¡Hola, filoadictos! Hoy vamos a hablar del superhombre. L: ¡Pa-pa-ram, pa-pa-ra papam!
¡Pam param, pa-pa-ra pa-pa-ram! E: Que no, que no es eso. L: ¿Ah, no?
¡Pues que aburrido! El superhombre es un concepto que Nietzsche desarrolla en "Así habló Zaratustra", su obra maestra, escrita entre 1883 y 1885. Quizás una de las cosas más importantes para entender lo que es el superhombre de Nietzsche es empezar por entender lo que NO es.
Visualizad lo primero que os venga a la cabeza con la palabra "superhombre". ¿Ya lo tenéis? Pues justamente eso es lo que ya podéis ir tirando a la basura.
El superhombre es un concepto muy discutido y que admite múltiples interpretaciones, pero lo primero que hay que desterrar es esa idea fruto de la connotación popular que nos hace pensar en el superhombre como una especie de superhéroe. Para desterrar esta connotación, que no existe en el original alemán, übermensch, se han propuesto otras traducciones, como ultrahombre o sobrehombre. En inglés, de hecho, para evitar decir "superman" se suele traducir como "overman".
L: ¿Pero Overman no era el Superman nazi de Tierra 10? E: ¡Serás friki! En cualquier caso, el superhombre no es un hombre con superpoderes, ni un hombre de fuerza y capacidades sobrehumanas, ni una mezcla romántica de genio y de santo, ni tiene nada que ver con un culto a los héroes.
En "Ecce homo", por ejemplo, Nietzsche dice que es mejor modelo del superhombre un César Borgia que un Parsifal. Parsifal, prototipo de héroe romántico, frente a César Borgia, miembro de la familia noble más poderosa de Italia, capitán general de los ejércitos del Papa, y cuyo lema era "O César o nada". Otro malentendido que hay que despejar es que Nietzsche no entiende el superhombre como un individuo real y concreto que haya de venir de verdad en el futuro, o al menos no parece entenderlo así, por mucho que una lectura demasiado literal de según qué fragmentos podría dar esa impresión.
El superhombre no es una tesis darwinista según la cual, como el mono se convirtió en hombre, así el hombre se convertirá en superhombre. Tal cosa la encontramos actualmente en teorías posthumanistas, pero no hay nada más alejado de la intención nietzscheana. L: ¿Pues qué es entonces el superhombre?
Listo. E: Es la idea de una superación no biológica, sino moral del ser humano, que le permita a cada uno llegar a ser el que es. Así, el superhombre es, por un lado, la superación del hombre, pero también el hombre más hombre, el cumplimiento de la plena potencialidad humana.
Y de este modo funciona como un ideal, como un mito que nos compele a superarnos continuamente. Es, digámoslo así, un modelo para inspirarnos, un llamamiento, la imagen de lo que podríamos llegar a ser. Dios ha muerto, y como decíamos en el último vídeo, la oscuridad se cierne sobre el ser humano.
Es el tiempo del último hombre, el hombre nihilista, cínico, que ya no cree en nada, que está desengañado respecto de todo valor y todo sentido. Es el hombre que vive con indiferencia, que es incapaz incluso de desprecio: ya nada le afecta, nada le importa, ya no espera nada ni de la vida ni de sí mismo. Es estéril, incapaz de crear, falto de un "para qué" que sostenga su acción.
Esta situación tiene que ser superada. Dios había sido hasta entonces el centro de la existencia humana: una vez muerto necesitamos sustituirlo por otro ideal, necesitamos otro centro de gravedad que dé orientación a nuestra vida y la justifique. "Yo quiero enseñar a los hombres el sentido de su ser: ese sentido es el superhombre, el rayo que brota de la oscura nube que es el hombre".
Por tanto, lo primero que hay que entender es que el superhombre va a ser el nuevo Dios, el nuevo sol que ilumina la vida humana, dándole dirección, mostrándole hacia dónde caminar y por qué motivos seguir caminando. Hay quienes, tras la muerte de Dios, pasan a considerar la existencia como algo absurdo y carente de sentido, y entonces se llenan de resentimiento hacia la vida. Es esto lo que hay que superar, matando en nosotros aquello que quiere morir y haciendo un camino o trabajo interior para volver a aprender a amar la vida en sí misma.
De este modo, el valor del hombre es que es un tránsito, un camino, un puente hacia un estadio de existencia más pleno y completo. El superhombre representa ese estadio final de quien consigue liberarse plenamente de la sombra de dios y de la moral esclava de las religiones. Y es que, para Nietzsche, las religiones (y en especial la religión cristiana) se han dirigido a amargar al ser humano, a culpabilizarlo de sus sentidos, a castrarlo, a domesticarlo, a convertirlo en un animal resentido y lleno de desprecio hacia sí mismo, convirtiéndolo en alguien que se olvida de vivir y que vive sólo para otra vida después de la muerte.
Es preciso romper las cadenas de estos valores viejos que nos esclavizan y volver a poner la vida en lo más alto, inventando nuevos valores que estén a su servicio. El superhombre es el mito en el que esta transformación está realizada. Muerto Dios, él es la nueva esperanza.
Entonces, ¿qué características lo definirían? Nietzsche lo describe como un ser aislado, autosuficiente, que no se avergüenza de sí mismo y que es capaz de crear sus propios valores, dando sentido a su vida desde sí mismo. El superhombre, a diferencia de los despreciadores del cuerpo, acepta plenamente sus instintos y vive con la intención de ser el amo exclusivo de su vida y de su libertad.
No es un hombre castrado ni domesticado, sino un hombre pleno, que ha conseguido superar su mediocridad, dominarse a sí mismo y llegar a ser el que es, sacando de sí toda su potencialidad. L: Pensaba que estabas hablando del superhombre y no de mí. Y además de esto, el superhombre es el que desea el eterno retorno.
Ésta es, para Nietzsche, la gran prueba, el gran criterio que divide a las personas: si son capaces o no de querer el eterno retorno. Para quien pone el sentido de su vida fuera de su misma vida, el eterno retorno es una verdad terrible, porque implica no alcanzar nunca el sentido. Tal persona vive esquizofrénicamente en la escisión entre acontecimiento y sentido: el sentido siempre están más allá.
Es la maldición de la flecha, vivir en la insatisfacción constante porque el sentido siempre está más allá y nunca llego a poseerlo. El superhombre, en cambio, ante el anuncio del eterno retorno se llena de gozo, porque él no quiere otra cosa que esta misma vida, su misma vida repetida una y otra vez. Él no vive según el modelo de la flecha, vive según el modelo del círculo, vive la verdad del anillo.
Esto es lo que implica recuperar el sentido de la tierra: coger el sentido, el significado, que lo habíamos trasladado afuera, y devolverlo al interior de la vida. El sentido ya no está fuera, sino dentro, y por eso vive inmerso en el sentido en vez de en tensión constante y agónica hacia algo que nunca va a llegar. Lo que da sentido a su vida no está fuera de ella, sino que es ella misma: su vida se justifica desde sí misma.
El superhombre vive una vida que vale la pena vivir. Por esto, porque vive una vida feliz, plena, satisfecha, completa, cuando termina no puede querer otra cosa que volverla a vivir exactamente igual. Tras la muerte, el superhombre no quiere otra cosa que volver a vivir su misma vida, que tanto le ha llenado.
Como veis, entre las ideas del superhombre y del eterno retorno hay una conexión irrompible, son como dos caras de la misma moneda. El superhombre es el que quiere el eterno retorno, porque vive una explosión de plenitud. L: Pues yo no quiero el eterno retorno.
E: ¿Ah, no? L: El eterno retorno me quiere a mí. E: Pero, vamos a ver, ¿cómo se van a creer que esto es un canal serio de filosofía si estás ahí todo el rato con tus comentarios?
L: Vale, perdona. (Llora por dentro) En resumen, el superhombre se define por liberarse completamente de la moral esclava, ser fiel al sentido de la tierra, crear sus propios valores, ser el amo de su vida y por querer el eterno retorno. Todas estas características, reunidas en una figura que funciona como un mito, como un ideal al servicio de la vida humana, una imagen que nos ayuda a iluminar y soportar nuestra existencia.
La vida humana vale la pena porque el superhombre es posible, porque es posible llegar a vivir como él, plenamente, aunque sea en tensión por alcanzar dicho ideal. Mi existencia quedará justificada en la medida en que haya tratado de hacer realidad todo esto en mi vida, y lo sabré si en el momento de la muerte quiero el eterno retorno. "Yo no quiero otra vez la vida.
¿Qué me hace mantener la mirada? El mirar al superhombre que afirma la vida". Es el mirar al superhombre, que es capaz de afirmar plenamente la vida, lo que le da a Nietzsche la confianza suficiente para seguir afirmándola él también.
El superhombre es el mito que encierra el significado de la vida humana después de la muerte de Dios, es la máxima posibilidad humana, hacia la que continuamente hay que tender y a la que hay que dirigir la mirada para sostenerse en el camino. Nietzsche, como sabéis, no es un autor sistemático, y es muy complejo sacar de él una idea en claro. El superhombre no es una excepción y, como tal, es un concepto ampliamente interpretable.
Os he presentado quizás una visión demasiado propia, demasiado particular, no exenta de algunas ambigüedades. A mí mismo me cuesta encajar según qué piezas en este cuadro, por ejemplo, cómo entiende Nietzsche el papel de la voluntad de poder o de dominio. Tan pronto parece estar construyendo un ideal noble y aristocrático de dominio sobre la propia vida como celebrando el dominio tiránico sobre la vida de los demás.
Pero si hay una idea con la que me gustaría que os quedaréis es que el superhombre es el símbolo de una sobrepotenciación de lo humano. Tras la muerte de Dios, el hombre necesita acabar de sacudirse de su cadáver, liberarse de las cadenas y recuperarse a sí mismo. El superhombre es ese mito en el que, para alimentar nuestra esperanza, tal SUSCRÍBETE 🙏 L: ¡Ale, de aquí a Eurovisión!