El TIEMPO de Dios es PERFECTO y SABIO: espera y mira lo que SUCEDE

146.18k views9549 WordsCopy TextShare
Reflexiones Bíblicas Diarias
🔥 ¡SUSCRÍBETE Para Más Contenido Inspirador! ➡️ http://www.youtube.com/channel/UC2-jTjH3aPlPySN9C4q...
Video Transcript:
¿Cuántas veces te preguntaste si Dios te olvidó? ¿Has sentido ese dolor silencioso de estar esperando mientras la vida parece avanzar para todos menos para ti? Tal vez has llorado en secreto preguntándote, "Señor, ¿por qué no ahora? ¿Qué estás esperando? Y si te dijera que Dios no está tarde, sino justo a tiempo, y que este video llegó a ti, no por casualidad, sino porque el cielo quiere hablarte hoy, sí, a ti, a tu corazón cansado, a tu fe golpeada, a tu alma que está empezando a rendirse. No lo hagas todavía. Dios aún está escribiendo tu historia.
Hay un secreto espiritual sobre el tiempo de Dios que cambiará tu manera de vivir y esperar. Un principio que el enemigo no quiere que descubras, porque cuando lo entiendes, tu fe se fortalece, tu corazón se llena de paz y las bendiciones empiezan a alinearse con tu vida, pero solo vas a entenderlo si te quedas conmigo hasta el final. Porque lo que te voy a compartir no es solo conocimiento bíblico, es una palabra viva que puede convertirse en la señal que has estado suplicando a Dios en oración. Antes de seguir, quiero que hagas algo conmigo. Suscríbete
ahora mismo y activa la campanita. Esto no es por números, es porque aquí compartimos palabras que han levantado a personas en su hora más oscura. Y tal vez mañana mismo tú necesites otra palabra que te recuerde que Dios sigue en control. Hazlo ahora. Únete a esta comunidad de fe y comenta ahí abajo, "Paz en Cristo como un acto de entrega." Al dejar tu me gusta, también ayudas a que esta palabra llegue a otros corazones que hoy están rotos, confundidos, necesitados de una esperanza. Muchos no tienen una iglesia cerca. Este canal se ha vuelto su refugio
espiritual y tú haces parte de eso cuando participas. Hoy vas a entender por qué el tiempo de Dios no solo es perfecto, sino profundamente sabio. Y quiero advertirte, la penúltima enseñanza de este video puede ser la llave para abrir algo nuevo en tu vida. Así que quédate, no te distraigas, porque Dios no te ha hecho esperar por castigo, sino por propósito. Vamos a comenzar. Número uno, ¿por qué Dios no actúa cuando más lo necesito? ¿Dónde está Dios cuando todo parece desmoronarse? ¿Por qué no responde cuando más lo busco? ¿Será que él me ve y aún
así decide quedarse en silencio? Si estas preguntas han habitado tu mente en los últimos días, quiero decirte algo que quizá nadie más se atrevió a decirte. Tú no estás solo en esa espera. Estás caminando por un sendero que han recorrido los hombres y mujeres más usados por Dios. Y si ellos lo cruzaron, tú también puedes. El tiempo de Dios no es como el nuestro. Para nosotros esperar es perder. Para Dios esperar es construir. Es como el proceso de una semilla enterrada bajo la tierra. En la superficie nada parece estar ocurriendo. El suelo sigue igual, el
entorno sigue igual, pero en lo oculto esa semilla está muriendo para dar vida. Está rompiéndose por dentro para florecer por fuera. Así es la espera en Dios. Es un silencio que está gestando algo eterno. Hay momentos en que sentimos que todo se detiene, que nuestras oraciones no rebotan, sino que se evaporan en un cielo sin eco. Pero, ¿y si ese aparente silencio fuera en realidad una protección? Dios muchas veces no responde porque su amor no le permite darte una respuesta rápida, sino una respuesta correcta. Él ve lo que tú no ves, sabe lo que aún
no puedes entender. Mientras tú clamas por una solución inmediata, él trabaja en una transformación eterna. A veces lo que llamas espera es simplemente Dios cerrando una puerta que tú no sabías que te iba a destruir más adelante. Y esto no es solo una teoría espiritual, también es una realidad psicológica. Estudios sobre la gestión emocional demuestran que la forma en que una persona interpreta la espera cambia completamente el impacto de esa espera en su salud mental. Quien espera con esperanza sufre menos. Quien espera sin propósito se quiebra. Por eso el enemigo ataca tanto tu mente en
la espera, porque sabe que si logra sembrarte la idea de que Dios no está haciendo nada, te desconectará del milagro antes de que llegue. Pero quiero decirte algo profundo. Cuando sientes que Dios no está haciendo nada, es porque está haciendo algo mucho más grande de lo que tú pediste. Y es ahí donde entra la sabiduría divina. No es que Dios no quiera darte lo que le pediste, es que muchas veces él te ama tanto que no quiere darte una bendición que no puedas sostener todavía. Mira este ejemplo. Un niño puede desear con todo su corazón
conducir el auto de su padre. Tiene el deseo, tiene el amor por el padre, tiene las intenciones, pero no tiene la madurez. El Padre no le niega el carro por maldad, lo niega por amor. Y cuando llegue el momento, no solo le entregará las llaves, le enseñará también a conducir. Así hace Dios contigo. No está retrasando la promesa, está enseñándote a sostenerla. ¿Y qué hago mientras espero? Buena pregunta, porque la espera no es un lugar estático, es un taller, un campo de entrenamiento. Mientras esperas, Dios está trabajando en tu carácter, en tu sensibilidad espiritual, en
tu capacidad de discernir. Te está preparando para que cuando llegue la respuesta no la conviertas en un ídolo, ni en un motivo de orgullo, ni en algo que te aleje de él. Recuerda esto. Dios no solo está preparando la bendición para ti, también te está preparando a ti para la bendición. Cada día que pasas esperando con fe, estás acumulando fortaleza espiritual. Estás desarrollando una fe que no depende de señales, sino de confianza. Y hay algo más. ¿Has notado que justo cuando estás más cerca de rendirte ocurren las pruebas más intensas? No es casualidad, es porque
el enemigo sabe que está cerca del cumplimiento. Es su último intento por frenarte. Pero si hoy decides confiar, aunque no entiendas, si hoy eliges creer, aunque el reloj diga que es tarde, entonces te conviertes en el tipo de hijo que Dios puede usar para cosas grandes. Porque no se trata solo de recibir la bendición, se trata de ser transformado por ella. Hay una historia que no necesitas leer en la Biblia para entender la tuya, tu proceso, tu espera, tus lágrimas. Todo eso será parte del testimonio que algún día usarás para levantar a otros. Así que
si estás en ese punto donde sientes que ya no puedes más, escucha esto. Dios no está en silencio porque se olvidó de ti. Está en silencio porque está trabajando en algo que aún no puedes imaginar. Y cuando por fin veas lo que él estaba haciendo, vas a agradecer cada minuto de espera. Puedes sentirlo, algo están haciendo y el tiempo de Dios nunca llega tarde. Número dos, lo que sucede cuando confías en el tiempo de Dios. Y si confiar fuera más poderoso que entender qué podría pasar en tu vida si en vez de desesperarte eligieras confiar.
¿Será que la fe en su forma más pura se manifiesta justo cuando no vemos nada, pero seguimos creyendo igual? Cuando decides confiar en el tiempo de Dios, algo empieza a cambiar profundamente en ti, no fuera de ti, sino dentro. Porque la verdadera transformación no comienza con lo que Dios hace por ti, sino con lo que él hace en ti mientras esperas. La confianza es un tipo de fe que deja de exigir explicaciones y comienza a abrazar el misterio. Y eso eso desata poder. La ciencia ha descubierto algo fascinante. Cuando una persona desarrolla un sentido de
propósito elevado como la fe, su cerebro libera una mayor cantidad de serotonina, dopamina y oxitocina. ¿Qué significa esto? que la paz verdadera no viene cuando todo se resuelve, sino cuando decides confiar, incluso en medio del caos. Confiar en el tiempo de Dios es como estar en un barco en medio de la niebla. No ves la costa, no sabes cuánto falta, pero si sabes quién lleva el timón, puedes respirar en paz. Dios no necesita mostrarte el destino para probar que está guiando. Él es el destino y también es el camino. Muchos dicen, "Cuando vea creeré." Pero
Jesús enseña lo opuesto. Bienaventurados los que no vieron y creyeron. Confiar en el tiempo de Dios te convierte en un tipo de persona rara hoy en día. Alguien que no se rinde con facilidad, alguien que no negocia su fe por la presión de la inmediatez. Vivimos en un mundo de microondas, pero Dios trabaja como un horno de leña, lento, profundo, pero el resultado es infinitamente mejor. Lo superficial se cocina rápido, lo valioso toma tiempo. ¿Qué ocurre en el cielo cuando confías? Pasan dos cosas poderosas. Primero, tu fe activa el favor. No es una fe mágica,
no es manipulación espiritual, es una alineación. Cuando confías en el tiempo de Dios, estás diciendo, "Señor, hazlo como tú quieras, cuando tú quieras, pero no dejes de hacerlo. Esa oración tiene un peso especial, es madura y el cielo responde. Segundo, la confianza genera resistencia espiritual. Te vuelves más fuerte. más estable, más sensible a la voz de Dios. Y eso es más valioso que cualquier respuesta inmediata, porque muchas veces Dios no quiere darte solo una bendición. Él quiere hacerte una persona que sabe sostener bendiciones. Mira este ejemplo. Si Dios responde a una oración que tú aún
no sabes manejar, esa bendición puede volverse una carga, como un regalo hermoso que alguien no sabe cómo abrir y termina rompiéndolo en el intento. Pero cuando confías, cuando esperas con humildad, cuando mantienes tu mirada en él, aunque todo lo demás grite, "Ríndete!" Entonces, estás entrando en un nivel de madurez espiritual que solo los que confían pueden alcanzar. Y escúchame bien, no necesitas entender todo lo que Dios está haciendo. Solo necesitas entender quién es él. Tu alma no se calma cuando todo se acomoda. Tu alma se calma cuando se encuentra con la verdad de que Dios
no improvisa, él orquesta, él calcula. Él ve lo que tú no ves y cuando logras descansar en eso, la ansiedad pierde fuerza, el temor se disuelve y tu corazón entra en una paz que no depende de resultados, sino de presencia. Así que si estás esperando algo grande de parte de Dios, no corras, confía, respira, ora, mantente firme, porque el tiempo de Dios no es cualquier tiempo, es el único tiempo donde las cosas realmente encajan. Y pronto, cuando todo lo que parecía sin sentido comience a conectarse, vas a mirar atrás y vas a decir, "Gracias, Señor,
por no haber respondido cuando yo quería, porque lo hiciste mucho mejor de lo que imaginé." Número tres, ¿cómo discernir si estás en el tiempo de Dios o en el tuyo? ¿Estoy caminando al ritmo del cielo o forzando mis propios pasos? ¿Será que estoy confundiendo mi deseo con la voluntad de Dios? ¿Y si el tiempo perfecto de Dios ya empezó? Pero yo estoy demasiado distraído para notarlo. Hay una línea invisible, pero muy real entre el tiempo de Dios y el tiempo del hombre. Y la gran mayoría de los errores espirituales que cometemos ocurren cuando cruzamos esa
línea sin darnos cuenta. A veces creemos que estamos esperando en Dios. Pero en realidad nos estamos escondiendo del miedo a actuar. Otras veces sentimos que estamos siendo valientes al movernos, cuando en realidad estamos siendo impacientes. Discernir en qué tiempo estás requiere algo más profundo que solo emociones. Requiere intimidad con el Espíritu Santo. Él es quien revela cuándo avanzar y cuándo quedarte quieto. Porque esperar no siempre significa inmovilidad y actuar no siempre significa obediencia. Dios no se mueve por tu reloj, pero sí se mueve por tu disposición. Y muchas veces el cielo habla con señales suaves,
no con gritos. ¿Estás atento a esas señales? Hay tres formas de discernir si estás en el tiempo de Dios o no. Y quiero que las escuches con el corazón abierto. La primera es la paz, no la paz emocional que puede ser frágil y manipulada por tus deseos. hablo de la paz del espíritu, esa que se siente incluso cuando las circunstancias no tienen sentido. Cuando estás en el tiempo de Dios, puedes tener guerra afuera, pero paz adentro. La segunda es la alineación. Cuando las cosas empiezan a fluir, no por suerte, sino por propósito, las puertas correctas
se abren, las equivocadas se cierran sin esfuerzo, las personas adecuadas aparecen, las que distraen se van. No es casualidad, es sincronía divina. Pero cuidado, el enemigo también puede abrir puertas, por eso necesitas discernimiento. Y la tercera es la confirmación bíblica. Dios nunca te va a guiar a algo que contradiga su palabra. Si lo que estás esperando, lo que estás decidiendo, no resuena con el carácter de Dios revelado en la Biblia, entonces no estás en su tiempo ni en su voluntad. Ahora quiero que reflexiones en esto. Estoy esperando algo que Dios nunca me prometió solo porque
yo lo deseo. Es duro preguntarlo, pero necesario, porque cuando no discernimos bien el tiempo, corremos el riesgo de orar para que Dios bendiga planes que él nunca inspiró. Y eso termina en frustración, desgaste y muchas veces pérdida. Dios no bendice el orgullo disfrazado de fe. Él bendice la obediencia humilde. Y esa obediencia te lleva a entender cuándo moverte y cuándo quedarte quieto. A veces el acto más espiritual no es declarar ni correr ni hacer, es esperar con el oído inclinado hacia el cielo y decir, "Señor, no quiero ir si tú no vas conmigo." Así lo
hizo Moisés. Así lo hicieron los grandes hombres y mujeres de Dios y así puedes hacerlo tú. Discernir el tiempo correcto es más importante que tener talento, recursos o conexiones. Porque una semilla sembrada fuera de tiempo, aunque sea buena, no dará fruto. Escúchame bien. No dejes que la presión de otros marque tu ritmo. No tomes decisiones solo porque ya es hora según todos. Tú no vives por el reloj del mundo, vives por la agenda del cielo. Y si hoy estás sintiendo que Dios está tardando, haz una pausa y pregúntate, ¿estoy esperando o estoy estancado? ¿Estoy obedeciendo
o estoy impulsado por mi ansiedad? Cuando aprendes a discernir el tiempo de Dios, no solo evitas errores, te posicionas para ver milagros. Y ese es el lugar más seguro donde puedes estar. en el centro exacto de la voluntad de Dios, en el momento perfecto que él eligió para ti. Número cuatro, cuando parece que nada sucede, Dios está obrando. Y si todo lo que te rodea está en silencio, pero el cielo está en pleno movimiento por ti, ¿cómo confiar cuando todo está quieto? cuando no hay señales, ni puertas ni confirmaciones. ¿Será que Dios dejó de actuar
o será que está trabajando en lugares que mis ojos no pueden ver? Hay momentos en la vida del creyente en los que el alma grita en secreto, "Señor, muéstrame aunque sea una señal, solo una, y el cielo guarda silencio." Ese es uno de los escenarios más dolorosos y a la vez más sagrados de la vida espiritual. Porque cuando parece que nada sucede, es cuando más cosas están ocurriendo en el mundo invisible. Dios no deja de actuar solo porque tú no lo percibes. Su poder no depende de tu percepción. Él no es menos Dios en el
silencio que en los milagros. De hecho, los milagros suelen ser el fruto de procesos silenciosos que se fueron gestando cuando nadie los veía. Mira, ¿alguna vez viste cómo crecen los huesos de un niño dentro del vientre de una madre? No. Nadie lo ve, nadie lo escucha. Pero un día ese niño nace y todos dicen, "Qué maravilla." Así es como trabaja Dios. Lo que parece inactividad es desarrollo oculto. Mientras tú duermes, mientras tú clamas, mientras tú cuestionas, él sigue trabajando, porque él no necesita anunciar cada paso que da para que su plan funcione. Pero nuestro problema
es que asociamos movimiento con evidencia. Y en el reino de Dios, eso no siempre funciona así. El libro de Job nos muestra una verdad dura y preciosa. Job perdió todo y Dios no dijo ni una palabra por mucho tiempo. Pero eso no significaba abandono. Era una conversación divina entre el cielo y la eternidad en la que Job se convirtió en testigo, aunque él no lo supiera. Y si eso está ocurriendo ahora contigo. Y si en el cielo hay una conversación sobre tu vida que tú aún no conoces. Porque muchas veces mientras lloras, Dios está organizando
detalles que no podrías manejar si lo supieras. Él está alineando corazones, sanando heridas, cerrando puertas que no te convienen y preparando el lugar exacto donde tu bendición caerá y permanecerá. No te desesperes cuando no veas movimiento. La Tierra puede estar seca por fuera, pero las raíces siguen creciendo por dentro. Es más, en la naturaleza hay una planta llamada bambú japonés. Se planta y durante los primeros 5 años no se ve nada, ni una hoja, ni un tallo. Pero bajo tierra el bambú está desarrollando un sistema de raíces tan profundo y fuerte que cuando finalmente brota
puede crecer hasta 30 m en solo 6 semanas. ¿Entiendes el principio? Dios está profundizando tus raíces en esta etapa porque lo que él va a hacer contigo no será pequeño, ni frágil, ni temporal, será tan grande que necesitarás una base firme para sostenerlo. Y esa base no se construye con velocidad, se construye con profundidad, en la intimidad, en la oración, en la adoración sin respuestas, en el silencio que duele, pero también transforma. Así que si hoy sientes que no estás viendo nada, escucha con el corazón. Eso no significa que no estés en el plan. Significa
que estás en la parte del plan que menos se ve, pero que más te forma. Tu fe está siendo fortalecida, no con promesas vacías, sino con verdades eternas, verdades que solo se entienden cuando decides seguir adorando aún sin ver. Y es en ese punto exacto donde Dios comienza a revelarse de maneras nuevas, no como el que responde rápido, sino como el que permanece fiel, aunque todo parezca inmóvil. Cuando llegues al otro lado de este proceso y mires hacia atrás, vas a darte cuenta de que lo que parecía una pausa fue en realidad el impulso para
el milagro. No te frustres si no ves movimiento. Confía en que Dios nunca se detiene. Él siempre está haciendo algo, incluso cuando tú no puedes verlo. Número cinco, el propósito escondido detrás de cada espera. Y si lo que estás esperando no es solo una respuesta, sino una transformación. Y si el verdadero regalo no es lo que recibirás, sino en quién te estás convirtiendo mientras esperas. ¿Por qué Dios haría que una promesa tarde si no fuera porque hay algo mucho más profundo que quiere trabajar en ti? La espera no es castigo, no es olvido, es un
proceso sagrado, un campo espiritual donde Dios no solo está gestionando tus circunstancias, está formando tu carácter. Y es que el propósito de Dios no es solo bendecirte, es prepararte para sostener la bendición sin que ella te desvíe del corazón de aquel que la dio. Muchos piden bendición, pero pocos están dispuestos a ser moldeados. Y es ahí donde la espera cumple su mayor función. Revelarte lo que hay dentro de ti que aún no se parece a Cristo. Es fácil mantener la fe cuando todo fluye, pero en la espera aparece la frustración, el orgullo, la comparación, el
miedo, la duda, no para condenarte, sino para sanarte desde adentro. Y si tu mayor obstáculo no fuera el tiempo, sino tu impaciencia. Y si lo que te está deteniendo no es Dios, sino tu falta de preparación. El oro no se pule en la superficie, se refina en el fuego. Y ese fuego a veces es la espera. Dios no forma campeones espirituales en temporadas fáciles. Él los forma en el desierto, en el anonimato, en la soledad, porque ahí es donde se construye una fe que no depende de aplausos ni de resultados, sino de intimidad. Escucha esto.
Hay versiones de ti que Dios no puede permitir que lleguen a la promesa. Porque si entras en la tierra prometida con el corazón errado, podrías destruir con tus manos lo que tanto oraste recibir. Por eso, cada día que esperas con fe, estás muriendo a una parte de ti que no puede cruzar al otro lado. Es como el capullo de una mariposa. Desde afuera parece solo una pausa, pero por dentro una criatura completamente nueva está siendo formada. Así estás tú. Dios está cortando mentalidades antiguas, inseguridades heredadas, heridas que nunca sanaron, porque no quiere llevarte a un
nuevo lugar con las viejas cadenas. Y mira esto, hay cosas que Dios quiere entregarte, pero si las da antes de tiempo, no serían bendición, sino carga. Un ministerio antes de tiempo puede volverse un ídolo. Un matrimonio sin sanidad previa puede convertirse en un campo de batalla. Una puerta abierta sin madurez. Puede llevarte a la caída. Por eso Dios no te niega, te protege. Y en esa protección hay propósito. ¿Y cuál es ese propósito? Que salgas del proceso no solo con lo que pediste, sino siendo alguien que refleja el carácter de Cristo. Eso es más valioso
que cualquier milagro, porque los milagros pasan, pero el carácter permanece. Cuando permites que Dios use la espera para moldearte, no solo recibirás lo prometido, te convertirás en alguien que sabrá administrarlo con humildad, con gracia y con dependencia del espíritu. Y eso es lo que realmente transforma tu vida. Así que si estás esperando, no te concentres solo en lo que quieres. Pregúntale a Dios qué quiere formar en ti durante esta etapa. Tal vez te está enseñando paciencia, tal vez quiere que aprendas a depender de él, no de personas. Quizás está cultivando una visión más grande de
la que tú tenías en mente. La espera no es una pausa en tu destino, es parte del diseño. Es el lugar donde Dios te prepara, te pule, te limpia para que cuando llegue el momento no solo recibas lo que esperabas, sino que estés listo para vivirlo como él soñó para ti. Y recuerda esto, lo que Dios está haciendo en ti mientras esperas. es tan valioso como lo que estás esperando de él. Número seis, el silencio de Dios también tiene voz. ¿Por qué Dios calla justo cuando más lo necesito? ¿Será que su silencio es indiferencia o
hay un mensaje escondido que no estoy escuchando? Y si ese aparente vacío no es ausencia, sino la manera más profunda en la que el cielo me está hablando, este puede ser uno de los momentos más duros del caminar espiritual. Cuando clamas, lloras, adoras y el cielo parece responder con un eco frío, silencio, total, doloroso, prolongado. Y si no tienes cuidado, podrías empezar a pensar que Dios se fue. Pero escucha con atención, porque el silencio de Dios no es un vacío, es un lenguaje y solo los corazones atentos pueden entenderlo en el mundo natural. El silencio
muchas veces es interpretado como distancia, pero en el reino espiritual el silencio a menudo es una señal de que Dios está haciendo algo demasiado grande para explicarlo ahora. Es como cuando un artista pinta su obra maestra, no habla, no da explicaciones, está concentrado. Cada trazo tiene intención y quien mira desde afuera no entiende lo que está ocurriendo hasta que el cuadro está terminado. Dios hace lo mismo contigo. Él no necesita darte una explicación para cada segundo de tu vida. Él necesita tu fe para seguir confiando, incluso cuando no hay palabras. Y sabes qué es lo
más hermoso? Que a lo largo de la historia bíblica, los silencios de Dios siempre preceden revelaciones poderosas. Antes de que apareciera Samuel, hubo 400 años sin palabra profética. Antes de que Jesús comenzara su ministerio, pasaron 30 años de silencio. Antes de resucitar, Jesús estuvo tres días en una tumba en completo silencio. El cielo calla, pero no está ausente. Ese silencio puede significar varias cosas y quiero que abras tu corazón para discernirlas. Uno, Dios está probando tu fe. Sí, hay momentos donde el cielo se silencia para saber si tu fe es madura o solo emocional, si
crees solo cuando sientes o también cuando no ves, como un padre que deja que su hijo dé los primeros pasos sin sujetarlo para que aprenda a caminar por sí solo. Dos. Dios está enseñándote a escuchar su voz de forma más profunda. Muchos solo escuchan a Dios en lo evidente, pero el Espíritu Santo susurra, no grita y si estás rodeado de ruido interno o externo, no lo vas a oír. El silencio te obliga a desconectarte del bullicio y prestar atención a la voz que habla sin palabras. Tres. Dios ya habló, pero tú no has obedecido. Hay
veces en que creemos que Dios no está hablando cuando en realidad nos quedamos esperando una nueva instrucción sin haber cumplido la última que nos dio. El cielo no es un canal de entretenimiento constante. Dios habla con propósito y cuando lo hace espera obediencia. Entonces, si sientes que estás en medio del silencio de Dios, pregúntate, ¿estoy escuchando de verdad? ¿Estoy en quietud o estoy demasiado ocupado? ¿Ya obedecí lo que me fue dicho la última vez? Porque muchas veces el silencio no es la falta de voz, es la falta de disposición del corazón para recibirla. Mira, hay
momentos donde Dios calla para que crezcas, donde no responde, porque si lo hiciera, interrumpiría un proceso que está formando en ti algo eterno. Y eso es amor. El amor de un padre que no da todas las respuestas de inmediato porque está más enfocado en tu formación que en tu comodidad. Ahora bien, hay algo muy especial que ocurre durante esos silencios. La intimidad verdadera con Dios no se demuestra cuando todo es claro, se demuestra cuando sigues buscando, aun cuando no recibes respuesta. Ese tipo de fe rompe el cielo. Ese tipo de adoración conmueve el corazón de
Dios cuando oras, no para obtener, sino porque simplemente sabes que él sigue siendo Dios, aunque no diga nada. Y en ese punto, sin que lo notes, tu espíritu se está fortaleciendo, tu discernimiento está afinándose y tu relación con Dios está madurando. Porque el objetivo de Dios nunca fue darte todo rápido, fue hacerte fuerte, profundo, lleno del espíritu, dependiente de su voz y no de tus emociones. Así que si ahora mismo estás en una temporada de silencio, no huyas. Quédate, resiste, escucha, porque muchas veces Dios calla porque está preparando una revelación tan fuerte que necesita que
primero estés en posición para recibirla. Y cuando hable será claro, será directo, será exacto. Y tú sabrás que cada segundo de espera valió la pena, porque su voz no se pierde, solo se reserva para los que saben esperar. El silencio de Dios también es un acto de amor y si permaneces, pronto entenderás el por qué. Número siete, las bendiciones que solo llegan cuando aprendes a esperar. Y si hay bendiciones que están listas, pero solo serán liberadas cuando tu corazón también lo esté. Y si lo que estás esperando ya existe, pero Dios está esperando algo en
ti para entregártelo? Cuántas veces hemos orado por milagros sin entender que primero Dios quiere preparar el terreno donde ese milagro va a caer. Hay bendiciones que Dios ya determinó para tu vida. están escritas en su plan eterno, selladas con su promesa y alineadas con su voluntad. Pero aunque te pertenecen, no todas se manifiestan de inmediato. ¿Por qué? Porque algunas bendiciones para llegar necesitan más que fe, necesitan madurez, necesitan un corazón que sepa sostenerlas. Imagina que Dios quiere entregarte una responsabilidad grande, un ministerio, una familia, una empresa, una nueva etapa de tu vida, pero tú todavía
estás reaccionando como un niño espiritual, quejándote, comparándote, dudando en cada paso. ¿De qué serviría que él te lo diera ahora? El Señor no quiere verte colapsar bajo el peso de algo que fue diseñado para ser una bendición. Por eso, muchas veces la espera no es un retraso, es un entrenamiento. Así como ningún atleta corre una maratón sin prepararse, tú no puedes recibir ciertas promesas sin haber sido entrenado en la paciencia, en la humildad y en la rendición. Y aquí está el punto más hermoso. Cuando aprendes a esperar con fe, desbloqueas bendiciones que solo existen para
quienes han sido procesados por el tiempo. Sí, hay bendiciones que no están en el camino rápido, están en el camino estrecho, largo, profundo, porque son bendiciones eternas. Y Dios no entrega tesoros eternos a manos inmaduras. Mira cómo ocurre esto en la naturaleza. Las frutas que maduran rápido bajo químicos y luz artificial se ven bien por fuera, pero saben mal y duran poco. Las que maduran lentamente en su tiempo natural, bajo el sol, el viento, la lluvia, tienen más sabor, más fuerza y alimentan mejor. Así también son las promesas de Dios. Las que llegan sin proceso
se vuelven superficiales, pero las que llegan después de una espera con propósito, esas te cambian la vida, te sostienen, te alimentan. Y aquí está la verdad que muchas veces duele. Dios no está apurado. Nosotros sí, pero él no tiene prisa. Él tiene planes y sus planes no se ajustan a tu calendario, se ajustan a tu formación. Y qué bendiciones se liberan cuando aprendo a esperar. Te voy a mencionar algunas que tal vez no estás notando, pero que ya están ocurriendo dentro de ti. Una fe más profunda que ya no depende de emociones, sino de convicciones.
Una visión más clara, porque en la espera Dios va afinando tus ojos espirituales. Una humildad real que te prepara para manejar lo que viene sin orgullo, una sensibilidad mayor al Espíritu Santo. Porque al silenciar tu ansiedad, empiezas a escuchar su susurro, una autoridad espiritual, porque cada día que no te rindes, estás pisando terreno sagrado y luego cuando llega la bendición ya no te domina. Tú sabes cómo manejarla, cómo protegerla y cómo seguir dependiendo de Dios con ella. Eso es madurez espiritual. Eso es lo que hace que una promesa no solo sea hermosa, sino también duradera.
Y aquí va algo que puede cambiar tu enfoque hoy. Dios no solo quiere darte lo que pediste, quiere darte lo que ni siquiera sabías que necesitabas. A veces tú estás esperando una respuesta y Dios está formando en ti una nueva versión de ti mismo. Por eso, en la espera, no ores solo por recibir. Ora por discernimiento, ora por transformación. Ora por un corazón que sepa reconocer el tiempo exacto del cielo, porque ese tipo de corazón es el que recibe bendiciones que no se roban, no se pierden y no se desvían. Así que si sientes que
estás esperando demasiado, no te frustres. Tal vez estás a solo un paso de una puerta que aún no se abre, no porque no esté lista, sino porque tú estás a punto de estarlo. Y cuando ambas cosas se alineen, tu corazón y su promesa, vas a entrar en una temporada donde mirarás atrás y dirás, "Ahora entiendo por qué no fue antes. Ahora veo que Dios no se tardó. Dios me estaba preparando para recibir bien. Esa es la bendición más alta, la que llega cuando aprendes a esperar con esperanza, con entrega y con los ojos puestos en
aquel que nunca falla. Número ocho, lo que pierdes cuando te adelantas al tiempo de Dios. ¿Qué tanto has perdido por no esperar? ¿Será que algunas de tus heridas fueron provocadas no por el enemigo, sino por haber corrido antes de tiempo? Y si muchas de tus oraciones frustradas no fueron ignoradas, sino aceleradas por una fe ansiosa, hablar del tiempo perfecto de Dios es hermoso hasta que llega el momento en que tú decides correr delante de él. Y esa decisión, aunque muchas veces nace del deseo genuino de ver la promesa cumplida, puede llevarte a lugares donde la
bendición se transforma en peso y el favor se convierte en lucha. Dios es un Dios de orden y todo lo que él hace lo hace siguiendo un principio eterno. Cada cosa en su tiempo. Cuando tú forzas un milagro antes de tiempo, no estás ayudando a Dios. Estás complicando el proceso y lo más peligroso no es que pierdas la bendición, es que la recibas sin estar listo. Mira esto. Abraham recibió una promesa. Sería padre de naciones. Pero cuando dudó del tiempo de Dios y decidió tener un hijo con Agar, nació Ismael, no Isaac. ¿Fue un hijo?
Sí. era la promesa, no fue un resultado, no un cumplimiento. Y ese resultado todavía hoy tiene consecuencias, porque todo lo que nace fuera del tiempo de Dios viene con batallas que no estaban en el diseño original. Cuántos ismaeles hemos creado con nuestras decisiones apresuradas. Cuántas puertas forzadas que luego nos dejaron más vacíos que bendecidos. Correr antes de tiempo no adelanta la voluntad de Dios, la contamina. Y cuando haces eso, puedes perder cosas que no son fáciles de recuperar. La paz interior. Cuando te adelantas, vives bajo presión, no bajo gracia. La claridad espiritual. Tus emociones se
convierten en tu brújula y el Espíritu Santo se vuelve una voz lejana, el gozo del proceso. Te conviertes en alguien que solo disfruta cuando llega, pero que sufre mientras camina. La confianza en Dios. Porque al tomar el control con tus manos, terminas cargando pesos que no te correspondían. Escúchame con atención. No todo lo que puedes alcanzar es lo que Dios quiere que alcances ahora. Hay cosas que parecen buenas, que parecen correctas, que incluso parecen respuesta. Pero si no vienen en el tiempo correcto, pueden volverse una distracción, una frustración o una caída. Y aquí va una
verdad profunda. Satanás no necesita destruirte con pecado evidente si puede desviarte con una bendición adelantada. Lo que tú llamas avance, él puede usarlo como trampa disfrazada. Porque el enemigo sabe que una bendición fuera de tiempo puede herir más que una espera en obediencia. Es como dar llaves de un auto de carrera a un niño de 8 años. Las llaves son malas, no. El auto es peligroso. Solo si quien lo conduce no está preparado. Así pasa con las promesas. Dios no se tarda por crueldad, se tarda por amor, porque te ama tanto que no quiere verte
destruir con tus propias manos lo que él construyó para ti con tanto detalle. Y lo más duro de esto es que muchas veces cuando nos adelantamos, Dios no interviene inmediatamente. Nos deja ver las consecuencias, no para castigarnos, sino para enseñarnos que su tiempo no es negociable, es necesario, es perfecto. ¿Y qué hago si ya me adelanté? Primero, no te condenes. Dios no desecha a los que tropiezan. Él corrige, restaura y guía de nuevo. Segundo, arrepiéntete con humildad, no solo por el error, sino por haber desconfiado de su ritmo. Tercero, vuelve a alinearte. Tal vez perdiste
tiempo, tal vez el camino ahora sea más largo, pero Dios aún puede llevarte al cumplimiento original, a su manera, a su tiempo, en su gracia. Y finalmente, aprende. Haz que tu caída sirva como cimiento de una fe más fuerte, más paciente, más sabia, porque el tiempo perdido por correr puede ser redimido por una fe que aprende a caminar con calma. Dios no te necesita acelerado, te necesita dispuesto. Y si hoy decides volver a su ritmo, volver a su plan, volver a su tiempo, entonces te aseguro que incluso lo que hiciste mal, él sabrá usarlo para
bien. que así es nuestro Dios, fiel, incluso cuando nosotros nos adelantamos y siempre dispuesto a retomar la historia, justo donde dejamos de confiar. Solo necesitas hacer una cosa, detenerte, respirar y decir, "Señor, no quiero llegar primero, quiero llegar contigo." Número nueve, lo que Dios rompe en ti antes de cumplir su promesa. ¿Alguna vez sentiste que todo se estaba desmoronando justo cuando más esperabas que Dios actuara? Y si no es que Dios está destruyendo tu vida, sino rompiendo lo que te impide recibir la suya, ¿será que antes de levantarte Dios necesita derribar algo dentro de ti
que ya no puede acompañarte a lo próximo? Muchos oran por una promesa, pero no están preparados para el proceso que esa promesa exige. Porque antes de entregar una bendición duradera, Dios suele hacer algo incómodo, profundo y radical. te rompe, no para destruirte, sino para reconstruirte, no para quitarte, sino para hacer espacio a lo nuevo. Dios trabaja así. Primero quiebra la vasija, luego la vuelve a formar en el torno más fuerte, más ancha, más resistente para el aceite que va a derramar. ¿Y qué es lo que Dios rompe? Rompe tu orgullo. Esa parte de ti que
cree que puede controlar los tiempos, las respuestas, los resultados. Dios no comparte su gloria con nadie. Y muchas veces para poder confiarte una promesa, primero necesita vaciarte de ti. Rompe tu lógica, porque muchas veces tu mente va a intentar entender lo que solo el espíritu puede discernir. Y si vives por lógica, te frustrarás cada vez que las cosas no salgan como planeaste. Dios rompe tus esquemas para que puedas caminar por fe, no por vista. Rompe tus dependencias. emocionales, personas, relaciones, hábitos, zonas de confort, todo aquello que parece sostenerte, pero que en realidad te ata. Él
rompe vínculos que no te edifican, aunque al principio duela, porque no quiere que entres en la nueva temporada con cargas del pasado. Rompe tu impaciencia. Él no solo quiere darte la promesa, quiere hacerte paciente como Jesús, paciente para esperar, para confiar, para resistir. Porque las bendiciones eternas no se entregan a quienes se rinden con facilidad. Y quizás ahora mismo estás en esa fase donde no entiendes por qué todo se sacudió, por qué se cerraron puertas, por qué relaciones cambiaron, por qué tus emociones están a flor de piel, tal vez no estás en decadencia, estás en
reestructuración. El alfarero no trabaja con piezas terminadas, trabaja con barro moldeable. Y Dios no trabaja con corazones endurecidos, trabaja con corazones rotos y rendidos. ¿Sabías que algunas de las oraciones más poderosas nacen desde el quebranto, no desde la plataforma, no desde el éxito, no desde la abundancia, sino desde el suelo, desde ese lugar donde ya no tienes argumentos, ni fuerzas, ni máscaras. Desde ahí es donde el Espíritu Santo hace su obra más pura y desde ahí es donde nacen las promesas más gloriosas. Dios no te está rompiendo para dejarte roto, te está rompiendo para purificarte,
reordenarte, llenarte. Mira el caso de José. Antes de llegar al palacio, fue traicionado, vendido, esclavizado, encarcelado injustamente. Cada etapa lo fue rompiendo, pero también lo fue formando. Y cuando llegó el tiempo de Dios, no solo estaba en el lugar correcto, era el hombre correcto para sostener ese lugar. Tal vez hoy tú te sientes en esa prisión invisible, emocional o espiritual. Tal vez ves como todo se cae y no entiendes por qué. Pero lo que no sabes es que justo ahí Dios está moldeando en ti la capacidad de reinar sin perder tu esencia. Porque la promesa
es grande, pero más grande tiene que ser tu raíz. Y la raíz crece cuando eres roto en lo secreto, cuando pasas por el fuego y sales más puro, cuando lloras delante de Dios, no porque te falló, sino porque no entiendes, pero sigues confiando. Así que si estás en esa etapa donde todo parece romperse, no huyas, no culpes, no abandones. ríndete. Permite que Dios termine su obra en ti, porque cuando él rompa todo lo que nos sirve, también va a revelar todo lo que puso dentro de ti desde el principio. Y ese día vas a entender
que lo que parecía una pérdida era en realidad el inicio de una resurrección tuya, de tu propósito, de tu verdadera identidad en Cristo. Dios rompe para luego liberar. Y cuando él libera, nada ni nadie puede detener lo que viene. Número 10, la fe que se necesita para esperar lo que aún no ves. ¿Cómo se mantiene la fe cuando pasan los días, los meses, los años y nada cambia? ¿Qué tipo de confianza sostiene a un corazón que ha orado mucho, pero recibido poco? ¿Será que existe una fe más profunda, una que no pide señales ni respuestas
inmediatas, pero que igual se aferra con fuerza a la promesa de Dios? Este es el tipo de fe que pocos desarrollan, la fe que espera, no la que solo celebra cuando ve, ni la que se emociona con palabras bonitas, sino la que se construye en medio del silencio, del cansancio, de las lágrimas. La fe que decide quedarse de pie cuando todo en el alma grita que es más fácil rendirse. Y sí, es más fácil rendirse. Es más fácil bajar los brazos, aceptar una vida mediocre, conformarse con lo que el mundo ofrece. Pero tú no fuiste
llamado para lo fácil, fuiste llamado para caminar por fe. Y la fe verdadera no se revela en el milagro, se revela en la espera. Hay una dimensión espiritual que solo se accede desde la perseverancia. Una puerta que no se abre a gritos ni por fuerza, sino por constancia, por fidelidad, por una confianza radical. ¿Qué tipo de fe estás ejerciendo hoy? Una fe que espera dos días y luego se frustra. Una fe que necesita ver resultados inmediatos para seguir creyendo. O una fe como la de Abraham, que esperó contra toda esperanza y aún cuando su cuerpo
estaba muerto, siguió creyendo en el Dios que da vida a lo que no existe. Esa fe es la que conmueve al cielo porque no depende de emociones, no se apoya en el entorno, no exige garantías. solo se aferra a la palabra y esa es la fe que tú necesitas hoy. Una fe que se levanta cada mañana diciendo, "Aunque no vea nada, yo sigo creyendo que Dios está obrando. Una fe que canta mientras espera, que adora mientras duele, que sirve mientras el milagro no llega. Esa fe transforma tu historia. La ciencia nos dice que el cerebro
se moldea por repetición y enfoque. Es decir, cuanto más repites una verdad, más la crees, más te alineas con ella. Lo mismo pasa en lo espiritual. Cuanto más ejercitas tu fe, más fuerte se vuelve. Cuanto más proclamas lo que crees, más espacio le das a Dios para actuar. Por eso, no calles tu esperanza. No permitas que la duda se vuelva tu idioma. Aunque la espera sea larga, tu fe puede hacerla gloriosa. ¿Sabes algo? Hay promesas que no han llegado, no porque estén lejos, sino porque Dios está esperando que tu fe madure lo suficiente como para
recibirlas con gratitud y no con ansiedad. Y eso requiere proceso, pero también requiere una decisión. Tú decides si esperas con queja o con fe. Tú decides si esta temporada te desgasta o te transforma. Tú decides si este valle te amarga o te profundiza. Y te aseguro, si eliges fe, vas a salir con más de lo que pediste, con una fe sólida, con una relación más profunda con Dios, con una autoridad espiritual que solo se gana en la espera. Así que si te sientes débil hoy, si sientes que tu fe está temblando, vuelve al origen, vuelve
a su voz, vuelve a la cruz. Y recuerda, el mismo Jesús que tardó 4 días en llegar a Lázaro, llegó con suficiente poder para resucitar lo que ya había muerto. Dios no necesita llegar pronto, necesita llegar en el momento exacto. Y tú, mientras tanto, espera con la cabeza en alto, con el corazón firme, con los ojos en el cielo y con los pies plantados en su palabra. Porque la fe que espera es la fe que hereda lo eterno. Y tú fuiste llamado para heredar, no por mérito, sino por fidelidad. Y esa fidelidad se prueba cuando
decides creer, aunque aún no ves. Número 11. Cuando la espera te cambia más que la bendición. Y si el verdadero milagro no fuera lo que estás esperando, sino en quién te estás convirtiendo mientras esperas. Podría ser. que la bendición más grande no es el resultado, sino la transformación que está ocurriendo en tu alma sin que te des cuenta. Y si Dios está más interesado en formarte que en impresionarte con respuestas rápidas, hay una verdad que pocos quieren escuchar, pero que libera el alma cuando se entiende. A veces la espera tiene más poder que el milagro,
porque el milagro cambia una situación, pero la espera cambia tu corazón y ese cambio es lo que Dios más valora. Él no busca espectadores de bendiciones, sino hijos transformados que reflejen su carácter. Mira tu proceso desde otro ángulo. Cuando comenzaste a esperar esa promesa, eras alguien diferente. Tal vez con menos paciencia, con menos profundidad. con más orgullo o más ansiedad. Pero hoy, después de este tiempo en su presencia, aún sin ver la respuesta, ya no eres la misma persona. Has aprendido a orar desde la necesidad, a adorar desde el dolor, a confiar cuando todo es
incierto y a seguir amando a Dios incluso cuando no entiendes lo que está haciendo. Eso, hermano, eso es oro puro en el reino de los cielos. Ese crecimiento invisible vale más que 1000 respuestas inmediatas. ¿Y por qué Dios permite que el cambio ocurra en la espera? Porque es en el vacío donde aprendemos a depender. Es en la falta donde aprendemos a valorar. Es en la noche oscura donde descubrimos que la luz no siempre se manifiesta afuera, sino adentro. Dios te permite vivir procesos largos, no porque se haya olvidado de ti, sino porque está enamorado de
tu proceso de madurez. Recuerda esto. El Dios que prometió llevarte a un destino también quiere caminar contigo en el camino. No te saltes el proceso. No menosprecies lo que estás viviendo hoy. Hay una unción que solo se activa cuando pasas por el fuego y no pierdes la fe. Mira a David. Fue ungido como rey, pero tuvo que esperar años huyendo, escondido en cuevas, rechazado, incomprendido. No fue el trono lo que lo hizo un hombre conforme al corazón de Dios. Fue la espera, porque en la espera aprendió a perdonar, a depender, a adorar sin condiciones, a
liderar con compasión. Y entonces, cuando llegó el trono, él ya no era el mismo joven con la onda. Era un hombre maduro, probado, listo para gobernar. Y si ese es tu caso y si todo lo que estás viviendo hoy es solo parte de una formación mayor que aún no entiendes. Hay cosas que el Señor te está quitando no por crueldad, sino porque ya no combinan con el lugar al que él te está llevando. Dios no solo quiere llevarte a la promesa, quiere que llegues sano, libre, con el corazón limpio y con la fe fortalecida. Y
eso solo lo logra la espera. Así que no midas esta temporada por los resultados. Mídela por la profundidad que ha traído a tu relación con Dios. Si ahora hablas menos, pero oras más. Si confías más, aunque entiendas menos, si tu gozo no depende de lo externo, si tu adoración es más sincera, si tu dependencia es más profunda, entonces el proceso está funcionando y eso ya es una victoria, porque no hay bendición más grande que parecerte cada vez más a Cristo. Y ese es el propósito mayor de todo lo que estás viviendo. Se trata solo de
llegar al destino. Se trata de en quién te conviertes mientras caminas hacia él. Y si sigues dejando que Dios te forme mientras esperas, cuando llegue la promesa, vas a tener el carácter para sostenerla y el corazón para glorificar a aquel que te preparó para ella. La espera te cambia y ese cambio es parte del milagro. Número 12. cuando Dios guarda lo mejor para el final. Y si lo que Dios va a hacer contigo será tan grande, que por eso ha tardado tanto. Y si el final que esperas no es un cierre, sino el comienzo más
glorioso de tu historia, puede ser que la razón por la que aún no lo ves es porque Dios está preparando un desenlace que va a silenciar todas tus dudas. Hay una frase que hemos escuchado muchas veces, lo mejor está por venir, pero para muchos esa frase ha sido repetida tantas veces que ya suena vacía. Porque cuando has esperado mucho, cuando has llorado demasiado, cuando el tiempo ha pasado, empiezas a pensar que tal vez lo mejor ya pasó. Pero no, no pasó, no terminó, no se fue. Dios no escribió tu historia para dejarla a la mitad.
Él es el autor y también es el final perfecto. Y si aún estás respirando, si aún estás escuchando esta palabra, si aún puedes levantar tus ojos al cielo, es porque él aún está escribiendo. En la palabra vemos una y otra vez cómo Dios guarda lo más impactante para el momento en que nadie lo espera. Cuando Moisés ya no podía más y el mar estaba frente a ellos, se abrió. Cuando Lázaro ya olía mal, Jesús llegó. Cuando el vino se acabó en las bodas de Caná, lo mejor fue servido al final. Dios no improvisa, Dios no
llega tarde. Dios no se olvida. Él guarda lo mejor para el momento en que solo la fe lo puede reconocer. ¿Y por qué hace eso? Porque él quiere que entiendas que no dependes del tiempo, ni de las circunstancias, ni de las expectativas humanas. Dependes de su voluntad perfecta y cuando su tiempo se manifiesta, todo cobra sentido, todo se alinea, todo se justifica, todo se transforma. Quizá tú pensaste que la espera era castigo, pero era preparación. Quizá creíste que el silencio era abandono, pero era estrategia. Dios no te ha expuesto aún porque está fortaleciendo tus raíces,
porque sabe que lo que viene necesita una estructura interna firme para no caerse cuando llegue. Y tal vez, tal vez hoy tú estás en el momento justo antes de ese final glorioso, el punto donde parece que no va a pasar nada, el instante donde todo se ve igual, pero el cielo ya está en movimiento. Escucha esto. Las mayores intervenciones de Dios ocurren en los momentos más simples, en lo cotidiano, en lo inesperado, en ese día donde no sentiste nada especial y de repente todo cambió. Así será contigo. Dios ha guardado algo especial para ti y
no será solo para ti. Será un testimonio que va a bendecir a otros. Una historia que vas a contar con lágrimas en los ojos y gozo en el alma. una manifestación que llevará gloria a su nombre. Porque no es un final para presumir, es un final para glorificar. Un final que dirá, "Solo Dios pudo hacer esto. Un final que marcará un nuevo inicio, porque en Dios cada final es una puerta al siguiente nivel. Y si has estado esperando, sufriendo, clamando, creyendo a pesar de todo, prepárate, porque el Dios que promete también cumple y el Dios
que tarda es el mismo que sorprende. Lo mejor no quedó atrás. Lo mejor ha sido reservado para el final. Y ese final puede comenzar hoy. Número 13. La obediencia en la espera abre puertas que la ansiedad cierra. Y si el secreto para recibir lo que esperas no está en hacer más, sino en obedecer mejor. Cuántas bendiciones hemos perdido por actuar con ansiedad en lugar de con obediencia. ¿Será que estás tan enfocado en cuándo llegará que has olvidado preguntarle a Dios qué espera de ti mientras llega? Esperar en Dios no significa quedarte de brazos cruzados, significa
caminar en obediencia paso a paso al ritmo de su voz. Y eso, hermano, es lo más desafiante, porque el alma ansiosa quiere moverse rápido, pero el espíritu obediente sabe que un paso fuera del tiempo puede cerrar puertas que solo la obediencia puede abrir. La ansiedad es ruidosa, te empuja, te presiona, te llena de urgencia, te hace pensar que si no actúas ahora lo vas a perder. Pero Dios no se mueve por presión. Dios se manifiesta donde hay paz, rendición y obediencia. ¿Estás obedeciendo o simplemente reaccionando? Muchos se pierden en la espera porque confunden actividad con
fidelidad. Corren, se ocupan, se llenan de tareas, pero no preguntan, "Señor, ¿qué quieres que haga mientras espero?" Y ahí es donde está el poder oculto de la espera en hacer lo que Dios dice, aunque parezca insignificante. A Noé se le dijo, "Construye un arca." Y él obedeció sin lluvia, sin nubes, sin señales. Su obediencia salvó a su familia. Abraham se le dijo, "Sal de tu tierra." Y él obedeció sin saber a dónde iba. Su obediencia abrió generaciones de bendición. A los discípulos se les dijo, "Esperen en Jerusalén." Y obedecieron. Y vino el Espíritu Santo con
poder. La obediencia es la llave que abre lo eterno. Porque cuando haces lo que Dios manda, aunque no entiendas el porqué, estás diciéndole al cielo, "Confío más en tu voz que en mis sentidos." Y eso activa puertas que la ansiedad no solo no puede abrir, sino que muchas veces termina cerrando. ¿Y cómo saber si estoy obedeciendo de verdad? Es simple. Cuando tu paz no depende del resultado, cuando tu gozo no viene de ver el milagro, sino de saber que estás caminando donde Dios te pidió que caminaras. Cuando tu oración cambia de hazlo ya, Señor, a
hazlo como tú quieras. y cuando tú quieras. Ese es el corazón obediente y ese corazón siempre ve la gloria de Dios. Porque la obediencia no impresiona a Dios. La obediencia honra a Dios y él honra a los que le honran. Así que tal vez hoy no necesitas correr más. Tal vez necesitas detenerte, escuchar y realinearte, no con tus deseos, sino con su voluntad. Pregúntale, Señor, ¿qué paso debo dar hoy? Y cuando lo oigas en lo profundo de tu espíritu, en su palabra o en una convicción clara, hazlo. Aunque parezca pequeño, aunque no parezca llevarte directamente
a la promesa, hazlo. Porque muchas veces el camino más corto a lo que esperas no es el más rápido, sino el más obediente. Y esa obediencia silenciosa, firme, diaria, está construyendo un puente directo entre lo que Dios te prometió y el momento en que verás su cumplimiento con tus propios ojos. No dejes que la ansiedad te haga correr en círculos, que tu alma descanse en esta verdad. Lo que Dios tiene para ti no llegará ni un minuto antes ni un minuto después. Y mientras tanto, camina, escucha, obedece, porque la espera con obediencia abre puertas que
ninguna ansiedad podrá jamás alcanzar. Número 14, el momento de rendirte al tiempo perfecto de Dios. llegaste hasta aquí y eso dice mucho de ti. Significa que tu alma está buscando, anhelando, escuchando, que no entraste a este video por casualidad, sino porque el Espíritu Santo te está llamando a confiar otra vez. Tal vez no tienes todas las respuestas. Quizás todavía no entiendes por qué Dios ha tardado tanto, pero sí sabes esto. Tu corazón sigue latiendo con fe y esa fe, aunque frágil, es suficiente para mover el cielo. Hoy no vengo a decirte que todo va a
cambiar mañana. Vengo a decirte que tú puedes cambiar hoy. Tu forma de esperar, tu manera de creer, tu actitud ante lo que aún no ves puede transformarse en este instante. Solo necesitas hacer una cosa, rendirte. No rendirte por cansancio, sino por confianza. rendirte al tiempo de Dios, rendirte a su soberanía, rendirte a su ritmo, aunque no sea el tuyo. Y si hoy decides rendirte, vas a experimentar algo que va más allá de respuestas inmediatas. Vas a encontrar descanso, paz y propósito, incluso en medio de la espera. Porque cuando dejas de exigirle al cielo que se
apure, empiezas a escuchar lo que el cielo siempre quiso decirte. Mi hijo, yo estoy aquí obrando. Solo espera ahora. Haz esto conmigo. Escribe en los comentarios confío en el tiempo de Dios. Decláralo como un acto de fe. Y si esta palabra tocó tu corazón, deja tu me gusta para que YouTube lleve este mensaje a más personas que hoy necesitan saber que no están solos. Recuerda, tu click no es solo apoyo al canal, es una semilla de esperanza para otros. Suscríbete ahora mismo si aún no lo hiciste. Aquí no solo enseñamos la palabra, la vivimos, la
respiramos, la compartimos como familia. Gracias por quedarte hasta el final. Gracias por creer. Gracias por esperar. Y sobre todo, gracias por rendirte al tiempo perfecto de aquel que nunca llega tarde, porque el tiempo de Dios es sabio, es justo y siempre, siempre llega con gloria. Amén. [Música]
Related Videos
¡DEJA DE PREOCUPARTE! Mira lo que pasa cuando depositas tu FE en DIOS
1:05:18
¡DEJA DE PREOCUPARTE! Mira lo que pasa cua...
Reflexiones Bíblicas Diarias
1,166 views
Las Poderosas ENSEÑANZAS que nos dejó JESÚS en el SERMÓN DEL MONTE
1:05:44
Las Poderosas ENSEÑANZAS que nos dejó JESÚ...
Reflexiones Bíblicas Diarias
19,205 views
DIOS TE DICE HOY... YO NO ME EQUIVOCO, TODO PASA POR ALGO | MENSAJES DE DIOS
1:06:26
DIOS TE DICE HOY... YO NO ME EQUIVOCO, TOD...
MENSAJES DE DIOS OFICIAL
280,917 views
Cómo la FE en DIOS Puede Hacerte Más FUERTE MENTALMENTE
1:08:44
Cómo la FE en DIOS Puede Hacerte Más FUERT...
Reflexiones Bíblicas Diarias
25,195 views
DIOS te DICE HOY: ten FE Y CONFÍA, todo LLEGA en su MOMENTO PERFECTO SUELTA Y DEJA DIOS SEA TU GUÍA
1:34:56
DIOS te DICE HOY: ten FE Y CONFÍA, todo LL...
Historias Asombrosos De La Biblia
102,207 views
Necesitas escuchar esto para desbloquear el don del discernimiento.
1:27:17
Necesitas escuchar esto para desbloquear e...
Devocional Diario
109,045 views
DIOS TE DICE HOY: ¡LO QUE PARECÍA SOLO UN PENSAMIENTO ES EN REALIDAD UNA MISIÓN DIVINA!
2:19:13
DIOS TE DICE HOY: ¡LO QUE PARECÍA SOLO UN ...
SEMILLAS DE ESPERANZA DE DIOS
32,748 views
ESPÍRITU SANTO Fortalece tu PRESENCIA en mi VIDA en los momentos cuando más TE NECESITO
1:12:19
ESPÍRITU SANTO Fortalece tu PRESENCIA en m...
Fortalecerse en Cristo
923 views
Dios Te Advierte: No Subestimes Tu Dolor de Espalda – Descubre Por Qué
1:04:11
Dios Te Advierte: No Subestimes Tu Dolor d...
jesushablahoy
135,295 views
PODEROSAS CANCIONES CRISTIANAS PARA LIBERAR TU MENTE Y EL CORAZÓN 🙏 SUPE QUE ME AMABAS
1:21:16
PODEROSAS CANCIONES CRISTIANAS PARA LIBERA...
Alabanza y Fe Eterna
2,666,081 views
No Te Preocupes Más Por Todo, Confia en Dios - Reflexión Cristiana
50:47
No Te Preocupes Más Por Todo, Confia en Di...
Sendero Bíblico
22,673 views
DIOS TE DICE HOY: DEJA de PENSAR TANTO, CALMA tu MENTE con LA PALABRA de DIOS
1:11:06
DIOS TE DICE HOY: DEJA de PENSAR TANTO, CA...
Reflexiones Bíblicas Diarias
172,121 views
ORACIÓN del DÍA 13 de MAYO - SALMO 91 y SALMO 23: Las dos ORACIONES MÁS PODEROSAS de la BIBLIA.
56:21
ORACIÓN del DÍA 13 de MAYO - SALMO 91 y SA...
Mi Querido Dios
66,131 views
Libera el PODER Transformador del ESPÍRITU SANTO en TU VIDA
59:31
Libera el PODER Transformador del ESPÍRITU...
Voz del Trono
70,602 views
DIOS TE DICE HOY... TODO LLEGA A SU DEBIDO TIEMPO, SUELTA Y CONFÍA
1:16:40
DIOS TE DICE HOY... TODO LLEGA A SU DEBIDO...
MENSAJES DE DIOS OFICIAL
868,505 views
Oración Poderosa de la Mañana para Defenderte del Mal
2:18:02
Oración Poderosa de la Mañana para Defende...
Latido de Fe
159,627 views
Como Obligarte a Buscar a Cristo Todos los Dias y Transformar tu Vida Espiritual..
1:17:51
Como Obligarte a Buscar a Cristo Todos los...
Sendero Cristiano
152,448 views
Las enseñanzas más poderosas de Jesús que pueden TRANSFORMAR tu vida HOY
50:54
Las enseñanzas más poderosas de Jesús que ...
Creciendo Con Dios 🌱
393,722 views
NO TE PREOCUPES Más Por Todo, CONFIA en DIOS
1:10:00
NO TE PREOCUPES Más Por Todo, CONFIA en DIOS
Reflexiones Bíblicas Diarias
233,708 views
Cómo la Fe en Dios Puede Hacerte Más Fuerte Mentalmente - Reflexión Cristiana
42:19
Cómo la Fe en Dios Puede Hacerte Más Fuert...
Sendero Bíblico
917,701 views
Copyright © 2025. Made with ♥ in London by YTScribe.com