En teoría, solo hay cuatro estilos de crianza. Los padres autoritarios son controladores y exigen obediencia sin considerar el punto de vista del niño. Los padres permisivos son cariñosos, pero no ejercen control alguno.
No hay reglas. Los padres democráticos, que son firmes pero amorosos. Fomentan la independencia, dentro de unos límites.
Los padres negligentes no se involucran y, a menudo, no se interesan por su propio hijo. Recientemente se propuso un quinto estilo, pero volveremos a eso más adelante. Los estilos van desde el control y la exigencia hasta la total libertad; y de frío e indiferente a cariñoso y receptivo.
Cada uno, padres democráticos, permisivos, autoritarios y negligentes, tiene su lugar. Para entender lo que significa crecer con padres de cada extremo del espectro, podemos imaginar la vida de cuatro niños. Los padres de Sara son autoritarios.
Aman a su niña, pero creen que las reglas estrictas son importantes para que Sara se comporte bien y encaje en la sociedad. Si Sara llora, le dicen que pare. Si replica, la envían a la esquina para un tiempo fuera.
Si se olvida de hacer sus quehaceres en la casa, no se le permite jugar con sus juguetes. Sara aprende que reprimir sus emociones y cumplir con sus deberes es la manera de sobrellevar el día. Para conseguir el amor de sus padres y evitar que se molesten, se vuelve obediente.
Sin embargo, debido a que a Sara nunca se le permitió decidir por sí misma o seguir sus intereses intrínsecos, como adulta, no sabe lo que realmente quiere. Ella comienza a vivir una vida que parece perfecta para sus padres y la sociedad, pero puede dejarla infeliz por dentro. Los padres permisivos, como los de Pedro, aman tanto a su pequeño que creen que deben cumplir todos sus deseos, darle plena libertad y nunca decirle “no”.
Pedro disfruta de un control total sobre sus padres y obtiene lo que quiere. Si no quiere caminar, lo cargarán. Si quiere helado, se le da helado.
Si quiere jugar videojuegos, los jugará toda la noche. Pedro crece completamente sin limites y hace lo que él cree que es correcto. Nunca hizo frente a los conflictos y no aprendió a controlar sus emociones.
El hecho de que siempre conseguía lo que quería lo convirtió en un mal perdedor. A medida que crece, a menudo actúa de manera desconsiderada y no conoce sus límites. Los padres democráticos de Arturo respetan las necesidades de su hijo, pero creen que los niños necesitan libertad dentro de ciertos límites.
Arturo puede jugar libremente, pero cuando termina, necesita ayudar a ordenar. Se le permite comer helado, pero sólo los domingos. El tiempo de pantalla está limitado a 30 minutos por día.
Puede haber conflicto, pero los padres escuchan lo que Arturo tiene que decir y luego establecen las reglas. Arturo aprende que algunas cosas son difíciles, pero sus padres le brindan todo el apoyo que necesita para superarlo. Desarrolla la fuerza para soportar las dificultades y continuar siguiendo sus intereses y pasiones.
En clase expresa con valentía sus propias opiniones de manera adecuada. Durante los descansos puede mostrar sus emociones y actuar libremente. Como adulto, acepta las reglas solo después de haberlas discutido y siente que las comprende.
Los padres negligentes no suelen estar presentes en la vida de sus hijos. Nora a menudo se siente completamente sola en el mundo. Experimenta plena libertad para hacer lo que quiera y tiene mucha imaginación, pero nunca recibe retroalientación o incluso atención.
Nora se da cuenta de que no importa lo que haga, porque a nadie le importa de todos modos. La falta de atención conduce a una falta de confianza en sí misma y en los demás. Se vuelve inseguramente apegada, incapaz de formar relaciones saludables y desarrolla una imagen negativa de sí misma.
Para dejar de sentirse indigna de amor, intenta no sentir nada en absoluto. En los últimos años, los padres sobreinvolucrados, que están presentes en todos los aspectos de la vida de sus hijos, a menudo se conocen como el quinto estilo. Estos padres también son conocidos como "barrenieves", que quitan los obstáculos del camino de sus hijos, o padres "helicóptero", que revolotean y microgestionan todos los aspectos de la vida de sus hijos.
Como no dejan que sus hijos hagan nada solos, los niños no pueden aprender a superar los desafíos por sí mismos. Las investigaciones infieren que a estos niños no les gusta resolver problemas difíciles, carecen de perseverancia e incluso pueden procrastinar las cosas en señal de protesta cuando algo requiere mucho esfuerzo. Dado que la mayoría de las investigaciones sobre la crianza se basan en autoinformes y se realizaron en los EE.
UU. y Europa, no está claro qué tan fuertes se mantendrán los efectos observados en experimentos controlados observacionales o en otras partes del mundo. Los cuatro estilos de crianza fueron presentados por primera vez por la psicóloga Diana Baumrind.
Para una buena crianza aconsejó: "equilibrio de exigencia y capacidad de respuesta". Agrega a eso las sabias palabras de María Montessori: "Nunca ayudes a un niño con una tarea en la que siente que puede tener éxito" y los padres probablemente deberían hacerlo bastante bien. ¿Qué piensas?
¿Deberían los padres recurrir a un estilo específico o deberían decidir qué es lo mejor para hacer en una situación dada, siempre y cuando no descuiden o abusen de su hijo? Para obtener más información sobre el tema, visita sproutsschools. com Para una clase magistral gratuita sobre crianza con apego, consulta el enlace en las descripciones a continuación.