No [Música], si la propia filosofía occidental pudiera hablar, si fuese una diosa o una reina de carne y hueso como la represento Durero, sentada en su trono de sabiduría; si la filosofía misma pudiera hablarnos y le pidiéramos que escogiera a su pensador más célebre, aquel cuyo nombre ha llegado a convertirse en sinónimo de la propia filosofía, a uno que fuera conocido por todo el mundo y prácticamente en cualquier lugar de la tierra, incluso por aquellos que jamás se han interesado por ella, indefectiblemente nuestra reina nos respondería siempre con un solo nombre: Sócrates [Música]. Sócrates, el filósofo que no sabía nada, el único de todos los que ha habido que ha tenido por eje de su pensamiento el no saber, la ignorancia, y el lugar desde su incansable inconformismo a una nueva edad de la filosofía [Música]. Sin embargo, a pesar de su extrema importancia y del decisivo influjo de sus ideas a lo largo de la construcción de toda la historia del pensamiento occidental, del resto de la antigüedad, de la antigüedad tardía, de la edad media y de gran parte de la modernidad, cuando iniciamos nuestro viaje a través del pensamiento de Sócrates, nos encontramos con un problema inesperado y enorme: y es que, hagamos lo que hagamos, nos va a resultar absolutamente imposible saber cuál fue exactamente el pensamiento de Sócrates, cuál fue el contenido de sus doctrinas, cuáles fueron los fundamentos de su filosofía.
Y es que Sócrates no escribió absolutamente nada, y en este caso no se trata, como suele ser habitual, de una lamentable pérdida de textos; nada de eso. Sus palabras no se han perdido entre las copias discontinuas de los manuscritos medievales, sino que deliberadamente el gran filósofo de Atenas, el símbolo mundial de la filosofía, incluso en nuestros días, nuestro embajador más famoso, no quiso dejar nada por escrito, limitándose a desarrollar toda su actividad filosófica por medio del diálogo oral. Pero a las palabras se las lleva el viento, por lo que todo lo que sabemos acerca de su doctrina procede exclusivamente de los testimonios de sus contemporáneos y de la recreación que estos contemporáneos hicieron, más o menos fidedigna, de sus ideas expuestas en las conversaciones que Sócrates tenía por la calle en Atenas.
Solo contamos, por tanto, con un relato indirecto y parcial de quién fue y qué dijo el verdadero Sócrates. Curiosamente, el filósofo que todo el mundo conoce es la sombra más desconocida de la historia de la filosofía [Música]. Las cuatro fuentes históricas principales que los especialistas han usado para la reconstrucción indirecta de su pensamiento son Aristófanes, Platón, Jenofonte y Aristóteles.
Los tres primeros llegaron a conocer personalmente a Sócrates: Aristófanes fue contemporáneo y ciudadano de Sócrates, mientras que Jenofonte y Platón fueron alumnos directos. Aristóteles, por su parte, si bien no lo conoció ya que nació después de la muerte de Sócrates, permaneció, sin embargo, estudiando y dando clases durante más de 20 años en la Academia de Platón, teniendo, por tanto, un contacto muy estrecho con aquellos que sí conocieron personalmente a Sócrates y con los textos que estos escribieron sobre sus ideas. De ahí que el punto de vista de Aristóteles también sea considerado por los especialistas de alto valor e incluido en las fuentes primarias más cercanas a nuestro filósofo.
Sin embargo, la primera aparición de la figura de Sócrates en un texto histórico no fue en un serio tratado aristotélico o en uno de los excepcionales diálogos platónicos, sino más bien en una comedia, concretamente en "Las nubes" de Aristófanes, obra de la cual leímos un breve fragmento para concluir nuestro curso anterior. Como bien recordáis, en esta comedia, sin embargo, Sócrates estaba muy lejos de aparecer retratado como el ilustre símbolo de la sabiduría y de la filosofía. No hay ninguna solemnidad en este texto, sino que Aristófanes ridiculizó completamente la imagen de Sócrates, caracterizándole como el estrambótico director de una decadente escuela, autoproclamada como el pensador, o en el que un ateo manipulador, astuto y codicioso, Sócrates, defensor de doctrinas, y todas a medio camino entre los físicos milesios y los sofistas, ofrecen sus servicios para enseñar a cambio de dinero a mentir y a manipular.
Como bien recordáis, en ella aparece un personaje que es Strepsiades, un ciudadano de la jora, un agricultor ateniense que había perdido gran parte de su fortuna como consecuencia de los gastos excesivos de su hijo, amante de los caballos. Y como bien recordáis, Strepsiades se había acercado al pensador o a la escuela de Sócrates para que este enseñara a mentir, a manipular, a crear un discurso eficiente sencillamente para salvarse del juicio al que había sido acusado por no pagar sus rentas. Vamos a recordar, por tanto, este bello texto: la entrada, el momento en el que Strepsiades ve por primera vez al gran Sócrates.
Fijaros: en la comedia que cree Aristófanes, habla: “¿Eres tú? ¿Y quién es aquel que está encaramado en aquella cesta colgante? ”.
Como recordáis, Sócrates, en esta obra de teatro, en esta comedia, está flotando en el aire por encima de las escenas, subido en una cesta, simbolizando con ello su superioridad, su elevación y su interés por las cosas del cielo. “¿Y quién es aquel que está encaramado en aquella cesta colgante? Es él: ¡Sócrates!
¡Un Sócrates bean! ¡Llámale de lo bien alto! ¡Llámale tú, yo no tengo tiempo para hacerlo!
” El discípulo de Sócrates estará corriendo y se escabulle. Y Strepsiades, quedándose solo, le llama: “Sócrates, mi pequeño Sócrates”. Y Sócrates seguirá: “¿Por qué me llamas, criatura de un día mortal?
En primer lugar, ¿qué haces ahí? ” “Sócrates, te imploro que me lo digas. ” “Camino por los aires y contemplo el sol.
” Esto es el ridículo con el que Aristófanes quiere decir que eso creo que se estaba interesado por la filosofía a milesios y por la filosofía de la naturaleza, y entonces es desde una canasta. Desde donde miras de arriba abajo a los dioses y no desde la tierra, la primera insinuación, como bien recordáis, del ateísmo de Sócrates. Y contesta Sócrates: “Nunca, en efecto, habría podido yo aclarar exactamente las cosas celestes si no hubieran colgado mi espíritu y hubiera confundido mi pensamiento sutil con el aire semejante a él.
Si hubiera permanecido en la tierra para observar desde abajo en las regiones superiores, nunca habría descubierto ninguna cosa. No lo hubiera hecho porque la tierra atrae fuertemente hacia sí la savia del pensamiento. Es exactamente lo que les ocurre a los perros.
Esta noche empieza la comedia con un Sócrates en una cesta que se cree superior, que se da todo tipo de ínfulas porque está contemplando las estrellas, porque se dedica a lo supremo. Imaginaros a los asistentes de la comedia cómo se estaban riendo. Recordad que os dije que, según cuenta la leyenda, Sócrates estuvo en el estreno de esta comedia de Aristófanes y pudo ver cómo le ridiculizaba.
Y Sócrates pregunta: “¿Strip? ¿Si dades con qué intenciones venido? ¿Por qué vienes al pensador?
¿O con la de aprender a hablar los intereses? Si unos acreedores intratables me traen a maltraer, fijaros: quiere aprender a hablar, quiere instruirse como si Sócrates fuese un sofista. Los intereses, las deudas y los acreedores le van a llevar a juicio.
Así que, como hemos estudiado, la defensa en el juicio en Atenas era personal; por tanto, necesariamente, los ciudadanos tenían que aprender a defenderse. Y la pregunta: “Sócrates, ¿y cómo no te percatas de que contraía las deudas me dejó tullido una enfermedad caballar que consume de una manera terrible? ” ¿Gesto?
¿Vosotros lo entendéis? Esta enfermedad caballar es la ficción de su hijo por los caballos caros. Esta enfermedad caballar.
Pero ella de tus dos argumentos enséñame ese que no devuelve nada. La paga que me exija, te lo juro por los dioses, te la daré íntegra. Como podéis ver, Aristófanes presenta claramente a Sócrates con las características despreciables, con las características típicas de los sofistas.
Y atentos a lo que contesta Sócrates: “¿Pero, por qué dioses juras tú de entrada? Los dioses no son moneda corriente entre nosotros. ” Aquí está, una vez más, la crítica de Aristófanes al hecho de que la filosofía genera ateísmo, genera incredulidad.
Así que, ¿por qué dioses juras tú? Que dioses son estos entre nosotros, los filósofos. Los dioses no son moneda corriente.
Avanzada la comedia, como nosotros ya hemos estudiado, Aristófanes presenta a Sócrates como adorador de las nubes. Las diosas de los filósofos son las nubes. En un sentido metafórico, es la naturaleza, la física, de la cual los filósofos extraen sus conocimientos.
Así que, en la escena, Aristófanes literalmente puso un coro de nubes que hablan y aconsejan a los filósofos. Fijaros, es muy divertido: se va acercando el coro de nubes, y Especiales se queda completamente atónito. Y Sócrates le dice: “Son las nubes, las nubes celestiales, grandes deidades para los hombres ociosos.
” Pícaros. Aquí la puya contra los filósofos, los hombres ociosos, los que no hacen nada, los que dicen que se dedican solamente a pensar pero que no contribuyen a nada. Ellas, a los filósofos, nos dan sabiduría, argucias e inteligencia; la fabulación y el circunloquio, el arte de atacar y de acabar con el adversario.
Por eso, oír a su voz, dice: “¡Es trex! Ya des mi alma, está que vuela. ” Y trata ya de decir sutilezas.
Las nubes son las maestras de retórica, de disertar. Vacuidad es sobre el humo de replicar a la sentencia, una sentencia, y con otro argumento al argumento. De suerte que, si es posible, estoy vicioso ya de verlas con toda claridad, estoy deseoso ya de aprender de esas nubes.
Y mira entonces hacia allí y dice Sócrates: “Hacia el Parnaso, las veo ya descender sosegadamente. ” Y el coro se va acercando a ellos. Pero Excepciones lo intenta, pero parece que no está viendo nada.
“Pues ahora ya las tienes que ver si no te tapan los ojos legañas como calabazas. ” Entonces, el coro de nubes, con vestimenta femenina, entra en la orquesta. “Si, por Zeus, ya las estoy viendo, ¡oh, muy veneradas!
Ahora ya lo cubren todo. ” A lo que dice Sócrates: “¿No sabías tú, extremidades, que son diosas, y hasta ahora no creías en ellas? ” “No, por Feu.
Se las consideraba sólo bruma, rocío y humo. ¿No sabes que dan de comer a un montón de sofistas, de adivinos, de turbios, de médicos, técnicos, de vagos melenudos con anillos de onís, de torcedores, de cantos de coros cíclicos embaucadores sobre las cosas celestes y que les dan de comer como vagos, sin dar golpe, sólo porque las cantan en sus poemas? ” Fijaros que crítica por parte de Aristófanes: ¡a toda esta lista de vagos, de maleantes, de filósofos inútiles que dicen adorar a las nubes!
Y entonces, por fin, hablan ellas, dirigiéndose primero así a Strips: “¡Ya les salve, anciano de los tiempos de antaño, cazador de discursos, amigo de las musas! Un antiguo, una persona de pensamiento retrógrado. ” Y entonces se dirigen a Sócrates: “Y tú, oficiante de sutilísimas sandeces, dinos: ¿qué quieres?
Pues de no ser a ti, a ningún otro de los actuales entendidos de las cosas tales test haríamos caso, salvo a Prodi, el sofista; a este, en razón de su sabiduría. ¿A ti? Porque te pavón y us por las calles, miras de soslayo, soportas descalzo mil calamidades y te das aire solemne a nuestra costa.
” Fijaros, una vez más, la enorme crítica, la risa que hace. Y esto es con la definición clásica de Sócrates: “Tú, que te pavón y us por las calles. ” Sócrates, y va por las calles hablando con sus interlocutores en cualquier rincón, iniciando conversaciones sobre filosofía.
¿Qué miradas de soslayo, que miras por encima del hombro? ¿Soportas descalzo mil calamidades? Siempre decían que Sócrates era un hombre regio, fuerte.
Lo hemos visto, que soportaba el frío y se daba aire solemne. A nuestra costa y escuchando las excepciones, impresionado grita: "¡Oh tierra! ¡Qué expresión!
¡Qué sagrada, solemne y prodigiosa expresión! " Él está desesperado por aprender oratoria, a lo que Sócrates le dice: "¿De qué te sorprendes? Es lo suyo, pues estas son las únicas diosas; todo lo demás, pamplinas para vosotros.
Dinero por la tierra de uso olímpico no es un dios. " Le pregunta: "¿Es Zeus? " "Lo hemos visto.
" "No digas memes, es Zeus, ni tan siquiera existe. " Imaginaros en el teatro de Dionisos de Atenas, Aristófanes poniendo en boca de Sócrates este grado de ateísmo. Escuchándolo, todo el mundo, todos los atenienses.
Ahora entendemos por qué se fue preparando la condena contra Sócrates. Avanzada la comedia, Sócrates ya ha lavado, digamos, el cerebro completamente, de estrés ya. Le ha enseñado toda su teoría, le ha instruido en el arte de la filosofía de la naturaleza y en el arte de la oratoria, y le dice entonces: "Ya no vas a creer en ningún otro dios, sino en el que creemos nosotros, en este caos", señalando los libros y digamos el pensador o la academia que tiene a su alrededor.
"Las cosas que tienen los discípulos, este caos que estás viendo, las nubes y la lengua, la palabra; solo en estos tres. Por tanto, solo vas a creer en mi escuela, en la naturaleza y en la retórica, en el poder de la palabra. " A lo que contesta Steps: "Yates, a los demás simplemente: 'Ni aunque me los encontrara les dirigiría a la palabra.
No les ofreceré sacrificios, ni libaciones, ni incienso'". Esto era extremadamente grave porque dentro de la mentalidad griega la estabilidad de la polis, el futuro de la polis, la buena suerte del destino de la ciudad, dependía de que sus ciudadanos hicieran sacrificios. Así que este es un acto de impiedad, de herejía absoluto que afirmara: "No les ofreceré sacrificios, derivaciones ni incienso".
Esto es lo que dice enseñar el Sócrates de Aristófanes. Una vez demostrada su fe, las nubes le preguntan: "Steps, ya les niños, pues con confianza, ¿qué quieres que te hagamos? " "No quedarás defraudado si nos honras, nos reverencias y tratas de ser inteligente.
Señoras, yo solamente os pido este pequeñísimo favor: será el más elocuente de los griegos, contiene estadios de ventaja. No quiero poder defenderme en el juicio. " A lo que contestan las nubes: "Obtendrás de nosotras todo eso.
A partir de este momento, nadie impondrá su opinión en la asamblea más veces que tú". Y atentos aquí, que la asamblea de opiniones sobre grandes asuntos ni habla a la nada. "Excepciones no quiere hablar en la asamblea, no deseo esto, sino solamente torcer la justicia en lo que me toca personalmente y escurrirme de mis acreedores".
"No quiere participar en la vida política de Atenas". Y esta es otra crítica clara de Aristófanes. Lo veremos: Sócrates, durante toda su vida, rechazó participar en las instituciones democráticas atenienses y esto estaba muy mal visto por sus conciudadanos.
Y aquí está la filosofía: enseña no a aprender a hablar en la asamblea para defender causas justas, para aprobar leyes, sino solamente en lo que me toca personalmente y escurrirme de mis deudas. "Obtendrás todo lo que anhelas, pues no son grandes tus aspiraciones. Pues entonces ponte sin recelo en manos de nuestros ministros; los ministros de las nubes de la naturaleza son los filósofos con su obra.
" Por tanto, Aristófanes está dibujando de manera absolutamente brillante la sociedad ateniense de la segunda mitad del siglo V, una sociedad, como podéis ver, altamente desarrollada, en la que la introducción de la moneda y el éxito comercial habían impulsado el auge de las clases medias a las que pertenecía Sócrates. Y también excepciones. Sin embargo, el comienzo de la decadencia económica de Atenas, fomentada por el inicio de las guerras del Peloponeso, había provocado el endeudamiento de muchos de estos nuevos ricos, de estas nuevas clases medias, dando lugar a una extraordinaria proliferación de juicios y litigios entre los particulares.
La sofística aparece, por tanto, aquí en la obra de Aristófanes como una actividad altamente demandada por el demos ateniense, al mismo tiempo que, como podéis ver, un arte degradado que no solo enseña el arte del discurso falso, sino que además invita a despreciar los antiguos valores tradicionales, expresando claramente las convicciones conservadoras de Aristófanes, del autor de la comedia. Este texto termina con el fracaso absoluto del plan descripciones, que no es capaz de aplicar las enseñanzas de Sócrates para escapar de esos deudores. Y una vez que ha fracasado y ha sido condenado en el juicio, regresa al pensador o, arrepentido completamente, regresa para vengarse de ellos.
La obra termina, no os lo podéis ni imaginar, os vais a sorprender con "Strips" ya desprendiendo en el fuego el pensador o con todos los filósofos dentro, en un claro signo del desprecio que generaban este tipo de actividades para la sociedad ateniense en general y la convicción de que sus enseñanzas estaban a la base de muchos de los problemas de la ciudad. La moraleja de Aristófanes es que el abandono del universo religioso tradicional lleva irremisiblemente a la disolución moral de la sociedad. Es preciso, por tanto, reaccionar de forma enérgica ante estas nuevas corrientes de pensamiento.
Vamos a leer el final de la comedia de las nubes: "¡Vitesse, crepes! Ya les, ¡qué desvarío! ¡Qué locura la mía cuando trataba de expulsar a los dioses por culpa de Sócrates!
" Y se pone a hablar a una estatua de Hermes que había allí: "Hermes querido, no te enfurezcas conmigo ni me hagas trizas. Perdóname, que con la charlatanería mi mente desvariará y dame un consejo: debo perseguirlo judicialmente, poniéndole una denuncia pública. ¿Qué te parece?
" Y hace ademán de estar escuchando a la estatua de Hermes. Fijaros, se arrepiente; se arrepiente de que Sócrates ha intentado apartarlo de los dioses. Se pone a hablar con estatuas.
¿Y qué es lo que está barajando hacer? Pues lo. .
. Que se hacía en materas, llevará ayer a juicio en este caso a Sócrates. Fijaros cómo estaba en el aire, mucho antes de su condena, la idea de inculparle por impiedad.
Lo vemos en esta comedia claramente. ¿Qué te parece, por tanto, si tienes razón al aconsejar menos ganar procesos y quemar cuanto antes la casa de estos charlatanes? No, ya no se cree.
Meter en temas judiciales ya le ha ido muy mal; ha perdido el juicio. Así que no el BAM en procesos judiciales, sino más bien le dice Hermes: "Tírate a la casa de estos charlatanes que malpiensan. Queman la escuela de filosofía, el lugar donde se estudia a cadena.
Caja, en días sal con una escalera y un pico. Sube al alto del pensadero y, por el amor de tu amo, ve demoliendo el techo hasta acercar la casa encima de estos". Que alguien me traiga una antorcha encendida.
Yo también se las haya pagado, y a algunos de ellos, por muy impostores que sean. Y sub, strips ya desde el tejado del prensa. Pero con una antorcha, y desde dentro se oye a uno de los discípulos: "¡Ay, ay!
¡Antorcha! Vamos, es lo tuyo, dar buena llama, tío". Pero, ¿qué estás haciendo?
"Que estoy dialogando sutilmente con las vigas de la casa". No me abres y pegamos, lo que le contesta: "Que se ha puesto a conversar, a dialogar con las vigas de la casa". La ironía de Aristófanes.
Y de pronto se oye la voz de un segundo discípulo: "¡Maldición! ¡Pero siempre en de fuego a nuestra casa! " Y contesta Strep: "Si dades aquel a quien quita seis el manto, aquel al que le habéis quitado todo, todo el dinero que tenía a cambio de enseñanzas vacías y falsas, a quien le quitaste es el manto.
¡Nos vas a matar! Pero, ¿qué nos vas a matar? ¡Eso es precisamente lo que quiero!
". Y si antes no me caigo y me rompo el cuello, entonces sale Sócrates del pensadero alarmado por lo que está pasando de tu gente. "¡El techo, que digan que te estás haciendo!
". Y fijaros lo que le contesta: "Es crepes, ya les ando por el aire y contemplo el sol". Y es la frase que le había dicho al comienzo, lo acabamos de ver, la frase que Sócrates le había soltado al comienzo en cuanto se conocieron.
Y Sócrates, entre las llamas, imaginaros la risa del auditorio en el teatro: "¡Ay, entrevista de Mini, voy a asfixiarme! ". Y desde dentro: "Desgraciado de mí, voy a chicharrarme".
Entonces, todos los discípulos de Sócrates abandonan, van saliendo, abandonan corriendo el pensadero. Y Scrips y Hades y Hunt, ya su esclavo, los persiguen. Persiguen los gripes, trips, ya de estirar es Texas.
Dales por muchos motivos, pero sobre todo porque te consta, atentos aquí, que agravia van a los dioses. Esta es la gran crítica de Aristófanes, esta es la despiadada crítica contra la filosofía, contra los filósofos y contra el gran símbolo de la filosofía, nuestro querido Sócrates. La comedia de Aristófanes, sin embargo, no fue sino la primera de una larguísima lista de textos dedicados a exponer la vida, el pensamiento y, sobre todo, las circunstancias del juicio por el que Sócrates fue condenado a muerte.
Todas estas obras exponían, como acabamos de ver, visiones de lo más eclécticas que iban desde la más absoluta adoración por la figura de Sócrates hasta la condena más feroz, como es el caso de las "Nubes" de Aristófanes o como la llamada acusación contra Sócrates, escrita por Polícrates. Es decir, no todo el mundo adoraba a su figura. Sin embargo, tras su muerte, sus discípulos directos pusieron por escrito sus ideas, dando lugar a todo un género literario conocido como el género socrático.
El más temprano de estos escritos pertenecientes a esta nueva corriente, a este nuevo género, es la "Apología de Sócrates", que además inaugura la cronología de los diálogos de Platón. Es el primer diálogo escrito por Platón, seguida por la "Apología de Jenofonte", que, como os he dicho, era también un discípulo de Sócrates y también escribió un texto sobre su juicio. Si bien estas son las únicas dos obras pertenecientes a este género que han llegado hasta nosotros de forma prácticamente completa, en la década posterior a la muerte de Sócrates se mantuvo una ferviente actividad literaria que produjo decenas de textos semejantes a estos.
Más de 100 años después de su muerte todavía se siguieron escribiendo diálogos socráticos, de la mayoría de los cuales, sin embargo, lamentablemente, sólo conservamos el título. En lo que respecta a los textos de Jenofonte acerca de Sócrates—"Económico", "Banquete" y "Apología," recogidos bajo el título de "Recuerdos de Sócrates"—los vais a encontrar en las librerías. En ellos encontramos una imagen de Sócrates un poquito extraña: un Sócrates demasiado sosegado, plenamente respetuoso con la ciudad, y tan conservador y tan moderado en sus opiniones que sería imposible explicar por qué lo habían acabado condenando a muerte.
Unánimemente, los especialistas han considerado que esta imagen es demasiado contenida, siendo muy probable que con sus escritos Jenofonte intentara refutar todas las acusaciones contra su maestro. En cambio, los diálogos de juventud de Platón—"Apología de Sócrates", "Carmín", "Escrito", "New T", "From Gorgias", "Pies menor" y "Piaf mayor", y "Yo en la que si Protágoras"—es donde encontramos probablemente la imagen más cercana al Sócrates histórico. Sí que debamos olvidarnos que las ideas del discípulo son muy difícilmente separables de las que pone en boca de su maestro.
La objetividad total acerca de las doctrinas de Sócrates, ya os he dicho, es imposible porque no tenemos sus textos. Pero lo cierto es que la imagen que ha quedado de Sócrates a lo largo de los siglos no ha sido otra que la imagen dibujada por Platón, por lo que más allá de su verdadero pensamiento, al que jamás tendremos acceso, a no ser que nos compremos una. .
. Máquina del tiempo: lo que tenemos que hacer ahora es conocer en detalle aquello que efectivamente ha moldeado la historia de la filosofía occidental, y que en este caso no ha sido otra cosa que la visión platónica de Sócrates. Lo que acabas de ver es solo un pequeño fragmento de nuestro curso.
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