¿Has sentido alguna vez que el universo intenta enviarte un mensaje, como si algo te diera un codazo para que te detuvieras, escucharas y prestaras atención? Pues es esto: esta es tu señal. No te has topado con este vídeo por casualidad; estabas destinado a estar aquí porque lo que estamos a punto de compartir tiene el poder de cambiar por completo tu perspectiva, de ayudarte a liberarte del peso que has estado cargando y a entrar en la vida que siempre has sabido que eres capaz de vivir.
Antes de entrar en materia, asegúrate de darle al botón de "me gusta", suscribirte al canal y activar las notificaciones para no perderte nunca la oportunidad de conectar con tu yo superior. Y en los comentarios de abajo, escribe: "Estoy dando un paso hacia mi poder" si estás preparado para abrazar la verdad de quién eres y crear una realidad que la refleje. Este es tu momento, empecemos.
¿Alguna vez te has parado a pensar que cada mañana, en el momento en que abres los ojos, te encuentras con una pizarra en blanco? Es como si la vida te entregara un lienzo en blanco, invitándote a crear el tipo de día que realmente deseas. Sin embargo, con demasiada frecuencia renunciamos a este regalo; sin saberlo, dejamos que los pequeños contratiempos —un comentario sarcástico, el bocinazo de un coche o incluso un cielo gris— decidan cómo nos sentimos.
Pero he aquí la cuestión: ya no tienes por qué vivir así. Eres mucho más poderoso de lo que crees. ¿Y si pudieras enfrentarte a la vida con una calma inquebrantable?
¿Y si, independientemente de lo que te ocurriera —tráfico, desconocidos maleducados, retrasos— pudieras mantenerte fuerte e imperturbable? Sé que puede parecer un sueño lejano, pero te prometo que está más cerca de lo que crees. He aquí el secreto: la forma en que experimentas la vida no depende de lo que ocurre a tu alrededor; depende de cómo elijas responder.
El mundo te lanza innumerables acontecimientos cada día, pero tu mente decide lo que significan. Piensa en ello: cuando alguien te corta el paso en la carretera, puedes sentir que hierve la ira. Tal vez maldigas en voz baja, repitas el momento en tu cabeza y dejes que te amargue el humor durante horas.
Pero, ¿qué ocurrió realmente? ¿Te perjudicó la acción de esa persona? No fue solo un acontecimiento, un momento fugaz; el resto fue tu mente asignándole un significado.
El doctor Joe Dispenza suele decir: "Tus pensamientos son increíblemente poderosos; dan forma a tu realidad". Esto no es solo filosofía, es ciencia. Cada pensamiento desencadena una cascada de sustancias químicas en tu cuerpo.
Cuando tienes pensamientos de enfado o frustración, tu cuerpo responde como si lo estuvieran atacando: tu corazón se acelera, tus músculos se tensan y te preparas para luchar o huir. Pero aquí está la buena noticia: esta reacción no es inamovible. Puedes detenerla.
En momentos de estrés o frustración, hay una fracción de segundo en la que puedes elegir: ¿dejarás que esa emoción se apodere de ti o reclamarás tu poder? Actuar como si nada te molestara no consiste en ignorar tus sentimientos o fingir que los problemas no existen; se trata de interrumpir las respuestas automáticas que ya no te sirven. Cuando tomas conciencia de tus reacciones habituales, puedes empezar a cambiarlas.
Vamos a explicarlo: imagina que estás en la cola del supermercado y alguien se te adelanta. Tu cerebro se enciende al instante: "Injusto, irrespetuoso". Pero, ¿y si, en lugar de dejar que la ira se apodere de ti, hicieras una pausa?
Respira hondo, nota el calor que sube por tu pecho y déjalo ir conscientemente. Recuérdate a ti mismo: "Este pequeño acto no controla mi día, elijo la calma". Al hacer esto, estás recableando tu cerebro.
Con el tiempo, desarrollarás la imperturbabilidad, la capacidad de mantener la calma pase lo que pase. Piensa que es como entrenar un músculo: cuanto más practiques mantenerte centrado, más fuerte se hará ese músculo mental y pronto las cosas que solían perturbarte apenas se notarán. Pero permanecer imperturbable no significa cerrarse emocionalmente; se trata de entrar en una versión más elevada de ti mismo, la versión que sabe que la vida ocurre por ti, no para ti.
Cuando mantienes la calma ante los retos, estás indicando al universo que estás preparado para elevarte por encima de tus circunstancias. ¿Cómo puedes ponerlo en práctica? Empieza poco a poco.
La próxima vez que sientas que te invade la frustración, date cuenta. Haz una pausa, respira hondo unas cuantas veces y recuérdate a ti mismo: "Tengo el control de mi experiencia". Con el tiempo notarás un cambio; las cosas que antes te perturbaban empezarán a parecerte insignificantes.
Recuerda que no se trata de reprimir tus emociones; se trata de comprender que tú no eres tus emociones. Son solo señales, momentos fugaces que pasan a través de ti. Cuando reconoces esto, entras en tu poder: te conviertes en el creador de tu realidad, no en una víctima de ella.
Cada vez que eliges la calma en lugar del caos, no solo estás cambiando tu día, sino toda tu vida. La próxima vez que la vida te ponga a prueba, recuérdate: es tu oportunidad de crecer. El doctor Dispenza habla a menudo de cómo nuestros pensamientos dan forma a nuestra realidad.
Actuando como si nada te molestara, no solo estás fingiendo; estás entrenando activamente a tu cuerpo y a tu mente para que funcionen a un nivel superior. Al principio, esto puede parecer extraño o incluso forzado. No pasa nada; como cualquier habilidad, requiere práctica, pero con constancia notarás un cambio.
Las cosas que antes te provocaban empezarán a perder su control; empezarás a moverte por la vida con una sensación de facilidad casi inquebrantable. Y aquí es donde se pone aún mejor: cuando encarnas esta energía tranquila y centrada, tu realidad externa empieza a reflejarse ante tu presencia centrada. Es casi como si el universo se reorganizara para adaptarse a tu estado.
De ser y no es esa la esencia de la transformación: pasar de reaccionar a crear. Por supuesto, la vida seguirá lanzándote desafíos; eso es inevitable. Pero la diferencia es que afrontarás esos retos desde la fortaleza, no desde el estrés.
Te volverás imperturbable; no te agitará ni te perturbará fácilmente, sean cuales sean las circunstancias. Vivirás en un estado de coherencia en el que tu mente, tu cuerpo y tu corazón trabajan en armonía. Esta coherencia no solo mejora tu bienestar emocional, sino que también repercute en tu salud, tus relaciones y tu calidad de vida en general.
¿Cómo empezar? Empieza por la conciencia. Presta atención a esos momentos en los que sientes que tus emociones aumentan en lugar de reaccionar.
Observa el sentimiento; etiquétalo sin juzgarlo: ira, enfado, frustración. Luego elige conscientemente una respuesta diferente: respira profundamente, enraíza sintiendo la conexión entre tu cuerpo y la tierra y, lo más importante, recuérdate tu poder; repítelo: “tengo el control de mi estado”. A medida que conviertas esto en un hábito, descubrirás que mantener la calma se convierte en una segunda naturaleza.
Dejarás de preocuparte por las pequeñeces, no porque la vida sea más fácil de repente, sino porque has desarrollado la fuerza interior necesaria para superarlas. Y aquí viene lo mejor: cuando dominas esto para ti, inspiras a los demás a hacer lo mismo. Tu calma se vuelve contagiosa, un faro de posibilidades para los que te rodean.
Así que hoy, comprométete contigo mismo: decide que pase lo que pase, no vas a dejar que te moleste. Elige ser el creador de tu realidad, no una víctima de tus circunstancias. No ocurrirá de la noche a la mañana, pero cada paso que des te acercará a una vida llena de facilidad, libertad y alegría.
Este es tu viaje para volverte imperturbable, para vivir como si nada pudiera sacudir tu paz. Y cuando llegues a este lugar, mirarás atrás y te darás cuenta de que el esfuerzo ha merecido la pena. En todo momento, tu presencia tranquila y firme puede convertirse en una fuente de luz, no solo para ti, sino también para los que te rodean.
Imagina caminar por la vida con una sensación de paz interior tan fuerte que inspire a los demás. Este tipo de paz no proviene del control de las situaciones externas, sino del dominio de tu estado interno. Así pues, la pregunta es: ¿estás preparado para recuperar ese control?
¿Estás preparado para abrazar el tipo de calma y resistencia que transforma tu experiencia de la vida? Uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos es quedarnos atrapados en las historias que nos contamos a nosotros mismos. Piénsalo: ocurre algo y casi al instante nuestras mentes tejen una historia a su alrededor; puede ser sobre lo injusta, molesta o frustrante que es la situación.
Pero aquí está la cosa: esas historias no son hechos, solo son interpretaciones creadas en el momento. El primer paso para liberarte de este hábito es la conciencia; necesitas observar sin reaccionar, lo que significa aprender a dar un paso atrás y ver las situaciones tal como son, sin dejar que tus emociones tomen el control. Ahora vayamos un paso más allá: ¿y si cada reto al que te enfrentas, cada momento molesto o frustrante, fuera en realidad una oportunidad?
Joe Dispenza describe los retos de la vida como pruebas diseñadas para ayudarnos a crecer. Así que, en lugar de pensar “¿por qué yo? ”, podrías pensar “esta es mi oportunidad para practicar”.
Es como ir al gimnasio, pero en lugar de levantar pesas, estás fortaleciendo tu capacidad de mantener la calma y la compostura. Cada vez que eliges la calma en lugar del caos, no solo estás cambiando cómo te sientes en ese momento, estás literalmente recableando tu cerebro. La neuroplasticidad es la capacidad del cerebro de formar nuevas conexiones y vías.
Cuando eliges repetidamente nuevas respuestas, debilitas los viejos patrones reactivos y construyes otros nuevos, arraigados en la paz y la resiliencia. Con el tiempo, este recableado transforma no solo tu mente, sino toda tu experiencia de la vida. Imagina una versión de ti mismo que ya no esté a merced de los desencadenantes externos.
Esto no significa que no te enfrentes a retos; la vida siempre tendrá sus altibajos, pero los manejarás con gracia, claridad y fortaleza. Este tipo de transformación no consiste solo en gestionar situaciones externas; también tiene que ver con cómo te relacionas contigo mismo. Te resultará más fácil soltar el resentimiento, perdonar a ti mismo y a los demás, y liberarte del equipaje emocional.
Todo parece más ligero cuando dejas de cargar con el peso de viejos rencores y tensiones innecesarias. Joe Dispenza nos recuerda que nuestro estado interno crea nuestra realidad externa. Cuando actúas desde un lugar de calma y centrado, el mundo que te rodea cambia para adaptarse a esa energía.
La gente y las situaciones que solían molestarte empezarán a no hacerlo; no es magia, es resonancia: estás eligiendo una frecuencia superior y las viejas energías inferiores simplemente no pueden quedarse. Este proceso requiere tiempo y compromiso, pero las recompensas son profundas. Así que, ¿por qué no abordarlo con curiosidad e incluso con un poco de alegría?
Trata cada situación como una oportunidad para practicar. Cuando algo te active, haz una pausa, respira y díte a ti mismo: “tengo el control de mi estado”. Con cada repetición, estás construyendo esos músculos de la calma y la resiliencia.
El camino no siempre será fácil, pero merece la pena, porque al otro lado hay una vida de libertad: libertad del estrés innecesario, de la reactividad emocional y de las historias que ya no te sirven. Cuando dominas tu estado interior, entras en una versión de ti mismo que está verdaderamente moderada. No se trata solo de ti; tu presencia tranquila se convierte en un faro para los demás, les muestra lo que es posible.
Así que, si este mensaje resuena en ti, tómalo como una señal: ya no tienes que preocuparte. Tienes todo lo que… Necesitas dentro de ti para crear la paz que has estado buscando. El viaje hacia el dominio de la calma interior comienza con una comprensión sencilla pero profunda: nada en la vida es intrínsecamente bueno o malo; todo es neutro hasta que le asignamos un significado.
La forma en que reaccionamos no tiene que ver con el acontecimiento en sí, sino con la historia que nos contamos a nosotros mismos. Haz esta analogía: imagina una puerta cerrada en medio de un jardín. Para un ladrón, es una barrera molesta que le impide lo que quiere; para el jardinero, es una salvaguardia vital que protege las plantas de ser pisoteadas o robadas.
La misma puerta, dos interpretaciones totalmente distintas, todas ellas basadas en la perspectiva. Los acontecimientos de tu vida no son diferentes; son neutrales en su esencia. Son nuestra mentalidad, experiencias y filtros emocionales los que determinan si los vemos como bendiciones u obstáculos.
Esta comprensión puede cambiar las reglas del juego. Cuando reconoces que las cosas que suceden a tu alrededor no tienen inherentemente poder sobre ti, creas espacio para elegir cómo responder. Pero eso no significa apagar tus emociones o fingir que no existen.
Las emociones son naturales; forman parte del ser humano. La clave está en cambiar tu forma de relacionarte con ellas. El doctor Joe Dispenza habla a menudo de cómo nuestros pensamientos y emociones están entrelazados, creando patrones en el cerebro a lo largo del tiempo.
Explica que la mayoría de nosotros vivimos con el piloto automático, repitiendo las mismas reacciones emocionales y reforzando las mismas vías neuronales. Pero he aquí la verdad empoderadora: puedes romper el ciclo al observar tus emociones. En lugar de convertirte en ellas, debilitas esas viejas conexiones y empiezas a formar otras nuevas.
Cuando te acercas a las emociones de este modo, ocurre algo mágico: pierden su control sobre ti. Te das cuenta de que solo son energía de paso, y con el tiempo notarás que las situaciones que solían desencadenar ya no tienen el mismo peso emocional. Estás recableando tu cerebro; literalmente, estás enseñando a tu cuerpo a responder de forma diferente a las cosas que antes te desencadenaban y más como pequeñas olas sobre las que puedes cabalgar con facilidad.
Y esto es lo que pasa: incluso cuando algo te desequilibra, te recuperarás más rápido. Esa tensión abrumadora no perdurará ni se extenderá al resto del día. En lugar de eso, aprenderás a reajustar rápidamente, manteniendo la calma, la concentración y la estabilidad.
Conservarás tu energía para lo que realmente importa. Verás, la mayoría de nosotros desperdiciamos gran parte de nuestra fuerza vital reaccionando ante cosas que no merecen nuestra atención. Imagina recuperar esa energía redirigiéndola hacia tus objetivos, sueños y relaciones, en lugar de dejarla escapar en momentos de estrés o reactividad.
Estás construyendo una reserva de fuerza interior cada vez que eliges la calma en lugar del caos, la presencia en lugar de la reacción. Refuerzas tu capacidad para afrontar los retos de la vida con gracia. Cuando conservas así tu energía, tendrás más claridad, concentración y poder para tomar decisiones que te sirvan de verdad.
En muchas enseñanzas antiguas, la forma más elevada de logro humano no era la riqueza ni la fama, sino la capacidad de permanecer completamente imperturbable, sin importar las circunstancias. Tanto si te enfrentas a la pérdida, al éxito, al dolor o a la alegría, el objetivo era permanecer centrado. Este estado significa que te conviertes en el arquitecto de tu realidad.
Cuando te mantienes centrado, ya no estás a merced de los altibajos de la vida; en lugar de eso, te conviertes en el creador consciente de tu experiencia, dando forma a tu vida desde un lugar de calma e intención. Ahora hablemos del lado práctico de esta transformación: no se trata de chasquear los dedos y volverte inquebrantable de repente; se trata de comprometerte a realizar pequeñas prácticas constantes cada día. La próxima vez que la vida te lance una bola curva, considéralo una oportunidad.
En lugar de dejar que te descarrile, trátalo como una oportunidad para reforzar tu resiliencia emocional. Piensa en el impacto que este cambio tendrá en tu vida: tus relaciones se transformarán a medida que te conviertas en la presencia con los pies en la tierra a la que los demás acuden en busca de apoyo. Tu toma de decisiones mejorará porque abordarás los retos con claridad, no enturbiada por impulsos emocionales.
Y lo más importante, experimentarás una profunda sensación de libertad: libertad de la necesidad de controlarlo todo, libertad del miedo y libertad para vivir como la mejor versión de ti mismo. Pero recuerda que se trata de un viaje, no de un destino. Algunos días te resultarán más fáciles que otros, y no pasa nada.
La clave es seguir adelante, volver a comprometerse con esta práctica cada día. Celebra las pequeñas victorias, como mantener la calma en una situación que antes te habría provocado. Y cuando te enfrentes a reveses, trátate con compasión.
Tú no eres tus pensamientos o emociones; eres la conciencia que los observa. Esta conciencia es tu mayor poder; es el espacio donde se produce la transformación. Así que empieza hoy.
Fija la intención de actuar como si nada te molestara. Con cada desafío, te harás más fuerte; estarás más enraizado y más alineado con la vida que estás destinado a vivir. La verdad es que una vida de profunda libertad y paz inquebrantable ya está a tu alcance.
Ya no tienes que preocuparte; lo único que tienes que hacer es dar el primer paso. La vida cambia constantemente: los pensamientos van y vienen, las emociones suben y bajan, y el mundo que nos rodea cambia sin cesar. Pero bajo todo este movimiento, hay algo constante: el núcleo de lo que realmente eres.
Imagínate como un cielo vasto y abierto, por el que pasan como nubes fugaces todos los pensamientos, sentimientos y acontecimientos: vienen, se van, pero el cielo permanece intacto. Esta es tu verdadera naturaleza: un campo de potencial. que no se deja influir por los dramas temporales de la vida.
Cuando conectas plenamente con esta parte más profunda de ti mismo, todo empieza a parecer más ligero; las frustraciones, decepciones y preocupaciones que solían atenazar pierden su poder. Ya no tienen el mismo peso porque has reconocido su impermanencia. En lugar de aferrarte a estas experiencias, empiezas a observarlas con curiosidad y facilidad, y cuando se desvanecen, lo que queda es la esencia pacífica y firme de tu ser.
La verdad es que cuando dejas de resistirte a la vida y empiezas a fluir con ella, ocurre algo mágico: empiezas a experimentar una libertad que se siente como volver a casa. Esa paz inquebrantable que tocas en estos momentos, ese es tu estado natural, y cuando vives desde ese lugar, el mundo empieza a cambiar. Los desafíos y los retos que solían frenarte ahora se sienten más como oportunidades.
En lugar de reaccionar, te encuentras respondiendo con creatividad y calma. Así que empieza ahora: elige actuar como si nada te molestara. Aunque al principio te parezca una exageración, cada vez que te apoyas en esa intención, estás recableando tu cerebro, reforzando las vías neuronales de la calma y la resiliencia.
Con el tiempo, no será solo algo que practiques, sino que se convertirá en lo que eres. Imagina que avanzas por la vida con una paz inquebrantable, sin importar el caos que te rodea. Ese es el poder de este trabajo: cuando conectas con esta verdad más profunda, te das cuenta de que la vida no te ocurre a ti, sino que ocurre para ti.
Y desde ese lugar centrado, no solo vives, sino que prosperas. Este momento y este mensaje están aquí por una razón: tómalo como la señal que estabas esperando. Ya no tienes que preocuparte; el camino hacia la libertad, la paz y la alegría ya está dentro de ti.
Lo único que tienes que hacer es dar el primer paso. La vida tiene una forma de arrastrarnos a un ciclo constante de "yo contra todo lo demás". Es como llevar unas gafas tintadas; las lentes distorsionan nuestra forma de ver el mundo, convirtiendo cada situación en un juego de supervivencia de lo que creemos que es nuestro.
Esta ilusión de separación, de ser solo un "yo" pequeño y aislado, es lo que alimenta gran parte de nuestra frustración, ansiedad y confusión interior. Pero esta es la verdad: este "yo" al que nos aferramos es solo una historia; no es la imagen completa. Cuando aprendemos a salir de esta mentalidad limitada y conectamos con el vasto y expansivo campo de conciencia que hay en nuestro interior, todo cambia.
Imagina que entras en una realidad totalmente nueva en la que ya no estás atrapado en viejos patrones de reacción ante la vida, sino que te mueves por ella con una sensación de fluidez y libertad. Piénsalo como si estuvieras atrapado en una corriente: cuanto más luchas por nadar contra ella, más te arrastra, pero en el momento en que te relajas y te dejas llevar por la corriente, esta pierde su fuerza. Eso es lo que ocurre cuando sueltas la necesidad del ego de controlar, juzgar y resistirse a la realidad.
En lugar de microgestionar la vida, te conviertes en el observador; la parte de ti que lo presencia todo con curiosidad, tranquila y desapegada. Dejar ir no es fácil; no es algo que decidas una vez y domines mágicamente. Las pautas del ego, su necesidad de aferrarse al placer y evitar el dolor, son profundas; se han programado en nosotros durante generaciones.
Pero he aquí la buena noticia: la neuroplasticidad siempre trabaja a tu favor. Cada vez que eliges hacer una pausa, respirar y observar en lugar de reaccionar, estás creando nuevas vías neuronales. Con el tiempo, esto se convierte en una segunda naturaleza; una práctica poderosa consiste en tomarte momentos a lo largo del día para conectar con el presente.
Antes de que los pensamientos se apresuren a etiquetar lo que estás experimentando, antes de que las emociones se apoderen de ti y coloreen tu perspectiva, haz una pausa. Siente la quietud de este momento; sintoniza con ese espacio en el que todo se siente abierto, ilimitado y en calma. No se trata de hacer, sino de ser.
La vida no necesita que luches contra ella; no necesita que la arregles. Simplemente necesita que fluyas con ella. Cuando abandonas el control del ego y confías en el desarrollo natural de los acontecimientos, te conviertes en un recipiente abierto a las posibilidades de la vida.
Empiezas a percibir la belleza donde antes no la veías, y los retos se convierten en oportunidades de crecimiento en lugar de obstáculos que superar. Recuerda que este proceso requiere tiempo y paciencia; no se trata de ser perfecto, se trata de ser constante. Cada pequeño paso que das, cada momento en que eliges la conciencia en lugar del piloto automático, te acerca a una vida de facilidad y libertad.
El hecho de que estés recibiendo este mensaje ahora mismo no es una coincidencia; es un recordatorio: ya no tienes que luchar. No tienes que cargar con el peso del control y la resistencia; el camino hacia la paz ya está dentro de ti. Solo tienes que recorrerlo.
Hay una quietud dentro de ti, una conciencia tranquila e intemporal que simplemente observa todo lo que ocurre en tu vida. Puedes sentirla; no está ligada a tus pensamientos, emociones o circunstancias. Es esa esencia pura e inmutable en el núcleo de tu ser.
Esto es lo que realmente eres: una conciencia vasta e ilimitada que existe más allá de las etiquetas, historias y creencias que has adquirido a lo largo de los años. Cuando te tomes un momento para alejarte del ruido constante de tu mente, te darás cuenta de que hay algo más profundo debajo: una presencia que se mantiene firme e inamovible, independientemente de lo que ocurra a tu alrededor. Cuando tomamos conciencia del programa, dejamos de ser el programa.
En otras palabras, cuando te desidentificas de las cosas que solían molestarte, las preocupaciones, los miedos y los desencadenantes emocionales, empiezan a perder su agarre. Es como ver una película; sigues atento, pero ya no te sientes atrapado en la historia. En lugar de eso, lo ves todo como parte de una obra mayor que se desarrolla en la inmensidad de tu conciencia.
Los pensamientos y emociones que antes te parecían pesados se convierten en nubes pasajeras, temporales, fugaces e incapaces de sacudir la presencia tranquila que eres. No se trata de evitar los retos de la vida, ni de adormecerte ante el dolor; de hecho, es todo lo contrario. Enraizándote en esta conciencia, te permites experimentar plenamente la vida, sin que te consuma.
El doctor Joe Dispenza explica que, cuando nos alineamos con el momento presente, entramos en un campo de posibilidades infinitas. Desde aquí, ya no reaccionamos ante la vida; la creamos. Te conviertes en un canal para las energías superiores, permitiendo que la vida fluya a través de ti de forma armoniosa y alineada con tu verdad más profunda.
Esta conciencia no es algo que tengas que crear o conseguir; siempre ha estado ahí. Es más antigua que el universo y, sin embargo, tan fresca como este momento. Cuando descansas en este espacio, incluso las experiencias más intensas pierden su pesadez.
Empiezas a verlas como lo que son: olas temporales en el océano de tu ser. Y cuando sueltas la resistencia, desbloqueas una creatividad natural que permite que surjan nuevas posibilidades. Incluso en momentos de dolor o incertidumbre, descubrirás que puedes sostener esas experiencias con una sensación de apertura.
En lugar de resistirte o luchar contra ellas, permitirás que te atraviesen, sabiendo que no son más que otra parte de la experiencia humana. Este cambio no consiste en negar tus emociones, sino en abrazarlas, comprendiendo que no son lo que tú eres; eres la conciencia en la que van y vienen, como olas que suben y bajan en un mar infinito. Cuando vives desde este espacio, todo cambia.
La paz que has estado buscando no es algo que esté ahí fuera, sino que está dentro de ti, aquí y ahora. Y cuando te das cuenta de ello, tu vida empieza a reflejarlo. Te mueves por el mundo con una sensación de libertad, claridad y calma inquebrantable.
Los retos se convierten en oportunidades de crecimiento y cada experiencia se convierte en una puerta de regreso a tu verdadero yo. Esta es la verdad: siempre has estado completo. La paz, la alegría y el poder que has estado buscando nunca han estado fuera de ti; siempre han formado parte de ti, esperando a que lo recordaras.
Como dice Joe Dispenza, tu personalidad crea tu realidad personal. Cuando cambias la forma en que te ves a ti mismo, todo tu mundo empieza a transformarse. Ahora, mientras llevas este mensaje a tu día a día, quiero dejarte con un reto.
Tómate un momento, ahora mismo, para conectar con esa conciencia tranquila que hay dentro de ti. Deja que te recuerde que eres mucho más que tus pensamientos, emociones o circunstancias. Y cuando entres en esta verdad, recuerda que eres el creador de tu experiencia.
El universo está esperando fluir a través de ti. ¿Qué vas a crear ahora? Si este mensaje ha resonado en ti, no olvides darle "me gusta" a este vídeo y suscribirte para recibir más ideas que te inspiren y te den poder.
Y cuéntame en los comentarios qué es lo que estás dispuesto a soltar hoy. Estoy deseando leer lo que piensas.