En todo el mundo se está despenalizando o incluso legalizando la marihuana. ¿De verdad es una buena idea? Como en Internet suele quitarse importancia a los aspectos nocivos, queremos examinar los tres argumentos más rotundos contra la legalización.
Argumento 1: En las últimas décadas se ha modificado la marihuana para volverla mucho más potente. Por eso, hoy es tan fuerte que se ha convertido en una droga dura que puede provocar psicosis. El principal ingrediente activo de la marihuana es el THC y hay pruebas contundentes de su relación con la psicosis, con independencia de otros factores de riesgo.
La marihuana también contiene una sustancia llamada CBD que parece contrarrestar este efecto y que incluso se está probando como tratamiento contra la psicosis y la ansiedad. Pero, como no eleva, en las últimas décadas los productores han ido disminuyendo gradualmente la cantidad de CBD y aumentando la de THC. Los análisis indican que los niveles de THC han pasado del 4% en los 90 a casi el 12% en 2014, modificando la proporción de CBD-THC de 1 a 14 en 1995 a cerca de 1 a 80 en 2014.
No obstante, no está clara la precisión de esos análisis. En términos generales los estudios recientes sugieren que cuanta más marihuana consumes y cuanto más fuerte es, mayor es el riesgo de desarrollar psicosis. Pero, ¿cuál es el riesgo de psicosis en la población en general?
Un estudio británico concluye que, aunque el uso de marihuana ha aumentado significativamente entre 1996 y 2005, el número de casos de esquizofrenia, un tipo de psicosis, ha permanecido estable. Partamos del hecho de que el riesgo de psicosis inducida por la marihuana sigue siendo mayor entre quienes tienen un gran riesgo de padecerla. Por lo que se sabe ahora, parece más probable que, en esas personas, la marihuana acelere el desarrollo de la enfermedad en lugar de provocarla.
Por eso, se postula que, cuanta menos gente con acceso a la marihuana haya, menor será el riesgo de psicosis inducida por ésta. Pero, en realidad, se podría argumentar que va a haber más gente que termine con psicosis precisamente por ser ilegal. La prohibición hace que las drogas ilegales se vuelvan más fuertes ya que en un espacio pequeño se puede transportar más producto y venderse con un mayor beneficio.
Es lo que sucedió durante la Ley Seca de los Estados Unidos, donde los licores fuertes se convirtieron en norma. Y es lo que está pasando ahora con la marihuana. Imaginemos un mundo en el que el único alcohol disponible fuera el licor.
Nuestras opciones serían o no beber nada o terminar más borrachos de lo que nos gustaría. Es la situación en la que se encuentran hoy muchos fumadores de marihuana. Durante la Ley Seca, la gente no dejó de beber y las cifras muestran que las leyes no están impidiendo el consumo de marihuana.
No la podemos hacer desaparecer, pero sí volverla más segura. Si la marihuana fuera legal, los consumidores tendrían más opciones y los legisladores podrían, por ejemplo, exigir una proporción mayor de CBD. Al igual que la mayoría no se bebe una botella de vodka al terminar la jornada, a muchos les gustaría una versión de marihuana tipo cerveza al salir de trabajar.
Argumento 2: La marihuana es una puerta a otras drogas. Si se legaliza, habrá un incremento del uso de drogas mucho más peligrosas. En 2015, un estudio concluyó que cerca del 45% de quienes llevaban décadas fumando marihuana también habían tomado otras drogas ilegales alguna vez.
Legalizar la marihuana podría reforzar esta tendencia. Si más jóvenes prueban la marihuana legal, quizás acaben probando drogas más duras. Pero resulta que la verdadera puerta al consumo de drogas está mucho antes, en el tabaco.
Hay un estudio que concluye que quienes empiezan a fumar antes de los 15 tienen una probabilidad un 80% mayor de consumir drogas ilegales. Y otro de 2007 mostraba que los adolescentes de entre 12 y 17 que fumaban tenía una probabilidad tres veces mayor de abusar del alcohol, 7 veces mayor de consumir drogas como heroína o cocaína y 7 veces mayor de recurrir a la marihuana. Pero, de ser así, ¿en qué cabeza cabe que la legalización de más drogas frene el uso de drogas duras?
En primer lugar es importante admitir que la gente no usa las drogas porque sean legales o no. Si se quiere comprar droga, siempre se encuentra a alguien encantado de venderla. La verdadera cuestión es por qué las personas desarrollan relaciones nocivas con las drogas.
Hay estudios que muestran que algunas condiciones aumentan especialmente la vulnerabilidad a las drogas y la adicción: una infancia difícil, los traumas a temprana edad, el estatus social bajo, la depresión e, incluso, los factores genéticos. La mayoría de las veces, la droga a la se enganchan es una cuestión de suerte. Los adictos consumen drogas para escapar de sus problemas, pero las drogas no resuelven ninguno, sino que se vuelven uno nuevo.
Castigar a la gente por sus nocivos mecanismos para sobrellevar las cosas no modifica en absoluto las causas subyacentes. De modo que hay quien propone tomar una ruta totalmente diferente. En 2001, Portugal tenía uno de los problemas de drogas peores en Europa.
Estaban tan desesperados como para intentar algo radical: despenalizar la posesión y uso de todas las drogas ilegales. Ya no se arrestaría a los consumidores. Por el contrario, las autoridades iniciaron una importante campaña sanitaria.
A quien se le encontraba un poco, se le remitía a unos servicios de apoyo que ayudaban con tratamiento y mitigación de daños. La drogadicción pasó a ser una enfermedad crónica, no un delito. Los resultados fueron impresionantes: para 2012, el número de personas que probaban las drogas y seguían usándolas había caído del 44 al 28%.
El uso de drogas duras descendió, al igual que los contagios por VIH, la hepatitis y las sobredosis. En términos generales, la legalización de las drogas podría hacer más bien que mal a la sociedad. Argumento 3: La marihuana es adictiva y nociva.
Es necesario que siga siendo ilegal para que el daño sea mínimo. Aunque la adicción a la marihuana es más psicológica que física, sigue siendo un problema real. Solo en la última década, las solicitudes de tratamiento por adicción a la marihuana han sido más del doble.
En total, cerca del 10% de quienes la prueban se vuelven adictos. Algo que también está relacionado con los niveles de THC mayores. Un estudio publicado en 2017 mostraba la potencia de la marihuana en los cafés holandeses en un periodo de 16 años.
Para cada incremento de THC del 1%, había 60 personas más que acudían a tratamiento. En términos de efectos negativos sobre la salud, algunos estudios han vinculado el uso de marihuana al aumento de presión arterial y problemas pulmonares, aunque en 2016 un estudio rechazó la relación con problemas físicos de salud, a excepción de un mayor riesgo de gingivitis. Algunos estudios muestran que el uso de marihuana altera el cerebro de los adolescente y les vuelve menos inteligentes, aunque otros más recientes que también consideraron el alcohol y el tabaco obtuvieron unos resultados inconcluyentes.
En general, la investigación muestra que es malo consumir cualquier droga mientras el cerebro aún se está desarrollando. Pero la verdad es que aún no se sabe lo nociva que es la marihuana. Hace falta más financiación para investigar, algo difícil de obtener mientras siga siendo ilegal.
Sin embargo, podemos poner en perspectiva lo que sí se sabe: el 16% de las personas que consumen alcohol se vuelven alcohólicas y el 32% de quienes prueban los cigarrillos se vuelven fumadores. Sabemos con certeza que el alcohol afecta al cerebro, destroza el hígado y provoca cáncer, y que el tabaco obstruye arterias, destroza pulmones y también causa cáncer. Cada año mueren 3.
3 millones de personas por abusar del alcohol, y el tabaco mata a más de 6 millones. Nadie sugiere que el tabaco y el alcohol sean inofensivos por ser legales. Y nadie está proponiendo seriamente prohibirlos aunque sean extremadamente peligrosos.
La legalidad es una forma de ejercitar algún control sobre ellos, especialmente en lo que se refiere a proteger a los jóvenes. A menudo, a los adolescentes les resulta mucho más difícil comprar drogas legales que ilegales. Los vendedores oficiales se arriesgan a grandes multas y a perder la licencia si se las venden.
La legalidad aquí crea incentivos que los traficantes no pueden explotar. Por eso, legalizar la marihuana no significa apoyarla, significa responsabilizarse del riesgo que supone. Podría también abrir las puertas a miles de nuevas investigaciones que demuestren lo verdaderamente dañina que es y para quién.
Conclusión La marihuana es una droga. Y, como todas las drogas, tiene consecuencias negativas para un considerable grupo de las personas que la usan. No es inocua.
La mejor forma de proteger a la sociedad de sus consecuencias negativas parece ser la legalización y su regulación.