El cerebro límbico: gestión de emociones (URJCx)

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Módulo 2: El cerebro como aliado en las organizaciones Unidad 2.2. El modelo del cerebro triuno El c...
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El sistema límbico es conocido como el cerebro emocional, es decir, el lugar donde se procesan y se crean todas las emociones. Se le denomina también celebró químico, ya que regula muchos y diferentes estados químicos internos. Es nuestro cerebro medio el que se encarga de llevar a cabo todas esas actividades que generalmente damos por hecho, controlando de manera automática: la temperatura corporal, los niveles de glucosa en sangre, la presión arterial, la digestión, los niveles de hormonas y un sinfín de procesos más.
El mesencéfalo ajusta y mantiene nuestro equilibrio interno, para compensar cambios en el mundo exterior. Está compuesto por distintas partes: el tálamo, es el punto de encuentro de casi todos los nervios que conectan los dos hemisferios cerebrales y al cuerpo con el cerebro. Es el encargado de procesar la información sensorial, procedente del medio externo, identificando y clasificando los datos en la categoría correspondiente y transmitiendoles hacia muchos centros conscientes de la corteza cerebral.
No existe una señal procedente del exterior que no pase a través del tálamo; también puede enviar señales a otras áreas del cerebro, para activar o inhibir, distintos sistemas cerebrales. Otra estructura se llama hipotálamo. Es la fábrica química que regula el medio interno corporal y equilibra sus sistemas con respecto al mundo exterior.
Es la parte más antigua del sistema límbico, y puede ejercer acciones en cualquier órgano o tejido del organismo. El hipotálamo controla y dirige las funciones corporales del sistema nervioso autónomo, como por ejemplo, el hambre, la sed, el sueño, la vigilia, los niveles de glucosa, la temperatura corporal, el ritmo cardíaco, la presión arterial y el balance químico; el equilibrio hormonal, el impulso sexual, las reacciones del sistema inmunológico y el metabolismo. Además, juega un papel muy importante en las emociones.
Otra estructura es la hipófisis o la glándula pituitaria, ésta es muy pequeña. Segrega sustancias químicas que activan las hormonas corporales, dirige y controla muchos de los procesos vitales, envía señales tanto químicas como eléctricas a la otra zona, a la pituitaria, para que ésta pueda fabricar ciertas sustancias que activan distintos estados químicos y hormonales. Otra estructura es la glándula pineal.
Esta es la encargada de regular químicamente los ciclos del sueño y la vigilia, es como el reloj interno del cerebro. Otra estructura: el hipocampo. Esta es la responsable de que aprendamos las nuevas experiencias y que formemos recuerdos.
Almacena las memorias a largo plazo y están relacionadas con nuestras experiencias, basándose en los distintos tipos de información que proporcionan nuestros sentidos. Crea una evocación de sucesos personales asociados con cosas que nos ocurren en un lugar y en un momento concreto; este proceso comienza después de los cuatro años, motivo por el cual, no podemos recordar mucho antes de esta edad; es que el hipocampo no está todavía desarrollado hasta esta edad. Cuando conseguimos nueva información relacionada con las personas, lugares, cosas, épocas y sucesos, y asociamos esa nueva información con el diario de acontecimientos pasados, que ya hemos experimentado con nuestros cinco sentidos, construimos lo que se llama un recuerdo asociativo.
La memoria asociativa nos permite utilizar lo que ya sabemos para entender o comprender lo que no sabemos, es decir, emplear aquello que nos resulta familiar para comprender algo que no lo es. Estos recuerdos son la base que nos va a permitir adquirir mayores conocimientos. Una de las funciones principales del hipocampo está implicada con la búsqueda de cosas nuevas.
Es la parte del cerebro responsable de transformar lo desconocido en conocido. Así, como el de recordar los datos simples de todos los días, por ejemplo, a qué hora tenemos la reunión con el cliente. Otra estructura importante también es la amígdala.
Es conocida por su forma de almendra, es la responsable da alertarnos de peligros y está muy relacionada con las emociones. Su vía es corta y llegan los estímulos antes que a la corteza cerebral, de ahí, que primero sentimos y luego pensamos. También se encarga de almacenar las cuatro emociones primitivas más importantes: la agresividad, la alegría, la tristeza y el miedo; y ayuda a relacionar las distintas cargas emocionales con los recuerdos a largo plazo.
La amígdala nos predispone para la acción, cuando experimentamos una situación en la que nuestra supervivencia peligra. Tal es el caso por ejemplo, en el que vemos que dos compañeros del departamento han sido despedidos, en ese momento, se nos activa la amígdala y realiza una evaluación rápida del medio externo y nos pone en estado de alerta. Es la región del cerebro más importante en lo referente a la sensación de miedo y actúa dando respuestas precognitivas, es decir, incita al cuerpo a responder antes incluso de que seamos conscientes del peligro.
Una vez activada la amígdala, también crea mociones de rabia y agresividad; para ayudarnos a protegernos de las situaciones de amenaza. Al estar asociada con el almacenamiento de recuerdos y con la percepción de ciertas situaciones, etiqueta como emocionalmente espantosas las situaciones que vivimos como dañinas. De esta manera, el simple hecho de recordarlas, puede ayudarnos a evitar situaciones similares.
En definitiva, el papel de la amígdala está íntimamente relacionado con las emociones y consiste retener la carga afectiva que nos acompaña a los datos. Un ejemplo de ello, puede ser la alegría de encontrarlos con un antiguo compañero que hacía tiempo que no veíamos, o por ejemplo, el malestar que nos produjo la actitud antipática del directivo de recursos humanos cuando fuimos a su despacho a pedirle un aumento de sueldo. En palabras del psicólogo Goleman, "las conexiones entre estructura y amígdala y la neocorteza son el centro de las batallas o los acuerdos cooperativos alcanzados entre pensamiento, cabeza corazón y sentimiento".
Para terminar, podemos resumir diciendo que el cerebro emocional refuerza y afirma las funciones del reptiliano, mantiene el equilibrio fisiológico del organismo, regula la temperatura interna del cuerpo, equilibra la presión sanguínea, el ritmo cardiaco, el nivel de azúcar. . .
Tiene un nivel alto de implicación en las reacciones emocionales y en la memoria, asegura cuatro funciones importantes para la supervivencia: alimentación, apareamiento, autodefensa y agresividad. Las manifestaciones del sistema límbico son: el lugar de los afectos, es más sensible a los gestos, a las intenciones, que a las palabras bonitas. Nos hace imaginar, interpretar y sentir emociones fuertes.
Es el lugar de la impulsividad, centro de las motivaciones, memoria a largo plazo, funciona como filtro seleccionando lo agradable y lo desagradable.
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