[Música] Un nuevo amanecer ha llegado y con él la oportunidad de buscar la dirección y el refugio en la presencia de Dios. Hoy te invito a comenzar el día con una oración inspirada en el salmo 5, una plegaria de confianza y clamor por justicia. Que esta mañana tu alma se alinee con el corazón de Dios.
Escuchemos ahora la palabra del Señor contenida en el salmo 5, una oración matutina escrita por David, cargada de confianza, clamor y reverencia. En cada línea se eleva una súplica sincera por dirección, justicia y protección. Que estas palabras antiguas despierten en usted una fe renovada y le recuerden que Dios escucha al justo desde el amanecer.
Del libro de los Salmos. Salmo 5. Escucha, Señor, mis palabras, atiende a mis gemidos, presta oído a mi clamor, rey mío y Dios mío, pues a ti te suplico.
Señor, por la mañana escuchas mi voz, por la mañana te presento mi causa y me quedo esperando. Tú no eres un Dios que ame el mal, ni el malvado es tu huésped. El arrogante no se sostiene ante tus ojos.
Detestas a los que obran la injusticia, destruyes a los mentirosos, al hombre sanguinario y traicionero lo aborrece el Señor. Pero yo, por tu gran amor, puedo entrar en tu casa. Me postro ante tu santo templo con profundo respeto.
Señor, guíame con tu justicia por causa de mis enemigos. Allá tu camino ante mí. No hay sinceridad en su boca.
Su corazón es perverso. Su garganta es un sepulcro abierto con su lengua alagán. Castígalos, oh Dios, que fracasen sus planes.
Expúlsalos por sus muchos delitos, porque se rebelaron contra ti. Pero que se alegren los que en ti se refugian. Que canten jubilosos eternamente.
Protégelos para que se llenen de gozo los que aman tu nombre. Tú, Señor, bendices al justo como escudo lo cubre tu [Música] favor. Padre celestial, aquí estoy al inicio de este nuevo día.
El sol aún se asoma en el horizonte y antes de que el mundo reclame mi atención, mi alma se postra ante ti, porque tú, Señor, eres mi prioridad. Tú eres mi refugio, mi dirección segura, mi fuerza constante en medio del caos. Esta mañana inspirado por las palabras del salmista en el salmo 5, vengo a ti con un corazón rendido.
David decía, "Por la mañana te presento mi causa y me quedo esperando. Yo hago lo mismo hoy, Señor. Te presento mi vida, mis pensamientos, mis decisiones, mis debilidades y mis anhelos.
Te entrego todo lo que soy, porque sin ti nada tiene sentido. Padre, que mi primera acción del día no sea revisar un teléfono ni escuchar las noticias, sino levantar mi oración a ti. Que mis primeras palabras sean de gratitud, de reverencia, de dependencia total.
Hoy declaro que mi alma necesita tu presencia más que el aire que respiro. Tú eres el centro de mi ser y en ti encuentro dirección y abrigo. Vengo a pedirte, Señor, que escuches mis palabras y atiendas a mis gemidos, tal como lo expresó David.
Porque muchas veces no sé cómo orar. Muchas veces mis pensamientos están confusos, pero sé que tú entiendes aún los suspiros que no tienen voz. Tú ves lo más profundo de mi corazón.
y no desechas un alma contrita. Mi oración en esta mañana no es solo una rutina, es un clamor genuino de alguien que reconoce su necesidad de ti. Señor, Rey mío y Dios mío, a ti suplico, sé tú mi guía, sé tú mi escudo, sé tú el refugio donde puedo descansar y el camino por donde debo andar.
No importa lo que este día traiga, no importa cuán fuertes sean los desafíos, ni cuán grandes las incertidumbres. Si tú vas conmigo, no temeré. Si tú hablas, escucharé.
Si tú diriges mis pasos, caminaré en paz. Padre amado, recibe esta oración como un incienso agradable. Mira mi alma sedienta de tu presencia.
Hoy no quiero andar por mis propios caminos, ni confiar en mis propias fuerzas. Hoy me humillo ante ti y digo con todo mi corazón: "Guíame con tu justicia, oh Señor, y allana tu camino delante de mí. Porque tú eres un Dios que escucha, un Dios que responde, un Dios que bendice al justo y lo rodea con tu favor como con un escudo.
Aquí estoy, Señor, en esta mañana comienza tu obra en mí. Señor amado, al continuar esta oración, quiero detenerme y reconocer tu santa presencia. Tú estás aquí, no solo en este lugar físico, sino dentro de mí, habitando en mi corazón.
Aunque no siempre puedo verte, aunque muchas veces el ruido del mundo intenta ahogar tu voz, sé que estás conmigo, fiel como siempre, presente como una promesa cumplida. En el salmo 5, David declara convicción que tú no eres un Dios que ame el mal. Qué verdad.
Eres justo, santo, puro. No toleras la mentira, ni la arrogancia, ni la traición. Tu justicia es como el amanecer que nunca falla.
Cada mañana, Señor, renuevas tu fidelidad sobre los que te buscan con corazón sincero. Hoy me acerco a ti, no porque lo merezca, sino por tu gran amor. David dijo, "Pero yo, por tu gran amor, puedo entrar en tu casa.
Me postro ante tu santo templo con profundo respeto. Qué privilegio, Señor. No soy digno por mis obras, pero puedo estar en tu presencia por tu misericordia.
Puedo hablar contigo, abrir mi alma sin temor, porque me recibes como un padre amoroso recibe a su hijo. Tú no eres indiferente a mis luchas. No estás lejos de mis batallas internas.
Tú caminas conmigo guiando mis pasos con ternura. Eres como la nube que cubría a Israel en el desierto, protegiendo del calor del día y como la columna de fuego en la noche, iluminando el camino en la oscuridad. Tú bondad no es pasajera ni condicional.
No depende de cómo me sienta o de lo que haga. Es parte de tu esencia. Tú eres bueno siempre y eso me da descanso.
Eso me llena de paz. Aunque el mundo cambie, aunque las circunstancias se sacudan como el mar agitado, tú permaneces y ese ancla me sostiene. Señor, me maravilla saber que puedo esperar en ti cada mañana, que puedo confiar en tu dirección sin temor, que puedo levantar mis ojos y ver más allá del caos, porque tú estás sentado en tu trono reinando con justicia y con amor.
En ti confusión, no hay sombra de duda. En ti todo es claro, todo es verdad. Padre, en medio de un mundo que celebra lo injusto, que exalta la mentira, yo decido buscar tu justicia.
Que no haya engaño en mi boca, que mi corazón sea íntegro, que mis pensamientos estén alineados con los tuyos, que mi alma te honre incluso en lo secreto. Gracias, Señor, porque no te ocultas de los que te buscan. Gracias porque, como dice el salmo, bendices al justo como escudo lo cubre tu favor.
Hoy camino bajo ese favor, hoy respiro bajo ese amor. Hoy vivo sabiendo que estás aquí. Tú eres mi Dios y tu bondad es mi canción esta mañana.
Señor, gracias por este nuevo día. Gracias por el regalo de un amanecer más. Sé que no todos tuvieron la oportunidad de abrir los ojos hoy, pero yo estoy aquí respirando, caminando, viviendo por tu misericordia.
Por eso, antes de que cualquier pensamiento de preocupación ocupe mi mente, decido llenarla de gratitud. Tu palabra dice que por la mañana escuchas mi voz y eso me llena de paz. No estoy solo.
Mi oración no se pierde en el vacío. Tú la escuchas, Señor, incluso antes de que mis labios se muevan. Eres un Dios atento, cercano, que se inclina para oír a tus hijos.
Qué consuelo tan grande saber que tú estás conmigo desde el primer instante del día. Esta mañana es como una página en blanco, Señor, un lienzo nuevo donde puedo escribir una historia diferente y yo no quiero llenarlo de temores ni de rutinas vacías. Quiero escribir en él tu verdad, tu gracia, tu propósito.
Quiero vivir este día con los ojos abiertos a las oportunidades, con el corazón dispuesto a obedecer y con la fe firme en que tú ya estás obrando. Gracias, Señor, por las cosas sencillas que a veces olvido valorar. por el agua que bebo, el alimento que me das, el techo que me cubre, las personas que amo.
Gracias por la capacidad de sentir, de aprender, de cambiar. Gracias por el perdón que siempre está disponible. Por la esperanza que renace cada vez que caigo de rodillas ante ti como David.
Hoy me postro con respeto ante tu santo templo. No necesito una estructura de piedra para encontrarme contigo, porque ahora sé que tú haces de mi corazón tu morada. Qué maravilloso eres, Señor, que el Rey del universo quiera habitar en mí.
Que el Dios eterno quiera caminar a mi lado. Hoy elijo no dejar que la rutina apague mi fe. Hoy quiero ver con ojos nuevos, con gratitud renovada.
Quiero notar tu mano en cada detalle. En la sonrisa de un niño, en el sonido del viento, en el silencio que habla más fuerte que mil voces. Que no pase este día sin reconocer que todo lo bueno viene de ti, Señor.
Sé que habrá desafíos, habrá decisiones difíciles, personas complicadas, momentos inesperados, pero también sé que tú irás delante de mí, que no hay nada que me pueda separar de tu amor, que tu favor me rodea como escudo, como dice el salmo 5. Y por eso te doy gracias ahora, antes de ver los resultados, porque confío en que tu plan es perfecto. Padre, gracias por tu fidelidad constante.
Gracias por no rendirte conmigo, por no abandonarme cuando tropiezo, por enseñarme con paciencia. Gracias porque cada día como este me das una nueva oportunidad para empezar de nuevo, para caminar contigo, para vivir con propósito. Hoy es un nuevo día.
Y yo decido vivirlo contigo, Señor Padre celestial, mientras medito en tu palabra y en la oración que David elevó en el salmo 5, mi corazón se conecta con tantos otros hombres y mujeres que a lo largo de la historia también buscaron tu rostro desde el amanecer. Que su ejemplo inspire mi fe, fortalezca mi esperanza y me enseñe a depender de ti con todo mi ser. Recuerdo a Abraham, el padre de la fe.
La escritura dice que se levantaba temprano para obedecer tu voz. Cuando le pediste que dejara su tierra, se fue sin saber a dónde iba. Cuando le pediste lo más precioso a su hijo Isaac, madrugó para subir al monte y ofrecerte un acto de obediencia radical.
Abraham vivía cada día con la convicción de que tú eres fiel a tus promesas. Señor, dame esa fecilla y poderosa, que yo también me levante cada mañana, creyendo que tú me guiarás, aunque no vea el camino completo. Pienso en Moisés, el líder del pueblo de Israel.
Él no daba un solo paso sin consultar tu voluntad. En el desierto te hablaba cara a cara como un amigo. Subía al monte para encontrarse contigo y no se movía hasta que escuchaba tu dirección.
Cuando el pueblo se revelaba, él intercedía. Cuando la carga era pesada, te pedía sabiduría. Moisés sabía que más que la tierra prometida, lo que necesitaba era tu presencia.
Señor, enséñame a valorar más estar contigo que alcanzar metas humanas. Que como Moisés mi oración sea si tu presencia no va conmigo, no me dejes avanzar. También me acuerdo de Ana, la madre de Samuel.
Una mujer que no se conformó con su dolor ni con las palabras hirientes de quienes la rodeaban. En medio de su angustia, se levantó temprano y fue al templo. Allí, con lágrimas abrió su alma delante de ti.
No hizo un espectáculo, no pidió por vanidad, sino con humildad y sinceridad. Y tú escuchaste, Señor, cuando mi corazón esté cargado, recuérdame el ejemplo de Ana, que la oración sincera tiene poder, que en tu altar hay consuelo y respuesta, que no hay lágrima que tú no veas, ni clamor que ignores. No puedo olvidar a Daniel.
La Biblia dice que oraba tres veces al día, aún cuando fue prohibido. Su comunión contigo era más importante que su seguridad. fue fiel en lo secreto y también en lo público.
Y cuando fue lanzado al foso de los leones, no hubo temor, porque él sabía en quién había confiado. Tú lo libraste, Señor, porque viste su integridad. Hoy, cuando el miedo quiera dominarme, recuérdame que como a Daniel me proteges cuando permanezco firme.
Que incluso en medio de la presión o la persecución puedo refugiarme en tu justicia. ¿Y qué decir de Jesús, nuestro mayor ejemplo? El hijo de Dios, siendo perfecto, se apartaba al amanecer para orar.
Antes de tomar decisiones importantes, se retiraba a lugares solitarios. En Getsemaní, en medio del dolor más profundo, se postró y dijo, "Padre, hágase tu voluntad y no la mía. " Jesús vivió una vida de completa dependencia del Padre.
Señor, si mi Salvador necesitaba orar cada día, cuánto más yo. Enséñame a comenzar mis días como él lo hacía, hablando contigo, escuchando tu voz, buscando tu dirección. También pienso en María, la madre de Jesús, una joven que al recibir una misión imposible respondió con fe, "Hágase en mí según tu palabra.
" Ella no entendía todo, pero confiaba, guardaba las cosas en su corazón y meditaba en ellas. Señor, que yo también tenga un corazón disponible, humilde, obediente, que cuando me enfrente a lo desconocido, recuerde que tú estás en control y que tu gracia me sostendrá. y me inspiro en los discípulos, aquellos hombres comunes que dejaron sus redes, sus trabajos, sus familias por seguir a Jesús.
Muchos de ellos no sabían leer ni tenían formación religiosa, pero tenían hambre de verdad. Cuando Jesús los llamó, no dudaron y aunque fallaron, tropezaron y huyeron en momentos difíciles. Tú los restauraste y los usaste con poder.
Señor, no necesito ser perfecto para buscarte. Necesito ser sincero. Necesito tener un corazón que se rinda cada mañana y diga, "Aquí estoy.
Envíame. " Cada uno de estos ejemplos bíblicos me recuerda que tú no buscas perfección, sino disposición. Que tu dirección está reservada para quienes se acercan con reverencia.
que tu refugio está disponible para los que corren hacia ti con fe. Que la justicia que anhelo comienza cuando dejo de guiarme por mis propios criterios y me someto a tu voluntad. Señor, gracias por dejarme un legado de fe a través de las Escrituras.
Gracias porque cada historia refleja tu fidelidad. Hoy me uno a esa historia. Hoy decido caminar como ellos caminaron.
Confiar como ellos confiaron, orar como ellos oraron. Como David, esta mañana elevo mi clamor. Como Abraham, confío sin ver.
Como Moisés, no avanzo sin tu presencia. Como Ana, derramo mi alma. Como Daniel permanezco firme.
Como Jesús me someto. Como María me dispongo. Como los discípulos te sigo con todo lo que soy.
Señor, en esta mañana me acerco a ti con un corazón humilde y sediento. Como David en el salmo 5, reconozco mi profunda necesidad de tu dirección. El día está comenzando y ya hay decisiones por tomar, caminos por elegir, situaciones por enfrentar, pero no quiero andar sin tu guía.
Tú conoces el camino, ves más allá, sabes lo que yo no sé. Por eso, como el salmista, oro, guíame con tu justicia. Allana tu camino ante mí.
Padre, necesito sabiduría en mi trabajo, en mis relaciones, en mis finanzas, en cada aspecto de mi vida. Quiero caminar en tu verdad. Que no me mueva por impulsos ni por miedo.
Que no sea la ansiedad quien dicte mis pasos, sino tu espíritu. Señor, dirige mis pensamientos, alinea mi corazón con el tuyo. Que lo que decida hoy esté en armonía con tu voluntad.
Protégeme, Señor. Tú sabes que hay enemigos invisibles, pensamientos negativos, tentaciones sutiles, palabras que hiereren, ambientes que roban la paz. Tú conoces mis debilidades.
Guárdame de mí mismo, de mis malos hábitos, de mi orgullo, de la desesperanza. Rodea mi vida con tu presencia, como dice el salmo, como escudo lo cubre tu favor. Que ese escudo me acompañe hoy cubriéndome en cada paso.
Te pido también por protección sobre mi hogar, Señor. Que tu paz habite en cada habitación. Que tus ángeles rodeen a mí, familia.
Que ninguna arma forjada contra nosotros prospere. Guarda nuestras salidas y nuestras entradas. Que este día esté marcado por tu favor y que ninguna sombra de mal toque lo que tú has bendecido.
Pero no solo te pido protección externa, Señor, también vengo por transformación interior. Hay cosas dentro de mí que necesitan ser cambiadas. Tal vez no las ven los demás, pero tú sí.
Hay heridas que aún sangran en silencio, pensamientos que me estorban, actitudes que no reflejan tu carácter. Espíritu Santo, ven y limpia mi interior. Líbrame de la arrogancia, de la mentira, del egoísmo.
No quiero ser como los que el salmo describe, sinceridad en la boca, con corazones perversos y lenguas que halagan para manipular. Yo quiero ser verdadero, Señor. Quiero que mis palabras se edifiquen, que mi corazón sea puro, que mis intenciones agraden a tu mirada.
Tú eres el alfarero. Yo soy el barro. moldea mi carácter, forma en mí un espíritu paciente, compasivo, generoso, que cada prueba me haga más fuerte en la fe.
Que cada caída sea una oportunidad para levantarme renovado, que no me conforme con ser el mismo de ayer. Quiero crecer, madurar, avanzar en mi vida espiritual. Y si hay hábitos que me alejan de ti, dámelos a conocer.
Si hay relaciones que me estorban, muéstramelo con claridad. Si hay caminos que parecen buenos, pero terminan en destrucción, detén mis pasos. No me dejes seguir por error cuando tienes planes mejores.
Padre, te entrego todo lo que soy, mis pensamientos, mis emociones, mis decisiones, mi presente y mi futuro. Te pido que hagas en mí tu obra perfecta, que hoy sea un día de transformación real. No quiero solo palabras bonitas, quiero un cambio profundo, verdadero, duradero.
Y sé que tú tienes el poder para hacerlo. Gracias, Señor, porque me escuchas. Gracias porque no me dejas igual.
Gracias porque cada día como hoy estás obrando en mí. Señor todopoderoso, en este momento de oración no quiero pensar solo en mí. Mi corazón se abre para interceder por quienes me rodean, por aquellos que hoy también se despertaron con cargas, necesidades y luchas.
Tu palabra nos enseña a orar unos por otros, a llevar las cargas de nuestros hermanos, hacer luz en medio de la oscuridad. Hoy, como David en el salmo 5, vengo a ti con un clamor profundo por justicia y por misericordia para el mundo que me rodea. Padre, te presento a los enfermos, a los que están en hospitales esperando un diagnóstico, a los que se debaten entre la vida y la muerte, a los que han perdido la esperanza.
Tú eres el Dios que sana, el Dios que restaura. Extiende tu mano sobre ellos. trae alivio, consuelo, fortaleza.
Que en medio del dolor puedan sentir que no están solos, que tú los ves, los conoces, los abrazas. También clamo por quienes están pasando por dificultades económicas, aquellos que no saben cómo pagarán sus cuentas hoy, los que no tienen que poner en su mesa, los que han perdido su empleo o su negocio. Señor, abre puertas donde no las hay.
Envía provisión de manera sobrenatural. Usa a tu pueblo para suplir necesidades. Que el pan no falte, que la dignidad no sea robada, que la esperanza no muera.
Intercedo por las familias. Sé que muchas están quebradas, enfrentando conflictos, divisiones, heridas, no sanadas. Te pido por los matrimonios que están al borde del colapso.
Restaura el amor, trae perdón, sana lo que ha sido lastimado, bendice a los padres. Dales sabiduría para criar a sus hijos con amor y corrección. Protege a los niños y jóvenes de las influencias destructivas.
Guarda sus corazones y levanta una generación firme en tu verdad. Padre, pienso en aquellos que hoy se sienten solos, los que han perdido seres queridos, los que viven en abandono, los que no tienen con quién hablar ni a quién abrazar. Espíritu Santo, consuélalos.
Sé su compañía. Llena sus corazones con tu presencia. Que descubran en ti un amigo fiel, un refugio seguro, un padre que nunca falla.
También elevo mi voz por mi comunidad. Hay violencia en las calles, injusticia en los sistemas, desesperanza en los corazones. Señor, transforma nuestras ciudades, haznos instrumentos de paz.
Que la iglesia no sea un lugar de paredes cerradas, sino una casa abierta, una luz que alumbra, una voz que proclama vida. Despierta en nosotros compasión, empatía, acción y finalmente oro por mi país. Tú conoces nuestra historia, nuestras heridas, nuestras divisiones.
Levanta líderes justos, íntegros, que gobiernen con sabiduría y temor de ti. Derrama tu justicia sobre la tierra. Que la corrupción sea desarraigada, que la verdad prevalezca, que la esperanza renazca, Señor.
Que nuestras naciones te reconozcan como el único Dios verdadero. Padre, que no vivamos una fe egoísta encerrada en lo personal. Enséñanos a amar al prójimo, a levantar al caído, a compartir con el necesitado, a interceder con pasión por los demás.
Que lo que has hecho en mí se convierta en bendición para otros. Gracias, Señor, porque cuando intercedemos tu corazón se mueve. Gracias porque no hay oración que caiga al suelo, porque tú escuchas, tú respondes, tú actúas.
En ti confiamos, en ti esperamos. Padre amado, al acercarme al final de esta oración, quiero abrirte el corazón por completo y clamar por algo que solo tú puedes hacer en mí. Transformación.
No quiero seguir siendo la misma persona día tras día. No quiero conformarme con una fe superficial ni con una vida cristiana estancada. Hoy, Señor, clamo por crecimiento, por madurez, por una renovación total de mi ser.
Tu palabra dice que no te agrada el mal, que el arrogante no se sostiene ante tus ojos. Y el salmo 5 deja claro que tú bendices al justo, que tu favor rodea a los que viven en rectitud. Yo anhelo ser esa persona, Señor, no perfecto, pero sí genuino, no impecable, pero sí íntegro.
Quiero vivir de forma que honre tu nombre, no solo en público, sino también en lo secreto. Ayúdame a crecer espiritualmente. Que mi relación contigo no se limite a momentos de necesidad, sino que sea constante, profunda, real.
que no te busque solo cuando tengo problemas, sino que te desee cada día más, simplemente porque tú eres digno. Enséñame a deleitarme en tu presencia, a disfrutar de tu palabra, a tener hambre de oración. Padre, transforma mi mente, que mis pensamientos sean renovados por tu verdad.
Libérame de la ansiedad, del temor, del juicio, de las mentiras que a veces me creo. Reemplaza todo pensamiento destructivo por pensamientos de paz, esperanza y fe. Que cada decisión esté guiada por la sabiduría que viene de ti.
Transforma también mi carácter. Quiero parecerme más a Jesús. Dame un corazón manso, compasivo, firme en la verdad, pero lleno de gracia.
Que mis palabras sanen y noeran. Que mis reacciones reflejen tu paciencia, que mis actitudes hablen más de ti que mis palabras. Señor, desarrolla en mí el fruto del Espíritu.
Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio. No quiero vivir por impulsos ni por emociones desordenadas. Quiero vivir guiado por tu espíritu.
Que los que me rodean puedan ver tu luz en mí, no por lo que digo, sino por cómo vivo. Y si tengo áreas que todavía necesitan ser confrontadas, muéstramelas con amor. Dame humildad para reconocer cuando fallo.
No quiero justificar el pecado ni esconder mis errores. Quiero rendirme cada día a tu proceso. Aunque a veces duela, sé que vale la pena porque lo que tú formas en mí es eterno.
Señor, fortalece mi fe. Que no me derrumbe ante la adversidad. Que no dude cuando no entiendo.
Que no retroceda cuando las cosas se pongan difíciles. Como dice Romanos 12:2, "No quiero conformarme a este mundo, sino ser transformado por medio de la renovación de mi entendimiento, para comprobar cuál es tu voluntad, buena, agradable y perfecta. Hoy me levanto con determinación.
No quiero una vida cristiana a medias. Quiero ir por más. Quiero que mi vida tenga impacto, propósito, sentido, no por mi gloria, sino por la tuya.
Que al final de mis días pueda mirar atrás y decir, "Señor, viví para ti, crecí en ti, fui transformado por ti. Gracias, Señor, porque no te rindes conmigo. Gracias porque aún estás trabajando en mi vida.
Gracias porque cada día me acercas más a lo que soñaste para mí. Sigue moldeándome, sigue obrando. Yo confío en ti, Señor todopoderoso.
Al terminar esta oración, mi alma está en paz. Gracias por haberte encontrado conmigo en este amanecer. Gracias por haber escuchado cada palabra, cada súplica, cada pensamiento que brotó desde lo más profundo de mi ser.
Hoy, al igual que David en el salmo 5, puedo decir con confianza, "Por la mañana te presento mi causa y me quedo esperando. " Sí, Señor. Espero en ti, no porque dudes, sino porque confío.
Porque sé que mientras yo oro, tú actúas. Porque mientras yo descanso en tu promesa, tú preparas el camino. Porque mientras me postro en reverencia, tú me levantas con fuerza y dirección.
Gracias por ser un Dios que guía. Gracias por cubrirme con tu favor como un escudo. Gracias por amar la justicia y no dejar que el mal prevalezca sobre tu pueblo.
Hoy me refugio en ti. Encuentro alegría en tu presencia. Encuentro gozo en tu nombre.
Encuentro esperanza en cada palabra que has depositado en mi corazón. Te entrego este día mis pasos, mis pensamientos, mis palabras, todo lo que soy está en tus manos. Señor, guíame con tu justicia, protégeme de todo mal y transforma mi vida conforme a tu voluntad.
Que mi existencia sea un reflejo constante de tu amor y tu verdad. Declaro que este día será bendecido, que nada ni nadie podrá apartarme de tu propósito. Que pase lo que pase, recordaré esta oración, este momento de intimidad, este encuentro que marcó el inicio de una nueva jornada.
Y ahora, Señor, con fe y gratitud, bendigo a cada persona que ha hecho esta oración conmigo. Que tu paz los inunde, que tu presencia los acompañe, que tu voz los dirija, que cada uno pueda vivir con la certeza de que tú, el Dios de justicia, de amor y de dirección, está con ellos hoy y siempre proclamamos juntos: "Tú, Señor, bendices al justo como escudo lo cubre tu favor. En el nombre poderoso de Jesús.
Amén. Si esta oración ha bendecido tu vida, no olvides dejar tu amén en los comentarios. Comparte este video con alguien que necesite comenzar el día en la presencia de Dios.
Escribe tus peticiones o testimonios para que podamos orar contigo. Suscríbete a nuestro canal y activa la campanita de notificaciones para recibir más oraciones como esta, llenas de fe, dirección y esperanza. Juntos sigamos construyendo una comunidad que ora, cree y camina en la luz del Señor.
Que la paz de Dios te acompañe en cada paso de este día. Gracias por orar con nosotros. y por hacer de este espacio un lugar de fe y comunión.
Que el Señor te bendiga con dirección, protección y gozo desde la mañana hasta el anochecer. Si esta oración te ha fortalecido, no te detengas aquí. Haz clic en el video recomendado en tu pantalla y sigue profundizando en la palabra de Dios.
Cada mensaje es una oportunidad para crecer, aprender y acercarte más al propósito que él tiene para ti. Que Dios te bendiga abundantemente.