¿Sabías que hay objetos que parecen inofensivos, incluso bonitos o exóticos, pero que pueden estar abriendo puertas espirituales peligrosas dentro de tu hogar? ¿Sabías que algunos símbolos, imágenes o reliquias populares en el mundo moderno han sido señalados por la Iglesia como instrumentos del enemigo para sembrar confusión, opresión y hasta presencia demoníaca? Esto no es superstición, no es miedo irracional, es una advertencia clara que santos, exorcistas e incluso nuestro amado Papaleón XIV han recordado con valentía, debemos proteger nuestros hogares espiritualmente.
En este video te revelaremos cuatro objetos concretos que podrían estar maldiciendo tu casa sin que lo sepas. Algunos te van a sorprender, otros quizás ya los has visto o incluso los tienes. Pero no se trata de juzgar ni de sembrar terror.
Se trata de abrir los ojos y limpiar el alma. Porque lo que está en tu casa no es solo decoración, también puede ser un reflejo de lo que habita en tu corazón. Y si hay algo que debes tener claro es esto.
Dios no comparte el templo con ídolos. El Espíritu Santo no habita donde reina el engaño. Suscríbete ahora a este canal, Papa León 14.
Aquí no venimos a entretener el alma, venimos a despertarla. Cada video es una guía luminosa en medio de un mundo que oscurece lo sagrado. Si buscas paz, verdad y protección espiritual, esta comunidad es tu refugio.
Ahora, acompáñame. Vamos a explorar estos cuatro objetos malditos y sobre todo lo que Dios quiere que hagas con ellos. Pero antes de revelarlos uno por uno, empecemos comprendiendo por qué esto es tan serio y por qué no puedes ignorarlo.
Vivimos en una época en la que lo sagrado se trivializa y lo profano se normaliza. Sin darnos cuenta, muchos hogares católicos se han llenado de objetos que no glorifican a Dios. E incluso pueden estar siendo instrumentos del enemigo para sembrar confusión, discordia y opresión espiritual.
Hoy más que nunca necesitamos abrir los ojos a una realidad que muchos prefieren ignorar. La batalla espiritual no se libra solo en las iglesias o en las calles, también se libra dentro de nuestros hogares. Y cuando bajamos la guardia, cuando permitimos que ciertos objetos entrenas casas sin discernimiento, estamos dejando abiertas pequeñas puertas por donde el mal puede infiltrarse.
San Pablo en su carta a los efesios lo dijo con claridad: "No den oportunidad al diablo. " F4:27. Y es precisamente eso lo que hacen muchos de estos objetos.
Le dan terreno, espacio, influencia, a veces de forma directa, otras veces de forma sutil, disfrazados de cultura, arte o tradición. Pero su raíz es oscura, su intención no es neutra. ¿Por qué esto es tan importante para ti?
Porque tu hogar no es solo el lugar donde comes o duermes. Tu hogar es un templo doméstico, un espacio donde la fe debe respirarse, donde la gracia debe circular, donde el Espíritu Santo debe habitar libremente. Y si tú no lo proteges, si tú no vigilas lo que entra por las puertas o lo que se coloca en las estanterías, entonces, ¿quién lo hará?
El Papa León XIV lo ha recordado con firmeza. El hogar del cristiano debe ser un bastión contra las tinieblas, no un depósito de símbolos ajenos al evangelio. Esta advertencia no es sensacionalista ni supersticiosa.
Es un llamado a la vigilancia, al discernimiento y, sobre todo, a la coherencia. Porque no tiene sentido ir a misa los domingos y luego convivir a diario con objetos que contradicen nuestra fe. No podemos pedir la bendición de Dios mientras toleramos la presencia de signos que atraen la oscuridad.
Este mensaje no busca juzgarte, sino despertarte. Quizás nunca te lo habían dicho así. Quizás nadie te había enseñado que lo que parece solo de corazón o suvenir puede estar cargado de una historia espiritual incompatible con el cristianismo.
Pero Dios sí lo ve. Y si hoy estás escuchando estas palabras, no es casualidad. Es una invitación divina a revisar tu casa con ojos nuevos y con el corazón abierto.
Porque cuando limpias tu hogar de lo impuro, también preparas tu alma para lo santo. Ahora bien, ¿qué tipo de objetos pueden abrir esas puertas? ¿Qué cosas específicas deberías buscar y discernir en tu casa?
La respuesta comienza con una historia real que no vas a olvidar. Hace algunos años, un sacerdote exorcista italiano, cuyo nombre reservaremos por prudencia, recibió a una mujer angustiada que venía acompañada de su esposo y de su hijo adolescente. La familia era católica practicante, iba a misa, rezaba el rosario y tenía una vida aparentemente normal, pero algo no andaba bien.
El joven, que antes era tranquilo, comenzó a mostrar cambios de humor violentos, agresividad repentina y con el tiempo una extraña aversión a todo lo religioso. No podía estar presente durante la misa. Reaccionaba con burla o ira cuando alguien pronunciaba el nombre de Jesús y según su madre, por las noches hablaba con una voz que no era suya.
Durante las primeras entrevistas, el sacerdote pidió algo muy concreto. ¿Qué hay en su casa? ¿Tienen imágenes, figuras, libros o símbolos que puedan haber traído sin discernimiento?
La madre se quedó en silencio unos segundos y luego recordó algo. Unos meses antes, en un viaje al sudeste asiático, habían comprado una estatua de Buda para decoración. El joven la había puesto en su cuarto porque le gustaba su forma serena.
También habían traído un pequeño amuleto con caracteres extraños que les habían dicho que daba buena suerte. Además, el chico tenía una camiseta con un gran símbolo esotérico en el pecho, que, según él, era solo moda urbana. El sacerdote con paciencia les explicó que esos objetos no eran neutros.
No se trataba de arte ni de estilo. Muchos de esos símbolos tienen vínculos reales con prácticas religiosas ajenas a la fe cristiana o incluso con ritos ocultistas. Lo que parecía solo de cororación había traído una presencia.
Decidieron hacer una limpieza espiritual del hogar. Sacaron y quemaron todos los objetos que no glorificaban a Dios. El sacerdote bendijo cada habitación.
Rezaron juntos con fuerza y fe. Y lo que ocurrió después fue extraordinario. El joven comenzó a dormir tranquilo.
Volvió a rezar con sus padres. En pocos días su semblante cambió, su corazón se ablandó y por primera vez en meses pidió confesarse. Esta historia no es un caso aislado.
Exorcistas de todo el mundo han relatado situaciones similares. El padre José Antonio Fortea, sacerdote español experto en demonología, lo ha dicho sin rodeos. El demonio necesita puertas, no entra sin permiso, pero muchas veces el permiso se da sin saberlo, a través de objetos contaminados.
No es necesario ser supersticioso para entender esto. La iglesia no llama a tener miedo, sino a tener discernimiento. El no tiene poder sobre ti, pero puede aprovechar tu ignorancia.
Y es por eso que el Papa León XIV, en uno de sus mensajes recientes, llamó a los fieles a hacer una inspección espiritual de sus hogares y a deshacerse de todo lo que no refleje la luz de Cristo. Porque no se trata de tener miedo al mundo, se trata de tener amor por la verdad. ¿Y cuáles son esos objetos concretos que jamás deberían estar en un hogar católico?
Prepárate porque el siguiente capítulo te los revela con claridad y puede que alguno ya esté más cerca de lo que imaginas. Ahora sí, llegamos al punto central de este mensaje. Los cuatro objetos concretos que, según la experiencia de exorcistas, sacerdotes y fieles, pueden contaminar espiritualmente un hogar cristiano.
Algunos se venden como arte, otros como decoración cultural o protección energética, pero detrás de sus formas inofensivas se esconden raíces espirituales incompatibles con la fe católica. No se trata de caer en exageraciones, sino de ver con los ojos del alma. Y como dice el evangelio, el que tenga oídos que oiga.
Mete 11:15. Amuletos, talismanes y objetos de buena suerte. Pulseras rojas, ojos turcos, herraduras, tréboles, péndulos, monedas chinas, figuras del elefante con la trompa hacia arriba.
Todos prometen atraer suerte, energía positiva, protección contra el mal de ojo o el karma. Pero en el fondo, estos objetos reemplazan la confianza en Dios por una fe supersticiosa en fuerzas impersonales. La Iglesia ha sido clara.
Toda forma de adivinación, magia, invocación de energías o superstición está en contradicción con la honra debida a Dios. Catecismo 201617. ¿Quieres verdadera protección?
Haz la señal de la cruz. Lleva contigo una medalla de San Benito o del Sagrado Corazón y sobre todo vive en gracia. Símbolos ocultistas o esotéricos pentagramas, sigilos mágicos, cartas del tarot, runas, tablerosa, figuras geométricas asociadas a prácticas místicas como la flor de la vida, triángulos con ojos y hasta ciertas imágenes del yin yang o mandalas energéticos.
Estos símbolos no son solo dibujos. Muchos tienen orígenes en rituales paganos, gnósticos o de brujería. Y aunque hoy se comercialicen sin contexto, su carga espiritual permanece.
El Papa León XIV ha insistido. No podemos vivir entre símbolos que niegan la cruz. Nuestro hogar no puede ser terreno neutro entre Cristo y el adversario.
Quitar estos objetos no es intolerancia, es coherencia espiritual. Estatuillas religiosas de otras creencias figuras de Buda, dioses hindúes como Shiva o Ganesha, tótems de tribus animistas, ídolos africanos, estatuas egipcias o incluso decoraciones que representan dioses grecor-romanos. Aunque a veces se compran como souvenir o elemento exótico, estos objetos fueron y siguen siendo representaciones de deidades paganas.
Y para un cristiano, tenerlas en casa es, aunque sea inconscientemente, tolerar imágenes que compiten con la gloria de Dios. En el Antiguo Testamento, el Señor fue claro, no tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen.
Éxodo 20:4. Y aunque ya no vivimos bajo la ley antigua, el principio permanece. Solo uno merece adoración.
Solo uno debe reinar en tu casa. Cuatro, música, libros o películas con contenido explícitamente anticristiano o demoníaco. Esto va más allá de lo visual.
Algunos objetos culturales, aunque no sean físicos, traen una carga espiritual oscura. Discos artistas que se declaran satanistas, libros de brujería, películas de terror que glorifican el mal, juegos que enseñan a invocar espíritus o a usar hechizos. Lo que consumes también entra en tu casa.
Y muchas veces el demonio no entra por la puerta, sino por los oídos y los ojos. Pregúntate, ¿esto edifica mi alma o la contamina? ¿Esto me acerca a Cristo o me lo arrebata en silencio?
Estos cuatro objetos son solo algunos ejemplos. No se trata de entrar en paranoia, sino de tomar responsabilidad. Dios quiere reinar en tu hogar, pero tú decides si le das ese espacio o lo compartes con lo que no viene de él.
No pueden servir a dos señores. Mete 6:24. Ahora que conoces estos objetos, el paso siguiente es aún más importante.
¿Cómo discernir en lo cotidiano qué debe permanecer y qué debe salir? En el siguiente capítulo aprenderás a mirar tu casa con ojos espirituales. A simple vista, nuestra casa puede parecer un lugar tranquilo, lleno de objetos inofensivos, recuerdos de viajes, regalos de seres queridos o simples elementos decorativos.
Pero si somos sinceros con nosotros mismos, ¿cuántas veces traemos cosas sin preguntarnos de dónde vienen, qué significan o qué representan? El discernimiento espiritual comienza con una mirada honesta y valiente. Una mirada que no se detiene en lo estético, sino que busca la verdad que se oculta detrás de cada objeto.
Una mirada que pregunta con sinceridad, ¿este objeto glorifica a Dios o simplemente lo ignora? Para ayudarte en este camino, el Papa León X propuso tres preguntas esenciales que todo católico debería hacerse al examinar su hogar. ¿Cuál es el origen de este objeto?
Muchos de los elementos decorativos que llenan las casas modernas tienen raíces en culturas o religiones no cristianas. Lo que se vende como sen espiritual o ancestral muchas veces proviene de sistemas filosóficos o rituales opuestos a la fe católica. Si no sabes de dónde viene algo, investígalo.
Y si al descubrir su origen te das cuenta de que está ligado a prácticas ocultistas, supersticiosas o idolátricas, no dudes. Despídete de él con amor, pero con firmeza. Dos.
¿Qué efecto produce este objeto en el ambiente? El alma cuando está en gracia siente cuando algo no está bien. Hay objetos que cargan una pesadez inexplicable.
Hay lugares de la casa donde la paz parece ausente. Hay rincones donde no se reza con facilidad. Pregúntate, ¿siento paz cerca de este objeto?
¿Me ayuda a orar o me distrae de Dios? me inspira virtud o me enreda en pensamientos oscuros. El Espíritu Santo es sutil, pero firme.
Él te mostrará si estás dispuesto a escuchar. Este objeto puede ser testimonio de mi fe. Imagina que un sacerdote entrara hoy a tu casa.
O mejor aún, que Jesús mismo viniera a visitarte. ¿Te sentirías cómodo mostrando lo que hay en tu estantería, en tus paredes, en tus cajones? El hogar del cristiano debe ser un testimonio silencioso, pero elocuente.
No basta con esconder lo incorrecto. Es necesario vivir en coherencia. Por eso, te invito a hacer un recorrido espiritual por tu casa.
Entra a habitación por habitación. Revisa libros, cuadros, adornos, ropa, música, imágenes y ora en silencio mientras lo haces. Señor, muéstrame lo que no te agrada y dame el valor para retirarlo con humildad.
No se trata de tirar todo lo que no tenga una cruz, pero sí de purificar tu espacio para que sea un reflejo del cielo y no un eco del mundo. Hasta aquí hemos aprendido a reconocer y discernir, pero ahora viene una pregunta crucial. ¿Qué enseña la Iglesia sobre esto?
¿Y qué armas espirituales nos ofrece para proteger nuestro hogar? Lo descubrirás en el próximo capítulo y puede cambiar tu manera de habitar tu casa para siempre. La Iglesia Católica, Madre Sabia y fiel, ha sido clara a lo largo de los siglos.
El hogar cristiano no es solo un lugar físico, sino un espacio sagrado donde se debe respirar la presencia de Dios. Desde los primeros siglos, los padres de la Iglesia insistieron en que el cristiano debe vivir como ciudadano del cielo, incluso dentro de su casa. Y no por temor, sino por amor.
Amor a Cristo, amor a la verdad, amor a la belleza que viene de lo alto. Pero, ¿qué dice concretamente el magisterio sobre la presencia de objetos que pueden ser espiritualmente peligrosos? Veamos tres enseñanzas claras y firmes de nuestra santa madre Iglesia.
El catecismo condena toda forma de superstición y ocultismo. En los números 2110 al 2117 del Catecismo de la Iglesia Católica, encontramos un resumen profundo y preciso. Allí leemos.
Todas las prácticas de magia o hechicería, mediante las cuales se pretende domesticar potencias ocultas, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. 6 y C117. Esto incluye no solo actos, sino también objetos vinculados a esas prácticas, talismanes, símbolos esotéricos, ídolos.
La Iglesia no lo dice para asustar, sino para protegernos. Porque abrirle la puerta al enemigo, aunque sea por ignorancia, es poner en riesgo el alma. Dos.
Los sacramentales son la protección auténtica del hogar cristiano. A. Diferencia de los amuletos y objetos supersticiosos, la Iglesia nos ofrece los sacramentales, signos sagrados que disponen el alma para recibir la gracia de Dios, agua bendita, sal exorcizada, crucifijos, medallas bendecidas, imágenes sagradas.
El escapulario del Carmen, el Rosario colgado en la pared o en el cabecero de la cama. No son amuletos católicos, son recordatorios vivos de la presencia de Cristo y actúan con eficacia cuando se usan con fe y no como magia. El Papa León XIV en un reciente discurso recordó con ternura, "Una casa sin crucifijo es como un alma sin esperanza y un hogar sin oración es como un cuerpo sin luz.
¿Quieres protección? No compres cuarzos. Coloca un crucifijo bendecido en la entrada de tu hogar.
El exorcismo de lugares, un recurso pastoral poco conocido. La Iglesia también permite y recomienda, cuando es necesario, la bendición solemne del hogar por parte de un sacerdote, especialmente si se sospecha que hubo prácticas esotéricas, espiritismo o si se perciben presencias oscuras. Muchos exorcistas narran como tras la oración y el uso de agua bendita y sal exorcizada, el ambiente cambia radicalmente, la paz vuelve, el aire se siente más ligero.
Las discusiones cesan. El hogar no es solo paredes y muebles. Es un espacio espiritual donde Dios quiere habitar.
La Iglesia no nos deja solos, nos da armas espirituales, enseñanzas claras y pastores que nos guían con firmeza. Pero ahora que sabemos qué dice la Iglesia, qué significa todo esto a la luz de la eternidad, cómo se relaciona con nuestra salvación, lo exploraremos en el próximo capítulo, donde verás que lo que guardas en tu casa también modela el destino de tu alma. Puede parecer exagerado, incluso incómodo pensar que un simple objeto decorativo pueda tener consecuencias espirituales.
Pero si miramos con los ojos del alma, comprendemos una verdad profunda. Todo lo que permitimos entrar en nuestro hogar termina tocando nuestra vida interior. Porque el hogar para el cristiano no es solo un refugio físico, es un santuario.
Y cada santuario necesita pureza, orden y presencia de Dios. San Juan María Vianey decía, "Si Dios no está en tu casa, el demonio se sentará en tu mesa. " Estas palabras pueden parecer duras, pero no nacen del miedo, sino del celo por las almas.
Porque lo espiritual no es una capa invisible que flota sobre lo material. Está encarnado, se manifiesta, influye. La casa.
Reflejo de la batalla espiritual. Cada hogar es escenario de una batalla. La batalla entre la luz y las tinieblas, entre la verdad y la mentira, entre la gracia y el pecado.
Y como en toda batalla, hay cosas que fortalecen el alma y otras que la debilitan sin que lo notemos. ¿Has notado cómo cambia tu humor cuando escuchas cierta música? ¿O cómo se perturba tu oración en presencia de ciertos objetos?
o cómo ciertas discusiones, tentaciones o insomnios surgen sin causa aparente. A veces creemos que son simples casualidades, pero en lo espiritual pocas cosas son casualidad. Hay puertas que abrimos sin darnos cuenta y hay presencias que se quedan si no las expulsamos con autoridad.
El alma se moldea en lo cotidiano, lo que ves cada día, lo que cuelga en tus paredes, lo que lees, escuchas, veneras o simplemente toleras. Todo eso poco a poco modela tu sensibilidad espiritual. Si tu hogar está lleno de símbolos paganos, de imágenes impuras, de objetos de culturas que niegan a Cristo, de libros y películas que celebran la oscuridad, ¿cómo puede tu alma elevarse con libertad?
No se trata de tener una casa religiosa en apariencia, sino una casa que respire cielo, que exhale oración, que aleje al demonio por su misma atmósfera de fe. Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Dos Cor 317.
La eternidad se prepara desde el umbrala. Pregunta clave es esta. ¿Qué destino estás preparando para tu alma desde los objetos que permites en tu hogar?
Porque lo que hoy toleras en tu sala, mañana puede seducir tu mente. Lo que hoy cuelga en tu pared sin cuestionamientos, mañana puede habitar tu imaginación y tus deseos. Y lo que hoy parece cultural o estético, mañana puede ser una cadena invisible que te aleje de Dios.
El Papa León XIV ha dicho con claridad pastoral, si queremos ver a Dios en la eternidad, comencemos por honrarlo en nuestros hogares. Allí empieza nuestra salvación o nuestra ruina. No exageremos, pero tampoco minimicemos.
El demonio ama lo pequeño, lo oculto, lo no confrontado. Y Cristo ama lo claro, lo limpio, lo consagrado. Ahora bien, una vez que reconocemos esta verdad, viene la pregunta más importante de todas.
¿Qué me pide esta verdad? ¿Qué decisión debo tomar? Eso lo veremos juntos en el próximo capítulo y será un momento de examen y valentía interior.
Imagina por un momento que hoy mismo el Señor Jesús toca a tu puerta, no para una visita breve, sino para quedarse contigo en tu casa. ¿Estás preparado para recibirlo? ¿O habría cosas que ocultar, que explicar, que retirar apresuradamente?
Este capítulo es una invitación, no a mirar hacia afuera, sino hacia adentro. No a señalar a otros, sino a purificar tu propio hogar, no a juzgar el mundo, sino a dejar que Dios ilumine tus rincones. Preguntas que pueden despertar el alma jas, este pequeño pero poderoso examen de conciencia espiritual sobre tu casa y tus pertenencias.
No respondas con prisa. Deja que el Espíritu Santo te muestre lo que necesita ser revelado. Hay en mi casa objetos que exaltan lo oculto, lo esotérico o lo pagano.
Guardo imágenes, estatuillas o símbolos de otras religiones como decoración o recuerdo de viajes. Tengo libros, revistas, cartas o manuales de brujería, horóscopos, tarot o supersticiones. Uso talismanes, pulseras, collares, piedras o cristales con supuestas propiedades mágicas o energéticas.
Conservo regalos que sé que no vienen de Dios, pero me cuesta soltar por apegos sentimentales. He permitido entrar música, películas o videojuegos con contenido blasfemo, violento o demoníaco. Permito que mis hijos estén expuestos a contenidos contrarios a la fe sin discernimiento.
¿He dejado de bendecir mi hogar regularmente o de invocar a Dios en cada habitación? Estas preguntas no están para condenarte, están para despertarte, para liberarte, porque muchas veces, sin darnos cuenta, damos permiso al enemigo y el enemigo no necesita mucho. Basta una rendija, un descuido, una omisión.
El Papa León XIV lo resumió con fuerza. El alma se forma en el hogar y el demonio sabe que sí puede ensuciar la casa. confundirá el corazón.
¿Qué hacer si descubres que has dado espacio a lo indebido? Reconócelo sin miedo. La luz de Cristo no viene a humillar, sino a sanar.
Ora con humildad, pide perdón. Reza un acto de contrición y si es grave, acude al sacramento de la confesión. Elimina lo que no glorifica a Dios.
No lo regales. No lo vendas, no lo escondas. Destrúyelo.
Es mejor romper una cadena que mantenerla por miedo a estar solo. Bendice tu hogar. Invita a un sacerdote si es posible o recorre tú mismo tu casa con agua bendita, rezando el rosario, proclamando el nombre de Jesús en cada habitación.
Llena tu hogar de cosas que eleven el alma. Imágenes de Cristo, de la Virgen, de los santos. Música sagrada.
Libros que fortalezcan tu fe, luz, orden, belleza. Este es el momento. Hoy, no mañana.
Haz de tu casa una trinchera de luz. Haz de tu hogar un reflejo del cielo. Y si todo esto te ha removido el corazón, espera el último capítulo, porque allí encontrarás esperanza, consuelo y un mensaje final del Papa León XIV, que puede sanar incluso las casas más heridas.
Hoy recorrimos un camino profundo y quizás incómodo, pero necesario. Un camino que no busca sembrar miedo, sino despertar el alma dormida. Un camino que nos recordó que el hogar del cristiano no es tierra neutral, es terreno sagrado.
Vimos que sí hay objetos malditos, que existen símbolos, imágenes, costumbres y reliquias que abren puertas espirituales peligrosas. Que la Iglesia, con la sabiduría de siglos, no guarda silencio ante estas realidades. Recordamos que santos, papas y fieles nos han advertido con amor.
No todo lo que parece inofensivo lo es. No todo lo que entra en tu casa viene de Dios. Aprendimos que el discernimiento no es obsesión, sino una forma de amar a Dios con pureza y vigilancia.
y que cuando decidimos purificar nuestro hogar, la gracia de Dios no tarda en manifestarse, porque el Señor ama habitar en medio de los suyos y se complace en las almas que lo reciben con limpieza de corazón. Como dijo el Papa León 14, la casa que expulsa al mal se convierte en nido de la gracia. La familia que honra a Cristo será protegida en la batalla.
Ahora, querido hermano, querida hermana, te invito a cerrar los ojos un instante y hacer esta pequeña oración conmigo. Señor Jesús, tú que entraste en la casa de Saqueo y lo transformaste, entra hoy en mi hogar y quédate. Mira lo que hay en cada rincón.
Toca lo que está oculto, rompe lo que no viene de ti. Dame la luz del Espíritu Santo para discernir lo que debe salir y el coraje para retirarlo sin temor. Haz de mi casa un pequeño Nazaret, un lugar donde tú seas honrado, amado y escuchado.
Que mi hogar sea fuerte en la fe, puro en el amor y vigilante en la oración. Amén. Si este mensaje tocó tu corazón, te invito a suscribirte al canal Papa León 14, palabras que despiertan el alma.
Aquí encontrarás contenido que fortalece tu fe. Responde a tus preguntas más profundas y renueva tu espíritu. Comparte este video con alguien que amas.
Quizás a través de ti Dios quiera también purificar otro hogar. Y recuerda siempre, no estás solo. El cielo pelea por ti y tu casa.
Si es entregada a Dios, será un refugio de bendición. Nos vemos en el próximo video. Que el Señor te bendiga y te guarde siempre.