estás más cerca de eso de lo que crees. La preparación no es para siempre. tiene un propósito, tiene un final y cuando termine vendrá lo prometido. Número ocho, señales de que la restauración ya ha comenzado. ¿Cómo saber si ya estoy en la temporada de
recuperación? ¿Será posible que Dios ya empezó a obrar, pero yo aún no lo veo claramente? Muchos esperan la restauración como un gran evento dramático, como una explosión de milagros. y respuestas inmediatas. Pero en realidad, Dios suele obrar primero en lo invisible, en lo pequeño, en lo interno, antes de manifestarlo en lo externo. Y si estás atento, notarás que la restauración no empieza cuando lo perdido regresa, sino cuando tu corazón comienza a sanar. Cuando ese dolor que antes te quebraba ahora ya no te define, cuando empiezas a despertar con esperanza, sin saber exactamente por qué, cuando
tu oración ya no es solo un grito de auxilio, sino un susurro de confianza, eso ya es restauración. Es como la primavera, primero el calor suave, luego el brote escondido y después, sin aviso, todo florece. Una de las primeras señales de que Dios ha comenzado a devolverte lo perdido es que tu visión cambia. Ya no ves con los ojos de la herida, sino con los ojos de la fe. Empiezas a interpretar tu pasado con nuevos lentes. Ya no dices, "Todo fue una tragedia", sino Dios me estaba formando. Ya no te enfocas en lo que se
fue, sino en lo que está por llegar. Otra señal clara es el regreso de tu sensibilidad espiritual. Tu corazón, antes adormecido por la tristeza, comienza a latir de nuevo con fuerza por las cosas del reino. Te dan ganas de adorar sin pedir nada. Te dan ganas de orar sin tener una lista de urgencias. Te nace agradecer, aunque aún no veas el milagro completo. Eso es una marca poderosa de restauración, porque Dios sana primero al adorador y luego responde al necesitado. Y hay más señales, pequeños detalles que anuncian que algo se está moviendo en lo invisible.
Personas que llegan a tu vida con palabras de aliento, sin saber por qué. una palabra en la Biblia que arde diferente, un mensaje como este que llega justo cuando estabas a punto de rendirte o esa paz inexplicable que empieza a habitar donde antes solo había ansiedad. ¿Te das cuenta? El cielo ya está trabajando. Aunque no lo escuches, aunque no lo veas, Dios no necesita ruido para obrar. Él actúa en el silencio con precisión. Es como cuando el alba empieza a asomar. La noche aún está allí, pero la luz ya se está filtrando por el horizonte.
Tu alma puede sentirse aún cansada, pero si miras bien, ya hay señales de que algo está cambiando. Y aquí va una verdad que debes grabar en tu espíritu. La restauración no es un evento, es un proceso y ese proceso ya comenzó en ti. El simple hecho de que sigas creyendo, el hecho de que estés escuchando esta palabra con hambre, el hecho de que no soltaste tu fe a pesar de todo, es prueba suficiente de que Dios no te soltó a ti, porque él no termina lo que no empieza. Y si el proceso de recuperación fue
iniciado, también será completado. La Biblia dice que el que comenzó la buena obra la perfeccionará. Y tú no eres la excepción, eres la evidencia. No busques siempre una gran señal para saber que Dios está obrando. A veces las mayores señales están en las cosas que ya no sientes, en ese resentimiento que dejó de doler, en ese miedo que ya no te controla, en esa voz interna que ahora te susurra. Viene algo nuevo. Prepárate. Y si puedes sentirlo, aunque sea en lo profundo, aunque sea tenue, es porque ya empezó el río ya comenzó a fluir, el
brote ya rompió la tierra y muy pronto vas a ver con tus propios ojos lo que tu espíritu ya está empezando a discernir. Número nueve, lo que viene será mayor que lo que se fue. ¿Puede Dios darme algo mejor que aquello que tanto me dolió? perder. Y si lo mejor de mi vida aún no ha llegado a pesar de todo lo que ya viví. Estas preguntas no solo son legítimas, son esenciales. Porque cuando uno ha perdido mucho, el corazón tiende a resignarse, a convencerse de que lo mejor ya pasó. Pero hoy escúchalo con atención. Dios
no te ha traído hasta aquí para devolverte el pasado, sino para impulsarte hacia un futuro glorioso. Lo que viene no será un consuelo, será un salto, un salto de fe, de madurez, de plenitud, y sí, será mayor que lo que se fue. La restauración de Dios nunca es una simple reposición, es una multiplicación. Él no devuelve al mismo nivel, devuelve siempre con intereses eternos. Así lo hizo con Job. No solo lo levantó del polvo, le dio el doble. Pero no fue solo riqueza lo que recuperó. Fue autoridad, fue perspectiva, fue una relación con Dios que
nunca antes había tenido. Y así será contigo, porque lo que perdiste fue real, pero no era todo. Y lo que viene no es una imitación de lo anterior, es un nivel completamente nuevo. Muchos piensan que su historia ya fue escrita, pero con Dios siempre hay un nuevo capítulo. Lo que tú ves como el final, él lo ve como un nuevo comienzo. Y lo que sentiste como una tumba puede convertirse en un vientre de resurrección. Escúchame bien. Dios no solo va a devolverte fuerza, te va a dar nuevas razones para vivir. No solo va a restaurar
tu fe, la va a ensanchar, no solo va a curar tus heridas, va a convertirlas en el testimonio que cambiará vidas. Lo que viene va a sacudir tu zona de confort, va a exigirte un corazón renovado, pero también va a llenarte de una alegría que no se explica con palabras. Y quizás digas, "Pero ya no soy el mismo. He cambiado, he envejecido, estoy cansado." Y justamente por eso estás listo, porque ahora no buscas brillar, sino servir. Ahora no quieres impresionar, sino obedecer. Ahora no pides por impulso, sino que esperas por dirección. Ese cambio interno es
lo que permite que Dios libere lo externo. Y mira esto. A veces Dios no te da algo nuevo simplemente por amor. Te lo da porque confía en ti. Él te ha visto en tu valle, te ha visto en tu noche oscura y sabe que si sigues en pie es porque estás preparado para más. Así que no mires hacia atrás con nostalgia, mira hacia adelante con visión. No te aferres al recuerdo de lo que se fue. Abraza la promesa de lo que viene. Porque si estás dispuesto a caminar por fe, a confiar aunque aún no veas,
a sembrar aunque aún no haya fruto, entonces prepárate, porque lo que Dios está por hacer en tu vida va a sobrepasar tus expectativas. Y cuando llegue, vas a decir con lágrimas en los ojos, "Valió la pena cada lágrima, cada espera, cada oración, porque esto es mucho mejor de lo que imaginé." Sí, lo que viene será mayor que lo que se fue, porque Dios no es Dios de repetición, es Dios de multiplicación. Número 10, la penúltima revelación, la llave para una nueva temporada. Y si todo este tiempo Dios ha estado esperando un solo gesto tuyo para
liberar lo que está retenido. ¿Qué tal si la llave para desbloquear tu próxima bendición ha estado siempre en tus manos? Este es el momento donde muchas vidas cambian. Porque hay verdades que cuando entran en el corazón rompen cadenas invisibles, abren puertas antiguas y activan promesas dormidas. Hoy quiero entregarte una de esas verdades. Antes de Dios restaurar lo que perdiste por fuera, él quiere restaurar lo que se desalineó por dentro. Sí, porque muchas veces el mayor obstáculo no está en el enemigo, ni en el tiempo, ni en las circunstancias. Está en nosotros, en lo que permitimos
que se dañe dentro de nuestra alma. tu fe, tu obediencia, tu enfoque, tu capacidad de creer sin entender, de amar sin condiciones, de esperar sin desesperar. Eso es lo que Dios quiere alinear hoy, porque no se trata solo de lo que vas a recibir, sino de quién serás cuando lo recibas. Y aquí viene algo que puede transformar tu temporada. La gratitud es la llave que desbloquea bendiciones retenidas. No una gratitud superficial, sino esa que nace en medio del todavía no. La que dice, "Gracias, Señor, aunque no vea la respuesta." La que adora sin garantía, la
que sirve aunque no reciba nada a cambio, la que bendice mientras sangra. Esa gratitud tiene un peso espiritual que rompe techos y abre cielos. Mira, hay una unción especial que se activa cuando eliges agradecer antes del milagro, porque ese acto demuestra madurez, confianza y, sobre todo intimidad. Y cuando el cielo ve ese tipo de fe, responde, responde con paz, con revelación, con restitución real. Otra clave poderosa en esta penúltima enseñanza es el arrepentimiento profundo. No ese que se menciona con palabras vacías, sino el que nace desde lo más hondo del alma, un arrepentimiento que reconoce.
Señor, quizás no entendí tu proceso. Me quejé, dudé, me aferré a lo que tú querías quitar. Quise controlar lo que solo tú puedes manejar. Pero hoy me rindo. Hoy reconozco que tú sabes más que yo, que tus caminos son más altos, que tus tiempos son perfectos y que aunque dolió fue necesario. Ese tipo de rendición desbloquea dimensiones que ninguna oración apresurada puede alcanzar. Y escúchame con atención, el próximo movimiento de Dios en tu vida no será producto de presión, será producto de alineación. Cuando el corazón se alínea, el cielo responde. Por eso esta enseñanza de
hoy no era solo para darte esperanza, era para entregarte una llave, una herramienta, una puerta, porque sí, Dios va a devolverte muchas cosas, pero no como antes, no en cualquier condición, no a cualquiera. Él lo va a devolver a los quebrantados que aprendieron a confiar, a los que ya no dependen de lo que se ve, sino de lo que él habló, a los que tienen las manos limpias, el corazón dispuesto y los ojos en lo eterno. Y si tú eres uno de ellos, prepárate porque estás parado justo en la antesala de una nueva temporada. Una
donde no solo vas a recuperar, vas a multiplicar. Donde no solo vas a recibir, vas a ministrar a otros desde tu testimonio. Y la gloria postrera será mayor que la primera. No porque lo dice este video, sino porque lo ha decretado el Dios que te formó. La llave ya está en tus manos. Lo que hagas con esta palabra definirá lo que el cielo va a soltar en los próximos días. Número 11. Tu testimonio será la herramienta para levantar a otros. Y si la historia de tu pérdida y restauración no es solo para ti, ¿te has
detenido a pensar que lo que viviste puede ser la esperanza que otro necesita hoy? Muchas veces pensamos que la recuperación que Dios nos promete es solo un acto de justicia personal. Y sí, lo es, pero también es parte de un plan mayor. Dios no te restaura solo para que celebres, te restaura para que ministres. Tu proceso no fue en vano. Cada lágrima, cada silencio, cada caída, Dios lo está convirtiendo en un mensaje vivo, un mensaje que no se predica desde un púlpito, sino desde el alma, desde la cicatriz, desde la superación. Porque hay personas que
nunca pisarán una iglesia, pero sí se sentarán a tomar café contigo. Y cuando escuchen tu historia, cuando perciban tu paz, cuando vean que aún con todo lo que perdiste estás de pie, van a preguntar cómo lo lograste. Y ahí es cuando tu testimonio se convierte en instrumento de restauración para ellos. Dios quiere que lo que viviste, lo que superaste, lo que sanaste sea semilla en el corazón de otros. ¿Sabes por qué tu historia tiene poder? Porque no es teoría, es evidencia, es carne y hueso, es una cicatriz que habla. Y en el reino una cicatriz
vale más que 1000 argumentos. No temas contar tu proceso. No escondas tu pasado como si fuera vergonzoso. Dios no lo borró, lo redimió. Y lo que el enemigo pensó que sería tu vergüenza, será tu plataforma. Cuando te escuches diciendo, "Sí, estuve allí, perdí todo, dudé, me rompí, pero aquí estoy. Dios me levantó, me devolvió la fe, la identidad, la dirección, el gozo. Eso encenderá llamas en corazones apagados. Porque el testimonio auténtico no necesita espectacularidad, necesita verdad. Y tú tienes una historia que el cielo quiere usar y qué pasa si aún no he visto toda la
restauración. Entonces habla desde el proceso. Dile al mundo, "No tengo todo, pero tengo paz. No volví a donde estaba, pero estoy más firme. No lo he recuperado todo, pero tengo esperanza y eso ya es milagro." Dios honra a los que testifican desde el valle, no solo desde la cumbre. Y mientras más compartes lo que Dios ha hecho en ti, más espacio creas para que él siga haciendo. Porque cuando bendices a otros con tu proceso, el cielo multiplica lo que pone en tus manos. Así que levántate con convicción. Tu historia va a rescatar otras. Tu proceso
va a inspirar caminos. Y tu voz, antes quebrada por la pérdida, va a sanar a los que aún no encuentran salida. Eres un testimonio viviente y eso no es un título, es una misión. Número 12. Lo que viene requiere una nueva mentalidad. ¿Estás pensando como alguien que ha sido restaurado o sigues interpretando la vida con los lentes rotos de lo que perdiste? La restauración no se sostiene solo con milagros, se sostiene con una mente renovada. Porque si Dios te devuelve algo poderoso, pero tú sigues con una mentalidad limitada, herida o contaminada, lo vas a perder
otra vez. Por eso, uno de los últimos y más importantes movimientos del Espíritu Santo en esta temporada de tu vida será renovar tu manera de pensar, no solo cambiar tus circunstancias, sino transformar tu percepción. Piénsalo así. Un esclavo liberado sigue actuando como esclavo si no es instruido en la libertad. Y un corazón restaurado puede volver a romperse si no aprende a ver desde la verdad de Dios. No basta con salir del valle. Tienes que salir con otra mentalidad. Dios te quiere dar descanso, pero para eso necesitas dejar de vivir como si todo dependiera de ti.
Dios quiere abrir nuevas puertas. Pero no entrarás por ellas si tu mente aún está anclada en lo que falló ayer. Dios quiere llevarte a más, pero antes tiene que liberarte de las voces que te dijeron que no valías, que no eras suficiente, que nunca saldrías adelante. Y aquí está la verdad que necesitas abrazar hoy. No puedes recibir una temporada nueva con pensamientos viejos. Los pensamientos viejos son como códigos erróneos en un sistema. Aunque tengas el equipo más moderno, si el software está dañado, nada funciona correctamente. Así también es tu alma. Por eso Dios va a
empezar o ya está empezando a confrontarte en lo íntimo. ¿Qué crees sobre ti mismo? ¿Qué piensas cuando no entiendes a Dios? ¿Cuál es la narrativa secreta que repites en tu interior cada vez que algo no sale como esperabas? Porque esas pequeñas frases internas como siempre me pasa igual, nunca voy a salir de esto. Dios me ama, pero no tanto como a los demás. Son ataduras mentales que sabotean lo que el cielo quiere liberar. Pero hoy el Espíritu te dice, "Es hora de renovar tu mente. Es hora de pensar como un hijo, no como un huérfano.
De hablar como un heredero, no como un sobreviviente. Y esta renovación no se trata de motivación vacía, se trata de alinearte a la verdad eterna de la palabra. Cuando Dios dice que eres más que vencedor, no es una frase linda, es tu identidad cuando promete que estará contigo hasta el fin. No es consuelo, es garantía. Cuando dice que hará nuevas todas las cosas, no es poesía, es un decreto del cielo. Entonces, ¿por qué sigues viviendo como si nada fuera a cambiar? El primer milagro no ocurre en tus manos, ocurre en tu mente. Y cuando la
mente se renueva, tu lenguaje cambia, tus decisiones cambian, tu entorno comienza a moverse y donde antes veías imposibles, ahora disciernes oportunidades. Una nueva mentalidad no nace sola, se cultiva, se nutre con palabra, se afirma con oración, se protege del ruido y se fortalece con obediencia. No esperes a que todo cambie afuera para cambiar por dentro. Empieza tú hoy, ahora. Piensa desde la promesa, habla desde la victoria, actúa desde la fe y prepárate, porque lo que Dios va a soltar sobre tu vida requiere una mente libre, entrenada y despierta. No porque él lo necesite, sino porque
tú debes estar listo para sostener lo que viene. Número 13. No todos entenderán tu proceso y está bien. ¿Qué pasa cuando los demás no comprenden lo que estás viviendo? ¿Qué hacer cuando tu proceso de pérdida o restauración no tiene sentido para los que te rodean? Este es uno de los dolores más silenciosos y más comunes. Vas caminando por un proceso profundo con Dios. Vas soltando, sanando, creyendo otra vez. Y de pronto personas que te quieren o que deberían entenderte empiezan a juzgarte, a cuestionarte o simplemente se alejan y eso también duele. Pero aquí hay una
verdad que puede traer paz a tu corazón. No todos están destinados a caminar contigo en cada etapa de tu proceso. Algunos fueron parte de tu temporada de pérdida, otros serán parte de tu temporada de restauración y unos pocos, muy pocos, estarán en ambas. Dios en su sabiduría a veces protege tu proceso separándote de ciertas voces, porque mientras él trabaja contigo necesita espacio sagrado, necesita que tu oído esté enfocado en su voz y no en la opinión de quienes no ven lo que él está haciendo detrás del velo. Pero, ¿por qué no me entienden si yo
lo estoy haciendo con fe? Porque hay procesos que solo se pueden discernir desde el espíritu. Y si hay personas a tu alrededor que solo miran con ojos naturales, nunca van a comprender lo que estás creyendo. Jesús mismo fue incomprendido. Su familia no lo entendía. Sus discípulos no captaban muchas veces el propósito y aún así él siguió obedeciendo. No esperó aprobación humana para cumplir su misión divina y tú tampoco deberías. No te desgastes intentando explicar tu proceso a quienes no están en tu nivel de fe. Tu fruto hablará por ti. Habrá un momento más adelante en
el que lo que Dios haga contigo será tan evidente, tan glorioso, tan milagroso, que incluso quienes no te creyeron tendrán que reconocer, Dios estaba con él. Dios estaba con ella. Hasta entonces, guarda tu paz. Sigue firme y recuerda que el silencio de los hombres no es señal del silencio de Dios. A veces el aislamiento es parte del diseño, no para herirte, sino para enraizarte más profundo, como el árbol que crece hacia abajo antes de crecer hacia arriba. Y escúchame con atención, Dios no necesita público para formar a sus hijos. necesita intimidad, necesita enfoque, necesita entrega.
Así que si estás en una temporada donde pocos entienden tu camino, donde te has sentido solo, cuestionado o incluso rechazado, estás en buena compañía. Así fueron formados todos los que marcaron la historia de la fe. No todos entenderán tu proceso. Y está bien, tú solo asegúrate de que Dios lo esté guiando, porque si él va contigo, no necesitas que nadie más lo apruebe. Número 14. Cuando Dios te devuelve, también te posiciona. Y si la recuperación que esperas no es solo una bendición, sino una asignación, ¿qué pasa cuando lo que Dios te devuelve no solo te
restaura, sino que te posiciona para algo mayor? Muchos esperan que Dios les devuelva lo perdido solo para sentirse bien otra vez, para retomar donde lo dejaron, para volver a un estado anterior de equilibrio. Pero la verdad es que cuando Dios devuelve algo, no lo hace para regresarte al pasado, sino para impulsarte al destino. Escúchalo bien. La restitución de Dios nunca es horizontal, es vertical. Él no te devuelve a la misma posición, te eleva, te reposiciona, te promueve. Y eso es algo que debes entender espiritualmente, porque si solo esperas que Dios te devuelva cosas, vas a
recibir resultados. Pero si entiendes que Dios también quiere devolverte posición, vas a vivir en propósito. La restitución no solo te da paz, te da autoridad, te da una nueva voz, te da una asignación distinta. te transiciona de sobreviviente a líder, de herido a sanador, de perseguido a portador de respuestas. Mira cómo lo hizo con José. Después de años de traición, cárcel, abandono y pérdida, cuando llegó su restitución, no fue un simple reencuentro familiar. Dios lo posicionó como gobernador, le dio influencia, voz, gobierno y todo eso como resultado de su fidelidad en medio del quebranto. Y
así también contigo. La pérdida no fue una pausa, fue una plataforma. Y lo que Dios está por devolverte viene acompañado de un nuevo nivel de responsabilidad. Es por eso que el proceso fue tan duro, porque la posición que viene es demasiado importante para llegar sin formación. Dios no te está devolviendo solo lo que perdiste, está activando tu llamado. Y cuando él lo hace, todo cambia. Tus palabras cargan peso espiritual. Tu presencia empieza a provocar transformación en otros. Tu vida se convierte en una señal viva del reino de Dios. Pero aquí hay una advertencia amorosa. No
tomes la restauración como un simple premio. Tómala como una plataforma para servir. Lo que Dios te va a entregar no es solo para ti. Es para bendecir, levantar, enseñar, interceder, abrazar a otros que están hoy donde tú estuviste. Por eso, antes de recuperar lo perdido, pregúntate, ¿estoy listo para el propósito que vendrá con esta restitución? Porque no todos los que reciben saben administrar. Dios no quiere que vivas en círculo, quiere que avances. Y para eso necesitas reconocer que cada bendición que viene sobre tu vida lleva una misión escondida. A veces lo que se te devolverá
no será simplemente un lugar, será una voz, una unción, una plataforma espiritual y tú tendrás que usarla para glorificar al que te restauró. Así que no esperes más con los brazos cruzados. Prepárate, posiciónate, afirma tus pasos y di firmeza, "No solo quiero lo perdido, quiero el propósito detrás de la pérdida. Porque cuando Dios te devuelve, también te posiciona y desde esa nueva posición serás respuesta para muchos. Serás instrumento para el reino y tu historia será parte de una revolución espiritual. Número 15. Este es tu momento. Camina en lo que Dios te ha devuelto. Llegamos al
final de este viaje, pero lo que acaba aquí apenas comienza en tu vida. Ya no eres el mismo. No después de esta palabra, no después de lo que el Espíritu Santo acaba de activar en lo profundo de tu alma. Has llorado, has soltado, has creído otra vez. Y eso no pasa sin dejar marcas. marcas de restauración, marcas de propósito, marcas de destino. Ahora sabes que la pérdida no fue el final, que Dios no se olvidó de ti, que lo que parecía roto, incompleto, detenido, estaba siendo preparado para regresar en gloria. Y no estás regresando al
mismo punto. Estás siendo reposicionado, restaurado, alineado con tu propósito. Hoy te digo proféticamente, camina como quien ha sido devuelto al diseño original de Dios. Habla como quien ha sido restaurado desde lo profundo. Cree como quien ya ha visto el milagro, aunque todavía esté en camino. Porque si lo recibiste en tu espíritu, si tus lágrimas hablaron más que tus palabras, si tu corazón fue tocado por algo que no puedes explicar, entonces algo ya cambió. No esperes sentirlo todo para saberlo. Solo cree, confía y empieza a dar pasos en fe. Y ahora, como comunidad de fe, quiero
invitarte a declarar públicamente lo que crees. Escribe en los comentarios esta frase: "Lo que viene será mayor." Hazlo ahora mismo. Ese acto simple será tu sello de fe, tu grito espiritual, tu compromiso con lo que el cielo ya soltó sobre tu vida. Y si esta palabra tocó tu corazón, dale me gusta y comparte este video. No lo haces por algoritmos, lo haces porque hay alguien en alguna parte que necesita escuchar esta misma verdad y tú puedes ser el instrumento para que llegue. Suscribirte a este canal no es solo seguir un contenido, es unirte a una
misión. una misión de levantar, restaurar y preparar corazones para la eternidad. Porque muchos no tienen una iglesia cerca, pero aquí encuentran palabra, compañía y dirección. Así que gracias, gracias por llegar hasta el final, gracias por creer, gracias por permitir que esta voz sea parte de tu proceso. Recuerda siempre esto. Tu historia no termina en lo que se fue. Tu historia se transforma en lo que Dios está devolviendo con propósito. Y si decides caminar en esta verdad, nada ni nadie podrá detener lo que el cielo ya determinó. Te bendigo, te honro y declaro sobre ti, este
es tu momento. Camina. Lo que perdiste ya viene de regreso y viene en gloria. Amén. [Música] [Música]
Related Videos
Las Poderosas ENSEÑANZAS que nos dejó JESÚS en el SERMÓN DEL MONTE
1:05:44
Las Poderosas ENSEÑANZAS que nos dejó JESÚ...
Reflexiones Bíblicas Diarias
19,571 views
¡DEJA DE PREOCUPARTE! Mira lo que pasa cuando depositas tu FE en DIOS
1:05:18
¡DEJA DE PREOCUPARTE! Mira lo que pasa cua...
Reflexiones Bíblicas Diarias
1,456 views
12 CLAVES de DIOS que te ENSEÑAN a DEJAR DE PENSAR TANTO y CONFIAR en su PLAN DIVINO
1:07:09
12 CLAVES de DIOS que te ENSEÑAN a DEJAR D...
Reflexiones Bíblicas Diarias
118,642 views
DIOS TE DICE HOY: DEJA de PENSAR TANTO, CALMA tu MENTE con LA PALABRA de DIOS
1:11:06
DIOS TE DICE HOY: DEJA de PENSAR TANTO, CA...
Reflexiones Bíblicas Diarias
172,397 views
Dios Te Bendecirá, Solo Cuando El Lo Desee, TODO a Su Tiempo
1:09:59
Dios Te Bendecirá, Solo Cuando El Lo Desee...
Reflexiones Bíblicas Diarias
142,508 views
NO TE PREOCUPES Más Por Todo, CONFIA en DIOS
1:10:00
NO TE PREOCUPES Más Por Todo, CONFIA en DIOS
Reflexiones Bíblicas Diarias
233,981 views
Tu Tristeza Tiene Final… Así Es Como Dios La Transforma en Paz
1:28:57
Tu Tristeza Tiene Final… Así Es Como Dios ...
Centinela de la Luz
33,695 views
Cómo la FE en DIOS Puede Hacerte Más FUERTE MENTALMENTE
1:08:44
Cómo la FE en DIOS Puede Hacerte Más FUERT...
Reflexiones Bíblicas Diarias
25,322 views
DIOS te DICE HOY: ten FE Y CONFÍA, todo LLEGA en su MOMENTO PERFECTO SUELTA Y DEJA DIOS SEA TU GUÍA
1:34:56
DIOS te DICE HOY: ten FE Y CONFÍA, todo LL...
Historias Asombrosos De La Biblia
102,246 views
DIOS TE DICE HOY... YO NO ME EQUIVOCO, TODO PASA POR ALGO | MENSAJES DE DIOS
1:06:26
DIOS TE DICE HOY... YO NO ME EQUIVOCO, TOD...
MENSAJES DE DIOS OFICIAL
281,394 views
¿POR QUÉ TE PREOCUPAS TANTO? Aprende a ENTREGARTE a DIOS y Descansa
1:12:35
¿POR QUÉ TE PREOCUPAS TANTO? Aprende a ENT...
Reflexiones Bíblicas Diarias
166,856 views
DIOS te dice: tu proceso, tu prueba está terminando y un milagro se está acercando - DIOS ES MI GUIA
23:47
DIOS te dice: tu proceso, tu prueba está t...
Testamenos Del Cielo
245,484 views
Ten Fe En Que Lograras Lo Que Te Propongas y Dios Te Bendecirá - Reflexión Cristiana
53:35
Ten Fe En Que Lograras Lo Que Te Propongas...
Sendero Bíblico
18,640 views
El TIEMPO de Dios es PERFECTO y SABIO: espera y mira lo que SUCEDE
1:09:37
El TIEMPO de Dios es PERFECTO y SABIO: esp...
Reflexiones Bíblicas Diarias
146,454 views
DIOS TE DICE HOY: RELÁJATE, CONFÍA Y TODO LLEGARÁ EN SU PERFECTO TIEMPO
1:15:12
DIOS TE DICE HOY: RELÁJATE, CONFÍA Y TODO ...
Relatos Asombrosos De La Biblia
381,836 views
Cómo la Fe en Dios Puede Hacerte Más Fuerte Mentalmente - Reflexión Cristiana
42:19
Cómo la Fe en Dios Puede Hacerte Más Fuert...
Sendero Bíblico
918,782 views
Dios te Advierte: Nunca Visites Estos 5 Lugares, Destruyen Tu Vida Espiritual
1:26:54
Dios te Advierte: Nunca Visites Estos 5 Lu...
jesushablahoy
179,627 views
DIOS TE DICE HOY... TODO LLEGA A SU DEBIDO TIEMPO, SUELTA Y CONFÍA
1:16:40
DIOS TE DICE HOY... TODO LLEGA A SU DEBIDO...
MENSAJES DE DIOS OFICIAL
868,601 views
🔥 DIOS DICE: ¡HOY SE ABRE ESA PUERTA QUE NADIE PUDO ABRIR!
1:36:18
🔥 DIOS DICE: ¡HOY SE ABRE ESA PUERTA QUE ...
Pensar360º Fe
12,342 views
DIOS TE DICE HOY: DEJA DE ANGUSTIARTE, ENTREGA TODO Y CONFÍA PLENAMENTE EN ÉL
1:46:44
DIOS TE DICE HOY: DEJA DE ANGUSTIARTE, ENT...
Historias Asombrosos De La Biblia
21,714 views
Copyright © 2025. Made with ♥ in London by YTScribe.com