Hoy exploraremos las nueve cosas que ven las personas en el momento de su muerte. Cuando un ser querido fallece, sus familiares se llenan de preguntas: ¿Cómo se sentirá? ¿Dónde estará?
¿Habrá alcanzado la luz? ¿Estará en paz? ¿Se encontrará bien?
Hay recuerdos que duelen y, a la vez, nos sostienen, el vacío en el corazón es un reflejo del amor que se compartió. El amor nunca muere, simplemente cambia de forma. Ante hayas perdido un ser querido, quizás cuando cierras los ojos aún puedes sentir su presencia y seguro que cuando piensas en tu ser querido, tu corazón se llena de dolor.
Si te has sentido así, este video es para ti. Hoy voy a compartir las nueve cosas que ven las personas que fallecen físicamente. La información de este video proviene directamente de la Biblia, pero también de lo que reportan las personas que han tenido una experiencia cercana a la muerte.
Esto también se conoce por las siglas ECM, son personas que a veces llegan a una condición de muerte clínica pero después vuelven a la vida y son capaces de explicar qué vieron cuando fallecieron. Empecemos con lo primero que ven las personas cuando mueren: número uno, ven seres queridos que partieron antes. Justo en ese segundo, cuando el aliento se detiene y el corazón da su último latido, sucede algo extraordinario.
Primero, al morir, la persona ve a sus seres queridos que se fueron antes. Al fallecer, los ven claramente aguardando para guiarlos hacia la luz, llevándolos con paz y alegría. Imaginemos a tu ser querido en su lecho de muerte, sus ojos se cierran.
Pero entonces se abren en un nuevo mundo, allí en la penumbra entre la vida y la muerte aparecen rostros conocidos, aquellos que partieron antes. No es un sueño ni una alucinación. Ellos están ahí esperando, como si supieran que ha llegado su hora.
Y ese lugar donde le esperan también es un lugar amparado por Dios, porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Pues para él, todos viven, según Eclesiastés: el espíritu vuelve al origen, donde están los seres queridos. Entonces, el polvo vuelve a la Tierra como era y el espíritu vuelve a Dios quien lo dio.
La persona los ve claramente, sin duda alguna, estos seres queridos que murieron antes están allí para guiarle. No hay miedo, no hay soledad, solo hay una paz indescriptible y una luz cálida que envuelve la escena. El salmo 36 también refuerza esta idea, porque contigo está el manantial de la vida, en tu luz veremos la luz.
Algunos han reportado el momento en el que el fallecido ve la luz; los que acompañan al moribundo aún vivos pueden sentir algo, un olor dulce floral que llena la habitación. Es una señal, un susurro del más allá, una manifestación de esos espíritus que han venido a llevar a su ser querido a un lugar de paz. Deseo hacer una pequeña pausa para animarte a escribir en los comentarios.
Puede ayudar mucho a otras personas que compartas tu experiencia de seres queridos que se hayan marchado, aunque solo sea para explicar lo mucho que extrañas a esa persona. Muchas personas que vean este video estarán pasando un mal momento por la pérdida de un ser querido, y les puede consolar mucho el leer tu experiencia y saber que no están solos. Al hacerlo, puedes ayudar a otras personas que vean este video y que están buscando sentirse comprendidas y saber que hay más personas que están pasando por lo mismo.
Por ejemplo, puedes explicar el dolor que sentiste o sientes por perder a alguien cercano, o también qué hiciste para superar una pérdida, o también explicar qué consejos de otras personas te ayudaron en su momento. Un comentario tuyo puede ayudar a muchos. Ahora continuemos.
Estábamos hablando de que a veces cuando un ser querido fallece, las personas que están alrededor de él pueden sentir un ligero olor a flores. Este es un momento lleno de tensión y drama, un choque entre lo terrenal y lo divino nos obliga a reflexionar sobre la fragilidad de nuestra existencia y sobre lo que realmente importa al final del camino. Porque en esos últimos momentos, las riquezas, los logros y las preocupaciones diarias se desvanecen.
Solo queda el amor, el lazo invisible que nos une a los que partieron antes que nosotros. Y así, en el instante de la muerte, se revela una verdad que todos debemos enfrentar. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo, tu vara y tu callado me infundirán aliento.
No hay nada más poderoso que el amor que trasciende la muerte, un amor que no conoce límites ni fronteras. Y al final, todos nos reuniremos en esa luz, guiados por aquellos que nos precedieron, porque la muerte no es el final, sino el principio de un nuevo viaje. Número dos, sensación de desprenderse de sus bienes materiales.
En segundo lugar, otra de las sensaciones que tienen los enfermos que están a punto de fallecer es que todas esas cosas que tienen en su vida, todas las cosas materiales, les dejan de importar. Y eso es bueno, porque así no se apegan a nada y pueden trascender directamente sin ningún tipo de problema. Imagina el último aliento de tu ser querido, el instante en que todo lo que conoces se disuelve en la nada.
En ese preciso momento cuando la vida se escapa como arena entre los dedos, algo asombroso sucede: el mundo material, todo lo que alguna vez fue importante, pierde su valor. Esa casa que tanto amaste, el auto que cuidaste con esmero, las joyas, los títulos, los logros, todo se desvanece en un suspiro. Nada de eso importa ya, es como si antes de la muerte se revelara una verdad que hemos ignorado durante toda nuestra vida.
Cuando alguien está a punto de morir, una claridad brutalmente honesta se apodera de su mente. Es en ese momento. ¡Qué texto tan profundo y reflexivo!
Aquí está todo perfectamente puntuado: "Que entienden que las posesiones, las riquezas y los bienes que acumularon con tanto esfuerzo son solo sombras, ilusiones que no tienen ningún peso en el umbral entre la vida y la muerte. Porque nada trajimos a este mundo y sin duda, nada podremos sacar. Este versículo resuena con fuerza en ese instante cuando el moribundo se desprende de todo lo material.
Es una liberación, un corte final con el mundo terrenal que le permite avanzar sin cadenas hacia lo desconocido. Es un momento de pura y cruda verdad. Todo aquello por lo que luchó, todo aquello que alguna vez causó preocupación, simplemente se esfuma.
Lo que realmente importa no está en las cosas tangibles; no es la casa grande, ni el dinero en el banco, ni los objetos que una vez definieron la identidad. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma? Esta es la pregunta que de repente cobra un sentido abrumador.
Al final, todo lo que queda es el alma desnuda, libre de las ataduras del mundo, y aquí es donde la reflexión se vuelve profunda, casi universal. En el fondo, todos sabemos que hay algo más allá de lo material, algo que trasciende el mundo físico. Es un sentimiento que compartimos, aunque a veces lo olvidemos en el ajetreo diario.
La muerte nos recuerda esa verdad de una manera que no podemos ignorar. En ese momento entendemos que la verdadera riqueza no está en lo que poseemos, sino en lo que somos, en lo que llevamos en nuestro corazón y nuestra alma. Este desprendimiento, este abandono de lo material, no es un castigo, sino una bendición.
Nos permite cruzar al otro lado sin cargas, sin pesos que nos hundan en la oscuridad. Nos prepara para un encuentro con lo eterno, con lo divino. 'No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen y donde los ladrones minan y hurtan, sino haceos tesoros en el cielo'.
En la muerte, esta enseñanza se convierte en realidad. Es entonces cuando la luz brilla más fuerte, cuando el alma libre de ataduras se eleva hacia el infinito. Este es el último acto de liberación, al final del camino.
Solo queda lo que realmente importa: lo material se disuelve y el alma se prepara para el gran viaje. Es un recordatorio para todos nosotros de que en la vida, lo esencial no está en lo que poseemos, sino en lo que somos, en el amor que damos y en la paz que llevamos, porque al final, esa es la única riqueza que podemos llevar con nosotros. Continuemos con la tercera cosa que ven las personas que mueren.
Número tres: ven su propio cuerpo desde arriba. En tercer lugar, cuando fallecen físicamente, suelen ver su cuerpo desde arriba, observando a todas las personas que están allí presentes. Los ven llorando, sufriendo y son testigos de todo lo que ocurre a su alrededor.
En ese momento, lo perciben todo, lo escuchan todo y lo sienten todo. Incluso pueden despedirse de sus seres queridos. Imagina por un momento que la vida, con todo su dolor y belleza, llega a su fin.
Tu ser querido da su último suspiro y lo que ocurre a continuación es algo que va más allá de lo imaginable. De repente, tu ser querido ya no está en su cuerpo, pero tampoco se ha ido del todo. Se encuentra flotando, suspendido en un espacio entre la vida y lo eterno.
Desde arriba, lo ve todo: su propio cuerpo yace inmóvil, rodeado de rostros llenos de dolor, lágrimas y desesperación. Pero tu ser querido está en otro lugar, un lugar desde donde observa lo que sucede, un espectador de su propia muerte. Este momento es uno de los más impactantes que una persona puede experimentar después de la muerte, porque el cuerpo sin espíritu está muerto.
Ahora, sin ese cuerpo que durante años fue su casa, tu ser querido es puro espíritu y desde ese punto de vista privilegiado, percibe todo con una claridad que nunca antes había sentido. Tu ser querido ve a los que ama, ve su dolor, escucha sus sollozos y siente su sufrimiento como si fuera suyo. Es un momento devastador y a la vez profundo.
'Llorad con los que lloran'. Es testigo del amor que le rodea, un amor tan grande que las lágrimas caen como lluvia. Se da cuenta de lo mucho que significó para ellos y cómo su partida ha dejado un vacío imposible de llenar.
Pero hay más. Desde ese lugar de observación, tu ser querido puede despedirse, dar un último adiós. No hay palabras, pero el mensaje se transmite en un lenguaje más allá de lo humano, un lenguaje del alma.
El espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu. Este testimonio es profundo, es un dios lleno de amor, de agradecimiento, de paz. Es una despedida que, aunque silenciosa, resuena en lo más profundo de los corazones de quienes has dejado atrás.
El propio espíritu se comunica con el espíritu de los vivos y da testimonio de su último adiós. Y aquí es donde surge la reflexión, una verdad que todos llevamos dentro. Aunque a veces la ocultamos en lo más profundo de nuestro ser, la muerte no es el fin, es un paso, un tránsito, una transformación.
Y en ese momento, cuando tu ser querido observa desde lo alto, entiende que la vida no se mide por los años vividos, sino por el amor dado, por los lazos creados, por el impacto que dejaste en aquellos que te lloran. 'Y oí una voz del cielo que decía: "Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor". Sí, dice el espíritu, descansarán de sus trabajos porque sus obras con ellos siguen'.
Lo que tu ser querido ve desde arriba es un reflejo de la vida que vivió. Es un momento de juicio personal, no de condena, sino de pura verdad. En ese momento, se da cuenta de lo que realmente importa.
" El amor, la compasión, los recuerdos que dejas. Y aunque ya no estás en tu cuerpo, tu presencia sigue siendo fuerte, tu espíritu se despide pero no se desvanece, dejando una huella imborrable en los corazones de quienes te amaron. Este es un momento cargado de tensión, de emociones desbordantes, pero también de una profunda paz, porque en esa despedida silenciosa, tu ser querido comprende que aunque la vida en la tierra ha terminado, el amor no muere, el amor nunca deja de ser.
Y esa es la verdad más poderosa de todas, la que finalmente trasciende la muerte. Número cuatro visitan sueños de personas vivas para despedirse a veces. Después de fallecer, las personas permanecen por un corto tiempo en este plano, lo hacen para visitar lugares que necesitan o desean ver por diversas razones.
Una de ellas es despedirse de otros familiares que no estuvieron presentes cuando partieron y quieren decirles a Dios, ofreciéndoles consuelo. Por esta razón, hay casos en los que personas han visto en sueños o en presencia a familiares sin saber que ya habían fallecido, pero justo en el momento en que los ven es cuando esa persona acaba de morir. Viajan como la energía que son.
A los sueños de las personas que aman, tu ser querido sintió el último aliento escapar de su cuerpo y en ese momento todo cambió, ya no era prisionero del dolor ni del peso de la carne, ahora era luz, energía pura, pero no se fue de inmediato, algo le mantenía en este mundo, una fuerza más fuerte que la muerte misma: el amor. Desde su nueva perspectiva, tu ser querido veía todo con una claridad sobrecogedora, sabía que había dejado atrás su cuerpo, pero aún no estaba lista para partir del todo, había lugares que debía visitar, despedidas que aún no había dado, era como si una última tarea la llamara, una misión sagrada antes de cruzar al otro lado. Primero, tu ser querido fue a ver a su hermana, no estaba en la habitación cuando ella falleció y eso la atormentaba.
La encontró dormida con el rostro cansado por el llanto, se acercó, se inclinó sobre ella y aunque no había palabras, su presencia lo dijo todo. Porque Él enviará a sus ángeles acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. No era un ángel, pero su misión en ese momento era ofrecer consuelo y paz, y su hermana, aunque aún dormida, sintió un alivio repentino, una calma que inundó su ser, en ese instante supo que todo estaría bien.
Pero no era solo para tu ser querido, sabía que había otros que necesitaban despedirse, incluso si no lo sabían. La prima que no había visto en años, el viejo amigo que nunca olvidó, a cada uno de ellos les dejó un último rastro de su esencia en sueños o en una brisa inesperada. Se presentó y aunque ellos no lo sabían conscientemente, en el fondo de sus almas entendieron que esa visita era su adiós.
En su viaje final comprendió algo que no había visto en vida, que la muerte no era el fin, sino una transición. El amor nunca deja de ser, y así como energía, como luz, se movió a través de los lugares y personas que amaba, dejando una chispa de su amor en cada uno. Sabía que cuando finalmente cruzara al otro lado, esas chispas continuarían brillando en los corazones de aquellos que dejó atrás.
Finalmente, llegó el momento para tu ser querido, había dicho sus despedidas, había dado consuelo, había cerrado todos los capítulos. Ahora sentía la llamada de lo eterno, una paz profunda que la invitaba a descansar, y con una última mirada, se dejó llevar, sabiendo que había cumplido su misión. Y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos, y no habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron.
Tu ser querido se desvaneció en la luz, pero su presencia, su amor y las huellas que dejó continuarían en este mundo, en los corazones de aquellos que tocó, por siempre. Número cinco: ven su propia vida como una película. En quinto lugar, al trascender, comienzan a ver su vida como si fuera una película.
Ya sean momentos buenos o malos, quieren saber si aprovecharon su vida y si fueron felices. Se les presenta así para que puedan revivir esos momentos entrañables y comprender realmente cómo fue su vida en este plano. Tu ser querido ha cruzado el umbral, ese límite que separa la vida de lo eterno, pero en lugar de desaparecer en la nada, ahora se encuentra en un espacio diferente, uno donde el tiempo no tiene la misma forma, donde el pasado y el presente se entrelazan en un solo hilo de recuerdos.
En este estado, algo profundo y revelador sucede, la vida de tu ser querido comienza a desplegarse ante él como una película, una secuencia de imágenes, sonidos y emociones. Cada momento, desde los días de infancia hasta los últimos suspiros, pasa ante sus ojos con una claridad desgarradora. No hay lugar para las mentiras o las ilusiones, aquí todo se ve tal como fue, porque nada hay encubierto que no haya de ser manifestado, ni oculto que no haya de salir a luz.
Esta es la verdad desnuda, el resumen de una vida que se revela en su totalidad. Tu ser querido observa los momentos buenos, esos días de pura felicidad cuando la risa llenaba las habitaciones y el amor parecía eterno, pero también ve los momentos difíciles, los errores, las decisiones tomadas en la oscuridad, las palabras que desearía poder retirar. Porque todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o malo.
No se trata de un juicio en el sentido condenatorio, sino de una revisión, una oportunidad de comprender realmente la vida que vivió. Tu ser querido se pregunta si fue. .
. Feliz si aprovechó cada día, si amó lo suficiente, si vivió con propósito. Es una reflexión profunda que toca las fibras más íntimas de su ser, porque al final, lo que importa no es solo lo que se hizo, sino cómo se vivió.
Enséñanos a contar nuestros días de tal manera que traigamos al corazón sabiduría. Ahora, en este espacio entre mundos, la sabiduría de una vida bien vivida es lo que busca, y en medio de todo esto, tu ser querido se da cuenta de algo esencial: la vida no fue perfecta, pero estuvo llena de momentos que definieron su esencia; las risas, las lágrimas, los triunfos y las caídas. Todo tiene un propósito, un significado que quizás no se comprendió en vida, pero que ahora se revela con una claridad asombrosa.
En esta revisión final, tu ser querido no está solo; la presencia divina lo acompaña, guiándolo a través de este viaje de autoevaluación. "Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último". Desde el principio hasta el final, Dios estuvo allí en cada momento y ahora le muestra la verdad completa de su existencia.
Al final de este proceso, tu ser querido comprende que la felicidad no fue un destino, sino el camino recorrido; que la verdadera riqueza no estaba en lo material, sino en los momentos compartidos, en los actos de amor y en la búsqueda de paz interior. Con esta comprensión, se siente en paz, listo para continuar su viaje hacia lo eterno, sabiendo que su vida, con todas sus imperfecciones, fue vivida plenamente. Y así, con esta última revelación, tu ser querido se despide de esta vida con una sensación de plenitud, porque aunque no siempre fue fácil, cada momento valió la pena.
"He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. " Y ahora, con el corazón ligero y el espíritu en paz, tu ser querido sigue adelante hacia la luz que lo espera. Número seis: ven luz intensa.
Quienes han vivido una experiencia cercana a la muerte suelen describir una gran luz, una sensación de profunda paz o la visión de un lugar hermoso, un paraíso del que no quieren irse, pero tienen que regresar porque aún no ha llegado su momento. Sin embargo, para aquellos cuyo momento sí ha llegado, esa luz es el lugar al que se dirigen; el sitio donde se les guía y donde vivirán. En ese hermoso lugar del que hablan, tu ser querido había llegado a ese momento que todos enfrentamos: el instante en que la vida terrenal se desvanece y la eternidad se abre como un vasto horizonte.
No había miedo, solo una calma profunda que envolvía su ser. De repente lo sintió: una luz. No era una luz común; era brillante, cálida y lo llenaba todo.
Era como si cada fibra de su alma se dirigiera hacia ella, atraída por una fuerza más poderosa que cualquier cosa que hubiese conocido en vida. A acercarse, esa luz reveló un lugar de indescriptible belleza; era un paraíso, un rincón de paz donde el tiempo no existía, donde el dolor y el sufrimiento eran solo recuerdos lejanos. "En la casa de mi Padre muchas moradas hay.
Si así no fuera, yo os lo hubiera dicho. Voy, pues, a preparar lugar para vosotros. " Este era el lugar que le había sido preparado; el destino final donde encontraría descanso eterno.
Tu ser querido sintió una inmensa paz, una que nunca había experimentado en la tierra. No había urgencia, no había prisas; el pasado, con todas sus luchas y angustias, se desvaneció, reemplazado por una serenidad que lo abrazaba por completo. Era como si cada herida, cada pena se disolviera en la luz, dejando solo la esencia pura de su ser.
Para muchos que han vivido experiencias cercanas a la muerte, esta luz y este lugar son solo un vistazo, un breve encuentro antes de ser devueltos a la vida. Pero para tu ser querido, no había regreso. Este era su momento; el final de su viaje terrenal y el comienzo de una existencia eterna en ese paraíso del que tanto se habla en la tradición cristiana.
La experiencia de ver una luz en el momento de la muerte se interpreta como un encuentro con la presencia divina, la gloria de Dios o la entrada en su reino. Esta luz es un símbolo de la guía y el amor de Dios que lleva el alma hacia la vida eterna. La Biblia, aunque no describe de manera explícita la experiencia de la luz al morir, ofrece varios versículos que ayudan a comprender esta idea dentro de la fe cristiana.
En la Biblia, Dios se describe como luz. Esta luz es símbolo de su santidad, pureza y gloria. En Juan 1 se nos dice: "Dios es luz, y no hay ninguna tiniebla en él.
" Esta luz representa la verdad y la vida eterna que Dios ofrece a todos los que creen en él. Cuando alguien está en su lecho de muerte y ve una luz, los cristianos lo interpretan como un acercamiento al Creador, al que se describe como una luz pura y resplandeciente. Jesús mismo se presenta como "la luz del mundo" en Juan 8, diciendo: "Yo soy la luz del mundo.
El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. " Este versículo subraya que aquellos que han seguido a Cristo durante su vida no caminarán en oscuridad al morir, sino que serán guiados por la luz hacia la vida eterna. La visión de la luz en el momento de la muerte puede ser vista como la promesa cumplida de ser guiados hacia el reino de Dios.
En el libro del Apocalipsis, al describir la nueva Jerusalén, se dice: "La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. " Esta imagen apocalíptica refuerza la idea de que aquellos que han vivido experiencias cercanas a la muerte, son guiados por la luz hacia la vida eterna. En este momento final, la luz era un rayo calido que lo inundaba todo, era Dios llamándolo de regreso hacia casa.
La luz que ven los moribundos es una anticipación de la gloria de Dios, una bienvenida a la presencia divina en el cielo. Mientras tu ser querido avanzaba hacia la luz, todo se volvía más claro. Comprendió que la vida en la tierra era solo una preparación, una etapa antes de alcanzar este destino final, pues el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por causa de mí y del Evangelio la salvará.
Aquí, en este lugar de paz, entendió que el verdadero propósito de la vida era prepararse para este momento, para llegar a este lugar donde el alma encuentra su hogar eterno. Y así, con una última mirada hacia el mundo que dejaba atrás, tu ser querido se entregó completamente a la luz. No había tristeza, no había despedidas dolorosas, solo un sentido profundo de realización, de haber cumplido su propósito.
En ese instante, supo que estaba exactamente donde debía estar, en el lugar donde viviría por siempre en paz y en armonía. Número siete: En el séptimo lugar, nuestros seres queridos descubren importantes revelaciones sobre su existencia y propósito. Aprenden que todo lo que han vivido ha sido para su evolución espiritual, que nada sucede por casualidad y que todo fue una elección propia.
Entonces, se dan cuenta de que su camino ha sido fructífero, ya que su evolución espiritual ha sido considerable. Tu ser querido ha cruzado el umbral de la muerte y ahora se encuentra en un espacio donde el tiempo y el espacio se disuelven en una conciencia pura. Ya no hay dolor ni confusión, solo una claridad abrumadora que revela verdades profundas sobre la vida que dejó atrás.
En este estado, comienza a comprender algo que nunca antes había percibido con tanta intensidad: todo, absolutamente todo, ha tenido un propósito. Mientras su conciencia flota en este nuevo plano de existencia, una revelación poderosa se despliega ante él: cada momento de su vida, desde los más insignificantes hasta los más trascendentales, fue parte de un intrincado diseño. Nada fue al azar, todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
Ahora, entiende que cada alegría, cada sufrimiento, cada decisión tomada, formaba parte de un plan mayor, uno que él mismo había elegido antes de nacer. Tu ser querido descubre que su existencia no fue solo un transcurrir de días, sino un viaje hacia la evolución espiritual. Todos los desafíos que enfrentó, las pruebas que superó, no fueron castigos ni simple mala fortuna, eran lecciones, oportunidades para crecer, para pulir el alma como un diamante bajo presión.
"El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo". Esa obra, ahora lo sabe, fue su propio desarrollo espiritual, y cada paso en su vida fue un paso hacia la perfección de su espíritu. La tensión de esta revelación es intensa, es un momento de pura introspección donde todo el peso de sus decisiones y experiencias cae sobre él.
Ha sido su vida fructífera, ha cumplido con el propósito para el cual vino al mundo y entonces, con una claridad abrumadora, lo comprende. Sí, su vida ha sido un éxito, no en los términos que el mundo podría ir, sino en los términos del alma. Su espíritu ha crecido, ha evolucionado, ha aprendido las lecciones que vino a aprender.
Pero con esta comprensión viene una profunda reflexión. Se da cuenta de que en la vida, muchas veces nos dejamos llevar por lo superficial, por lo inmediato, olvidamos que estamos aquí para algo más grande que simplemente existir. "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento".
En ese momento, tu ser querido se da cuenta de que la verdadera transformación no se logra acumulando riquezas o buscando reconocimiento, sino cultivando el espíritu, amando, perdonando y aprendiendo. Con cada revelación, la paz lo envuelve, ya no hay dudas ni arrepentimientos, solo una comprensión profunda de que todo lo que vivió tuvo un propósito. Cada lágrima, cada sonrisa, cada acto de amor y cada error fueron piezas esenciales de un rompecabezas que ahora ve en su totalidad.
Y sabemos que "a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien". En la muerte, esta verdad brilla más clara que nunca, todo, incluso lo que parecía inexplicable, ha sido para su bien, para su crecimiento espiritual. Y así, con esta nueva comprensión, tu ser querido se siente listo para continuar su viaje.
Ha cumplido con su misión en la tierra, ha aprendido lo que necesitaba aprender y ahora está preparado para lo que viene después. Sabe que su camino no termina aquí, que la evolución del alma continúa en el más allá, pero lo hace con la tranquilidad de saber que ha dado lo mejor de sí, que ha vivido una vida plena y significativa. En este último momento de revelación, se despide con amor, dejando un legado de sabiduría y crecimiento.
Su viaje terrenal ha llegado a su fin, pero su espíritu sigue adelante, lleno de paz, sabiduría y la certeza de que todo ha sido como debía ser. Número ocho: En el más allá, a medida que avanza hacia la luz, empieza a ver otras personas. Son aquellos que partieron antes que él, seres queridos que lo esperan con los brazos abiertos.
"Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero". Aquí, en este lugar más allá de lo que los ojos mortales pueden ver, las almas se reúnen en un reencuentro lleno de alegría. Ya no hay dolor ni sufrimiento, solo la pureza del amor que trasciende la muerte.
Pero lo que ve no es solo un reencuentro. Mientras sigue avanzando, el entorno a su alrededor se transforma en un paisaje indescriptiblemente hermoso. No es como nada que haya visto en la tierra, pero al mismo tiempo, todo le resulta familiar.
Es como si el paraíso que imaginó ¿Alguna vez en vida se hiciera realidad ante sus ojos el que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo? Este es el lugar que le fue prometido, un hogar eterno donde todas las promesas se cumplen. Este nuevo cielo y nueva tierra son majestuosos, sin la mancha ni la corrupción del mundo antiguo, los colores son más vivos, el aire más puro y cada paso que da lo lleva a un lugar donde todo es perfecto, inmaculado.
"Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. " Al entrar en este nuevo reino, tu ser querido se encuentra en la ciudad Santa, la nueva Jerusalén. En el libro del Apocalipsis, las calles están pavimentadas de oro puro, tan claro como el cristal.
No hay noche aquí, porque la presencia de Dios ilumina cada rincón. Los muros están adornados con todo tipo de piedras preciosas y las puertas hechas de perlas gigantes siempre están abiertas, invitando a todos los que han sido redimidos. Mientras camina por estas gloriosas calles, tu ser querido se da cuenta de que no está solo, lo rodean ángeles, seres de una belleza y pureza incomparables que lo acompañan con cantos suaves.
"Y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos, y su número era millones de millones. ” Estos ángeles lo guían hacia el trono de Dios, donde todo culmina en una visión de majestad y poder divinos. Finalmente, llega al trono donde ve a Dios mismo, rodeado de una luz tan intensa que no puede ser mirada directamente, pero cuya presencia se siente en cada fibra de su ser.
"Y vi al que estaba sentado en el trono, y el aspecto de su rostro era como de una piedra de jaspe y de cornalina, y había alrededor del trono un arcoíris que parecía esmeralda. ” Ante el trono hay un mar de cristal sereno y transparente que refleja la pureza de la divinidad. Ven y conoce a Dios, en ese momento, el alma toma conciencia de su nueva vida y se siente plena y radiante.
Tu ser querido ha llegado al final de su vida terrenal y con el último latido de su corazón, todo lo conocido se desvanece en un susurro. De repente, se encuentra en un lugar completamente diferente, un espacio donde el tiempo se disuelve y la paz lo envuelve. Ya no hay dolor, ya no hay miedo, solo una profunda calma que llena cada rincón de su ser.
En ese instante, se da cuenta de una presencia que lo ha acompañado siempre, aunque tal vez nunca la había percibido de manera tan clara. Es una sensación abrumadora, una fuerza indescriptible que lo rodea y lo llena de un amor tan puro y perfecto que no hay palabras para describirlo. "Porque ahora vemos por espejo, oscuramente; más entonces veremos cara a cara.
” Por primera vez, su ser querido ve con claridad lo que antes solo intuía: la presencia de Dios. Lo que sigue es un encuentro que trasciende cualquier experiencia terrenal: ante sus ojos, una luz brillante, más intensa que cualquier sol, aparece. Pero esta luz no ciega, sino que revela en su centro a tu ser querido ve a Dios.
No como una figura lejana e inaccesible, sino como la fuente misma de todo lo bueno, de todo lo verdadero. En esa luz, se reconoce a sí mismo no solo como un ser finito, sino como una parte del plan eterno de Dios. Es un instante de pura revelación, donde todas las dudas, todos los miedos se disipan ante la presencia de Dios.
Tu ser querido siente una paz tan profunda que ninguna experiencia terrenal podría igualar. Hay plenitud, hay gozo, delicias a su diestra para siempre. Aquí, en este encuentro sagrado, no hay juicio, ni condena, solo un amor incondicional que lo envuelve como un manto cálido.
Pero en medio de esta paz, también hay una sensación de asombro, de sobrecogimiento, porque ver a Dios no es solo ver una luz o sentir una presencia, es entender completamente por primera vez quién es Dios y qué significa ser parte de su creación. Ante esta realidad, tu ser querido comprende que Dios no es solo el creador, sino el principio y el fin de todo lo que existe. En este encuentro, se da cuenta de que cada momento de su vida fue conocido por Dios, que cada paso que dio lo llevó a este instante de verdad.
"Aún antes que hubiera palabra en mi boca, he aquí, oh Jehová, tú la sabías toda. " Es una realización profunda que lo llena de gratitud y asombro. Todo el peso de la vida, con sus alegrías y dolores, se desvanece en la luz de esta comprensión.
Finalmente, en este encuentro, hay una fusión de almas, un momento en que tu ser querido ya no se siente separado de Dios, sino completamente unido a él. Es un retorno al hogar, un reencuentro con la fuente de todo amor y toda vida. "Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos.
” En este momento, tu ser querido no solo ve a Dios, sino que lo conoce de una manera que trasciende cualquier conocimiento terrenal. Este encuentro con Dios es el clímax de todo lo que tu ser querido ha vivido, es el final de su viaje terrenal y el comienzo de su eternidad en la presencia de lo divino. Con esta revelación, con esta comprensión, tu ser querido se entrega completamente, sabiendo que está en los brazos de un amor que nunca termina, en la presencia de un Dios que lo ha conocido y amado desde antes de que el tiempo comenzara.
"El Señor es mi pastor; nada me faltará. ” Y así, con una paz indescriptible, tu ser querido se pierde en la luz eterna de Dios, donde. .
. Finalmente ha encontrado su verdadero hogar. Para concluir, desde este canal llamado El Poder de la Palabra, queremos darte las gracias por el soporte que nos has dado desde que empezamos a crear videos.
¡Bendiciones para ti y tu familia! Ahora, en capítulos, las nueve cosas que las personas ven al morir son las siguientes: uno, ven a seres queridos que partieron antes; dos, sienten un desprendimiento de sus bienes materiales; tres, ven su propio cuerpo desde arriba; cuatro, visitan sueños de personas vivas para despedirse; cinco, ven su propia vida como una película; seis, ven una luz intensa; siete, descubren el propósito de su vida; ocho, ven el más allá; y nueve, ven y reconocen a Dios. Si te sorprendió lo que ven las personas al morir, no te puedes perder el siguiente video que aparecerá en pantalla sobre cómo comunicarte con tu ángel guardián.
Esto es muy importante porque, según explicaba el padre Pío, tu ángel guardián puede ayudar a enviar mensajes a tus seres queridos fallecidos, también puede darte consuelo o ayudarte a encontrar un camino para continuar la vida después de una pérdida. Muchas personas también han reportado haber recibido ayuda de su ángel guardián para superar un momento difícil. Familiar en el video desvelamos El Poder oculto que tiene comunicarnos correctamente con nuestro ángel guardián.
Basándonos en una persona tan importante como lo fue el padre Pío. ¡Nos vemos en el siguiente video!