un agricultor Solitario encontró a un bebé abandonado en su plantación de café 10 años después autos de lujo llegaron a su granja lo que sucedió cambió todo para siempre Hola espectador Gracias por estar aquí deja un like y cuéntanos en los comentarios Qué te pareció la historia y desde qué ciudad nos estás viendo ahora continuemos con la historia la mañana en la hacienda de Don Esteban empezaba como cualquier otra el aire fresco del amanecer aún llevaba consigo un ligero toque de humedad y el sol apenas asomaba entre las colinas iluminando los cafetos extendidos como un
mar verde interminable el canto de los pájaros rompía el silencio mientras el viejo agricultor caminaba entre las hileras de plantas con pasos firmes y pausados su sombrero de paja ya desgastado apenas le cubría las arrugas que el tiempo y el sol habían dibujado en su rostro Don Esteban Hernández Llevaba más de 40 años cultivando ese Cafetal allí él y Magdalena su difunta esposa habían construido una vida sin embargo desde que ella se fue hacía ya una década la hacienda se había convertido en una especie de Refugio tan vasto y silencioso como su soledad esa mañana
el hombre H repasaba mentalmente la faena del día revisar el terreno del Norte donde algunas plantas amenazaban con secarse y vigilar La cosecha que había empezado días atrás pero algo lo distrajo se detuvo de golpe entrecerrando los ojos hacia un punto entre los arbustos era apenas un bulto pequeño como un paquete abandonado qué demonio será eso murmuró con voz ronca con lentitud caminó hacia el lugar apoyándose en el bastón de madera que usaba más como costumbre que por necesidad al llegar lo vio claro era un envoltorio de manta vieja una especie de cobija que parecía
haberse manchado de tierra y humedad un ruido leve casi imperceptible lo hizo dar un salto algo se movía adentro Don Esteban con el corazón latiendo de golpe como si un tambor hubiera despertado en su pecho se agachó y con manos temblorosas tiró ligeramente de la manta lo que encontró lo dejó sin aliento era un bebé un niño pequeño tal vez recién nacido con la piel rojiza y arrugada apenas cubierto con un suéter sucio los ojos del niño estaban cerrados pero su boca soltaba un llanto débil como si estuviera exhausto de pedir auxilio quién te dejó
aquí criatura susurró Don Esteban con la voz más suave de lo que él mismo creía que podía sonar el bebé apenas se movía tiritando levemente Don Esteban miró a su alrededor buscando algún indicio de alguien más alguna sombra entre los árboles alguna señal que le diera sentido A aquello pero no había nada ni nadie El Cafetal se extendía Solitario cubierto por el silencio del amanecer sintió como el peso del momento lo abrumaba Esto no puede estar pasando pensó la última vez que cargó un bebé había sido hace más de 30 años cuando sus hijos Javier
y Miguel eran pequeños aquello era tan inesperado que por un momento lo único que pudo hacer fue quedarse quieto Mirando al niño sin saber qué hacer el llanto del bebé se hizo más fuerte el frío de la mañana seguía apretando entonces sin pensarlo más Don Esteban se quitó el suéter de lana que llevaba puesto y lo envolvió con cuidado alrededor del Pequeño al sentir el calor el bebé se calmó un poco el anciano lo sostuvo entre sus brazos torpe Como quien carga un tesoro frágil e invaluable no sé de dónde salí chamaco murmuró pero no
te puedo dejar aquí con pasos más apresurados de lo habitual Don Esteban volvió a sua una construcción Modesta de adobe Pero limia y ordenada donde cada objeto tení su lugar abrió la puer con el hombro y con un suspiro profo dejó al bebé sobre una manta limpia en la vieja mecedora de Magdalena se quedó mirándolo largo rato como si el tiempo se hubiera detenido en el rostro del niño encontró algo que no podía explicar una mezcla de vulnerabilidad y fuerza algo que parecía tocarle un rincón del corazón que llevaba años dormido el sonido de pasos
afuera lo hizo salir de su trance era Rosa la vecina de toda la vida quien solía visitarlo a esa hora para llevarle un poco de pan recién hecho o simple para conversar la mujer de cabello gris y mirada compasiva se detuvo en Seco al verlo Esteban Qué es eso preguntó sorprendida al notar al bebé de dónde salió lo encontré en El Cafetal Rosa respondió Don Esteban con voz baja alguien lo dejó ahí abandonado Rosa se llevó una mano al pecho atónita Dios mío qué vamos a hacer Don Esteban volvió a mirar al niño que ahora
dormía apenas respirando tragó saliva y respondió no sé Rosa Pero de aquí no se va el capítulo concluye con Don Esteban sentado junto a la mecedora Mirando fijamente al bebé mientras afuera el sol terminaba de iluminar El Cafetal un nuevo día comenzaba pero en su interior Don Esteban saa que ese amanecer había traído consigo algo que cambiaría su vida para siempre El Amanecer había dado paso a la mañana pero para Don Esteban el tiempo parecía haberse detenido sentado en la vieja silla junto a la mecedora donde el bebé dormía su mente giraba como un molino
al viento frente a él Rosa aún incrédula hervía agua en la estufa de leña para preparar un tque calmara sus nervios Esteban tienes que pensar bien lo que harás Esto no es cualquier cosa dijo Rosa removiendo la taza con una cuchara su voz mezclando preocupación y dulzura Don Esteban con el rostro duro como la tierra que cultivaba no respondió de inmediato sus manos callosas descansaban en sus rodillas mientras sus ojos seguían clavados en el pequeño bulto que respiraba plácidamente Por un instante la mecedora crujió recordándole el tiempo en que Magdalena se sentaba allí Tejiendo ropa
para Javier y Miguel cuando eran pequeños Lo llevaré al pueblo murmuró finalmente como si se respondiera a sí mismo tal vez la policía o el juez sepan qué hacer rosa negó con la cabeza acomodándose el chal sobre los hombros y si lo dejan en un orfanato o Peor si nadie lo quiere y queda a la deriva es tan pequeño Esteban la mujer hizo una pausa y lo miró fijamente Tal vez Dios lo puso en tu camino por algo las palabras de Rosa cayeron pesadas sobre Don Esteban hacía tiempo que no pensaba en el destino en
los misterios de la vida pero en ese momento las preguntas retumbaban en su mente Por qué él porque ahora lo único que sabía era que aquel bebé no pidió estar allí solo entre los cafetos el llanto súbito del niño lo sobresaltó Rosa se levantó con agilidad sorprendente para su edad envolviendo al pequeño con la manta que Esteban le había dado horas antes tiene hambre Esteban Qué le vas a dar pues cómo voy a saber respondió él de repente incómodo los años en el campo le habían enseñado a entender el ritmo de la tierra a lidiar
con sequías y tormentas pero un bebé era algo completamente diferente una criatura tan frágil no encajaba en su mundo ordenado y predecible vamos al pueblo dijo rosa con decisión necesita leche y ropa limpia además el médico debe revisarlo Don Esteban no discutió tomó el sombrero y con cuidado levantó al niño en brazos sintiendo de nuevo ese miedo extraño que le erizaba la piel salieron de la casa y caminaron hacia el viejo camión azul que había sido fiel compañero durante años rosa siempre eficiente se acomodó con el bebé en el asiento del copiloto mientras avanzaban por
el camino de terracería el polvo levantándose TR las llantas Don Esteban miraba de reojo al niño quien ahora parecía tranquilo arrullado por el movimiento del vehículo pequeño pensó sin darse cuenta qué clase de madre lo dejó en El Cafetal esa pregunta lo atormentaba más que cualquier otra llegaron al pueblo cuando el sol ya iluminaba las calles llenas de vida mujeres barriendo el frente de sus casas comerciantes colocando frut FR y verduras en los mercados y los campesinos saludando con la cabeza mientras cargaban herramientas en sus espaldas Don Esteban bajó del camión con rosa y el
bebé en brazos Don Esteban gritó un joven desde una tienda Qué hace con ese niño No es asunto tuyo muchacho respondió el anciano en su tono seco habitual sin detenerse se dirigieron directamente a la clínica del doctor Ramírez hombre de mediana edad que conocía a Esteban de toda la vida al ver al bebé el médico frunció el seño y esto de quién es lo encontré en mi Cafetal dijo Don Esteban serio quiero saber si está bien mientras el médico revisaba al bebé Rosa y Esteban aguardaban en silencio Don Esteban sentía el peso de las miradas
curiosas que cruzaban la puerta abierta de la clínica la gente del pueblo era buena pero las habladurías volaban más rápido que las hojas al viento está sano dijo el médico finalmente colocando al niño de nuevo en brazos de Rosa pero necesita alimento adecuado y cuidado constante qué piensa hacer Esteban La pregunta era directa como un golpe Don Esteban tragó saliva quiso decir que lo llevaría con las autoridades pero al mirar al pequeño algo dentro de él se resistió Cómo entregarlo a desconocidos después de haberl sostenido entre sus brazos Por ahora se queda conmigo respondió finalmente
con voz firme rosa sonrió con ternura y el médico asintió respetando la decisión salieron de la clínica y en el rostro de Don Esteban aunque aún marcado por la dureza de los años Había algo nuevo una chispa de determinación que ni él mismo comprendía mientras subían al camión de regreso Rosa Lo miró de reojo sabes que esto no será fácil verdad nada en mi vida lo ha sido Rosa respondió él arrancando el motor pero ya veremos cómo sale esto el viejo camión avanzó lentamente por el camino polvoriento mientras El Sol del mediodía y iluminaba los
Cafetales a lo lejos Don Esteban con el bebé a su lado sentía que algo había cambiado en su vida para siempre aunque no lo admitiera en su corazón comenzaba a germinar un propósito que llevaba años esperando en silencio El sonido del viejo camión azul rechinaba con cada salto sobre el camino de terracería rompiendo el silencio de Aquella tarde polvorienta Don Esteban llevaba una mano en el volante y la otra apoyada en la puerta mientras Rosa sostenía al bebé envuelto en una manta nueva y limpia que habían conseguido en el pueblo a su alrededor el paisaje
de Cafetales y cerros verdes se extendía infinito pero en su mente todo era un caos qué estoy haciendo pensó la decisión de quedarse con el niño no había sido planificada fue un impulso un acto que no correspondía al hombre práctico y racional que había sido durante toda su vida Esteban había enfrentado sequías heladas y la soledad de la viudez Pero esto era diferente esto lo sacaba de su zona de seguridad de la rutina que le había dado Consuelo desde que Magdalena partió estás bien Esteban preguntó Rosa notando su silencio más prof que de costumbre el
anciano apretó los labios No lo sé Rosa No lo sé Rosa Lo miró con ternura y luego bajó la vista hacia el bebé que dormía plácidamente entre sus brazos con los labios aún ligeramente rozados por la leche que el médico les había dado míralo Esteban ese niño no tiene a nadie Tú eres lo único que tiene ahora no soy nadie para cuidarlo respondió él con brusquedad mis años ya pasaron no soy un padre Rosa suspiró comprendiendo lo que él no decía el miedo Don Esteban era un hombre fuerte pero había una fragilidad en su voz
que pocas veces dejaba escapar cuando llegaron a la casa el sol ya comenzaba a bajar por el Horizonte pintando de naranja y púrpura Las Colinas del Cafetal Don Esteban apagó el motor del camión y bajó con pasos lentos rosa sin esperar entró a la casa con el bebé en brazos y comenzó a acomodarlo sobre una cobija que había extendido en la sala junto a la mecedora Don Esteban se quedó afuera mirando el Horizonte el silencio del campo que solía ser su Refugio ahora le pesaba como nunca pensaba en sus hijos Javier y Miguel pensa en
Cómo reaccionarían Si supieran lo que estaba haciendo qué dirán cuando se enteren se preguntó en voz alta rascándose la barbilla la respuesta era Clara lo juzgaría le dirían que estaba loco que no tenía sentido cargar con un niño a esa edad de pronto oyó La Voz de Rosa desde adentro Esteban ven con resignación el anciano cruzó la puerta dentro rosaa haba improvisado un espacio cálido para el bebé una manta suave una almohada pequeña y una lámpara encendida que arrojaba una luz tenue sobre la habitación no puedo hacerlo Rosa dijo Don Esteban después de un largo
silencio cómo voy a criar a un niño a esta edad apenas pude con los míos y ya ves apenas me hablan no fui un buen padre antes Rosa Lo miró con firmeza Cruzando los brazos sobre su chal eres más fuerte de lo que crees Esteban quién cuidó de esta Hacienda después de Magdalena quién se levantó todos los días a trabajar la Tierra sin que nadie lo ayudara tú solo y eso no cualquiera lo hace Don Esteban bajó la mirada la voz de Rosa era suave pero llena de verdad no estaba acostumbrado a que lo defendieran
a que alguien creyera en él de esa manera Y si fallo Rosa preguntó casi en un susurro Rosa se acercó colocando una mano en su hombro No fallarás si le das amor Esteban este niño no necesita riquezas solo a alguien que lo quiera en ese momento como si sintiera el cambio en el aire el bebé soltó un pequeño gemido y abrió los ojos eran oscuros y grandes llenos de una inocencia que hizo que don Esteban se quedara quieto mirándolo el niño lo observó fijamente como si lo reconociera como si le estuviera confiando su vida entera
en ese instante Don Esteban respiró hondo y se acercó despacio se arrodilló junto a la manta y con torpeza extendió un dedo el bebé con una fuerza Sorprendente lo agarró con su manita pequeña y suave el anciano sintió un nudo en la garganta pequeño murmuró su voz temblando ligeramente Rosa a unos pasos de distancia sonrió tal vez Esto es lo que necesitabas Esteban una razón para seguir adelante Don Esteban no respondió se quedó allí junto al bebé sintiendo como algo dentro de él Algo que creía muerto comenzaba a despertar la duda seguía pero por primera
vez en años no se sintió completamente solo esa noche después de que Rosa regresó a su casa Don Esteban improvis una cuna con una vieja canasta de mimbre y colocó al bebé en su habitación encendió un candil y se sentó en la cama mirando Cómo dormía el silencio del campo esta vez no parecía tan frío Bueno muchacho dijo con voz baja vamos a ver qué nos tiene preparado el destino apagó el candil y el cuarto quedó en penumbra pero por primera vez en años Don Esteban durmió con el corazón un poco más ligero los primeros
rayos del sol entraron tímidamente por la ventana de la habitación de Don Esteban proyectando franjas doradas sobre las paredes de adobe el viejo agricultor abrió los ojos lentamente sintiendo en el cuerpo el peso de un una noche poco descansada la respiración pausada del bebé desde la canasta improvisada a un lado de la cama fue lo primero que oyó durante la madrugada se había despertado dos veces con su llanto a tientas torpe y sin experiencia Don Esteban había aprendido a calmarlo susurrándole palabras que no recordaba haber dicho desde que sus hijos eran pequeños este chamaco va
a matarme de cansancio pensó con una sonrisa breve sintiéndose extrañamente ligero a pesar del agotamiento miró al niño dormido sus manitas aún sujetaban la manta y en su rostro se dibujaba una expresión Serena ajena a la incertidumbre que rodeaba Su futuro sin embargo en el fondo Don Esteban sabía que no podía escapar de la realidad se levantó colocándose el sombrero y tirando la camisa de franela arrugada como si el simple acto de vestirse le diera firmeza para enfrentar lo que venía tomó aire se inclinó hacia la canasta y murmuró duerme tranquilo muchacho hay muchas cosas
que debo resolver hoy al salir de la habitación encontró a Rosa en la cocina era tan temprano que el gallo apenas había cantado Pero ahí estaba ella preparando café y tortillas como si viviera en la casa desde siempre no duermes nunca mujer gruñó Don Esteban Aunque su voz carecía de dureza Rosa acostumbrada a su tono seco se giró con una sonrisa leve y le extendió una taza de barro con café humeante Alguien tiene que cuidar de que no te caigas muerto por el cansancio Cómo está el niño durmiendo respondió él sentándose pesadamente en la mesa
de madera desgastada dio un sorbo al café y dejó la taza con fuerza Rosa Esto no puede seguir así hoy iré al pueblo a hablar con Javier y Miguel Ellos tienen derecho a saber lo que está pasando Rosa Lo miró de reojo mientras colocaba unas tortillas sobre un plato derecho y tú crees que les va a importar años llevan diciéndote que vendas esta tierra y te vayas con ellos no te van a end Esteban el anciano resopló irritado por la verdad que Rosa acababa de decirle sus hijos vivían en la ciudad Desde hacía años cómodos
en sus vidas ajenas al campo lo último que querrían sería escuchar que su padre a su edad había tomado la insólita decisión de quedarse con un bebé abandonado igual les hablaré dijo con la voz firme de alguien que ha tomado una decisión son mis hijos y no voy a ocultarles nada Rosa Lo miró fijamente y finalmente asintió como quieras Esteban Pero te advierto No dejes que te hagan dudar de lo que ya decidiste horas después con el niño arropado en brazos Don Esteban subió al camión Rosa insistente decidió acompañarlo el trayecto al pueblo fue silencioso
marcado solo por el sonido del motor y el viento que golpeaba las ventanillas cuando llegaron Don Esteban estacionó frente a la pequeña oficina de la única línea de autobuses allí en un teléfono público marcó el número de Javier su hijo mayor papá respondió una voz somnolienta desde la ciudad Javier soy yo dijo Don Esteban con voz ronca escucha bien lo que voy a decirte es importante el Silencio Al otro lado de la línea lo tensó más que un Vendaval en la cosecha sin rodeos Don Esteban le explicó lo sucedido Cómo había encontrado al bebé cómo
lo había llevado a casa y cómo Había decidido cuidarlo por el momento la respuesta de Javier llegó como un golpe seco un bebé papá pero Estás loco Cómo crees que vas a cuidar a un niño y si alguien viene a reclamarlo o si te metes en Problem no estoy pidiendo tu opinión Javier respondió Don Esteban su voz endurecida solo quería que lo supieras papá por favor recapacita insistió su hijo con un tono impaciente vende la Hacienda y ven a vivir con nosotros no tienes que cargar con eso Don Esteban guardó silencio por un momento Mirando
a Mateo dormido en brazos de Rosa ajeno a la conversación el amor y el miedo le apretaron el pecho al mismo tiempo la hacienda no se vende Javier y ese niño se queda conmigo papá la voz de Javier se cortó en un suspiro exasperado no tienes idea de lo que estás haciendo tal vez no hijo pero lo descubriré respondió Don Esteban antes de colgar Rosa Lo miró en silencio Cuando regresó al camión cómo te sientes igual respondió él encendiendo el motor igual de terco y decidido mientras conducía de vuelta a la hacienda el peso de
la conversación con su hijo no lo abandonó sabía que había abierto Una grieta entre ellos pero en el fondo no se arrepentía algo le decía que aunque el camino no Sería fácil ese niño que dormía a su lado había llegado para enseñarle que a veces las decisiones más difíciles son las únicas que realmente valen la pena la tarde caía sobre El Cafetal cubriendo la tierra con tonos dorados y Sombras alargadas el viejo camión de Don Esteban se detuvo frente a la casa con un traqueteo final y el motor se apagó con un bufido Rosa bajó
primero con Mateo en brazos mientras Don Esteban permanecía un segundos en silencio con las manos firmemente apretadas sobre el volante no te quedes ahí como si te hubieras quedado dormido Esteban dijo rosa con Tono burlón tratando de aligerar el ambiente vamos que este niño necesita comer y tú necesitas descansar Don Esteban asintió pero su mente seguía atrapada en la conversación con Javier el tono de su hijo tan tajante seguía resonando en su sus oídos no tienes idea de lo que estás haciendo tal vez tenía razón tal vez estaba loco pero en su interior una fuerza
inexplicable lo impulsaba hacia adelante lo sentía como si aquella decisión no le perteneciera del todo como si el destino lo hubiera elegido a él precisamente a él para encontrar al niño entraron a la casa y como ya era costumbre Rosa el mando se movía por la cocina con soltura calentando agua en la vieja estufa de leña y sacando pan del canasto que había traído del pueblo Mateo que apenas se despertaba comenzó a llorar con el hambre propia de un recién nacido Dame al niño dijo Don Esteban extendiendo las manos si voy a cuidarlo Tengo que
aprender a hacer estas cosas yo mismo Rosa sorprendida pero complacida le entregó al bebé el anciano lo sostuvo con cuidado estudiando su pequeño rostro enrojecido y sus manos diminutas que se agitaban en el aire ya ya susurró Don Esteban con torpeza pero con ternura en La Voz no grites Tanto que apenas estoy aprendiendo Rosa sonrió desde la cocina se nota que tienes madera Esteban aunque te hagas el Duro ese niño ya te tiene envuelto va no digas tonterías respondió él Aunque su voz carecía de verdadera firmeza por dentro sabía que Rosa tenía razón desde la
primera vez que lo sostuvo aquel niño había comenzado a desmontar los muros que había construido alrededor de su corazón la noche cayó pronto y cuando Rosa se despidió para regresar a su casa Don Esteban se quedó solo con Mateo por primera vez desde que lo encontró encendió el y lo colocó junto a la canasta de mimbre donde el bebé dormía la casa acostumbrada a los silencios y a los secos de la soledad se sentía diferente No mejor ni peor solo diferente sentado en la silla junto a la cama Don Esteban se frotó las manos y
dejó escapar un suspiro en su mente una mezcla de preguntas lo atormentaba Qué haré mañana cómo voy a cuidar de este niño solo por qué fui yo el que tuvo que encontrarlo se puso de pie con esfuerzo y caminó hasta la ventana la luna llena iluminaba El Cafetal y las hojas relucían como Si estuvieran cubiertas de plata a lo lejos escuchó Los Grillos y el viento moviendo suavemente las ramas durante años aquella vista había sido su única compañía el único testigo de su soledad pero ahora esa misma tierra parecía decirle algo nuevo no estás solo
volvió la vista hacia Mateo que dormía profundamente ajeno a las dudas y temores de su protector El pequeño cuerpo subía y bajaba con cada respiración y por un instante Don Esteban sintió una oleada de responsabilidad mezclada con orgullo aquel niño dependía de él y aunque no entendía aún Cómo ni por qué sabía que no podía fallarle bueno muchacho dijo en voz baja acercándose a la canasta no tengo todas las respuestas Pero te prometo que haré lo mejor que pueda por primera vez en años Don Esteban sintió que su voz temblaba ligeramente le resultaba extraño hablarle
a alguien que no podía responderle pero al mismo tiempo sentía que el niño lo escuchaba quizás era su imaginación Pero había algo en esa pequeña criatura que lo hacía sentirse menos inútil esa noche don Esteban no durmió del todo se despertó varias veces al oír los ruidos leves del bebé que se movía inquieto o soltaba un pequeño gemido en cada ocasión se levantó con cuidado lo tomó en brazos y caminó por la habitación susurrándole palabras que ni él mismo entendía la última vez ya cerca del amanecer Don Esteban lo colocó sobre su pecho se sentó
en la cama y dejó que el sueño lo venciera afuera el canto de los pájaros anunciaba un nuevo día y en el interior de aquella casa Modesta dos almas una vieja y otra recién nacida respiraban al mismo compás aquí estoy Mateo murmuró Don Esteban antes de cerrar los ojos aquí estoy y así con un pie en lo desconocido y un corazón que com a despertar Don Esteban se entregó a la primera noche de una nueva vida sin imaginar que este pequeño acto de amor lo cambiaría para siempre El Amanecer comenzó a filtrarse suavemente entre las
cortinas raídas de la habitación los rayos del sol iluminaban el cuarto como un manto cálido mientras Don Esteban despertaba con el peso de Mateo aú apoyado sobre su pecho el viejo agricultor abrió los ojos lentamente y sintió una mezcla de cansancio y ternura al ver que el bebé dormía con la tranquilidad de quien no conoce el peso del mundo chamaco murmuró con voz ronca sonriendo apenas al menos uno de los dos pudo dormir con cuidado levantó al niño y lo colocó nuevamente en la canasta improvisada cubriéndolo con la manta tejida que Rosa había traído días
atrás Esteban se puso de p estiró las piernas y escuchó como sus huesos crujían con el esfuerzo el día Apenas comenzaba y El Cafetal no esperaría Pero esta vez todo era distinto afuera el sonido familiar del campo lo recibió las gallinas picoteaban la tierra el viento soplaba entre los árboles y a lo lejos el perro viejo de la Hacienda ladraba al amanecer Don Esteban respiró profundamente tratando de encontrar en aquel aire fresco el equilibrio que necesitaba tenía que empezar a organizarse Mateo no era una cosecha más era una vida que dependía de él Rosa llegó
apenas unas horas después como si tuviera un reloj interno que siempre la guiaba hacia donde se la necesitaba llevaba una bolsa de tela con pan caliente y leche fresca y entrar en la casa encontró a Don Esteban intentando preparar un biberón con la misma precisión con la que arreglaba su Cafetal Santo Dios Esteban dijo dejando la bolsa sobre la mesa me vas a hacer tirar la leche de tanto reír pareces un elefante en una cristalería Don Esteban frunció el seño sin levantar la vista del biberón que sostenía con torpeza No te burles mujer si voy
a encargarme del chamaco Tengo que aprender rosa con una sonrisa contenida se acercó y le quitó la botella suavemente tienes buenas intenciones Esteban pero Déjame ayudarte Mientras tanto ve a revisar El Cafetal antes de que se te haga tarde yo me quedaré con el niño un rato Esteban la miró con desconfianza al principio como si se diera demasiado poder al aceptar ayuda pero después de unos segundos así sintió agradecido en silencio Gracias Rosa si pasa algo si pasa algo Yo lo resuelvo respondió ella con firmeza haciéndolo callar anda viejo terco ve a trabajar Don Esteban
salió al Cafetal Pero esta vez sus pasos eran más rápidos más apurados como si algo tirara de él para regresar a casa recorrió la plantación inspeccionando las hojas amarillentas y los frutos que comenz a madurar las lluvias de los últimos días habían dañado algunos cultivos y una parte de él sintió esa preocupación antigua que siempre llegaba en las épocas difíciles pero ahora la idea de un pequeño niño esperándolo En casa le dio una nueva perspectiva no podía Rendirse Mientras tanto en la casa Rosa tarareaba suavemente una canción mientras cargaba a Mateo el bebé tranquilo la
miraba con curiosidad su boca formando peños gestos eres un regalito verdad Mateo susurró rosa con dulur quién lo dir este vio gruñón no sabe lo que se le viene encima horas Don Esteban regó lo recibió el olor a sopa de pollo que Rosa había prepar y el sonido de risas suaves que no reconoció al principio se detuvo en la entrada y observó la escena Rosa sentada en la mecedora sosteniendo al niño en brazos y cantándole suavemente la visión lo sorprendió hacía años que aquella casa no había escuchad sonidos así tan vivos tan llenos de calidez
ya estás aquí dijo Rosa al verlo parado en el umbral si sigues ahí quieto vas a echar raíces anda Siéntate a comer Don Esteban entró lentamente y se sentó frente a la mesa donde un plato humeante lo esperaba comió en silencio observando como Rosa dejaba a Mateo en la canasta y comenzaba a recoger la cocina algo dentro de él Algo que no se atrevía a nombrar lo conmovió profundamente por primera vez en mucho tiempo la casa no parecía tan vacía cuando Rosa se marchó por la tarde Don Esteban se quedó solo con el niño lo
sostuvo entre sus brazos sentado en la silla junto a la ventana mirando el atardecer sobre El Cafetal la luz dorada se filtraba a través de las hojas y se reflejaba en los ojos oscuros del bebé quien lo miraba con una intensidad que le resultaba inquietante bueno Mateo murmuró el anciano parece que tendremos que aprender juntos no soy perfecto pero haré lo que pueda el bebé bostezo y cerró los ojos lentamente acomodándose En sus brazos Don Esteban se quedó allí inmóvil sintiendo una paz extraña por primera vez en años no se preocupaba por el mañana ni
por el pasado solo existía ese instante donde el niño respiraba tranquilo y la vida parecía por fin tener un nuevo propósito esa noche mientras el cielo se llenaba de estrellas Don Esteban entendió algo no estaba solo y quizás eso era todo lo que realmente necesitaba el amanecer llegaba puntual como siempre pero ahora traía consigo un aire distinto a la hacienda Don Esteban despertó antes que el sol con un peso en el cuerpo que no reconocía la rutina que durante años le había dado sentido a su vida se sentía extraña alterada miró hacia la canasta donde
Mateo dormía profundamente con los labios apenas curvados en lo que parecía ser un sueño apacible quién lo diría muchacho murmuró pasando una mano por su rostro marcado por las arrugas aquí estoy levantándome por ti se puso de pie echó el sombrero sobre su cabeza y caminó hacia la cocina donde prendió la vieja estufa de leña El sonido del fuego aviv mándenos el café burbujea en el pocillo don Esteban reflexionaba durante toda su vida había cumplido con su deber cuidar la tierra sacar adelante a su familia honrar la memoria de Magdalena Pero ahora con un bebé
en brazos sentía como si estuviera cruzando un límite invisible uno que lo empujaba hacia un territorio que no comprendía Poco después un leve llanto desde la habitación lo sacó de sus pensamientos respiró hondo dejando el café a medio servir y regresó con paso firme hacia el pequeño al levantarlo su llanto se calmó como si reconociera el olor y la presencia de aquel hombre al que el destino le había confiado su vida ya ya Teo murmuró torpemente intentando arrullarlo no me mires así apenas estoy aprendiendo al salir con Mateo en brazos encontró a Rosa llegando puntual
como siempre su chal gris Colgando de sus hombros y una bolsa con tortillas y huevos frescos bajo el brazo Buenos días Esteban dijo con su energía habitual mira nada más ya se te nota la cara de Padre Don Esteban gruñó fingiendo molestia pero no pudo evitar una sonrisa cansada No exageres mujer apenas estamos Sobreviviendo el chamaco y yo Rosa entró con familiaridad Y tomó al niño de sus brazos sobrevivir no es suficiente Esteban este niño necesita estabilidad y tú necesitas aceptar que las cosas han cambiado No me vengas con sermones Rosa respondió él sirviéndose por
fin una taza de caf fe a veces pienso que esto es demasiado para mí no estoy hecho para criar otra vez Rosa Lo miró con seriedad mientras mecía al bebé entre sus brazos y entonces qué harás dejarlo en el pueblo mandarlo a un orfanato es eso lo que quieres Esteban Don Esteban no respondió en el fondo la sola idea lo revolvía por dentro había pensado en esa posibilidad más de una vez pero cada vez que lo consideraba recordaba la noche en que encontró al niño solo frágil abandonado entre los cafetos no no podía hacerlo no
puedo dejarlo Rosa admitió finalmente con voz baja Y ronca pero tampoco sé si podré con esto mis hijos me dijeron lo que piensan creen que estoy loco y qué piensas t Esteban preguntó rosa con firmeza porque en esta vida lo único que importa es lo que decides en tu corazón las palabras de Rosa se quedaron suspendidas en el aire Don Esteban las llevó consigo durante todo el día mientras trabajaba en El Cafetal revisó las plantas secas supervisó a Andrés quien cortaba las ramas daadas y caminó bajo el sol abrasador pero su mente no dejaba de
volver a la misma pregunta qué voy a hacer al mediodía mientras descansaba bajo la sombra de un árbol Andrés se acercó con una jarra de agua fresca y lo miró con curiosidad Don Esteban y ese niño de dónde salió la gente en el pueblo anda diciendo que usted lo adoptó Don Esteban tomó un trago largo de agua y suspiró no lo adopté Andrés lo encontré O quizá él me encontró a mí Andrés sonrió pues aunque usted no lo sepa Don Esteban parece que ese niño le está devolviendo algo Antes siempre andaba usted con cara de
pocos amigos Ahora hasta lo veo hablarle a las plantas y a ti quién te pidió tu opinión chamaco gruñó Don Esteban pero no pudo evitar soltar una leve carcajada el resto del día transcurrió entre el trabajo y las pequeñas visitas a la casa para asegurarse de que todo ia bien al caer la tarde regresó a la Hacienda y encontró a Rosa meciendo a Mateo cantándole una vieja canción de cuna Don Esteban se detuvo en la puerta observando la escena la casa que había sido un espacio de sombras y silencios ahora Tenía vida ven acá Mateo
dijo finalmente extendiendo los brazos para cargarlo Rosa se lo entregó con una sonrisa satisfecha lo sostuvo con más seguridad Esta vez y caminó hacia la mecedora junto a la ventana afuera el atardecer pintaba el cielo de rojo y naranja se sentó lentamente y comenzó a mecerse sintiendo como el ritmo pausado calmaba también su propia mente sabes algo Mateo murmuró mirando los ojos oscuros del bebé no sé qué voy a hacer contigo pero ya eres parte de mi vida Rosa desde la cocina lo observó con ternura sabía que el viejo agricultor Aunque terco como la misma
tierra que trabajaba estaba empezando a aceptar que su vida había cambiado para siempre y aunque no lo dijera en voz alta el amor ya estaba echando raíces en su corazón la noche llegó lentamente y con ella una nueva certeza Don Esteban había dado el primer paso hacia lo desconocido Y aunque el camino fuera incierto no estaba dispuesto a retroceder la mañana despuntaba entre las colinas pero Don Esteban ya estaba despierto el olor a tierra húmeda se mezclaba con el fresco aroma del café recién hecho el único lujo que se permitía antes de enfrentarse a la
faena diaria sin embargo esta mañana era diferente mientras el café burbujea en la estufa el llanto de Mateo rompió el silencio habitual de la casa ya ya muchacho no grites tanto murmuró Don Esteban mientras lo cargaba con torpeza aún no dominaba del todo cómo sostener al niño sin que se quejara pero poco a poco aprendía como con las plantas pensaba con una mezcla de Orgullo y resignación todo lleva su tiempo Mateo con sus ojos ojos oscuros muy abiertos lo miraba con una intensidad desconcertante Don Esteban dejó escapar un suspiro se acomodó en la mecedora junto
a la ventana y comenzó a arrullarlo Aunque sus movimientos aún eran rígidos como quien sigue un ritmo que no comprende del todo Qué vamos a hacer contigo chamaco dijo en voz baja con el tono grave de alguien acostumbrado a hablar solo esto no es fácil pero ya estamos en esto antes del mediodía Rosa apareció como un reloj suizo con su bolsa de tela llena de tortillas y otras provisiones entró con la confianza de quien Lleva años cruzando esa puerta y encontró a Don Esteban inclinado sobre la mesa luchando por preparar otro biberón Esteban otra vez
con eso dijo tomando la botella de sus manos me vas a dejar al sin comer si sigues midiéndolo todo como si fuera café déjame aprender mujer gruñó él frotándose las manos no quiero depender de nadie si este chamaco se queda conmigo tengo que saber hacer las cosas yo mismo Rosa Lo miró con una mezcla de ternura y dureza nadie dice que dependas de mí Esteban pero aceptar ayuda no te hace menos hombre mira que eso lo vas necesitar y más pronto de lo que piensas el comentario quedó flotando en el aire pero Don Esteban no
quiso responder en su interior una batalla invisible seguía librándose de verdad estaba listo para esto para criar a un niño cuando ya sentía que el tiempo le había arrebatado las fuerzas hoy iremos al pueblo dijo finalmente cortando la atención Necesito comprar más cosas para el niño ropa leche pañales esas cosas que ustedes las mujeres entienden pues vámonos respondió Rosa tomando su sombrero No quiero que le pongas a Mateo un costal de frijoles en lugar de ropa el viaje al pueblo fue tranquilo Aunque el camino de terracería con sus baches y polvo hacía crujir el camión
como si fuera a desarmarse en cualquier momento Mateo envuelto en una manta dormía profundamente en brazos de Rosa quien lo cuidaba con la misma delicadeza que si fuera suyo al llegar el bullicio del mercado los recibió con la energía habitual de los sábados vendedores ofrecían frutas frescas telas de colores vivos y quesos envueltos en hojas los gritos el sonido de las campanas y el trote de los caballos mezclaban El caos con la rutina del pueblo y a usted qué se le ofrece hoy Don Esteban preguntó una mujer desde un puesto de ropa infantil mirando con
curiosidad al bebé en brazos de Rosa ropa para el chamaco respondió él sin detenerse demasiado en explicaciones ese niño es suyo Don Esteban insistió otra voz desde un costado Don Esteban sintió las miradas clavadas en su espalda y la presión de las preguntas comenzó a arle lo último que quería era convertirse en el tema principal de las habladurías del pueblo ya Bastante tengo con lo que pienso yo mismo refunfuño para Sí Rosa por otro lado no parecía intimidada Qué importa de quién sea lo importante es que está bien cuidado respondió con firmeza dejando Claro que
no habría más preguntas después de comprar lo necesario Don Esteban cargó las bolsas con ropa ales y leche en polvo como si fueran un símbolo de algo más su compromiso su responsabilidad mientras regresaban al camión se detuvo un momento frente a una pequeña tienda de juguetes en el escaparate un caballito de madera capturó su atención por un instante recordó a Javier y Miguel cuando eran pequeños Y cómo solía tallar juguetes para ellos con sus propias manos qué miras Esteban preguntó Rosa al notar que se había quedado atrás nada respondió él con brusquedad volviendo al camión
pero por dentro algo se había movido aquellos recuerdos tan lejanos eran un recordatorio de las cosas que había hecho bien y sobre todo de las que había fallado al regresar a la hacienda Don Esteban descargó las bolsas con esfuerzo y a Mateo en la canasta que ahora parecía más pequeña que nunca mientras el niño dormía se sentó en la mecedora y se dejó caer pesadamente contra el respaldo la jornada le había robado las pocas energías que le quedaban pero no podía evitar sentir que había dado otro paso en este nuevo camino parece que vamos aprendiendo
chamaco murmuró acomodándose el sombrero sobre los ojos lento pero el sol comenzó a ocultarse pintando el Horizonte con tonos dorados y violetas Don Esteban cerró los ojos por un momento respirando el aire fresco del Cafetal mientras el leve Suspiro de Mateo llenaba la casa de un sonido que sin él darse cuenta comenzaba a desplazar la soledad esa noche antes de acostarse tomó una pequeña navaja y un pedazo de era de un viejo tronco que tenía guardado mientras el bebé dormía sus manos comenzaron a trabajar con movimientos precisos y cuidadosos como si estuviera devolviendo algo que
había creído perdido hacía mucho tiempo la esperanza los días comenzaron a tomar un ritmo extraño en la vida de Don Esteban desde que Mateo había llegado a su casa el tiempo parecía correr distinto los amaneceres ya no eran solo para él ni para El Cafetal ahora el primer sonido del día era el llanto del niño reclamando alimento o atención Don Esteban Aunque torpe y gruñón al principio comenzó a acostumbrarse aquella mañana mientras ajustaba el biberón que había aprendido a preparar después de incontables intentos Mateo lo miraba desde su canasta con los ojos muy abiertos y
una sonrisa pentes que desarmara hasta al hombre más rudo Don Esteban lo notó de reojo Y aunque no dijo nada sus labios temblaron ligeramente en un gesto parecido a una sonrisa No te burles de mí chamaco murmuró mientras se inclinaba para cargarlo con cuidado ya voy entendiendo tus mañas Mateo respondió con una risa espontánea y Don Esteban sin darse cuenta dejó escapar un suspiro de alivio Había algo en la inocencia del bebé que lo hacía olvidar las dificultades aunque fuera solo por un momento el día en la hacienda comenzó como todos con las manos de
Don Esteban atareadas en El Cafetal y sus pensamientos divididos entre el trabajo y la preocupación por el pequeño la rutina del campo era pesada pero ahora había una sensación de encia en su pecho si algo me pasa qué será del niño se preguntaba mientras arrancaba las hojas secas de los cafetos Andrés El joven campesino que llevaba meses ayudándolo notó que don Esteban estaba más distraído que de costumbre con una sonrisa burlona se acercó a él con una pala al hombro Don Esteban todo bien lo veo medio oído trabaja y no hables tanto gruñó Don Esteban
sin levantar la vista La cosecha no se hace sola Andrés soltó una risa y se apoyó en la pala es que lo noto distinto desde que llegó el niño como que ya no anda tan enojado con el mundo y Quién te pidió tu opinión respondió Don Esteban Aunque su tono no fue tan Severo como solía hacerlo El joven insistió quitándole importancia a la respuesta seca de su patrón digo hasta Rosa dice que se le ve más joven y mire que usted ya tenía la cara de viejito desde que nací Don Esteban Lo miró con el
seño fruncido pero no pudo evitar soltar una carcajada que sonó casi como un rugido Andrés sorprendido se unió a la risa Por un instante el peso de las preocupaciones pareció disiparse Ponte a trabajar muchacho ordenó finalmente Don Esteban con una voz más firme o te quedas sin almuerzo horas después al regresar a la casa al mediodía Don Esteban encontró a Rosa sentada en el porche meciendo a Mateo en brazos mientras cantaba una vieja canción popular la escena tan simple y cotidiana lo hizo detenerse Por un instante en el umbral de la puerta qué te traes
Rosa preguntó él fingiendo dureza ahora también instalaste aquí Rosa Lo miró con una sonrisa astuta Alguien tiene que cuidar al niño mientras tú andas hablando con los cafetos va refunfuño Don Esteban quitándose el sombrero y entrando el chamaco parece estar mejor contigo que conmigo Rosa lo observó con detenimiento mientras lo seguía a la cocina no digas esos Esteban no hay niño que no sepa reconocer Quién es su rector Y aunque te hagas el gruñón él ya lo sabe don Esteban no respondió pero en su interior sintió como algo se removía el peso de las palabras
de Rosa le hizo mirar a Mateo con otros ojos como si apenas ahora aceptara la realidad el niño dependía de él sí pero también lo Estaba cambiando a él de maneras que nunca imaginó por la tarde después de dejar a Rosa en su casa Don Esteban intentó retomar su trabajo en El Cafetal pero la fatiga acumulada comenzaba a pasarle factura se sentó bajo un árbol con Mateo en brazos mirando las nubes que se formaban en el cielo como si fueran señales que no lograba descifrar Mira Mateo le dijo al bebé con voz suave y pausada
esta tierra nunca me ha dado tregua pero tampoco me ha dejado sin nada aquí crecí aquí trabajé y aquí te encontré a ti Mateo lo miraba fijamente como si entendiera cada palabra y Don Esteban sintió que algo en su pecho se aflojaba como un nudo que llevaba años apretado esa noche mientras acomodaba al niño en la canasta y preparaba la lámpara de aceite recibió una llamada inesperada el viejo teléfono de la sala sonó con un eco hueco que resonó en toda la casa Don Esteban levantó el auricular temiendo que fueran sus hijos de nuevo bueno
Papá soy Miguel Dijo una voz seria al otro lado de la línea Javier me contó lo del niño Necesitamos hablar no puedes hacer esto Solo Don Esteban respiró hondo apretando el auricular no necesito tu permiso Miguel estoy bien el niño está bien No es eso papá no tienes idea En qué te estás metiendo Quizá no respondió Don Esteban con voz firme mirando hacia la canasta donde Mateo dormía pero de una cosa estoy seguro este niño merece más que ser abandonado otra vez Miguel guardó silencio por un momento al final dijo hablaremos pronto papá Don Esteban
colgó el teléfono y se quedó mirando el aparato como si pudiera responderle después apagó la lámpara y se sentó junto al niño mirando las estrellas que se veían a través de la ventana no sé qué pasará mañana Mateo pero aquí estamos murmuró en voz baja y mientras me quede fuerza no dejaré que te falte nada en la penumbra de la habitación el bebé dormía tranquilo y Don Esteban Aunque cansado sintió que por primera vez en mucho tiempo el mundo tenía un sentido más profundo el amanecer se asomó tímidamente entre las montañas mientras el olor del
café recién hecho llenaba el pequeño hogar de Don Esteban las brasas en la estufa a un chispo rote aban y el viejo agricultor sentado en la mesa con una taza entre las manos observaba en silencio como Rosa acomodaba a Mateo en la canasta después de haberlo alimentado este niño cada vez te tiene más paciencia Esteban dijo rosa con un dejo de burla mientras cubría al bebé con una manta tejida quién lo diría Eh Al final resultaste más bueno para cuidar chamacos que para cosechar café no empieces mujer gruñó Don Esteban Aunque el tono en su
voz carecía de enojo en el fondo aquella broma le daba algo de alivio desde que Mateo había llegado las palabras de Rosa se sentían como un apoyo constante un puntal en el que descansar cuando el peso de la responsabilidad amenazaba con doblarle los hombros esa mañana Andrés llegó más temprano que de costumbre El joven campesino de cuerpo delgado y manos fuertes se acercó a la casa con pasos apresurados Don Esteban llamó desde la entrada hay problemas en la plantación Esteban se puso de pie de un salto el corazón latiendo fuerte en su pecho Qué pasó
ahora las lluvias de anoche arrancaron varias ramas en El Cafetal del sur además una Plaga de gusanos está apareciendo otra vez necesitamos hacer algo rápido Don Esteban se ajustó el sombrero y miró a Rosa quien lo seguía con la mirada preocupada mientras sostenía a Mateo en brazos cuida al niño Rosa Esto no puede esperar dijo tomando su bastón y dirigiéndose a la salida Esteban no te sobrepases le advirtió ella pero él no respondió el peso de su responsabilidad era más fuerte que cualquier advertencia al llegar al Cafetal del sur Don Esteban vio el desastre con
sus propios ojos varias ramas habían sido arrancadas por el viento dejando las plantas débiles y desordenadas lo peor era que Andrés tenía razón una Plaga de gusanos verdes comenzaba a cubrir las hojas bajas avanzando rápidamente Esto no puede estar pasando ahora murmuró Don Esteban apretando el bastón con frustración Andrés agachado junto a una planta intentaba limpiar las hojas a mano pero la tarea era lenta e insuficiente necesitamos pesticida Don Esteban dijo Andrés con Tono serio si no actuamos ya podríamos perder esta parte de la cosecha Don Esteban respiró hondo y miró a su alrededor la
tierra que siempre había sido su refugio y sostén parecía ahora conspirar contra él con la llegada de Mateo cada problema en el campo se sentía más pesado porque ahora había más en juego no hay dinero para pesticida respondió con firmeza habrá que hacerlo a la antigua convoca a los demás todo a mano Andrés asintió Aunque en su rostro había una sombra de duda está bien Don Esteban pero no podremos solos a mediodía Don Esteban regresó a la casa sudoroso y exhausto rosa lo esperaba en el porche con Mateo dormido en la canasta no puedes hacerlo
todo tú solo Esteban dijo rosa con seriedad al verlo bajar del camión esa plaga va a ganar si no aceptas ayuda Ya lo sé Rosa ya lo sé gruñó él dejándose caer en una silla junto a la puerta Pero quién nos va a ayudar los muchachos ya tienen su propio trabajo y no puedo pagar más manos Quizá no necesites dinero para todo respondió rosa con un tono astuto sentándose a su lado la gente del pueblo te debe mucho Esteban no te cierres pide ayuda Don Esteban frunció el ceño pero en el fondo sabía que Rosa
tenía razón había vivido décadas en aquel pueblo siempre dispuesto a ofrecer su ayuda Cuando alguien la necesitaba quizá era hora de que él también aceptara que a veces uno no puede solo por la tarde cuando las campanas de la iglesia sonaban en la distancia Don Esteban y Andrés se dirigieron al pueblo tocaron las puertas de las casas que borde la plaza y hablaron con cada familia La plaga Está avanzando en El Cafetal y necesito ayuda dijo Don Esteban con el orgullo tragado y la voz baja no puedo ofrecer mucho pero lo poco que hay lo
compartiré al principio hubo miradas de sorpresa murmullos entre los vecinos Pero entonces habló Don Julián un campesino viejo que conocía a Esteban Desde niño nadie Deja que un Cafetal Esteban dijos con voz grave mañana estaremos ahí el café es nuestro también uno a uno los demás se sumaron Andrés joven y entusiasta comenzó a organizar a los voluntarios mientras Don Esteban observaba desde un costado sintiendo una mezcla de alivio y humillación no estaba acostumbrado a pedir pero algo en el brillo de los ojos de la gente le recordó que aún había Esperanza esa noche al regresar
a casa encontró a Rosa sentada junto a la canasta cantándole suavemente a Mateo el bebé ya dormía y la luz de la lámpara de aceite iluminaba las paredes con un resplandor dorado conseguiste ayuda verdad preguntó rosa mirándolo de reojo sí la gente vendrá mañana respondió Don Esteban dejando su sombrero sobre la mesa no sé cómo pagarlo pero lo haré rosa sonrió con dulzura la gente no siempre espera que le pagues con dinero Esteban a veces basta con que les devuelvas lo que sembraste en ellos Don Esteban se sentó junto a la ventana con la mirada
perdida en la oscuridad del Cafetal afuera la noche era silenciosa pero en su interior sentía que algo había comenzado a cambiar lo que sea por este chamaco murmuró mi Mirando a Mateo quien dormía ajeno a todo lo que sea mientras la casa volvía a sumirse en la calma Don Esteban entendió que aunque el camino sería difícil no estaba completamente solo por primera vez en años tenía aliados y ese era un buen comienzo el sol aún no despuntaba en el Horizonte cuando Don Esteban despertó con el sonido de pasos y voces apagadas cerca de la Hacienda
se puso de pie rápidamente ajustándose el sombrero y echando un vistazo hacia la ventana afuera pudo distinguir siluetas moviéndose entre la bruma matutina hombres y mujeres del pueblo algunos con herramientas al hombro otros con canastas vacías todos respondiendo al llamado de ayuda Esteban gritó Andrés desde la entrada ya llegaron Don Juli trajo a de los suyos y también vinieron los de la otra colina Don Esteban tomó su bastón se echó la chamarra al hombro y salió no estaba acostumbrado a tanta actividad en su Hacienda pero ver a su gente allí dispuesta a trabajar hombro a
hombro para salvar El Cafetal le removió algo en el pecho orgullo quizás o gratitud silenciosa gracias por venir vecinos dijo con voz firme y profunda la misma que siempre había usado para dar órdenes en el campo tenemos mucho que hacer la plaga se está extendiendo y no hay tiempo que perder Andrés y yo les indicaremos dónde empezar no hay problema Don Esteban aquí estamos respondió Don Julián levantando un machete los demás asintieron y comenzaron a repartirse las tareas los primeros Rayos de Luz iluminaron El Cafetal justo cuando los hombres y mujeres empezaron a trabajar unos
arrancaban las hojas dañadas otros revisaban las plantas en busca de brotes infectados y los más jóvenes llevaban cubetas con agua y ceniza para evitar que los gusanos volvieran a propagarse Andrés siempre diligente guiaba a los más inexpertos y se aseguraba de que nadie se quedara atrás mientras supervisaba el trabajo Don Esteban notó Como algunos de los lo miraban con una mezcla de curiosidad y respeto desde que su historia se había esparcido por el pueblo muchos se preguntaban qué lo había llevado a quedarse con un bebé abandonado es cierto lo del niño Don Esteban preguntó Doña
Eulalia una mujer de mirada afilada y voz implacable mientras cortaba una rama que lo encontró entre sus cafetos y decidió quedárselo Don Esteban se detuvo un instante su mirada fija en el Horizonte es cierto respondió sin rodeos lo encontré solo y no lo iba a dejar allí pero qué va a hacer con él insistió ella con ese tono propio de quien ama los chismes a su edad criar un niño eso no es cualquier cosa lo que tenga que hacer respondió Don Esteban con firmeza clavando el bastón en la tierra la edad no quita el deber
ni el corazón Doña Eulalia guardó silencio sorprendida por la respuesta y siguió con su tarea pero aquella conversación le dejó un mal sabor en la boca mientras caminaba entre las filas de cafetos el peso de la realidad lo golpeaba con fuerza no solo estaba luchando contra una plaga sino también contra las dudas de los demás y las suyas propias el día avanzó lentamente marcado por el ruido constante de herramientas murmullos y el crujir de las ramas Don Esteban trabajaba como el resto olvidándose por completo de su edad Había algo casi catártico en la rutina del
campo en enfrentar el problema con sus propias manos sin embargo hacia el mediodía un grito sobresaltó a todos Don Esteban venga rápido Andrés desde el extremo del Cafetal Esteban con el corazón latiendo fuerte se apresuró hacia donde Andrés lo llamaba allí en el suelo encontró algo que le revolvió las entrañas varias plantas estaban completamente infestadas y la plaga parecía haberse multiplicado lo peor era que algunas raíces comenzaban a podrirse como si la enfermedad se hubiera extendido desde dentro no podemos salvar esto Don Esteban dijo Andrés con la voz entrecortada estas plantas están perdidas si no
las arrancamos el resto se va a contaminar Don Esteban apretó los labios sintiendo una mezcla de frustración y enojo miró las plantas con impotencia como si le estuvieran quitando algo vital primero la tierra luego la vida de Magdalena y ahora esto pensó con rabia silenciosa arránquese con voz firme aunque le temblaban las manos no hay otra opción mientras los campesinos comenzaban a trabajar Don Esteban se apartó unos metros sintiendo que el peso del día le caía sobre los hombros sentado bajo un árbol dejó escapar un suspiro largo y cerró los ojos todo parecía conspirar en
su contra Y si realmente no pod con todo y si sus hijos tenían razón Esteban dijo una voz suave detrás de él era Rosa quien había llegado sin hacer ruido y ahora se paraba frente a él con Mateo en brazos Qué haces aquí Rosa gruñó él sin abrir los ojos Esto no es lugar para el niño el niño está bien vine porque sabía que estarías así respondió ella sentándose a su lado lo que pasó con las plantas no es tu culpa Esteban a veces la tierra nos prueba igual que la vida Don Esteban miró a
Mateo que sonreía y agitaba los brazos ajeno a todo su pecho se apretó de nuevo Pero esta vez con una sensación diferente Un calor que aunque débil le devolvía las fuerzas No puedo fallarle Rosa No a él dijo con voz baja pero firme no lo harás respondió ella apoyando una mano en su hombro porque eres más fuerte de lo que crees el sol comenzaba a bajar en el Horizonte cuando Don Esteban volvió al Cafetal con las mangas arremangadas y las manos firmes ayudó a arrancar las plantas infectadas como si con cada movimiento arrancara también sus
propias dudas los demás lo siguieron inspirados por su ejemplo cuando cu finalmente terminaron Andrés se acercó exhausto pero sonriente Hicimos lo que pudimos Don Esteban el resto de las plantas está a salvo eso es lo que importa muchacho respondió él limpiándose el sudor de la frente lo que importa es no Rendirse esa noche mientras la luna iluminaba El Cafetal Don Esteban miró a Mateo dormir en su canasta tocó su pequeño rostro con ternura y murmuró hoy ganamos chamaco mañana ya veremos y por primera vez en mucho tiempo sintió que aunque el camino Era difícil no
estaba solo el amanecer trajo consigo una calma inusual a la hacienda las primeras luces del día se filtraban entre las ramas de los cafetos iluminando la tierra humedecida por el rocío de la madrugada Don Esteban con su camisa arremangada y el sombrero bien ajustado salió al porche de la casa por un momento se detuvo a escuchar el silencio que seguía a los días de Caos no había voces ni herramientas resonando solo el susurro del viento y el canto tímido de los pájaros que volvían al Cafetal Mateo aún dormido estaba en la vieja canasta que don
Esteban había movido a la sala desde aquella primera noche el niño parecía haber encontrado su lugar en esa casa llena de recuerdos a veces Don Esteban se preguntaba qué pensaría Magdalena si lo viera ahora él un viejo testarudo luchando contra el tiempo y la tierra mientras sostenía a un bebé entre las manos sigue durmiendo chamaco murmuró esbozando una sonrisa leve mientras se inclinaba para acomodarle la manta el día será largo pero hoy será distinto antes de que el sol terminara de salir Andrés llegó a la hacienda el muchacho con una pala al hombro y un
pañuelo atado al cuello traía un brillo diferente en los ojos Don Esteban lo llamó desde la entrada venga tiene que ver esto qué pasa ahora respondió Esteban con su tono habitual Aunque el corazón le dio un vuelco al pensar en nuevas malas noticias es El Cafetal patrón Parece que la plaga no avanzó más las plantas que nos quedaron están recuperándose Don Esteban Lo miró con incredulidad al principio como si las palabras del joven fueran demasiado buenas para ser verdad sin embargo al llegar al Cafetal la evidencia era Clara las hojas que antes estaban marchitas ahora
mostraban nuevos brotes verdes y las ramas restantes a que debilitadas aún sostenían frutos pequeños Santo Dios murmuró Don Esteban inclinándose para tocar una de las ramas esto era lo que necesitábamos Andrés sonrió de oreja a oreja contagiado por el alivio del viejo agricultor lo logramos Don Esteban y no solo usted y yo sino Todos la gente del pueblo hizo la diferencia Esteban se enderezó y miró a su alrededor El Cafetal Aunque herido seguía de pie Y aquel logro pequeño pero real parecía devolverle la confianza que los últimos días le habían arrebatado su mirada se posó
en Andrés quien trabajaba con la energía inagotable de la juventud muchacho hiciste un buen trabajo gracias por no soltar la toalla Yo aprendí de usted Don Esteban respond Andrés limpiándose las manos en el pantalón aquí nadie se rinde el resto del día fue una mezcla de trabajo y reparaciones Don Esteban junto a Andrés y algunos hombres del pueblo que aún quedaban reforzaron las cercas y limpiaron las últimas áreas afectadas Aunque el trabajo era agotador cada gota de sudor parecía tener más sentido que nunca por la tarde Rosa llegó con una canasta llena de comida el
aroma del guiso y las tortillas calientes invadió la casa y Don Esteban sintió que después de tanto tiempo Aquel lugar volvía a aparecer un hogar mientras comían bajo la sombra de un árbol Rosa observó al viejo agricultor con una mirada curiosa Te ves diferente Esteban dijo partiendo una tortilla Como si hubieras vuelto a encontrar algo que creías perdido Qué dices mujer respondió él gruñendo ligeramente Aunque sin verdadero enojo a estas alturas uno no encuentra Nada nuevo Ah claro respondió ella sonriendo con picardía Entonces qué es esto que estoy viendo un hombre que se levanta más
temprano que nunca que sonríe aunque sea poquito y que de repente parece tener fuerzas para mover el mundo Don Esteban no respondió hacia la casa dondee Mateo dormía tranquilamente su respiración apenas audible Rosa tenía razón algo en su vida había cambiado aunque no se atrevía a decirlo en voz alta era como si el niño con su presencia silenciosa hubiera reavivado una chispa que él pensaba extinta el chamaco no me deja opción Rosa dijo finalmente con voz más suave Ya no puedo vivir como antes y eso no es malo Esteban respondió ella con ternura los milagros
no siempre vienen como los esperamos A veces llegan en forma de un niño abandonado Don Esteban asintió sin decir nada más había verdad en las palabras de Rosa al caer la noche don Esteban se sentó en la mecedora con Mateo en brazos afuera El Cafetal dormía bajo el manto de estrellas y la brisa fresca ent por la ventana abierta el niño ahora más despierto balbuceaba sonidos que arrancaban pequeñas sonrisas del anciano escucha chamaco le dijo Esteban como si el bebé pudiera entenderlo no sé que nos depara el destino pero mientras me quede aliento haré que
tengas lo que necesitas Mateo respondió con una risita y estiró una de sus pequeñas manos hacia el rostro curtido de Don Esteban tocándole la barba áspera el anciano sintió como aquel gesto simple le removía algo profundo una ternura que hacía años no experimentaba eres pequeño pero fuerte murmuró Esteban acomodándolo en su regazo como esta tierra muchacho como esta tierra mientras la luna ascendía en el cielo Don Esteban se quedó allí meciendo a Mateo lentamente con el corazón en paz por primera vez en años El Cafetal seguía vivo la gente había respondido a su llamado y
por sobre todo el niño que había encontrado en aquella mañana oscura seguía llenando su vida de propósito aquella noche don Esteban durmió con una certeza renovada no importaban las pruebas que vinieran no estaba solo y eso Al final era suficiente para seguir adelante los días en la hacienda transcurrían con un ritmo más estable Aunque el trabajo seguía siendo extenuante El Cafetal pese a las heridas de La plaga había comenzado a mostrar signos de recuperación y Don Esteban sentía una mezcla de alivio y cansancio cada vez que recorría las filas de plantas sin embargo algo más
ocupaba su mente durante las noches mientras Mateo dormía tranquilo en su canasta improvisada Don Esteban se sentaba en la vieja mecedora de Magdalena y dejaba que las sombras de la habitación le susurrar las dudas que llevaba años acumulando estoy haciendo lo correcto y si no puedo protegerlo qué pensaría ella de todo esto esa noche después de una larga jornada en el campo Don Esteban se dejó caer pesadamente en la silla con una jarra de agua fresca en la mano el aire estaba tibio y por la ventana abierta podía oír el murmullo lejano de Los Grillos
Mateo dormía profundamente pero su presencia en la casa Era un recordatorio constante de las responsabilidades que lo acechaban Magdalena murmuró como si hablara con un fantasma qué dirías si me vieras ahora un viejo que se metió en algo que apenas entiende su voz se quebró al final como si las palabras hubieran Pesado demasiado en su pecho hacía años que no pronunciaba el nombre de su esposa en voz alta la última vez había sido en su tumba cuando le prometió cuidar de la tierra y de sus hijos Aunque eso le costara la vida y ahora el
recuerdo de Magdalena parecía seguirlo en cada Rincón de la casa desde las paredes juzgándote [Música] dejarlo ahí Magda no pude por la mañana Rosa llegó como siempre encontrándolo más callado que de costumbre Esteban te pasa algo preguntó mientras acomodaba la canasta con pan y leche en la mesa no es nada mujer respondió él mirando el café que sostenía entre las manos Solo un día más Rosa no era tonta y lo conocía mejor de lo que él quisiera admitir lo observó en silencio por un momento y con una voz suave pero firme le dijo estás peleando
contigo mismo Esteban verdad Don Esteban levantó la vista sorprendido por lo directo del comentario al principio quiso negarlo pero su mirada dura se se suavizo al encontrarse con los ojos compasivos de Rosa no sé si estoy haciendo bien las cosas admitió finalmente con voz ronca este niño merece algo mejor alguien joven fuerte no un viejo terco que apenas sabe calentar una mamila Rosa suspiró y se sentó frente a él y quién decide eso Esteban tú o la gente que habla sin saber ese niño no necesita perfección solo amor y tú se lo estás dando aunque
te cueste aceptarlo y si me equivoco Rosa insistió él su voz apenas un susurro Ya fallé una vez como padre mis hijos no los pude tener cerca Qué pasa si lo dejo solo también Rosa tomó su mano con ternura un gesto inusual en ella no es lo mismo Esteban tal vez con tus hijos Te equivocaste en cosas pero no por falta de amor A veces el amor también se aprende este niño tiene suerte de haberte encontrado aunque no lo creas él te necesita más que nadie Don Esteban guardó silencio las palabras de Rosa eran como
semillas lanzadas en una tierra dura y seca no las aceptó de inmediato pero algo en él comenzó a removerse ese mismo día mientras trabajaba en El Cafetal junto a Andrés Don Esteban sintió que la tensión que cargaba Desde hacía días comenzaba a transformarse en enojo Oiga Don Esteban dijo Andrés con el tono curioso que lo caracterizaba Por qué se le ve tan serio hoy Parece que la Tierra le habló mal muchacho deja de hablar y trabaja respondió Don Esteban con un gruñido más fuerte de lo normal Andrés se quedó quieto por un momento sorprendido luego
bajó la voz Disculpe patrón no era mi intención Don Esteban suspiró sintiendo el peso de sus palabras no Andrés el que debe disculparse soy yo es que a veces uno hizo una pausa sin saber cómo continuar a veces uno carga con cosas que no puede explicar El joven asintió con seriedad mi abuelo decía que no lo difícil que sea un día siempre sale el sol al otro usted está haciendo lo que puede Don Esteban no se de tan duro por extraño que pareciera las palabras del Muchacho lo aliviaron a veces la sabiduría llegaba de los
lugares menos esperados al caer la noche don Esteban volvió a la casa extenuado después de cenar con Rosa quien seguía apoyándolo sin descanso se sentó junto a Mateo el niño con los ojos abiertos y brillantes lo miraba desde su pequeña canasta estirando las manitas como si intentar alcanzarlo Y tú qué me ves dijo Don Esteban con una sonrisa cansada levantándolo en brazos crees que soy fuerte chamaco pues a veces no lo soy pero por ti Lo intentaré Mateo soltó una risita que hizo eco en el silencio de la sala por primera vez Don Esteban no
escuchó el peso de sus pensamientos solo el sonido ligero de aquella risa infantil que parecía traer luz a la casa Supongo que tú y yo estamos aprendiendo juntos murmuró Besando la frente del Niño no sé qué tanto puedo darte pero lo que tenga será tuyo mientras la noche envolvía la hacienda en calma Don Esteban sintió Por un instante que la voz de Magdalena no lo juzgaba desde las sombras tal vez después de todo él estaba haciendo lo correcto el sol aún no alcanzaba su zit cuando Don Esteban con el sombrero bien ajustado terminó de revisar
El Cafetal del sur la tierra Aunque herida por la plaga semanas atrás Ahora mostraba signos de recuperación los brotes nuevos brillaban bajo la luz del mediodía Y eso en otros tiempos habría sido suficiente para arrancarle un suspiro de alivio pero hoy su mente estaba en otra parte Don Esteban llevaba días con un mal presentimiento desde su conversación con Miguel no había vuelto a saber de sus hijos pero algo le decía que no todo estaba tranquilo los silencios a veces gritaban más fuerte que las palabras Don Esteban La Voz de Andrés rompió el aire El joven
siempre ágil se acercó corriendo con el rostro tenso Don Esteban tiene visita en la hacienda vinieron en unos carros grandes y bien lujosos el corazón de Don Esteban se detuvo un instante carros quién demonios vendría hasta aquí No lo sé patrón pero son tres y traen a unos hombres bien trajeados la sangre le bajó de golpe a las manos y sintió como el sudor frío le corría la espalda sin decir más tomó su bastón echó el sombrero un poco más hacia adelante y comenzó a caminar de regreso a la casa Andrés lo siguió en silencio
con el ceño fruncido rosa está con el niño patrón no dijo nada pero se veía nerviosa añadió el muchacho las palabras de Andrés solo apresuraron su paso cuando la casa apareció a la distancia Don Esteban vio los tres autos estacionados frente a su entrada eran carros que parecían sacados de otra realidad grandes brillantes y tan ajenos a aquel pedazo de tierra humilde como la luna misma junto a ellos cuatro hombres bien vestidos conversaban entre sí uno de ellos un tipo alto con traje gris y lentes oscuros parecía ser el líder Don Esteban lo reconoció enseguida
aunque no lo había visto en su vida no necesitaba preguntar quién era Buenas tardes dijo el hombre de traje cuando vio acercarse a Don Esteban ustedes Esteban Hernández quién pregunta respondió Don Esteban parándose firme frente a ellos la voz le salió más áspera de lo normal como si el malestar en su pecho se reflejara en cada palabra el hombre se quitó las gafas con movimientos lentos y calcul tenía una mirada firme tan fría como un invierno sin fuego Mi nombre es Leonardo Vargas dijo extendiendo la mano Vengo desde la ciudad necesito hablar con usted sobre
un asunto muy delicado Don Esteban miró la mano extendida y no la tomó si es por negocios No me interesan respondió sin rodeos Aquí no hay nada que le pueda vender Leonardo sonrió pero pero era una sonrisa vacía No vine a comprar señor Hernández vine a reclamar lo que es mío las palabras cayeron como un mazazo don Esteban sintió que el mundo se volvía más pequeño como si el aire se hubiera espesado de repente de qué demonios está hablando dijo intentando mantener el tono firme Aunque sentía como su corazón comenzaba A golpearle el pecho Leonardo
dio un paso a delante sus zapatos lustrados hundiéndose en la tierra suelta supe de usted hace poco don Esteban y también supe que tiene en su poder algo que me pertenece mi hijo un silencio pesado se apoderó del lugar las palabras retumbaron en la cabeza de Don Esteban como un trueno lejano sentía la mirada de Rosa desde la puerta de la casa donde sostenía a Mateo con fuerza como si quisiera protegerlo del mismo mundo váyase de aquí rugió Don Esteban alzando el bastón y señalando hacia la carretera Aquí no hay nada suyo Leonardo no se
inmutó su voz se mantuvo calma incluso con un deje de soberbia sé que encontró a un niño en su Cafetal hace unos meses y sé que no es suyo ese niño es mío Don Esteban apretó los puños la ira mezclada con El miedo lo hacía temblar comoo este hombre había llegado hasta aquí cómo sabía del niño no tiene derecho a venir aquí a decirme eso espetó Esteban con voz temblorosa pero firme ese niño lo encontré yo abandonado solo Dónde estaba usted entonces Leonardo lo miró fijamente como si estuviera calculando cada palabra no supe de su
existencia pero ahora lo sé y no pienso dejarlo aquí ese niño tiene mi sangre y mi nombre ese niño tiene un hogar gritó Don Esteban dando un paso al frente no se lo llevarán no Mientras yo viva el ruido del llanto de Mateo hizo que todos volvieran la vista hacia la casa rosa con lágrimas contenidas en los ojos sostenía al niño contra su pecho Leonardo observó la escena y por un instante su mirada de hielo se quebró mostrando algo más profundo remordimiento duda no quiero pelear Don Esteban dijo Leonardo finalmente con un tono más suave
pero este asunto no puede resolverse aquí volveré con abogados y créame usted no podrá impedirlo ya veremos respondió Don Esteban entre dientes su voz ahora apenas un gruñido Leonardo se dio media vuelta caminó hacia el auto y se detuvo antes de entrar le sugiero que lo piense bien señor Hernández no quiero que esto se vuelva más difícil de lo que ya es el rugido de los motores llenó el aire cuando los autos se alejaron por el camino de terracería dejando tras de Sí una nube de polvo y un silencio más pesado que nunca Don Esteban
permaneció de pie clavado en el mismo lugar con las manos temblorosas y los dientes apretados Rosa se acercó lentamente con Mateo aún llorando en sus brazos Esteban Qué vamos a hacer el viejo agricultor no respondió de inmediato solo extendió una mano Para acariciar la cabeza del niño quien se calmó ligeramente al sentir el toque cálido y familiar no dejaré que se lo lleve en rosa dijo finalmente con voz dura y temblorosa ese muchacho es mío aunque el mundo diga lo contrario el sol comenzó a ocultarse tras las montañas pero para Don Esteban la noche Apenas
estaba Comenzando la sombra de un conflicto mayor había caído sobre la Hacienda y aunque su corazón temblaba la determinación en sus ojos era Clara lucharía por Mateo hasta el último aliento la no había caído sobre la hacienda con un silencio extraño pesado como si incluso Los Grillos hubieran decidido callar Don Esteban estaba sentado en la sala su figura apenas iluminada por la tenue luz de la lámpara de aceite Mateo dormía en la canasta junto a la mecedora ajeno a la tormenta que se desataba en el alma de su protector a su lado rosa tejía con
manos firmes pero en su rostro se dejaba la misma inquietud que consumía al anciano Esteban tienes que decirme qué piensas hacer dijo ella suavemente rompiendo el silencio su voz era baja casi como si temiera despertar al bebé Don Esteban no levantó la vista mantenía los ojos fijos en las sombras que la lámpara proyectaba en las paredes como si buscara respuestas en aquel Rincón oscuro de la casa finalmente su voz resonó grave y seca No lo sé Rosa Pero lo que sí te puedo asegurar es que ese hombre no se va a llevar al niño tan
fácil no será fácil Esteban respondió Rosa deteniendo sus agujas habló de abogados sabes lo que eso significa tiene dinero y con dinero la ley siempre está de su lado el anciano miró profundo apretando las manos sobre sus rodillas pues la ley no siempre tiene razón no fue la ley quien lo encontró abandonado no fue la ley quien lo cuidó todo este tiempo fui yo lo sé dijo rosa con ternura Pero eso no será suficiente cuando él regrese el silencio volvió a colarse entre ellos como una sombra que todo lo invadía Don Esteban con el corazón
apretado se puso de pie lentamente y caminó hacia la ventana afuera El Cafetal dormía bajo el manto estrellado y la brisa movía suavemente las hojas aquella tierra que siempre había sido su refugio y su batalla ahora parecía testigo de un destino que no comprendía crees que hice mal Rosa preguntó de pronto sin volverse crees que No debí quedarme con el niño Rosa dejó su tejido sobre la mesa y lo miró con un gesto lleno de compasión no hiciste mal Esteban al contrario Dios te lo puso en el camino porque sabía que podrías cuidarlo lo que
está pasando ahora no es tu culpa la vida es así te prueba cuando menos lo esperas Ya no estoy para tantas pruebas respondió él con un suspiro amargo estoy viejo Rosa a veces siento que no tengo la fuerza para enfrentar esto la tienes dijo ella acercándose siempre la has tenido lo que pasa es que nunca te habías dado cuenta Don Esteban no respondió en el fondo una parte de él quería creerle pero la otra aquella que había cargado con años de errores y arrepentimientos no dejaba de susurrar que tal vez estaba luchando una batalla perdida
a la mañana siguiente Don Esteban salió temprano a trabajar El Cafetal necesitaba despejar la mente dejar que la rutina le devolviera algo de control sobre su vida Andrés lo encontró cortando las ramas bajas de una hilera de cafetos con la fuerza y la concentración de un hombre que intentaba olvidarse del mundo Don Esteban está todo bien preguntó Andrés deteniéndose a unos pasos de distancia no preguntes tonterías muchacho respondió Don Esteban sin detenerse aquí hay mucho por hacer Andrés se quedó callado un momento observando como el viejo agricultor trabajaba con más intensidad de lo normal finalmente
dio un paso al frente escuche patrón yo no sé mucho de estas cosas Pero si ese hombre quiere llevarse al niño usted no puede enfrentarlo solo necesita ayuda y quién crees que me va a ayudar gruñó Don Esteban deteniéndose finalmente para mirar al joven los del pueblo mis hijos nadie entiende lo que está pasando aquí yo sí lo entiendo patrón respondió Andrés con seriedad y Rosa también y toda la gente que lo ayudó con La plaga todos sabemos que ese niño significa algo para usted si ese hombre vuelve no va a estar solo Don Esteban
bajó la mirada sorprendido por las palabras del Muchacho aquella declaración tan simple pero tan sincera le removió algo en el pecho Por un instante sintió que aquella batalla Aunque dura no la enfrentaría del todo solo Gracias Andrés murmuró finalmente eres buen muchacho al caer la tarde una silueta familiar apareció en el Horizonte un auto negro mucho más discreto que los anteriores subía lentamente por el camino de terracería Don Esteban lo vio desde el porche y sintió como el pulso le golpeaba en las sienes otra vez ellos preguntó Rosa desde la puerta con Mateo en brazos
Quédate aquí respondió Don Esteban tomando su bastón con fuerza el auto se detuvo frente a la casa y de él bajó un hombre distinto vestía de manera más formal con un maletín en la mano y un gesto serio pero neutral se presentó con una inclinación de cabeza señor Hernández soy el licenciado Ramírez represento al señor Leonardo Vargas vengo a hablar con usted para buscar una solución pacífica Aquí no hay nada que negociar respondió Don Esteban con frialdad ese niño es mío yo lo cuidé Cuando nadie más lo quiso lo entiendo respondió el abogado con voz
calmada pero legalmente el señor Vargas tiene derecho a reclamar a su hijo no queremos conflictos señor Hernández queremos lo mejor para el niño y quién decide eso rugió Don Esteban avanzando un paso un papel firmado por ustedes ese niño ya tiene un hogar si creen que me voy a quedar cruzado de brazos están equivocados el licenciado Ramírez guardó silencio unos segundos como si calibrar la situación luego sacó una tarjeta de su maletín y la extendió hacia Don Esteban esto no tiene por qué terminar mal señor Hernández cliente regresará en unos días le pido que lo
piense Don Esteban no tomó la tarjeta se quedó allí con el rostro endurecido por la furia Y el dolor observando como el abogado regresaba al auto y desaparecía por el mismo camino cuando el silencio volvió a apoderarse de la Hacienda Don Esteban respiró hondo y entró a la casa Rosa lo observó en silencio mientras él se acercaba a Mateo que balbuceaba desde la canasta no dejaré que nadie te quite lo que te ganaste aquí chamaco murmuró Don Esteban acariciando su cabeza si quieren pelear que peleen pero esta es tu casa y nadie te sacará de
ella mientras la noche caía lentamente el viejo agricultor entendió que el conflicto que se avecinaba sería el más difícil de su vida pero también supo que estaba dispuesto a luchar con todo lo que le quedaba por Mateo por el hogar que habían construido Juntos por la familia que contra todo pronóstico el destino le había devuelto El Amanecer en la hacienda no traía la calma habitual Aunque el sol pintaba las montañas de tonos dorados un aire denso y eléctrico se sentía entre los cafetos como si el mismo paisaje estuviera en espera de algo Inevitable Don Esteban
despertó tempano como de costumbre Pero esta vez con el pecho oprimido dormir había sido casi imposible cada vez que cerraba los ojos veía el rostro frío de Leonardo Vargas y escuchaba las palabras calculadas del abogado Mateo seguía dormido su respiración pausada rompiendo el silencio del cuarto Don Esteban se inclinó sobre la canasta y acarició la cabeza del niño con ternur como si aquel gesto pudiera protegerlo del mundo exterior hoy no nos ganará nadie chamaco murmuró con un intento de firmeza no Mientras yo siga respirando Rosa llegó antes de lo habitual su mirada preocupada reflejando las
mismas sombras que cubrían a Don Esteban traía una canasta de pan y leche pero esta vez no dijo nada al entrar la casa estaba demasiado silenciosa y hasta el viejo reloj que colgaba en la pared parecía latir más lento que de costumbre comiste algo Esteban preguntó finalmente acomodando la canasta sobre la mesa no tengo hambre mujer respondió él sin levantar la vista estaba sentado junto a la ventana su bastón apoyado en el regazo y el sombrero colgado del respaldo de la Silla Rosa lo observó con seriedad y luego se sentó frente a él durante unos
instantes el único sonido era el canto de los pájaros y el soplido lejano del viento qué vas a hacer Esteban preguntó rosa con voz suave ese hombre regresará lo sabes Don Esteban la miró con dureza al principio pero sus facciones se suavizaron al encontrarse con los ojos compasivos de la mujer era verdad Leonardo Vargas regresaría y lo haría con todo su dinero y su poder voy a luchar Rosa respondió finalmente con voz baja y firme no voy a entregar al niño no puedo hacerlo Rosa asintió lentamente no está solo Esteban Yo estaré aquí contigo la
gente del pueblo también ese hombre podrá tener abogados pero nosotros tenemos algo que él no entiende amor por este lugar y por ese niño Don Esteban miró a Rosa con agradecimiento silencioso las palabras de ella aunque simples parecían fortalecerlo no sabía cómo pero sentía que mientras Rosa estuviera allí no todo Estaba perdido ese mismo día Don Esteban decidió ir al pueblo para hablar con don Julián y otros vecinos necesitaba Buscar apoyo aunque pedir ayuda nunca había sido su fuerte montó en el viejo camión acompañado por Andrés que insistió en acompañarlo Y qué va a decirles
patrón preguntó El joven mientras el motor traquetea sobre el camino de terracería no puede enfrentarse a esos tipos solo no lo haré solo muchacho respondió Don Esteban Mirando al frente aquí nadie abandona a los suyos el pueblo los recibió con su bullicio habitual mujeres vendiendo en el mercado campesinos regresando de sus jornadas y niños corriendo por las calles polvorientas pero Don Esteban no tenía tiempo para detenerse se dirigió directamente a la casa de Don Julián quien lo recibió con su eterno sombrero negro y el rostro arrugado por los años Esteban dijo el viejo campesino abriendo
la puerta qué haces por aquí tan temprano necesito hablar contigo Julián es importante sentados en el pequeño patio trasero de la casa rodeados de plantas y gallinas que picoteaban la tierra Don Esteban le contó todo la llegada de Leonardo Vargas sus intenciones y el temor que sentía de perder al niño que sin darse cuenta se había convertido en su hijo Don Julián lo escuchó en silencio asintiendo de vez en cuando como si cada palab confirmara algo que ya sabía al final se frotó la barbilla y miró a Esteban con una mezcla de tristeza y resolución
no estás solo Esteban dijo con voz grave ese niño ya es parte de esta tierra si ese hombre vuelve te ayudaremos Gracias Julián respondió Don Esteban sintiendo como el peso sobre sus hombros se aliviaba un poco al caer la tarde Don Esteban regresó a la hacienda con una sensación extraña en el pecho sabía que la batalla sería dura pero por primera vez sentía que no estaba completamente solo los vecinos Rosa Andrés todos estaban allí dispuestos a apoyarlo Y aunque no tenía dinero ni abogados Tenía algo más valioso la fuerza de una comunidad unida Cuando entró
en la casa encontró a Rosa sentada en el suelo con Mateo quien intentaba gatear torpemente hacia una pelota de trapo al verlo el niño soltó una risita y estiró las manos hacia él Don Esteban incapaz de resistirse lo cargó en brazos y lo levantó hasta que estuvo a la altura de su rostro míralo Esteban dijo rosa con una sonrisa cada día está más fuerte Don Esteban Lo miró fijamente sintiendo una mezcla de ternura y tristeza ese niño dependía de él lo había salvado una vez y ahora debía hacerlo de nuevo No te preocupes chamaco dijo
suavemente acomodándolo en su pecho esta es tu casa nadie te va a sacar de aquí esa noche cuando el sol se ocultó detrás de las montañas Don Esteban salió al porche con Mateo en brazos miró Hacia El Cafetal donde las sombras danzaban con el viento y luego levantó la vista al cielo estrellado Magdalena murmuró en voz baja dame fuerza lo que viene no será fácil Mateo ajeno a las preocupaciones de su padre adoptivo se acomodó En sus brazos y bostezo Don Esteban cerró los ojos por un momento y sintió una calma momentánea la tormenta estaba
cerca pero él con todas sus dudas y miedos estaba listo para enfrentarla la mañana amaneció gris como si el cielo mismo anticipara lo que estaba por suceder las nubes bajas parecían rozar las colinas que rodeaban El Cafetal y el viento frío y constante agitaba las ramas con un murmullo inquietante don Esteban no había pegado ojo en toda la noche sentado en su vieja mecedora observó el amanecer a través de la ventana mientras El pequeño Mateo Don dormía tranquilo en su canasta Hoy será un día largo chamaco murmuró en voz baja sintiendo Como las palabras le
pesaban en la garganta Rosa llegó temprano como siempre pero su semblante reflejaba preocupación al entrar dejó la canasta de provisiones sobre la mesa y observó a Don Esteban quien estaba inclinado sobre el viejo banco de madera limpiando el mango de su con movimientos lentos y mecánicos Esteban preguntó con voz suave qué piensas hacer si ese hombre regresa hoy Don Esteban no levantó la mirada pero su voz salió firme Y ronca como si sus palabras llevaran años esperando lo que tenga que hacer rosa si viene a buscar problemas los encontrará Pero esto no se resuelve con
machetes Esteban respondió ella acercándose ese hombre tiene la ley de su lado y tú lo sabes el anciano dejó el machete sobre la mesa y finalmente la miró sus ojos Aunque cansados estaban llenos de una determinación inquebrantable la ley no siempre tiene razón Rosa no pueden venir aquí con sus trajes y sus autos a decirme que lo que hice está mal ese niño me necesita y yo lo necesito a él Rosa suspiró sintiendo el peso de las palabras del hombre lo conocía Desde hacía años y nunca lo había visto Así tan resuelto tan vulnerable al
mismo tiempo se acercó y colocó una mano en su hombro No estás solo Esteban Yo estoy aquí y si ese hombre regresa la gente del pueblo también estará contigo Gracias Rosa respondió él con un hilo de voz eso me da algo de fuerzas a media mañana el silencio del Cafetal fue interrumpido por un ruido lejano el motor de varios autos subiendo por el camino de terracería Don Esteban que se encontraba en el porche afilando su machete se puso de pie de un salto y miró hacia la distancia tres autos oscuros aparecieron entre las colinas avanzando
lentamente como depredadores que acechan a su presa Rosa quien estaba dentro salió con Mateo en brazos Esteban es él Métete a la casa Rosa dijo él con voz firme Quédate con el niño y no salgas pase lo que pase no voy a dejarte solo por favor Rosa insistió Don Esteban con un tono más suave hazlo por el niño Rosa asintió Aunque ar regaña dientes y entró en la casa cerrando la puerta detrás de ella Don Esteban tomó su bastón y avanzó lentamente Hacia el camino donde los autos ya se habían detenido de uno de ellos
descendió Leonardo Vargas impecable en su traje gris con una expresión seria y segura en el rostro a su lado el abogado de la vez anterior y otros dos hombres de aspecto intimidante lo seguían de cerca Buenos días seor Hernández dijo Leonardo quitándose las gafas de sol con un gesto tranquilo espero que haya tenido tiempo de reflexionar no hay nada que reflexionar respondió Don Esteban plantándose firme frente a él ese niño no se va de aquí Leonardo sonrió apenas con un gesto que más parecía una mueca de lástima Mire no quiero conflictos señor Hernández no estoy
aquí para arrebatarle nada Solo quiero lo que me corresponde por derecho derecho rugió Don Esteban sintiendo Cómo la rabia comenzaba a hervir le en la sangre y dónde estaba su derecho cuando lo dejaron abandonado ese niño estaba solo entre los cafetos muriéndose de frío dónde estaba usted entonces Leonardo guardó silencio por un instante pero su mirada no perdió firmeza no supe de él no me dijeron que existía pero ahora lo sé y pienso hacer lo correcto lo correcto ya lo estoy haciendo yo respondió Don Esteban con voz firme ese niño tiene un hogar tiene amor
Y usted no puede venir aquí con su dinero y su apellido a quitármelo Leonardo respiró hondo como si intentara contener su propia frustración Detrás de él el abogado dio un paso adelante señor Hernández legalmente Usted no tiene ningún derecho sobre ese niño si no accede a entregarlo por las buenas nos veremos obligados a proceder judicialmente Don Esteban los miró a ambos con Furia contenida Y ustedes creen que con eso me van a asustar no conocen esta tierra ni a la gente que vive en ella si quieren pelear tendrán que hacerlo con todos nosotros en es
momento como si las palabras de Don Esteban hubieran sido una señal comenzaron a aparecer figuras a lo lejos hombres y mujeres del pueblo campesinos y jornaleros venían caminando lentamente desde el camino principal algunos con palas y machetes al hombro Don Julián estaba al frente con su eterno sombrero negro y una mirada decidida problemas Esteban preguntó Don Julián deteniéndose a unos pasos del grupo de hombres trajeados los de siempre Julián respondió él sin apartar la vista de Leonardo pero no los vamos a dejar ganar Leonardo miró a su alrededor notando como la gente del pueblo comenzaba
a formar un semicírculo silencioso protegiendo la entrada de la casa por primera vez su expresión vaciló ligeramente el abogado intentó decir algo pero Leonardo levantó la mano ordenándole que guardara silencio cree que esto lo protegerá para siempre señor Hernández dijo finalmente su voz más tensa la ley Sigue estando de mi lado Don Esteban dio un paso al frente con el bastón firme en la mano la ley puede decir lo que quiera pero aquí el que protege a ese niño soy yo Leonardo lo miró fijamente como intentara leer algo en sus ojos pero lo único que
encontró fue la fuerza de un hombre que estaba dispuesto a perderlo todo antes que ceder finalmente dio media vuelta y caminó hacia el auto esto no termina aquí dijo antes de subir Don Esteban no respondió solo lo observó mientras los autos se alejaban lentamente por el camino dejando tras de Sí una nube de polvo y tensión en el aire la gente del pueblo comenzó a dispersarse y Don Julián se acercó a Don Esteban colocándole una mano en el hombro Esto fue solo el principio Esteban pero no estás solo Don Esteban asintió sintiendo como el peso
de la batalla apenas comenzaba sabía que el conflicto no había terminado pero también sabía algo más mientras tuviera a la gente del pueblo y a Rosa de su lado no dejaría que nadie le arrebatara a Mateo esa noche sentado junto a la canasta donde dormía el niño Don Esteban miró hacia el cielo estrellado y murmuró vendrán más tormentas chamaco Pero te prometo que aquí nadie te va a sacar la tarde se tiñó de tonos cobrizos sobre El Cafetal Don Esteban caminaba entre las plantas con las manos detrás de la espalda y el sombrero echado hacia
delante a sus espaldas la casa parecía Tan pequeña como indefensa frente a lo que se avecinaba la visita de Leonardo Vargas había dejado un peso sobre sus hombros que no lograba sacudirse al llegar a la sombra de un árbol robusto se detuvo apoyó el bastón en el suelo y dejó escapar un suspiro profundo sintiendo que el peso de los años y de la incertidumbre se amontonaban en su pecho y y si no puedo ganar esta batalla pensó pero el eco de esa duda lo irritó al instante Don Esteban Hernández nunca había sido un hombre que
se rindiera y ahora no iba a comenzar a lo lejos la voz de Rosa rompió su aislamiento mental la vio caminando hacia él con El pequeño Mateo en brazos y una sonrisa forzada que apenas lograba ocultar su preocupación la mujer a Aunque siempre fuerte comenzaba a sentir las mismas tensiones que él Esteban llamó al acercarse recibí noticias esta mañana en el pueblo La gente anda diciendo que ese tal Leonardo regresará con jueces y abogados la próxima semana Don Esteban apretó los labios con fuerza su mirada fija en el Horizonte que vengan no les será fácil
sacarnos de aquí Rosa lo observó Por un instante luego dejó a Mateo en el suelo sentado sobre una manta que había traído el niño con su risa inocente y sus manitas agitadas comenzó a jugar con las hojas secas que el viento había arrastrado aquella escena tan simple y hermosa golpeó a Don Esteban como un masazo en el corazón Esteban has pensado en lo que pasará si si no puedes ganar esta batalla preguntó rosa con voz baja mirando de reojo al bebé No pierdas la fe Rosa respondió el en endureciendo el tono no me arrebatará al
muchacho lo crié desde que era apenas un bulto de manta tirado en mi tierra si lo quieren tendrán que llevarse mi vida también no digo que no luches Esteban replicó ella con firmeza pero a veces la lucha no se gana con la fuerza a veces se gana con el corazón y la cabeza no crees que sería buscar la manera de hablar con ese hombre don Esteban giró bruscamente hacia ella con el ceño fruncido Y qué quieres que le diga a Rosa que aquí está el niño que se lo lleve sin más ese hombre lo abandonó
no fue él quien lo dejó respondió Rosa suavizando la voz por lo poco que sabemos ni siquiera sabía que existía no crees que merece al menos Escuchar lo que has hecho por Mateo si él tiene algo de corazón Lo entenderá Don Esteban guardó silencio las palabras de Rosa lo habían desarmado durante días había imaginado a Leonardo Vargas como un enemigo un intruso que venía a arrebatarle lo más preciado que tenía Pero y si no era así y si ese hombre realmente sentía amor por su hijo No lo sé Rosa dijo finalmente con la voz ronca
pero no me fío de él Rosa se arrodilló junto a Mateo quien le sonreía mientras le ofrecía una hoja arrugada lo único que importa es el bien del niño Esteban lo sabes aunque no quieras admitirlo Esa noche el silencio en La Hacienda era más profundo que nunca Don Esteban sentado en la mecedora miraba fijamente el fuego que ardía débilmente en el hogar Mateo día Plácido en la canasta y la luz de la lámpara proyectaba su sombra diminuta sobre la pared Don Esteban dejó escapar un suspiro y después de un largo momento de duda tomó un
pedazo de papel y un lápiz con manos temblorosas comenzó a escribir señor Leonardo Vargas no sé qué clase de hombre sea usted ni qué tan cierto es el amor que dice sentir por el niño pero si quiere conocerlo venga venga solo quiero escucharle aquí donde lo encontré donde le he dado un hogar el juez y los abogados podrán decir muchas cosas pero ninguna cambiará lo que ese niño significa para mí si tiene corazón entenderá terminó de escribir y dejó el papel Doblado sobre la mesa aquello era un riesgo pero Rosa tenía razón la verdadera lucha
no era solo por el niño sino por lo que era mejor para él dos días después en la tarde el mismo auto negro volvió a subir por el camino de terracería esta vez Don Esteban no salió con la ira de un hombre dispuesto a pelear estaba de pie en el porche con Mateo en brazos y rosa a su lado Leonardo Vargas descendió del auto Solo tal como se le había pedido vestía con menos formalidad esta vez una camisa blanca y un talón oscuro parecía menos imponente menos invencible se acercó despacio y por primera vez Don
Esteban vio algo distinto en su mirada duda vulnerabilidad y sobre todo una tristeza contenida Gracias por recibirme señor Hernández dijo Leonardo al detenerse frente a él vine a hablar como pidió Don Esteban Lo miró fijamente por an luego asintió y lo invitó a sentarse en la vieja mesa de madera del porche El pequeño Mateo ajeno a todo jugaba con una manta en el suelo qué quiere realmente de este niño preguntó Don Esteban rompiendo el silencio Leonardo bajó la mirada sus manos temblando ligeramente sobre sus rodillas no supe que existía hasta hace unos meses mi madre
hizo una pausa tragándose el nudo en la garganta mi madre Me ocultó la verdad Nunca supe que había tenido un hijo con alguien a quien amé y ahora quiere compensar el tiempo perdido dijo Don Esteban con Tono firme pero sin agresión quiero conocerlo respondió Leonardo levantando la mirada no Quiero quitarle lo que tiene pero quiero ser parte de su vida las quedaron suspendidas en el aire Don Esteban observó a Leonardo con ojos críticos como si intentara descifrarse aquel hombre decía la verdad luego miró a Mateo que reía mientras jugaba con la manta ajeno al peso
de aquella conversación este niño me cambió la vida dijo Don Esteban con voz suave pero firme no lo supe hasta que lo tuve en mis brazos pero él me devolvió algo que había perdido hace años no dejaré que lo lastimen Leonardo asintió y por primera vez su mirada se suavizo no Quiero quitarle eso lo prometo el silencio se instaló de nuevo Pero esta vez era distinto Don Esteban sintió que aunque aún desconfiaba por primera vez en días había un atisbo de Esperanza quizá después de todo el destino tenía otro camino preparado para los tres por
el bien del niño dijo Don Esteban finalmente hablaremos más pero si me miente no volverá a poner un pie en esta tierra Leonardo asintió solemnemente y así con la sombra de la tormenta aún latente pero una tregua silenciosa en marcha el futuro de Mateo comenzaba a definirse de un modo inesperado los días siguientes transcurrieron con una calma engañosa en la hacienda Aunque el aire era y las lluvias habían traído vida al Cafetal Don Esteban sentía en el pecho una presión constante como si cada respiro lo preparara para lo Inevitable la conversación con Leonardo Vargas había
sido el primer paso pero no el último Leonardo había prometido regresar pronto esta vez con intenciones más claras Y según él con el deseo sincero de formar parte de la vida de Mateo Don Esteban aunque aún desconfiado no pudo evitar sentir que el hombre decía la verdad Pero la verdad sola no bastaba esa mañana sentado junto a Rosa en el porche el anciano observaba a Mateo jugar sobre una manta extendida en la tierra El niño reía con entusiasmo recogiendo piedritas y hojas como si fueran tesoros rosa con su habitual paciencia tejía una bufanda pequeña para
el niño En qué piensas Esteban preguntó ella sin levantar la mirada de su tejido Don Esteban tardó en responder miraba a Mateo con una mezcla de Orgullo y preocupación su bastón apoyado entre las manos pienso en lo que va a pasar Rosa respondió finalmente ese hombre regresará Me lo prometió y esta vez no vendrá solo Rosa dejó el tejido en su regazo y lo fijamente Y si viene con buenas intenciones Y si de verdad quiere a Mateo Don Esteban giró hacia ella su rostro endurecido y si no Y si todo esto es una mentira no
me fío de él Rosa no puedo pero si no le das una oportunidad cómo lo sabrás respondió ella con firmeza tal vez Dios lo está poniendo en el camino de Mateo por algo ese niño necesita saber de dónde vino Esteban las palabras de Rosa lo hirieron más de lo que quiso admitir desde que encontró a Mateo en El Cafetal Don Esteban lo había hecho suyo en silencio como si la vida se lo hubiera confiado Para sanar las ausencias que cargaba Desde hacía años pero ahora con la llegada de Leonardo Vargas aquel vínculo parecía pender de
un hilo invisible Y vulnerable si ese hombre quiere ser parte de la vida del niño tendrá que demostrarlo murmuró Don Esteban mirando de nuevo hacia Mateo no le daré nada gratis por la tarde mientras Don Esteban trabajaba en El Cafetal el sonido familiar de un motor lo sacó de sus pensamientos levantó la vista y vio a lo lejos un auto negro estacionándose frente a la casa sintió el corazón le daba un vuelco en el pecho dejó sus herramientas y caminó con paso firme hacia el porche Leonardo Vargas descendió del vehículo esta vez solo vestido con
ropa menos formal una camisa de cuadros y pantalones sencillos parecía consciente de que su presencia era una intrusión en aquel mundo de tierra y trabajo tan diferente del suyo Buenas tardes señor Hernández dijo Leonardo al acercarse con voz calma y controlada Don Esteban se plantó firme con las manos apoyadas en el bastón no le puedo decir lo mismo Vargas no me gusta ver estos autos en mi tierra Leonardo asintió como si esperara aquella reacción miró hacia el porche donde rosa observaba con Mateo en brazos la ternura que asomó en su rostro fue instantánea como si
ver al niño lo conmovieron era más de lo que él mismo quería admitir Quiero hablar con usted dijo Leonardo volviendo la mirada hacia Don Esteban sin abogados sin amenazas solo usted y yo como hombres Don Esteban Lo miró con dureza durante unos instantes luego hizo un gesto hacia el viejo banco de madera que había en el porche siéntese pero no espere que le sirva café Leonardo obedeció y se sentó apoyando las manos sobre las rodillas Don Esteban permaneció de pie como si aquella posición le diera ventaja en una batalla invisible no quiero pelear con usted
señor Hernández comenzó Leonardo con voz pausada sé que ha cuidado al niño y se lo agradezco le debe la vida no necesito agradecimientos respondió Don Esteban con dureza Necesito saber qué quiere realmente Leonardo levantó la mirada y por un instante Don Esteban vio algo auténtico en sus ojos una mezcla de culpa y tristeza no supe que existía dijo Leonardo la mujer que amé fue alejada de mí por mi propia madre ella ella me ocultó que estaba embarazada yo era joven estúpido Y confiaba demasiado en los demás Cuando lo supe ya era tarde Don este lo
observaba sin pestañear su rostro una máscara de piedra pero por dentro algo en él comenzaba a ceder como si las palabras de aquel hombre le hubieran dado una nueva perspectiva Y ahora qué preguntó el anciano cree que puede venir aquí y llevarse al niño como si fuera un objeto que le pertenece Leonardo negó con la cabeza lentamente no quiero arrebatárselo Don Esteban lo prometo solo quiero conocerlo ser parte de su vida tiene derecho a saber quién soy Quién fue su madre Y quién es él en ese momento Rosa salió del interior de la casa con
Mateo en brazos Don Esteban miró a Leonardo quien al ver al niño pareció desarmarse por completo La rigidez en sus hombros desapareció y en su rostro apareció una expresión vulnerable casi dolorosa puedo preguntó Leonardo Mirando a Rosa y luego a Don Esteban Don Esteban dudó cada fibra de su cuerpo quería proteger al niño mantenerlo lejos de aquel hombre y de todo lo que representaba Pero entonces miró a Mateo quien observaba a Leonardo con la curiosidad Inocente de un bebé que no conoce el peso del mundo déjelo acercarse Rosa dijo finalmente con voz grave Rosa avanzó
despacio y extendió a Mateo hacia Leonardo el hombre lo tomó con cuidado como si el niño fuera de cristal Por un instante el tiempo pareció detenerse Leonardo lo observó con los ojos llenos de Lágrimas contenidas como si aquella pequeña vida estuviera Sanando algo roto dentro de él eres fuerte murmuró con un hilo de voz Igual que tu madre Don Esteban miró la escena desde el umbral sintiendo como algo se removía en su interior el niño ajeno a las heridas y promesas de los adultos solo estiró su manita y tocó el rostro de Leonardo arrancándole una
sonrisa llena de ternura en ese momento donde Esteban entendió algo tal vez por primera vez Mateo no tendría que elegir Entre dos mundos tal vez podría pertenecer a ambos tiene que demostrarme que vale la pena confiar en Usted dijo Don Esteban finalmente rompiendo el silencio no le daré mi palabra pero no lo alejaré si sus intenciones son puras Leonardo asintió con la voz aún quebrada lo haré se lo prometo la tarde siguió su curso y aunque las sombras seguían acechando en el Horizonte algo había cambiado el camino seguía siendo incierto pero por primera vez Don
Esteban sintió que no todo Estaba perdido tal vez el amor por un niño sería suficiente para construir un puente entre dos mundos el tiempo comenzó a moverse con un ritmo diferente en la hacienda Aunque la tensión seguía flotando en el aire la llegada de Leonardo Vargas Aquella tarde había abierto Una grieta en la fortaleza de Don Esteban los días siguientes transcurrieron con silenciosa expectación como si cada amanecer trajera consigo una pregunta nueva que nadie se atrevía a formular Don Esteban seguía con su rutina madrugaba trabajaba El Cafetal y regresaba a la casa con las manos
ásperas y el corazón apretado Pero ahora al entrar a la casa encontraba a Rosa sentada en el suelo con Mateo oía las risas del niño mezcladas con los cantos suaves de la mujer y sentía como aquella vieja casa dejaba de ser una prisión para convertirse en un hogar nuevamente una tarde mientras revisaba una parte del Cafetal Andrés se acercó con una sonrisa ancha y una mirada curiosa Don Esteban Es cierto que el señor Vargas quiere ayudar con la hacienda Don Esteban frunció el ceño y se detuvo apoyando el bastón sobre la Tierra húmeda Quién te
dijo eso la gente del pueblo lo comenta dicen que ese hombre habló con Don Julián y ofreció traer dinero para mejorar la cosecha y renovar las máquinas no necesito su dinero gruñó Don Esteban mirando hacia el Horizonte con los labios apretados esta tierra ha sobrevivido sin él y seguirá haciéndolo Andrés con el impulso propio de la juventud insistió con Tono más suave pero patrón y si lo hace por el niño Tal vez no sea tan malo a veces hay que aceptar ayuda cuando viene con buenas intenciones Don Esteban Lo miró con dureza pero algo en
las palabras del muchacho le hizo eco durante años su orgullo había sido su escudo más grande pero ahora por primera vez comenzaba a sentir que aquel escudo pesaba más de lo que ayudaba esa noche mientras el cielo se teñí de azul profundo y las estrellas comenzaban a brillar Leonardo regresó lo hizo sin previo aviso en un auto más discreto y con el mismo aire de vulnerabilidad que había mostrado la última vez Don Esteban sentado en su vieja mecedora lo vio llegar desde lejos y sin decir palabra se levantó para recibirlo qué quiere ahora preguntó Don
Esteban cuando Leonardo descendió del auto y se acercó con las manos vacías Quiero hablar con usted señor Hernández respondió Leonardo con voz calmada no vengo a discutir ni a imponer nada Solo quiero que me escuche Don Esteban miró hacia la puerta de la casa donde Rosa observaba desde el umbral con Mateo en brazos y luego asintió lentamente hable pues pero no me haga perder el tiempo Leonardo se sentó en el viejo banco de madera del porche y respiró profundo como si buscara las palabras correctas entre los suspiros yo no busco quitarle a Mateo comenzó no
después de ver lo que usted ha hecho por él lo que usted le ha dado es más de lo que muchas familias podrían ofrecerle pero quiero que mi hijo también conozca De dónde viene tiene derecho a saber quién es su padre y quién fue su madre Don Esteban lo observó con una mezcla de desconfianza y algo más profundo algo que no terminaba de nombrar Y cómo sé que no se lo llevará Usted tiene todo para hacerlo abogados dinero leyes de su lado Leonardo asintió con los hombros algo más caídos que de costumbre no lo haré
lo prometo le dejo mi palabra sé que no confía en mí pero le aseguro que no vine a romper lo que usted ha construido el silencio se instaló entre ellos roto solo por el canto lejano de Los Grillos Leonardo continuó quiero ayudar señor Hernández no solo por Mateo sino también por usted esta Hacienda es su vida no quiero que la pierda por orgullo mi ayuda no tiene condiciones no busco comprar nada don Esteban apretó el bastón con sintiendo Como las palabras del hombre golpeaban justo donde más le dolía miró Hacia El Cafetal que apenas podía
verse bajo la oscuridad creciente y recordó los años de lucha de sacrificio de soledad no necesito caridad respondió con voz dura pero ya no tan firme no es caridad dijo Leonardo suavemente es un agradecimiento usted le salvó la vida a mi hijo lo mínimo que puedo hacer es devolverle un poco de lo que me ha dado sin saberlo esa noche don Esteban se sentó junto a la canasta de Mateo observándolo dormir la luz tenue del candil iluminaba el rostro sereno del niño y en cada respiro pausado el anciano sentía como algo en su interior seguía
cediendo la lucha ya no era contra Leonardo Vargas era contra él mismo qué haría tu madre Mateo murmuró como si hablara con un fantasma Magdalena siempre decía que la vida nos da segundas oportunidades Aunque vengan disfrazadas tal vez esta sea una de ellas en ese momento la puerta se abrió ligeramente y rosa entró con pasos suaves Lo miró en silencio por un instante y luego habló con voz baja y ahora qué vas a hacer Esteban Don Esteban pasó una mano por su rostro cansado y respondió sin apartar la mirada del niño No lo sé Rosa
pero tal vez ese hombre no sea el enemigo que pensé que era rosa sonrió con ternura y se sentó junto a él el enemigo no siempre está afuera Esteban a veces está aquí dijo tocándole el pecho con suavidad Tal vez sea hora de confiar Un poco Don Esteban asintió lentamente sin decir más afuera el viento soplaba suave como si la misma tierra intentara decirle que todo estaría bien por primera vez en semanas sintió que el futuro no era solo una tormenta inminente sino una posibilidad una puerta entreabierta hacia algo que no había imaginado mañana hablaremos
con él dijo finalmente pero Mateo se queda aquí Esta es su casa y siempre lo será respondió rosa con firmeza Mirando al niño con amor porque las familias no siempre nacen Esteban a veces se construyen la noche envolvió la hacienda Pero esta vez no trajo consigo sombras ni miedos Don Esteban cerró los ojos por un momento respirando hondo y comprendió que el destino de Mateo no debía ser una lucha entre los hombres sino un puente que uniera dos mundos el amor después de todo Era lo único capaz de salvarlos a todos El Amanecer en la
hacienda trajo un resplandor suave y un viento fresco que agitaba las hojas del Cafetal Don Esteban salió al porche con pasos lentos ajustándose el sombrero sobre la frente mientras observaba la bruma disiparse lentamente entre las montañas un día decisivo Mateo ya estaba despierto balbuceando en su canasta bajo el atento cuidado de Rosa quien había llegado temprano como siempre la mujer con la tranquilidad que le era natural intentaba esconder su propia ansiedad bajo una sonrisa cálida Hoy viene él verdad preguntó rosa en voz baja rompiendo el silencio Don Esteban asintió mirando hacia el Sí hablé con
Leonardo le pedí que viniera Solo otra vez si este asunto va a resolverse será aquí en mi casa y en mis términos Rosa lo observó fijamente viendo el peso que llevaba en los hombros aunque él intentara ocultarlo Esteban no estás solo en esto no lo olvides Don Esteban giró lentamente hacia ella y asintió gracias Rosa no sabes lo que significa que estés aquí Claro que lo sé respondió ella con suavidad Mateo es familia Esteban lo hemos construido juntos aunque no lo digas el anciano apretó los labios tragándose cualquier emoción que amenazara con asomarse su mirada
volvió Hacia el camino donde la silueta de un auto negro apareció entre el polvo de la carretera Leonardo Vargas estaba cumpliendo su palabra venía solo el auto se detuvo frente a la casa y Leonardo descendió con movimientos pausados casi respetuosos vestía ropa sencilla una camisa de mangas largas remangadas y unos jeans oscuros que contrastaban con su porte pulcro y controlado era como si intentara encajar en un mundo que no era suyo Buenos días señor Hernández dijo Leonardo al acercarse quitándose las gafas de sol y guardándolas en su bolsillo Gracias por recibirme no lo hice por
usted respondió Don Esteban con firmeza lo hice por el niño Leonardo asintió y miró hacia el porche donde Rosa había salido con Mateo en brazos al ver al niño sus ojos se suavizaron al instante como si todo lo demás desapareciera puedo acercarme preguntó su voz salpicada de vulnerabilidad Don Esteban miró a Rosa y asintió lentamente la mujer con desconfianza aú palpable en sus gestos bajó los escalones y se acercó a Leonardo con Mateo en brazos el hombre miró al niño con ternura infinita como si no pudiera creer que algo tan pequeño pudiera tener Tanto poder
sobre su corazón Hola ato murmuró inclinándose ligeramente para verlo más de cerca Soy yo tu papá Mateo ajeno al peso de las palabras y a los fantasmas de los adultos sonrió y estiró una manita hacia el rostro de Leonardo el hombre se quedó quieto como si aquel gesto fuera más de lo que podía soportar Rosa Le entregó al niño con cuidado y Leonardo lo tomó en brazos por primera vez Don Esteban observó la escena desde unos pasos de distancia su mirada dura pero quebradiza algo en su interior cedía poco a poco como la tierra bajo
el peso de una lluvia constante es un niño fuerte dijo Leonardo suavemente acariciando la cabeza de Mateo debe de serlo porque usted lo cuidó Don Esteban se aclaró la garganta y cruzó los brazos el chamaco no necesita lujos ni apellidos rimbombantes necesita amor y cuidado eso es lo que le hemos dado aquí y se lo agradezco respondió Leonardo volviendo la mirada hacia él nunc podré pagarle lo que ha hecho pero no Quiero quitarle señor Hernández quiero parte de su vida y cóm sé que no se lo llevará Don Esteban conza Cómo sé que no lo
pondrá en un mundo al que no pertenece Leonardo suspiró como si aquella pregunta le doliera no me lo llevaré lo prometo pero no puedo ignorar que es mi hijo quiero que crezca Sabiendo quién es conociendo sus raíces todas ellas Don Esteban Lo miró largo rato sin decir palabra sus años de terquedad le gritaban que no confiara que peleara con uñas y dientes Pero había algo en la voz de aquel hombre en su mirada que lo hacía vacilar si realmente quiere ser parte de su vida dijo Don Esteban al fin con voz ronca tendrá que ganárselo
aquí no basta con las palabras Leonardo asintió con firmeza lo haré lo que sea necesario los días siguientes fueron extraños para todos Leonardo comenzó a visitar la hacienda con regularidad siempre solo y sin prisas al principio Don Esteban lo observaba con desconfianza vigilando cada movimiento como un guardián implacable pero con el tiempo incluso él tuvo que admitir que Leonardo estaba intentando cumplir su promesa el hombre pasaba horas en el porche jugando con Mateo cargándolo en brazos o caminando por El Cafetal bajo la atenta mirada de Don Esteban a veces incluso ayudaba a Andrés y a
los demás trabajadores Aunque su torpeza con las herramientas generaba más risas que productividad ese hombre no sabe ni cómo agarrar un machete comentó Don Julián un día con una carcajada pero hay que reconocerle que lo intenta y eso ya es mucho respondió Don Esteban Aunque sin admitirlo en voz alta poco a poco algo comenzó a cambiar Leonardo Dejó de ser un enemigo para convertirse en un visitante inesperado que traía consigo algo parecido a la paz Don Esteban seguía sintiendo el peso del futuro pero cada vez que veía a Leonardo cargando a Mateo con una sonrisa
sincera su desconfianza se ablanda un poco más una tarde mientras observaban a Mateo jugar en la tierra Leonardo se sentó junto a Don este bajo la sombra del porche gracias por darme esta oportunidad señor Hernández dijo Leonardo con voz honesta sé que no la merezco pero estoy decidido a no fallarle Don Esteban Lo miró de reojo luego fijó su mirada en Mateo que reía y agitaba Una ramita en el aire el niño No necesita que ninguno de los dos falle respondió con firmeza lo único que importa es él Leonardo asintió y por un instante los
dos hombres se quedaron en silencio Unidos por algo más grande que sus diferencias el amor por un niño que había llegado a cambiarlo todo mientras el sol comenzaba a ocultarse entre las montañas Don Esteban sintió por primera vez que tal vez el destino no le estaba arrebatando a Mateo tal vez solo lo estaba llevando hacia donde realmente pertenecía Entre dos mundos con dos padres que por caminos distintos habían aprendido a amarlo lo que sea por el chamaco murmuró Don Esteban más para sí mismo que para Leonardo el viento sopló suavemente entre los cafetos como si
la misma tierra aprobara aquella tregua silenciosa por fin el puente entre dos vidas comenzaba a tomar forma la vida en la hacienda comenzó a encontrar un ritmo inesperado como si los engranajes del destino después de tanto tiempo chirriando finalmente hubieran comenzado a encajar las visitas de Leonardo Vargas Se volvieron habituales no eran invasivas ni desmedidas eran pausadas llenas de una paciencia que descoloca a Don Esteban quien con recelo seguía observando cada uno de los pasos de aquel hombre es diferente verdad comentó Rosa una mañana mientras colaba café en la cocina no es el mismo que
llegó aquí en esos carros lujosos Don Esteban sentado en la mesa con la mirada fija en su taza no respondió de inmediato sus ojos cansados parecían aún más profundos en la penumbra de la estancia No lo sé Rosa dijo finalmente con voz baja tal vez solo quiere limpiar su conciencia Y qué tiene de malo eso respondió ella sentándose frente a él si lo está haciendo bien si está cumpliendo con el niño entonces Déjalo No todo el que se equivoca Es malo Esteban el anciano levantó la vista lentamente como si aquella frase hubiera perforado una parte
de su terquedad Rosa tenía razón aunque él no lo admitiera Leonardo había mostrado que su interés por Mateo era Genuino no había abogados ni amenazas ni promesas vacías solo un hombre que intentaba recuperar Lo que la vida le había arrebatado no es fácil Rosa murmuró Esteban moviendo La cuchara en el café pasé tanto tiempo pensando que ese niño era solo mío que ahora me cuesta aceptar que no es así rosa sonrió con ternura el amor no Es posesión este el niño tiene dos padres y eso es una bendición Mateo no tiene que perder a nadie
para ganar al otro Don Esteban no respondió pero sus manos se relajaron sobre la mesa algo en él aunque lentamente comenzaba a cambiar esa tarde Don Esteban y Leonardo caminaron Juntos por El Cafetal Aunque ninguno de los dos lo admitiría en voz alta la rutina de esos paseos se había vuelto común Leonardo hacía preguntas sobre el café el cultivo y las estaciones y Don Esteban respondía con monosílabos al principio Aunque luego se dejaba llevar hablando con pasión sobre aquella tierra que había sido su vida es admirable lo que ha hecho aquí Señor Hernández dijo Leonardo
deteniéndose para observar las plantas yo nunca imaginé que algo tan simple como un Cafetal pudiera ser tan complejo esto no es solo tierra y plantas Vargas respondió Don Esteban apoyando su bastón y mirando hacia el Horizonte esto es mi vida cada raíz que ves ahí ha sido regada con sudor y en los tiempos difíciles con lágrimas Leonardo lo miró en silencio y por un instante pareció entender algo más profundo alguna vez pensó en venderlo preguntó con cuidado Don Esteban lo fulminó con la mirada ni lo sueñes Vargas Ni tú ni nadie Leonardo levantó las manos
esbozando una sonrisa no me malinterprete no es lo que quise decir solo me preguntaba si alguna vez se sintió solo aquí la pregunta lo golpeó más fuerte de lo que Leonardo podía imaginar Don Esteban desvió la mirada hacia las montañas donde el cielo comenzaba a teñirse de naranja con el atardecer estuve solo mucho tiempo Vargas pero ya no lo estoy Leonardo asintió entendiendo más de lo que el anciano había dicho por la noche sentados en el porche Don Esteban observaba como Rosa intentaba enseñarle a Mateo a caminar sosteniéndolo de las manitas mientras El pequeño daba
pasos torpes entre risas y balb Leonardo miraba la escena con los codos apoyados en las rodillas una sonrisa suave en el rostro Parece que ya está listo para correr comentó Leonardo en voz baja tiempo al tiempo respondió Don Esteban sin apartar la mirada de Mateo todo tiene su momento un silencio se instaló entre los dos hombres pero no era incómodo era un silencio que hababa más que las palabras lleno de entendimiento Y quizá de respeto se ve feliz dijo Leonardo Finalmente y eso es gracias a usted Don Esteban giró hacia él con el ceño ligeramente
fruncido ese niño No necesita que lo agradezcan necesita que lo cuiden Vargas que no lo dejen solo nunca más Leonardo lo miró directamente a los ojos eso no volverá a pasar lo juro el anciano asintió en silencio tal vez por primera vez creyó en la sinceridad de aquel hombre cuando la noche cayó completamente Don Esteban se quedó solo en la sala la lámpara de aceite iluminaba el cuarto con una luz tenue que apenas alcanzaba a tocar las paredes Mateo dormía en su canasta y rosa después de asegurarse de que Todo estaba en orden había regresado
a su casa Don Esteban tomó la vieja fotografía de Magdalena que aún guardaba en el estante su esposa lo miraba desde el blanco y negro de aquella imagen con una sonrisa tranquila y ojos llenos de vida qué dirías tú de todo esto Magda murmuró él con la voz quebrada por el peso de los años me dirías que hice bien que no estoy perdiendo al niño por un momento el silencio fue su única respuesta Pero entonces Mateo gimió suavemente en su sueño y se acomodó como si incluso dormido supiera que no estaba solo Don Esteban dejó
la fotografía sobre la mesa y se acercó al niño inclinándose para acomodarle la Manta te prometí que te cuidaría chamaco susurró y lo haré Aunque tenga que compartirte con ese hombre mientras se sentaba en la mecedora mirando como la luz de la lámpara danzaba sobre las paredes Don Esteban comprendió que no había perdido a Mateo aquel niño no era un premio ni una posesión era un regalo uno que había llegado para enseñarle que el amor verdadero no se mide en sangre ni en apellidos sino en el sacrificio y la entrega y ese amor finalmente estaba
comenzando a unirlos a todos la luz del amanecer se colaba suavemente entre las cortinas viejas de la casa Don Esteban despertó antes del canto de los gallos como siempre Pero esta vez con una sensación extraña en el pecho no era ni angustia ni enojo sino algo parecido a la aceptación mientras se sentaba al borde de la cama escuchó el balbuceo de Mateo desde la sala el niño ya estaba despierto listo para conquistar un nuevo día Don Esteban sonrió apenas y se puso las botas con movimientos lentos pero seguros al llegar al porche encontró a Rosa
cargando al pequeño quien reía y agitaba los brazos al ver a su padre adoptivo parece que el chamaco está de buenas dijo Don Esteban acercándose y extendiendo los brazos Rosa Le entregó a Mateo y el niño como si lo entendiera todo se acomodó en su pecho con absoluta confianza es porque sabe que tiene dos padres que lo quieren respondió ella sonriendo con ternura Don Esteban no contestó de inmediato la idea de dos padres aún era difícil de digerir pero cada día se hacía más presente en su mente durante Leonardo Vargas había demostrado que estaba dispuesto
a ganarse un lugar en la vida del niño y aunque el anciano no lo aceptaba del todo tampoco podía ignorarlo sabes qué Rosa murmuró Don Esteban Mirando al Horizonte donde el sol empezaba a teñir de dorado las montañas a veces la vida te pone pruebas raras este chamaco me llegó sin aviso y ahora ese hombre también pero aquí estamos no la no se equivoca el Esteban respondió rosa con una calma que siempre lo desarmaba todo tiene un propósito esa misma tarde Leonardo llegó a la hacienda con una propuesta bajo el brazo no traía autos lujosos
ni abogados solo él con una camisa sencilla y un sobre de papel manila en la mano Don Esteban lo esperaba sentado en la sombra del porche con el bastón apoyado en su rodilla y la mirada seria Qué es eso que traes ahora preguntó Don Esteban apenas lo vio bajar del auto Leonardo se acercó despacio como alguien que respeta el terreno que pisa es una propuesta algo que puede ayudarnos a todos el anciano frunció el ceño Habla claro Vargas no estoy para juegos Leonardo sacó los papeles del sobre y los extendió hacia él es una legal
quiero asegurarle por escrito que no me llevaré a Mateo quiero que se quede aquí con usted con esta tierra que lo ha visto crecer lo único que pido es poder ser parte de su vida venir a verlo traerlo a la ciudad algún día si usted lo permite Don Esteban no tomó los papeles en cambio se inclinó hacia adelante mirándolo directo a los ojos por qué tanto empeño Vargas podrías llevarte al niño con abogados y jueces tienes la ley y el dinero Por qué vienes aquí con palabras suaves y promesas Leonardo respiró hondo como si la
pregunta Le pesara en el alma porque no quiero ganar de esa forma señor Hernández usted salvó a mi hijo le dio un hogar cuando yo no pude no sería justo para él ni para usted que yo lo arranque de aquí como si fuera una cosa quiero que Mateo tenga lo mejor de ambos mundos Y eso solo Será posible si usted confía en mí el anciano guardó silencio las palabras de Leonardo Aunque dichas con calma lo golpearon Como un río que arrastra todo a su paso finalmente tomó los papeles con manos temblorosas y los miró sin
entender mucho de las letras finas y las firmas al pie de página y si no firmó preguntó Don Esteban con voz ronca nada cambiará respondió Leonardo seguiré viniendo Seguiré intentando demostrarle Que puede confiar en mí Don Esteban levantó la mirada sorprendido por aquella respuesta durante toda su vida había creído que los hombres como Leonardo solo sabían imponerse Pero ahí estaba él poniendo su orgullo a un lado y extendiéndolo rosa lam anano con firmeza Rosa apareció desde dentro de la casa con Mateo en brazos y el ceño fruncido como si intuyeron Esteban sin apartar la vista
de Leonardo la mujer asintió y unos instantes después regresó con una vieja pluma de tinta en la mano Don Esteban la tomó y volvió a mirar los papeles respir miró profundo sintiendo el peso de los años y de las decisiones que lo habían llevado hasta este momento lo hago por el niño Vargas dijo con voz firme si me fallas Te juro que no habrá papel que te proteja de mí Leonardo asintió solemnemente no lo haré señor Hernández se lo prometo Don Esteban firmó lentamente el sonido de la pluma raspando el llenando el silencio de la
tarde cuando terminó dejó los papeles sobre la mesa y se puso de pie dirigiéndose a Leonardo con una mirada que aún guardaba algo de dureza pero también respeto Supongo que ahora tendrás que demostrarme que valió la pena confiar en ti Leonardo sonrió apenas como alguien que ha ganado una pequeña batalla en una guerra que aún no termina lo haré señor Hernández día a día esa noche mientras la casa dormía en calma Don Esteban se sentó junto a la canasta de Mateo el niño dormía plácidamente su pequeño pecho subiendo y bajando con el ritmo pausado de
sus sueños Don Esteban con el bastón entre las manos lo observó en silencio durante un largo rato tienes dos padres chamaco murmuró finalmente con voz quebrada dos hombres que de alguna forma te quieren más que a sus propias vidas no sé qué hiciste para unirnos pero lo lograste se inclinó y besó suavemente la frente del niño sintiendo como el peso de las últimas semanas comenzaba a desvanecerse la batalla no había terminado pero algo en él sabía que el futuro sería más brillante que el pasado porque el amor aunque nacido de la incertidumbre había encontrado su
lugar y en aquella casa Bajo el cielo estrellado y el susurro del Cafetal Mateo había logrado lo imposible unir dos vidas que nunca debieron cruzarse pero que ahora no sabrían existir la una sin la otra la brisa fresca de la mañana anunciaba un día diferente en la hacienda el sol iluminaba suavemente las colinas y El Cafetal que se extendía como un manto verde salpicado de vida Don Esteban caminaba despacio por el campo apoyado en su bastón pero con un paso más ligero como si algo dentro de él se hubiera liberado la tierra después de todo
siempre había sido testigo de sus batallas pero también de sus pequeñas victorias Don Esteban gritó Andrés desde la otra fila de cafetos agitando el brazo ya casi está listo el último lote parece que tendremos buena cosecha Don Esteban levantó el rostro sorprendido por la noticia durante semanas se había enfocado en resolver los asuntos con Leonardo y en cuidar a Mateo dejando el campo en manos de Andrés y los demás jornaleros pero El Cafetal fiel como siempre seguía dando frutos sigue así muchacho respondió alzando la voz no le aflojen ni un día Andrés sonrió y volvió
al trabajo dejando a Don Esteban con una sensación de orgullo que hacía tiempo no sentía todo parecía marchar mejor aunque no perfecto Pero al menos la tormenta había comenzado a disiparse a media mañana Don Esteban regresó a la casa desde el camino de tierra escuchó las risas claras de Mateo que resonaban como campanas en el aire al acercarse al porche vio a Leonardo Vargas sentado en el suelo junto al niño Mateo se tambaleaba aferrado a los dedos de su padre biológico intentando dar pasos inseguros Pero decididos eso campeón eso un paso más alentaba Leonardo con
voz suave y una sonrisa sincera ya casi Mateo Don Esteban se detuvo a unos pasos apoyándose en su bastón mientras los observaba en silencio el niño avanzó un poco más y finalmente se dejó caer en los brazos de Leonardo soltando una risa triunfante que retumbó en la quietud de la mañana Leonardo levantó a Mateo en el aire haciéndolo girar como un avión lo lograste eres un valiente igual que tu papá adoptivo verdad dijo lanzando una mirada breve hacia Don Esteban el anciano no dijo nada al principio pero en su interior algo se removió aquella escena
que semanas atrás habría visto con desconfianza y enojo ahora le parecía inevitablemente hermosa Leonardo no era un enemigo era solo otro hombre que como él había aprendido a amar al niño con todo lo que tenía Vargas rugió Don Esteban de repente con su voz profunda Leonardo se giró sorprendido pero Don Esteban avanzó hacia ellos con paso firme Ya deja de andar de flojo y ven a ayudarme Leonardo sonrió ampliamente y se puso de pie todavía sosteniendo a Mateo en brazos qué necesita Don Esteban que el chamaco te vea trabajar de verdad respondió el anciano gruñendo
pero con una sombra de sonrisa en los labios si vas a estar viniendo tendrás que ganarte tu lugar Trato hecho respondió Leonardo acomodando a Mateo con cuidado estoy listo Cuando usted diga ese día Don Esteban y Leonardo trabajaron juntos en El Cafetal por primera vez aunque Leonardo era torpe con las herramientas y sus manos acostumbradas a los negocios no parecían hechas para la tierra nunca dejó de intentarlo Don Esteban lo observaba de reojo fingiendo molestia pero en el fondo no podía evitar sentirse complacido Vargas le gritó después de verlo fallar al usar un machete estás
dejando las ramas peor que un huracán Leonardo soltó una carcajada agachándose para recoger las hojas que había cortado mal estoy aprendiendo Don Esteban tenga paciencia conmigo Más te vale aprender rápido muchacho gruñó el anciano pero su voz carecía de la dureza habitual la paciencia es para los cafet no para los hombres ambos continuaron trabajando Hasta que el sol comenzó a esconderse detrás de las montañas Andrés y los otros jornaleros observaban la escena con curiosidad nunca antes habían visto al patrón compartiendo el campo con alguien que no fuera de la familia o de la comunidad Don
Esteban se está ablandando murmuró Andrés con una sonrisa pero le hacía falta esa noche sentado en el porche Leonardo y Don Esteban compartieron una jarra de café recién colado mientras Mateo dormía plácidamente en el interior de la casa la brisa era fresca y el cielo limpio de nubes estaba sembrado de estrellas nunca pensé que estaría aquí dijo Leonardo rompiendo el silencio trabajando la tierra compartiendo esto con usted Yo tampoco respondió Don Esteban apoyando el bastón en la varanda pero aquí estamos no siempre elegimos lo que nos toca a Vargas a veces solo Hay que aceptarlo
y hacerlo bien Leonardo asintió mirando el Horizonte con una expresión Serena sabe qué Don Esteban tal vez este lugar sea justo lo que necesitaba Mateo él me trajo hasta aquí y también me hizo darme cuenta de muchas cosas Don Esteban lo miró de reojo Sin decir nada Por un instante ambos hombres se entendieron sin necesidad de palabras finalmente el anciano habló ese niño es fuerte porque lo hemos hecho fuerte Vargas pero no lo olvides el día que lo lastimes o lo decepciones seré el primero en reclamarte Leonardo sonrió con la voz teñida de promesa no
lo haré Don Esteban le doy mi palabra la noche continuó su curso y la hacienda quedó envuelta en un silencio Pacífico como si la tierra misma aprobara aquella tregua entre dos hombres que contra todo pronóstico habían aprendido a respetarse esa madrugada Don Esteban despertó con el sonido suave de Mateo que balbuceaba desde su canasta se levantó lentamente con el corazón latiendo fuerte y se inclinó sobre el niño El pequeño Lo miró con aquellos ojos oscuros llenos de vida y sonrió qué quieres chamaco murmuró Don Esteban acariciando su cabecita no puedes dejar descansar a este viejo
Mateo respondió con una risa breve y estiró los brazos hacia él Don Esteban lo cargó y lo llevó al porche donde el primer resplandor del sol comenzaba a asomarse en el Horizonte vas a crecer fuerte Mateo dijo el anciano mientras la brisa mañanera rozaba sus mejillas aquí en esta tierra con todo lo que te podamos dar mientras el amanecer iluminaba El Cafetal Don Esteban sintió una paz que no había sentido en años la batalla estaba terminada y el niño que había llegado a su vida como un milagro inesperado ahora Tenía dos hombres dispuestos a protegerlo
cuidarlo y amarlo Mateo no pertenecía a uno ni a otro él pertenecía al amor que de alguna manera había logrado unir dos mundos El Amanecer en la hacienda Fue diferente aquella mañana la bruma dorada cubría El Cafetal como si la tierra agradecida se vistiera con su mejor atuendo Don Esteban con el sombrero bien ajustado salió al porche con mate en brazos el niño envuelto en una manta de colores que Rosa había tejido con esmero miraba todo con esos ojos grandes y oscuros curiosos de la vida hoy toca cosecha chamaco murmuró Don Esteban acariciando la cabeza
del Pequeño una buena cosecha la mejor en años rosa salió de la casa con una jarra de café en las manos las sonrisa cálida en su rostro Aunque habían pasado semanas desde que Leonardo había firmado el acuerdo con Don Esteban todo en la hacienda parecía haber encontrado su equilibrio la vida había vuelto a sus ritmos naturales parece que amaneciste contento Esteban dijo Rosa sirviéndole café en la taza hasta te veo menos gruñón Y cómo no voy a estarlo respondió él con un brillo en los ojos después de años de puro batallar Parece que la vida
nos está dando un respiro Rosa sonrió y se acercó a Mateo dándole un beso en la mejilla este niño trajo la suerte Esteban es un regalo de Dios Don Esteban no respondió pero sus ojos lo decían todo el amor por el niño había echado raíces profundas como las de sus cafetos más viejos y ahora no podía imaginar su vida sin él horas más tarde el bullicio del Cafetal resonaba en el aire La cosecha había comenzado y la hacienda era un hervidero de actividad Andrés dirigía A los jornaleros quienes con sus cestas y manos rápidas recogían
los frutos rojos que brillaban bajo el sol Don Esteban caminaba entre ellos vigilando todo con la mirada de un hombre que conocía su tierra como la palma de su mano Leonardo llegó Poco después del mediodía vistiendo una camisa de algodón y jeans gastados A diferencia de sus primeras visitas ahora nadie lo veía con desconfianza los hombres del pueblo lo saludaban con respeto y él con gestos sencillos respondía como uno más Vargas gritó Don Esteban desde una fila de cafetos si vienes solo a mirar mejor regresa a la ciudad aquí y trabajamos todos Leonardo sonrió y
se arremangó las mangas dónde quiere que empiece Don Esteban donde no estorbes gruñó el anciano pero una sonrisa se asomó fugazmente en su rostro ambos hombres trabajaron hombro a hombro durante horas con el ruido de las cestas llenas y el aroma del café fresco envolviendo el aire a ratos Don Esteban se sorprendía al ver a Leonardo reír con Andrés o limpiar el sudor de la frente como si siempre hubiera pertenecido a ese lugar está aprendiendo rápido dijo Andrés en broma pasando junto a Don Esteban pronto lo voy a ascender primero que no rompa nada respondió
Don Esteban pero su Tono era más amable que de costumbre al caer la tarde cuando el trabajo había terminado y la cestas rebosaban de granos maduros todos se reunieron en la sombra de un árbol grande cerca de la casa Rosa había preparado tamales frijoles y tortillas calientes y la comida se repartió entre risas y conversaciones animadas Leonardo con Mateo en brazos se sentó junto a Don Esteban quien bebía café en silencio el niño ahora con los pies colgando y lleno de energía señalaba las cestas de café y balbuceaba palabras incomprensibles le gusta esto comentó Leonardo
acariciando la cabeza de su hijo creo que lleva el campo en la sangre Don Esteban que lo observaba con el rabillo del ojo asintió lentamente la tierra enseña Vargas y cuando uno crece cerca de ella aprende a respetarla Leonardo miró al anciano con una mezcla de admiración y gratitud Gracias Don Esteban por confiar en mí y por dejarme ser parte de esto Don Esteban bebió un sorbo de café y después de un silencio breve habló con la voz baja y firme no lo hice por ti Vargas lo hice por el niño pero debo admitir que
has cumplido tu palabra Leonardo sonrió sabiendo que aquellas palabras eran lo más cercano a un elogio que recibiría del viejo agricultor Y qué será del niño cuando crezca preguntó rosa de pronto acercándose con una sonrisa se quedará aquí con Esteban o se irá contigo a la ciudad Leonardo Leonardo miró a Mateo quien se reía feliz en sus brazos Eso lo decidirá él cuando sea grande respondió Lo único que quiero es que sepa que tiene dos casas dos padres y mucha gente que lo quiere Don Esteban asintió Mirando al niño con ternura este chamaco tendrá lo
que yo no tuve Vargas opciones Y eso es lo único que importa esa noche mientras la luna iluminaba El Cafetal y la brisa fresca entraba por las ventanas de la casa Don Esteban se sentó en la vieja mecedora con Mateo dormido en sus brazos el niño respiraba pausadamente ajeno al mundo y el anciano lo observaba con una mezcla de orgullo y p te das cuenta chamaco murmuró acariciando su cabeza llegaste cuando no te esperaba nadie pero terminaste Arreglándolo todo miró hacia la fotografía de Magdalena en la pared como si ella también estuviera escuchándolo había cumplido
su promesa Mateo no estaba solo y él tampoco El pequeño había traído vida A aquella casa que llevaba años sumida en el sil te prometo que tendrás Lo mejor de nosotros dijo Don Esteban suavemente la fuerza de esta tierra y el cariño de quienes te amamos no importa de dónde viniste Mateo lo único que importa es A dónde vas Rosa que lo escuchaba desde la puerta sonrió y se acercó sentándose junto a él nunca pensé que diría esto Esteban pero el niño te cambió a mí gruñó él aunque con una sonrisa suave el chamaco apenas
sabe caminar y ya manda en esta casa Rosa rió quedamente colocando una mano en el brazo del anciano no fue solo él veces Dios nos da familia de las maneras más inesperadas Don Esteban asintió Mirando a Mateo quien seguía dormido su pequeño pecho subiendo y and con la calma de un niño que sabe que está protegido Así es rosa respondió finalmente la familia no siempre se hereda pero siempre se elige en la quietud de la noche la casa respiraba vida de nuevo El Cafetal las montañas y el cielo estrellado parecían testigos silenciosos de aquel milagro
sencillo pero profundo el amor Había echado raíces y en el corazón de Don Esteban finalmente había nacido un futuro espero que hayas disfrutado de la historia de hoy suscríbete al Canal Para no perderte más historias como esta dale un me gusta y comenta abajo Qué te pareció la historia nos vemos en el próximo video